Bueno chicas, aquí yo de vuelta, en este fic quiero mostrar una Candy despechada, pero a pesar de todo muy enamorada.

Capitulo 1. ¿Qué cumpla mi deseo?

Era la tercera vez que Dorothy tocaba la puerta pero no había respuesta alguna, asumiendo que la joven rubia seguía dormida decidió entrar, ¡y vaya que no se equivocaba! pues a pesar de ser ya casi medio día la chica yacía boca abajo sobre las finas sabanas y los suaves almohadones, todavía portaba el costoso vestido verde que había lucido la noche anterior en la fiesta de los Hanton, la sedosa cabellera rubia estaba esparcida por toda la almohada y uno de los delgados y blancos brazos caía perezosamente por un extremo de la cama sin llegar a tocar el suelo.

La sirvienta recogió un zapato de tacón alto con el que casi tropieza al entrar a la habitación, y busco con la vista el otro hasta dar con el, que se encontraba a un lado del ropero, después de ponerlos en un lugar apropiado se acerco a su amiga, y mientras quitaba unos cuantos mechones rubios del rostro de la holgazana muchacha, le miraba con una mezcla de dolor y rabia, ¿comó es que niña sencilla y caritativa se había convertido en esa chica vanidosa, superficial y cínica?, pero bueno al menos seguía siendo agradable con sus amigos de siempre.

En medio de su sueño Candy se dio la vuelta quedando boca arriba, y entonces Dorothy pudo contemplar que le faltaba uno de los aretes de oro con incrustaciones de esmeraldas, así que arrodillándose comenzó a buscarlo por toda la alfombra , pero el bendito arete seguía sin aparecer, hasta que un destello brillante entre los cabellos de la rubia le llamo la atención, al acercarse comprobó que en efecto, se trataba del arete, lo trato de quitar de ahí pero se había enredado con la cabellera de la chica, sin querer dio un tirón un poco fuerte que logro despertarla.

-¡Hay! Dorothy, ¿por qué me haz jalado de los cabellos?.-Exclamo un poco molesta Candy mientras se sobaba el cuero cabelludo.

-No te muevas que vas a tirar tu arete, ¡Candy, te volviste a dormir sin desmaquillarte y quitarte las joyas!-Le reprocho Dorothy, quien intentaba volver a hallar la pieza de oro.-¡Dios! Se ha enredado más, voy a tener que cortar el mechón.-Dijo mientras buscaba unas tijeras en un cajonsito de buró.

-Bueno, pero asegúrate que no quede dispareja.-Pidió Candy.-¿Me trajiste mi periódico?

-Si tomalo, esta en el otro buró.

-Gracias.-Candy abrió el periódico y busco con ansiedad hasta encontrar el tema de su interés.-Escucha esto Dorothy, la encantadora señorita Candice Andley, a pesar de tener apenas diecinueve años de edad, ya es el centro de atención de todos los jóvenes adinerados de Chicago, pues aparte de la gran fortuna que posee su padre William Andley, su innegable belleza y gracia, la hacen un gran prospecto...¡Cielos!, pero que guapa me veía anoche.-Chillo emocionada, mientras le quitaba las tijeras de la mano a Dorothy y se disponía a cortar su foto del periódico, cuando termino abrió un cajón del buró que tenía al lado, donde arrojo el papel que reposaría de ahora en adelante junto todas las demás fotos que había recortado de periódicos anteriormente, en todas aparecía ella radiante, con vestidos ostentosos y diferentes peinados, pero a pesar de todo el lujo que le adornaba, su mirada, aquellos ojos verdes... no brillaban como en antaño.

siguió leyendo el periódico hasta que se topo con una noticia desagradable, automáticamente fruncio el entrecejo y se mordió el labio inferior para evitar maldecir, ahí estaba la foto de él, con su sonrisa pícara y sus ojos burlones, con su brazo rodeaba la cintura de su co-protagonista en la nueva obra que estaban presentando, y para colmo ese estúpido encabezado: "No solo destilan amor en el escenario, sino también fuera de el". Molesta arrugo el papel hasta formar una pelotita que salio volando muy lejos, Dorothy solo negó con la cabeza y termino de quitarle el arete.

-Dorothy, podrías prepararme el baño.-Preguntó en un susurro. La mucama solo asintió y se encamino a la puerta que conectaba el baño con la recamara.

Candy se llevó una mano a la frente y suspiro con pesadez, ¿por qué le seguía importando?, alzo la cabeza y recorrió con la mirada su cuarto, hasta el último rincón estaba adorado con flores que le eran enviadas por su larga lista de pretendientes, podría tener a cualquiera, ¡pero no!, por más que quería hacer entender a su corazón este no cedía y tal parecía que no iba a ceder.

Lo admitía amaba a Terry, lo amaba con toda su alma, pero que podía hacer ella si el... no la amaba. Si, prácticamente lo había obligado a quedarse con Susana, pero siendo sinceros, el lo había aceptado muy bien, casi sin protestar, solo abrazándola... más no deteniéndola, unas cuantas lágrimas, unas cuantas palabras, y listo, ¡esa era su gran despedida! Y ella, tan... ingenua, todavía albergando un poco de esperanza, pensando que no llegaría a recorrer diez metros más sin que los gritos de el la llamaran, entonces ella voltearía, el la alcanzaría y tomándola de las manos le juraría amor eterno y le diría que no se preocupara que juntos hallarían una solución, pero que separarse no es la correcta. Pero eso no paso. El no la siguió, no le grito ni la hizo entrar en razón, tan solo... no quiso luchar por su amor. No lo lograba entender, Terry, el chico que nunca se dejaba imponer nada, había aceptado la que quizás sería la imposición más grande de su vida. Pero Candy trato de ser comprensiva, quiso entender que Susana lo necesitaba más que ella, y se hizo a un lado sin titubear.

Pero la gota que derramo el vaso, fue cuando hace casi un año todos los periódicos anunciaban la ruptura del compromiso Grandchester-Marlow, al parecer no congeniaban y Susana lo comprendió. Entonces la pecosa volvió a estar esperanzada, creyó que el la buscaría, y espero, y espero, y espero, pero el nunca llegó.Y cuando ella pensó en tomar la iniciativa, Terry volvió a aparecer en primera plana, pero no solo, sino acompañado de una bella actriz llamada Alline Fontan, una francesa con la que compartiría el protagónico en su siguiente obra, pero lo que le dolió a Candy fue verlos con las manos entrelazadas y uniéndose en un tierno beso, en el que se podía ver a la perfección la sonrisa que adornaba los rostros de ambos.

La pecosa sintió un inmenso coraje, coraje hacía el, porque de nada había servido la separación, y coraje hacía ella por seguir amando a ese ingrato, y desde ese día Terry aparecía en el diario con una nueva conquista cada dos semanas, y Candy se esforzaba por opacarlo haciendo gala de ser la joven más codiciada de Chicago, siempre del brazo de diferentes caballeros. Algo inmaduro e infantil, pero que podía hacer, ella quería que Terry la viera, viva, contenta y con la frente en alto.

-¡Candy, el baño esta listo!-Le dijo Dorothy saliendo del cuarto, pero antes de cerrar la puerta se asomo.-Ah, y dijo la señora Elroy que te desea ver a eso de las tres.

Candy infló las mejillas y se dispuso a prepararse, al menos desde que siguió ese nuevo estilo de vida, la tía abuela, estaba contenta.


-¿Se puede?

-Pasa Candice.-La tía abuela se encontraba bordando, así que no se tomo la molestia de mirarla.-Sientate.

Candice tomo asiento en el diván más próximo y la miro atenta, curiosa de lo que podría decirle, no había hecho ninguna travesura últimamente, por lo que no creía recibir un regaño.

-Veras, te has convertido ya en una mujer, una mujer joven, cuya belleza esta en todo su esplendor, y es ahora cuando más pretendientes tienes, todos ellos ansiosos de que le regales un baile o tan siquiera una sonrisa, y es por eso que creo que ya es hora.-La tía abuela levanto la mirada de su pañuelo y la poso en los ojos de Candy que la miraban sin comprender.-Candice, es hora de que contraigas matrimonio.

La chica parpadeo repetidas veces y negó con la cabeza. No podía casarse, no cuando ya amaba a Terry, sería injusto para el que sería su marido, así como para ella.

-¿Hay algún inconveniente Candice?-Pregunto la tía abuela al notar la indecisión de la chica.

-Tía, yo, yo...-La mujer sonrió.

-Es que tu ya quieres a alguien ¿no es cierto?

Candy solo miró al suelo y asintió.

-Escucha Candice, yo ha tu edad también estaba enamorada.-La muchacha de ojos verdes miró a la mujer sorprendida.-No me mires así que yo también fui joven, bueno, veras a tu edad la vida es muy difícil, ya que lo que hagas ahora o en un par de años más influirá en el resto de tu vida, y es tan difícil saber como proceder siendo que no te sientes ni como una niña, ni como una adulta, y luego esta que eres una mujer, tu sabes bien que en la sociedad en la que vivimos y sobretodo en la clase a la que pertenecemos...nunca te superarás a menos que camines del brazo de un hombre poderoso y rico...

-No tía.-Candy la interrumpió.-Me niego a creer eso, yo valgo igual que cualquier hombre

-Lo se Candice, pero para que esta sociedad lo entienda van a tener que pasar demasiados años, y mientras tanto ¿qué será de ti?, ¿acaso esperaras a Terruce toda la vida?

Candy la miro sorprendida, ¿por qué sabía ella de Terry?

-Te sorprende que lo sepa, ¿verdad?, pues si, lo sé, era mucha casualidad que huyeras del Colegio San Pablo a penas unos días después que el hijo del duque, y dime Candice, ¿valio la pena seguirlo? ¿eh?, yo no los veo juntos, actuaste con mucha imprudencia al atreverte a volver a América sin un centavo solo para encontrar a un muchacho que por lo que veo ya te olvido.

Los ojos de la rubia se comenzaron a tornar vidriosos y las lágrimas luchaban por salir, pero Candy no lo iba a permitir, no, ya no lloraría más por él.

-¿Sabes hija?, una de las principales razones que nos diferencian de los hombres es que ellos piensan con el cerebro, pero nosotras... con el corazón, el amor es cosa de dos, y si el ya te olvido tu debes hacer lo mismo, y si solo es un capricho para ti, solo cumple tu deseo y olvidale.

-¿Qué cumpla mi deseo?-Preguntó Candy sin entender.


Continuara...

¿A qué se referira la tía? Bueno nos vemos. Dejen sus reviews ;D