Me llamo Sakura, tengo 80 años, y ésta es mi historia.

No es una vida especial, ni complicada. Es una vida corriente, con la que quizás algunos incluso puedan identificarse. Esta recopilación de anécdotas no tiene otro propósito que el de calmar los fantasmas que, día a día, aún me inquietan. Jamás sabré si tome la decisión correcta, o si hubiese logrado una felicidad mayor eligiendo otro camino… pero por fin ahora puedo volver la vista atrás sin arrepentirme de nada.

No quiero que nadie me juzgue, ni me critique por mis errores; pues suficiente me he torturado yo misma por ellos. Sólo he intentado plasmar en estos folios todas mis dudas e indecisiones de un tiempo en el que yo aún no era adulta, y me ha sorprendido comprender cual fácil eran aquellas cosas que antes me quitaban el sueño. Al final creo que es cierto aquello que alguien me contó alguna vez: que lo mejor para aclararse en un asunto es mirarlo de manera imparcial, cual si alguien ajeno lo hubiese escrito.

Toda historia tiene un inicio, y al contrario de lo que en un primer instante se podría pensar, mi inicio no se sitúa en el momento que nací, sino en aquel instante en que caí en las redes del primer enamoramiento. Porque, esta es, en efecto, una historia de ese sentimiento tan extraño que es el amor.

Mi primer amor fue idílico, fantástico. Era feliz con sólo mirarlo y mi mundo se llenaba de mariposas y pétalos de flores. Me sentía gloriosa y capaz de todo. En simples palabras: él era mi razón para vivir. Él… Sasuke.

Pero… él se fue, sin siquiera escuchar mis ruegos, sin ni siquiera secar mis lágrimas, dejando mi corazón hecho trizas. Porque matar a su hermano era más apetecible que buscar la felicidad a mi lado. Y yo me quede sola.

Aún así no me rendí, porque, pese a lo que por mi aspecto pudiera parecer, yo era fuerte, y muy capaz, y me sentía con valor par sucumbir todo a mi paso. Lo tenía decidido: sí el se iba… yo le haría volver.

Lo intenté, lo intenté de verás! Una vez tras otra! Intentando no desfallecer y haciéndome pedazos a cada nuevo paso… Hasta que quedé reducida a un triste cuerpo sin alma que no podía más que llorar. Todo me superaba! El mundo había quedado lejano y Sasuke estaba fuera de mi alcance. A decir verdad, siempre lo había estado… pese a que jamás desee admitirlo.

Y dí un paso más. Encerré bajo llave aquel primer amor en el fondo de mi ser y abrí los ojos a la edad adulta. No podía seguir creyendo en los príncipes de cuentos de hadas, porque ellos no existían. Decidí que la felicidad la ha de buscar una misma! Nunca más una sonrisa me llevaría al mismo cielo pero, tampoco, ningún adiós me haría creer que mi vida había acabado. Parecía un trato justo.

Y entonces simplemente me bastó una simple pregunta… Quién era la persona que yo más quería en el mundo? Quien era aquel que siempre había estado a mi lado? Quien me había aceptado tal y como era y me había regalado su amor sin condiciones? Naruto. Era hora de recompensarle.

Me declaré al joven Uzumaki el día que él cumplía 19 años, y él como respuesta, meramente se limito a besarme. Sin poder evitarlo volví, en ese instante, a aquel primer beso bajo los cerezos. El destino, tan cruel y caprichoso, quiso que Sasuke se marchase sin siquiera rozar mis labios, y eso aún me entristecía. Pero lo había decidido, Naruto iba a ser el único hombre de mi vida. El de mi primer beso y el de todos los demás…

Yo, realmente quería que así fuese… Pero, tal y como ya he dicho, realmente el destino es caprichoso y mezquino, y yo estaba a punto de comprobar hasta que punto… Unos 5 años más tarde volvería a konoha, agotado y vencido, aquel hombre que había jurado que jamás volvería a amar.