*Li Sora Yami*

Card Captor Sakura

"Sakura x Syaoran"

Amor a la Antigua

~Kawai Tsuki-Chan~

.:Compromiso:.

"Esperar, esperar y esperar".- Se repetía a si misma aquella joven de cabellos castaños y ojos color esmeralda- ¿De qué te sirve esperar, si sabes que nunca llegara? ¿De qué te sirve esperar aquel amor, si sabes que te va a hacer sufrir hasta la agonía… hasta enloquecer? –Se repetía una y otra vez. No quería sufrir por amor. No quería sufrir y morir como su hermana Hana Kinomoto. No quería dar su vida como su hermana por aquello a lo que la gente llamaba… "amor". No quería… simplemente no quería. Amar significa morir… sacrificarse por la vida de otro a sabiendas que tarde o temprano tendría que terminar. Un destino que nadie querría si supiera el verdadero significado de la palabra "amor".

-Mi lady -la llamó una doncella- su hermano, el príncipe Touya la espera en el gran salón. ¿Quiere que le traiga su abrigo?

-No, gracias Naoko.- le respondió la princesa- Tráeme la capa de seda, la de la capucha.

-¿Estas segura que quiere la capucha? –le pregunto Naoko. La princesa asintió con la cabeza.- Espere un momento. No estará pensando… -Parecía comprender lo que ella y su hermano estaban apunto de hacer- ¡Pero, Sakura-sama! ¡Esta prohibido salir del palacio sin la autorización del Rey Fujitaka! Si su majestad se llega a enterar…

-Él no tiene porque enterarse. Ahora Naoko ¿podrías traerme la capa? –Ella la miro con recelo- No te preocupes, solo iré al pueblo a ver a una vieja amiga.

La doncella, no muy convencida, fue por la capa y con una pequeña reverencia se la entrego a la princesa. Sakura salió de la habitación y fue a ver a su hermano al gran salón. Él la esperaba en la puerta con su capa color escarlata ya puesta.

-¿Lista?

-Más que lista.

-Entonces vamos.

Salieron del castillo procurando que nadie los viera. Se deslizaron atraves de los jardines perfectamente cuidados, cruzaron las grandes murallas que protegían el palacio real, y el resto del viaje fue fácil, no tardaron mucho en llegar al pueblo. Se detuvieron justo enfrente de una tienda en la que vendían todo tipo de vestidos, trajes y disfraces, la cual de pertenecía a una joven llamada Tomoyo Daidouji.

-Bien, te dejo –dijo Touya- Nos veremos aquí en una hora.

-Está bien. –le respondió Sakura, y justo cuando su hermano estaba dando media vuelta para marcharse, ella le pregunto-. ¿Vas a ver a Mitzuki verdad?

-Si. –le respondió-. Tengo que verla. No puedo resistir ni un momento más sin ella.

-Te entiendo. –le dijo Sakura-. Touya…

-¿Si, Sakura?

-¿Kaho te hace feliz? –Touya la miro sin comprender-. Quiero decir… -agrego rápidamente- que si eres feliz con ella. Me refiero, feliz en verdad… -hizo uno pausa-. ¿En realidad eres feliz?

-Sí. –le respondió Touya-. Más que nunca.

-Entonces, sabes que cuentas con todo mi apoyo. ¿Verdad?

Touya le dedico una pequeña sonrisa-. Lo se… Gracias. –Y desaparición entre el gentío. Sakura sin más que esperar, entro a la tienda y busco a la dueña de aquella, una joven de cabellos negros y ojos color amatistas.

-¿Tomoyo? –la llamo Sakura.

-¿Sakura? ¡Sakura! –Salió una joven de entre las sombras.- ¡Princesa! ¡Su majestad! –Hizo una reverencia-. ¿Qué hace aquí? ¿Cómo...

-Sabes que no tienes que hacer eso, y no me hables de "usted" háblame de "tu" por favor.

-Lo siento -Se disculpó-. Pero, ¿Qué haces aquí? No me digas que te volviste a escapar del castillo.

-Sí, aunque no se porque mi padre insistía tanto en que no saliera del castillo el día de hoy… Estaba muy ansioso… -dijo Sakura en un susurro.- Pero ¡No podía resistir más encerada en esa prisión! Si fueras yo lo entenderías…

-Te entiendo. –Le dijo Tomoyo también en un susurro-. Pero si se llega a enterar… No quiero ni imaginarme en los problemas en los que nos meteremos.

-No te preocupes, solo me meteré yo en problemas. Y con mi comportamiento de estos últimos días no creo meterme en problemas más grandes de los que ya tengo. -dijo con una nota de sarcasmo en la voz-. Pero, todo vale la pena ¿no?

Justo cuando Tomoyo iba a protestar, se escucho una voz proveniente de la lejanía de las sombras-. Tomoyo, hermanita, ¿Quién esta ahí? –Sakura se quedo inmóvil en donde estaba por miedo a que la descubrieran en aquel lugar. Esa voz le era muy familiar. Era como si la hubiera escuchado antes, pero no recordaba donde, ni cuando-. No me dijiste que tendrías visitas –Y al igual que Tomoyo, salió un joven de entre las sombras, solo que este era de cabellos plateados y ojos color avellana, y al ver a Sakura se quedo igual de inmóvil que ella.- Sakura… Princesa Sakura… -dijo en un susurro apenas audible.

-Yu-¿Yukito Tsukishiro? –Sí, definitivamente era él. Pero ¿Cómo podía ser él el hermano de Tomoyo? ¿El hermano mayor de Tomoyo Daidouji? Nunca había escuchado que Tomoyo Daidouji tuviera un hermano, y mucho menos mayor. Según lo que sabía de ella era que su padre había muerto justo antes de enterarse de que tendría una hija, y su madre hace un par de años en un accidente. Era casi imposible que tuviera un hermano del que no estuviera enterada. Y por otro lado ¿Cómo sabía que ella era la princesa Sakura, si aun no se había quitado la capucha? -¿Él… es tu hermano? –Fue lo único que salió de sus labios, no lograba pensar claramente, y no sabía que más decir.

-Sí.- Le respondió Tomoyo algo nerviosa.- Mi medio hermano, mejor dicho.

-Y ¿Cómo…- dijo Sakura dirigiéndose a Yukito mientras lo escudriñaba con la mirada antes de que él la interrumpiera.

-Mi deber es saber, princesa.- le dijo Yukito.- Y no la podría confundir en ningún lado.- dijo examinándola.- Tiene los mismos cabellos castaños de su padre… unos ojos verde esmeralda tan bellos, y la misma mirada profunda y bondadosa de su madre. Mi deber es saber para proteger a la familia real y la corona. Desde que su hermano, el príncipe Touya renuncio a aquella, todas nuestras esperanzas estaban en su hermana, le princesa Hana, pero por desgracia ella murió, y todo el poder recae sobre usted… Sakura-Sama, usted es nuestra única esperanza.

-¿Esperanza de qué? -dijo Sakura sin comprender- Y ¡¿Cómo que mi hermano renunció a la corona?! ¡Eso no puede ser posible! -dijo histérica.

Yukito se sentó en un sillón color carmesí que era el más cercano a él y la invito a sentarse con un ademan de manos. Sakura se sentó frente a él, y Tomoyo la imito.

-Su hermano renuncio a la corona un par de meses antes de que su hermana muriera. -Le informo Yukito-. Muy poca gente sabe la verdad, y veo que a usted se la han ocultado. -Sakura frunció el seño-. Por su seguridad claro esta. -se apresuró a decir.

-Fueron tiempos difíciles, su majestad.- continuó- Especialmente, por que sabíamos que nuestras ultimas esperanzas de ser libres estaban en una pequeña niña que tenia poder y derechos, y que se encontraba bajo las influencias de aquel ser tan detestado por todos -Yukito lanzo una mirada de desprecio a solo quien él sabía, y una fugaz mirada de disculpas hacia Sakura-. Pero como dicen: "La esperanza es lo ultimo que muere." Y mientras tengamos fé y esperanza yo se que todo es posible. -Sonrió al igual que su hermana. Tenían la misma sonrisa tan alegre y dulce, cualquier persona caería fácilmente en su farsa, ambos tenían ese don, su rostro era simplemente una máscara. Una máscara que aparentaba una vida alegre y ocultaba detrás de esta la verdadera historia, llena de desdichas y crueldad.

La humildad.

Ese ere su don y su condena.

-Todo el mundo espera (al igual que yo) que cuando usted llegue al trono como la reina de todo Japón serán los mejores tiempos de todos; no habrán guerras ni batallas, en todo el reino reinara la paz y la justicia. No habrá ningún fugitivo ni violadores de las normas, no habrá muertes y mucho menos en vano. No habrá nadie que este contra usted; nadie que se rebele contra su poder; el que pida clemencia la tendrá… Todos vivirán en armonía.- dijo Yukito como si estuviera hablando.- Y de una vez por todas terminara le tiranía del rey Fujitaka… -dijo en un susurro.

-¿Qué?


Después de tanto correr, finalmente se detuvo frente a una casa de colores deslavados, abrió la puerta de aquella y entro, apenas la cerró y una joven mujer de cabellos castaños se arrojo a sus brazos.

-¡Touya! ¡Regresaste!

-Claro que regrese- le dio un beso en la frente.- Kaho, te amo, te amo y siempre lo haré.- Y la besó con desesperación… con una desesperada y dulce conmoción. Su beso fue correspondido al instante permitiendo que su cálido aliento penetrara por todo su cuerpo. Entre ellos nacía un fuego intenso imposible de controlar. Kaho poso sus brazos sobre su cuelo y este la continuó besando. Le beso el cuello, paso sus dedos por sus largos cabellos, ella le acaricio el rostro y desabrocho los botones de su camisa.

-Esta noche seré toda tuya…- le susurro Kaho al oído.

-Y yo todo tuyo... Mi amada Kaho…-le respondió Touya, también en un susurro.


-Mi Lord, a llegado el príncipe Eriol Hiragisawa, junto con sus padres, el rey y la reina de Inglaterra, y, lady Nakuru Akizuki. -le informo la doncella-. ¿Quiere que los haga pasar?

-Sí. -dijo Fujitaka-. Anda niña, no los hagas esperar. ¿No vez que su visita es muy importante?

-Sí, Mi Lord. -hizo una reverencia y se fue.

Espero a que saliera de la habitación y- ¡Naoko!- la llamó.

-¿Si?

-¡¿Dónde esta Sakura?! –le espetó el rey-. ¡¿Dejaste que volviera a salir del castillo?!

-N-no Señor –dijo con nerviosismo-. ¿No esta en su habitación?

-¡No! –Naoko temblaba-. La necesito aquí inmediatamente. El príncipe Eriol Hiragisawa la espera en el gran salón, y no quiero que se impaciente. ¡Quiero que la busques inmediatamente y no vuelvas sin ella! –le ordenó Fujitaka- ¡Anda! ¡Lárgate!

-S-si, Señor.

-No puedo permitir que esa niña arruine todos mis planes.

Se dirigió a toda prisa a unas enormes puertas de roble que daba directo al gran salón, donde so encontraban los Hiragisawa esperando. Entro, y, sí, efectivamente eran ellos. En aquella habitación se encontraban dos grandes reyes vestidos con ropas muy elegantes, de diseños esplendorosos, junto con un joven príncipe de mirada alegre, y una joven de mirada cautelosa.

-¡Hola Bertrand, amigo mío! –Fujitaka y Bertrand se estrecharon las manos y se dieron un fuerte abrazo-. ¿Cómo has estado?

-¡De maravilla! -le respondió este, muy alegre-. Y déjame decirte Fujitaka, que es un gran honor que nos recibas una vez más en tú palacio, después de lo ocurrido hace un par de años-. Nakuru frunció el entrecejo, indignada; Bertrand la ignoro-. Después del rechazo de tu hijo hacia Nakuru, no estaba seguro si volveríamos a vernos, ¡Pero mírame, estoy parado de nuevo frente a ti, en medio de tu gran imperio, para celebrar el nuevo compromiso entre nuestros hijos! No sabes que feliz estoy.

-Lo sé, yo estoy igual de entusiasmado que tu Bertrand. Ah, y hola Faye, que gusto verte.- dijo dirigiéndose a la esposa del rey Ingles.- Hola Nakuru, espero que estemos sin resentimientos, ¿verdad?- Nakuru soltó un bufido, parecía estar decidida a no articular palabra alguna.- ¡Oh! Y este debe de ser su afortunado hijo, el "príncipe Eriol".- dijo dirigiéndose al joven de mirada alegre que estaba de pie junto a su padre.- Por fin tengo la oportunidad de conocer al dichoso Eriol del que tanto se habla.- le estrecho la mano con toda su energía.- Me alegro de al fin conocerte.

-Yo igual, Señor.- le respondió este con mucha cortesía.- Y tengo que admitir que estoy muy ansioso por conocer a Sakura-Sama. Espero verla pronto.

-Sí, yo también.- le respondió Fujitaka en un susurro tan bajo que nadie más que él logro escucharlo.


-Digamos que te creo -le dijo Sakura al fin de un rato- .Pero, ¿Qué crees que pudiera hacer yo ante aquella situación? Solo soy Sakura, una pobre chica que nació con la desgracia de que por sus venas corriese sangre real. Que su padre, Fujitaka Kinomoto, fuera al rey de todo Japón. -Tomoyo, tratando de distraerse, cepillaba los largos de Sakura, que eran casi igual de largos que los suyos; mientras que Yukito la miraba con atención, y sin demostrar ni la más mínima expresión en el rostro-. Que su madre murió cuando ella tenia tan solo 2 años de edad; que su hermano se fue de casa dejándola sola con su padre y su hermana, la cual desgraciadamente murió, por razones aun desconocidas. -Se detuvo un momento para tomar aire-. ¿Qué quieres que yo haga…? Dime… ¡¿Qué esperas de mi?!

Hubo un silencio tan profundo y prolongado que lo único que se lograba escuchar en aquella habitación era el "Tick-Tock" del reloj de la pared. Por unos instantes parecía que nadie estaba dispuesto a romper aquel silencio sepulcral. Yukito se enderezo y se levantó del sillón carmesí donde estaba sentado, se dirigió hacia la ventana, y con las manos metidas dentro de los bolsillos de su pantalón, se quedo ahí, de pie, observando atraves de ella sin mirar algo en específico. Afuera se oía el cantar de los pájaros; las risas de los pequeños niños inocentes que jugaban en la calle sin percatarse de la discusión que se llevaba dentro de aquel local, junto con el sonido de cascos que producían los caballos de los carruajes al pasar. El sol de aquella tarde atravesaba la ventana con tal intensidad que ya había logrado iluminar todo el lugar; no había ya ningún solo rincón en el que quedara ni la más mínima oscuridad lo cual le daba un aspecto mucho más alegre a aquel lugar.

Tomoyo había dejado de cepillar los cabellos de Sakura, y tanto una como la otra observaban a Yukito como si en cualquier momento él fuera a hacer algo asombroso; más sin embargo, él se limito a seguir mirando por la ventana, sumido en sus pensamientos.

Finalmente, en un trascurso que pudieron haber sido horas o quizá hasta días, Yukito se giro hacía ellas, y retomando el hilo de la conversación, en un tono de voz tan normal y tranquilo respondió a la pregunta que le había formulado-. Por ahora nada. -ella parecía no comprender-. Tendremos que ir desenmascarando a Fujitaka poco a poco. Aunque no hay que confiarnos demasiado, uno sabe que de él se puede esperar lo que sea-. Sakura lo observaba, no podía responder a aquello, por más que quisiera no podía hacer ningún comentario. Era como si su voz se hubiera ido y la hubiera abandonado en aquel lugar. No hallaba palabra, estaba confundida-. Estate atenta, y no te dejes engañar por nada del mundo. -le advirtió Yukito con serenidad. Desviando un poco la mirada, le dijo-. Se cuál es tu forma de pensar de Fujitaka, pues es tu padre… Tan solo abra bien los ojos, Sakura. No dejes que te hagan daño. - Siguió mirando por la ventana-. Y recuerda algo siempre: Tu hermano es en el único que puedes confiar…

.

.

-¿No debería haber llegado ya? –preguntó Tomoyo- ¿Estas segura de que te dijo una hora?- le pregunto a Sakura.

-Sí, estoy segura.

Se escucho un estrépito ruido y la puerta se abrió dejando ver a Touya algo agitado por haber corrido.

-Lo siento… se me hizo algo tarde- se disculpo Touya.

-¡¿Algo tarde?! –le reprocho Sakura- Touya, ¡Ya pasaron más de 2 horas y media! ¡Mi padre ya debió de haberse dado cuanta!

-Sera mejor que se vallan lo antes posible .-dijo Yukito-. Sakura-sama tiene que llegar a tiempo a un asunto muy importan en el palacio junto a Fujitaka.

-Q-¿Qué? –dijo Sakura-. ¿Qué asunto importante? –Touya lo fulmino con la mirada.

-Nada en especial. Hay que irnos. -la tomó del brazo y la guio hacia la puerta.

-Hermano, -le dijo Yukito- no se por qué se lo sigues ocultando, sabes perfectamente que de un momento u otro se enterara. A llegado ese día y no se lo puedes ocultar más.

-Vámonos -volvió a repetir Touya, le acomodo bien la capucha a su hermana, y sin despedirse de su mejor amigo, salió del local serrando de un portazo.

Caminaron un largo tramo del camino en silencio. Touya no paraba de echarle una que otra mirada a Sakura de vez en cuando, mientras que ella trataba de disimilar no darse cuenta de ello. Después de un largo rato en silencio, Sakura le pregunto:

-¿Por qué no me habías dicho que renunciaste a la corona?

-¿Quién te…

-Eso no importa ya. -le dijo-. Lo que importa es que me lo ocultaste. Nunca me dijiste la verdad, y sabes cuanto detesto las mentiras. No te preocupes por seguir ocultándomelo, ya no te sirve de nada la farsa.

Sakura miro a Touya directo a los ojos, él no pudo hacer nada más que regresarle la mirada, y al hacerlo vio reflejado en aquellos ojos color esmeralda que siempre lo animaban a seguir adelante una gran decepción.

-Si lo hice… fue para protegerte.

-¡Para protegerme de que…!

-¡De ti misma! -dijo deteniéndose en seco-. Sabía que cuando te enteraras causarías todo un lío. Se que cada acto tiene sus consecuencias, las cuales estoy dispuesto a enfrentar. Y también se que harías todo lo posible por no afrontar la realidad, lo cual no permitiré… no aún.

-¿Te das cuenta de lo que eso significa? -le temblaba un poco la voz.

-Sí, lo se. -Miro hacia el cielo el cual estaba algo nublado, a excepción de un pequeño hueco que había entre las nubes. Ella no se daba cuenta, y quizá nadie más podría hacerlo, solo él, gracias a su "don" podría tener esa clara visión de cierta personita que los observaba desde aquel lugar. Siempre estaba ahí, los seguía y vigilaba, al igual que seguramente, trataría de protegerlos a su modo. La hermosa flor de la familia-. Hana estaba lista para ello, pero… murió tan joven. -Sakura desvió un poco la mirada, odiaba tanto hablar de ello-. Mi plan no era este; nunca quise involucrarte. Hana estaba consiente de lo que esto ocasionaría y decidió asumirlo aun así, pero cuando ella murió, todo cambio, y tú quedaste como la legitima heredera de todo, del reino, da la corona, de todo…

-Pero para eso tendré que… -sabía exactamente cual era aquella palabra que terminaría la frase, pero tenía miedo de usarla por el mismo significado de aquella… al fin tendría que encarar lo que había estado huyendo los últimos años. Siempre había temido a que llegara ese momento, pero, al mismo tiempo lo esperaba-. casarme… -se le fue el aliento al completar la frase.

Touya reanudo la marcha, sabía que no podía hacer nada más y que el momento de la verdad se acercaba; ya faltaba poco para que llegara al castillo.

-¡Touya, tendré que casarme! – le espetó Sakura en la cara.

-Lo se…

-¡Por eso andabas tan distante! ¡Sabias que tendría que casarme! -como vio que Touya no diría nada más, respiro hondo para tranquilizarse un poco aunque sabría que lo haría completamente-. Dime… ¿eso cuando será?

Touya miro hacia adelante y vio que estaban a punto de adentrarse en los jardines del plació-. Pronto lo sabrás. -fue todo lo que dijo.

Sakura se dio por vencida, pues sabía que no conseguiría ninguna otra respuesta de su hermano. Las preguntas la embargaban, y la que la atraía más de todas era: ¿Cuál seria el desconocido con el que se tendría que comprometer para después contraer matrimonio?

Justo cuando entraron al castillo, Sakura se quito la capa color turquesa, al igual que Touya la suya color escarlata, pues no querían llamar la atención aunque sabían perfectamente que su padre se debía de haber dado cuenta hace mucho de la ausencia de Sakura.

-Apresúrate Sakura, yo… - y justo cuando abrieron la puerta de roble que daba directo al gran salón, la cual conectaba con todos los pasillos, corredores y habitaciones del palacio vieron a cinco individuos sentados en unos sillones de terciopelo rojos; todos giraron la vista, a excepción de dos de ellos que se pusieron de pie: su padre, que pasaba la vista de él a Sakura y de Sakura a él, y un joven de cabellos negros azulados y gafas.

Sakura se acomodo el cabello detrás de la oreja izquierda con nerviosismo; al levantar la vista se percato de que aquel joven desconocido la observaba detenidamente; por una milésima de segundo sus miradas se encontraron, y ella pudo ver reflejada atraves de aquellos ojos azules su alma entera. Un alma tan pura y sincera… tan llena de vida y alegría. Aquellos ojos azulados reflejaban completamente lo que había dentro de él, algo que parecía inevitable.

-Sakura, al fin llegas -dijo su padre, lo cual hizo que reaccionara y volviera en si. Dirigió la vista hacia él, con algo de temor-. ¡Y Touya! Que grata sorpresa, no esperábamos tu presencia.

Touya le dirigió una mirada de odio. Sintió una mirada sobre él, la cual no era de su padre, observo a todos los ocupantes de la habitación y se percató de quien estaba ahí: Nakuru Akizuki, quien lo observaba con odio, y estaba muy distante.

-No te preocupes, ya me iba. -le dijo en tono cortante a su padre.

-Creo que será lo mejor. –le dijo su padre fulminándolo con la mirada.

Justo cuando dio un paso, decidido para marcharse, se escucho la protesta de una mujer-. ¿Porqué no se queda, Touya-sama? –giró la vista para ver quien había sido, y se encontró con una mujer rubia y de ojos azules, era Faye Hiragisawa-. Es un motivo para celebrar, no debería irse tan pronto.

-Lo siento, pero no creo que deba. -le dijo lo más cortes que pudo.

-Tiene razón, muchacho, -dijo Bertrand Hiragisawa- por favor quédate. Debes de estar presente. -Touya sabía perfectamente que no podía reusarse, y les dirigió una mirada de aceptación. Fujitaka, inundado de cólera, entrecerró los ojos e inmediatamente relajo el semblante.

-Ven hija. -le dijo Fujitaka a Sakura, extendiéndole el brazo derecho. Ella se acercó a su padre, y Touya la siguió de cerca, no la pensaba dejar sola ningún instante pues sabía que vendría delante-. Te presento a Faye y Bertrand Hiragisawa…

-Mucho gusto -hizo una reverencia.

-El gusto es nuestro -dijeron ambos reyes.

-Y sus hijos, lady Nakuru Akizuki. -dijo señalando a una joven de cabellos castaños oscuros y ojos cafés, cuando Sakura la saludo, ella la miro con indiferencia-. y Eriol Hiragisawa…

-Mucho gusto -hizo una reverencia.

Eriol tomo su delicada mano, se inclino un poco para después darle un dulce beso en ella. Sakura se ruborizo un poco. -El gusto es mío… princesa.

-…tu prometido.- concluyó Fujitaka.

-¡¿Qué?! - exclamó Sakura exasperada-. Mí… ¿prometido? -Miro a Touya en busca de ayuda, pero él se limito a encogerse de hombros, y después a mirar al suelo. Sabía que no podía hacer nada al respecto.