Esta es una locura que se me ocurrió mientras tenía una reunión telefónica con un cliente canadiense en el trabajo. Sí, no tiene mucho sentido, pero sentí que tenía que escribirla. Una nueva historia, diablos, debe estar loca, aún tengo muchas historias que terminar y salgo con una nueva, pero, en fin, soy algo impulsiva. Por favor, disfruten y dejen sus comentarios.
.
.
Capítulo 1. Primer encuentro
El Hotel Venus era el sitio más extravagante en toda la ciudad de Tokio. Por cualquier lugar donde se mirara, había más y más vestigios del estilo Rococó* que predominaba en Francia, en el siglo XVIII. El interior del hotel era ostentoso, colorido, lleno de fantasía. Formas circulares, esculturas de Falconet*, pinturas famosas. Todo lujo y ostentosidad. Y estaba claro que el hotel reflejaba la personalidad de su dueña, la famosa actriz y cantante japonesa-francesa, de 28 años, Mina Aino.
Mina era la artista que había logrado "exportar" la música pop japonesa fuera del continente asiático y se había consolidado como una de las actrices más codiciadas del mundo, así como la mujer más sensual por segundo año consecutivo.
La fiesta transcurría perfecta, tal y como Mina lo había planeado. La comida era estupenda, la música, inigualable. Era un evento donde la alta sociedad podía jactarse de todo el dinero que tenía y, al mismo tiempo, hacer una obra de caridad. Sí, porque el motivo de la fiesta era recolectar fondos para la Clínica contra el Cáncer de Mama, dirigida por la doctora Haruka Tenoh.
El vino fluía, junto con la conversación y las sonrisas, sin embargo, había una persona en la enorme sala de eventos de Venus que no parecía del todo contenta. Sentada en una elegante mesa, alejada del bullicio y con gesto de aburrimiento, estaba una mujer hermosa y madura, de 40 años, cabello rubio largo hasta los hombros y ojos azul cielo. Vestida con un elegante vestido negro, que marcaba perfectamente su esbelta figura, estaba Serena Tsukino, la mejor amiga de Mina.
A Serena nunca le habían agradado las ostentosas fiestas de su amiga, sin embargo, esta vez había decidido asistir ya que se trataba de una buena causa, además, Mina jamás la habría dejado en paz si se negaba.
Serena miró a su alrededor. Podía ver a su amiga Mina muy cariñosa con su novio, el famoso cirujano plástico, Yaten Kou. A Serena siempre le había parecido un hombre falso e inmaduro, pero con el tiempo se dio cuenta de que él en verdad amaba a su amiga.
La genta bailaba gustosa a su alrededor. Ella en cambio, se había quedado sentada en su mesa, cruzada de brazos y con deseos de marcharse. No era que nadie le hubiera ofrecido bailar, sin embargo ella había rechazado a todos los hombres que se acercaban a ella, de la forma más cordial que había podido. Suspiró profundamente. Cómo deseaba que Amy estuviera ahí con ella. Amy era la única con quien podía mantener una conversación interesante en un lugar como ese, porque, a su opinión ella era la más cuerda de todas sus amigas.
Saliendo de sus cavilaciones, Serena se dio cuenta de que la mayoría de los invitados miraban fijamente hacia la entrada principal del salón. Intrigada, la rubia miró también y no pudo evitar sonrojarse. Entrando galantemente, estaba el hombre más apuesto que hubiera visto en mucho tiempo. Cabello negro peinado en una coleta, ojos azules, como zafiros brillante intensamente, sobresaliendo gracias a su piel bronceada. Iba vestido con un elegante traje negro, dejando la corbata un poco desordenada. Era bastante más joven que ella, de eso estaba segura.
Mientras avanzaba, el joven coqueteaba con toda mujer que estuviera en su camino. Serena frunció el ceño. Genial, otro mocoso mimado que se creía el hombre más sexy del universo. Exactamente el tipo de hombre que Serena Tsukino más odiaba. La rubia retiró la mirada, pero extrañamente sus ojos volvían al chico de cabello negro, que se estaba acercando, con paso seguro, hacia donde estaba ella.
Un momento, ¿en verdad se estaba dirigiendo hacia ella? No, no, debían ser sólo ideas suyas. Serena dirigió la mirada hacia su copa vacía de champán, como si fuera la cosa más interesante del mundo. Sentía la presencia el joven, olía su aroma, ese perfume ¿Hugo Boss, acaso? Diablos, no podía resistirse a un hombre que usara esa fragancia. No, no, tenía que calmarse, ¿por qué diablos un tipo quizás unos veinte años menor querría acercarse a una mujer como ella? Además, estaba claro que era todo un Casanova, que sólo buscaba ser el centro de atención. Sí, era eso, sólo quería coquetearle.
– No puedo creer que una mujer tan hermosa esté sentada sola – dijo. Serena se sintió hipnotizada por su voz – Qué falta de caballerosidad. ¿Quién se atrevería a dejar a una dama sola?
El chico sonrió de forma encantadora y le dedicó una leve reverencia. Serena entonces podía sentir todas las miradas fijas en ella. Lo miró a los ojos y de pronto le pareció que lo había visto antes. ¿Dónde? No lo recordaba. Lo único que importaba en ese momento, era hacer que el misterioso recién llegado se alejara de ella. No quería tenerlo cerca, ¿por qué? Porque su simple presencia causaba que su corazón empezara a latir más rápidamente y sus mejillas se encendieran detrás del perfecto maquillaje que llevaba.
– ¿Desea algo, joven? – preguntó ella, en tono despectivo, evitando mirarlo a los ojos.
– Creo que no necesito decirlo – le ofreció su mano, mostrándole una de sus encantadoras sonrisas – Vamos señorita, no se haga de rogar.
Vaya tipo con agallas. Llamarla señorita, ¿acaso se estaba burlando de ella? Así que quería jugar, pues ella le daría lo que quería. Serena le lanzó una seductora mirada, contemplando el perfecto cuerpo del hombre que tenía ante ella. Ya no era una jovencita, pero, de vez en cuando, pensó, no estaba mal divertirse un poco.
– Espero que sepa bailar – dijo la rubia – No quiero que estropee mis zapatos nuevos.
– Oh créame, puedo enseñarle un par de cosas, señorita – enfatizó la última palabra.
Serena tomó la mano que el joven le ofrecía y caminó hacia el centro de la pista de baile, consciente de que ella y su pareja de baile se habían convertido en el centro de atención. El muchacho colocó su mano derecha en la cintura de Serena, mientras ella colocaba su mano en el hombro de él. Su tomaron de las manos y el pelinegro acercó su cuerpo al de Serena tanto como pudo. La mujer se sobresaltó, pero no iba a dejar que el "mocoso" se diera cuenta de las curiosas sensaciones que provocaba en ella.
– Seiya Kou.
– ¿Eh? – él rió.
– Ese es mi nombre. Seiya. Seiya Kou.
– ¿Kou? – intentó separarse de él, pero sólo consiguió que él se pegara más a ella – Oye…
– Sí, Kou no es un apellido muy común. Yaten Kou es mi hermano gemelo – Serena abrió los ojos, sorprendida – Y Taiki Kou es nuestro hermano mayor. Seguro que has escuchado hablar de él.
– ¿Bromeas? – respondió ella – Ese hombre es un genio, él… – el gran error de Serena fue mirar directamente a Seiya a los ojos, porque al instante se dio cuenta de que no podía apartar sus ojos de los zafiros que tenía enfrente. Sin darse cuenta, Serena se recostó en el pecho del muchacho – Tonto engreído…
– Me lo ha dicho, como sea, aún no me ha dicho su nombre, señorita.
– Soy Serena. Serena Tsukino.
.
.
Algunas notas:
Rococó:
Es un movimiento artístico nacido en Francia, que se desarrolla de forma progresiva entre los años 1720 y 1740.
El Rococó se define por el gusto por los colores luminosos, suaves y claros. Predominan las formas inspiradas en la naturaleza, la mitología, la belleza de los cuerpos desnudos, el arte oriental y especialmente en los temas galantes y amorosos.
Es un arte básicamente mundano, sin influencias religiosas, que trata temas de la vida diaria y las relaciones humanas, un estilo que busca reflejar lo que es agradable, refinado, exótico y sensual.
Étienne-Maurice Falconet:
Es considerado uno de los mejores representantes del rococó francés. El mismo Falconet era director de una famosa fábrica de porcelana en Sèvres.
Los motivos amorosos y alegres son representados en la escultura, así como la naturaleza y la línea curva y asimétrica.
