"Olvidalo, aquí estoy yo, para dar lo que Él nunca te dio,

Dejame entrar en tu corazón.."

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Ella se abrió paso bailando entre el mar de personas, disfrutando de la fiesta a su alrededor. El ritmo resonando en su pecho, expresado en sus movimientos. Humo llenaba el espacio que la gente dejaba, luces giraban frenéticamente alumbrando levemente la pista y la música sonaba tan fuerte que era necesario gritar para ser escuchado por la persona de al lado.

Ella buscaba un lugar más apartado para descansar su transpirada figura por un rato. Eran las cuatro de la mañana y no había parado, ni una sola vez, de descargar su enojo bailando... Y planeaba continuar, pero su cuerpo estaba extenuado, su cabeza un tanto mareada por el calor y el movimiento y su garganta seca.
Había extrañado esa sensación de libertad. En todo el tiempo que había estado con él, casi no había salido... él decía que era una estupidez, que una mujer no podía descontrolarse de esa manera, y ella lo había respetado.
Pero ahora que él la había dejado, que había conseguido que ella perdiera toda la atracción que sentía hacia él, dejando de lado cualquier cosa que ella hubiera amado en él, ahora ella era libre y podía hacer lo que quisiera, sin frenos, sin trabas.

Moviendo su cadera y sus bien cuidadas piernas recorrió la pista.

Las chicas bailaban descontroladamente con vestidos, polleras y shorts cortos y ajustados, los chicos disfrutaban y aprovechaban. El alcohol corría libremente de mano en mano y botellas vacías estaban tiradas en el piso, contra las paredes, casi amontonadas.
En las sillas y sillones se encontraban parejas, labios con labios, mezclando lenguas, saliva apasionadamente, los muchachos apoyando con deleite sus manos sobre las cinturas de ellas.

En un momento ella hizo una mueca, en el fondo había dos chicos besándose.

Ignorando cualquier mirada dirigida a su figura, pidió un fernet en el bar y se sentó en una silla libre, lejos de las parejas, dispuesta a relajar sus músculos.
Sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas, recordando el rostro de él, pero no se permitió soltar ni una sola de ellas, menos teniendo en cuenta que el agua iba a correr y arruinar el maquillaje de sus ojos.

Tomó un largo trago y se acomodó el escote de la remera.

Un muchacho no muy lejos tenía sus particulares ojos rojizos clavados en la cuidada figura de ella. Luego de unos imperceptibles segundos de duda atravesó la distancia que lo separaba de ella con resolución.

"¿Por qué la cara triste Liz?" preguntó divertido, arrodillándose frente a ella, la camisa abierta mostrando un colgante con una cruz de plata, su pelo blanco contrastando con su pálido rostro.

"No molestes Gil" respondió ella irritada, para después tomar otro sorbo de la bebida fría en su mano.

"Querida, al increíble Muah no lo engañas con esa respuesta, ¿Tiene algo que ver con el idiota de tu novio?" insistió el albino, notando el humor de ella.

"Idiota, imbécil, pelotudo y mucho más y todo lo que le quieras decir." Contestó molesta, escondiendo no muy bien las ganas de matar a su ahora ex-novio. El alcohol subiendo a su cabeza.
Y el chico frente a ella se dio cuenta en seguida cual era problema, y se sonrió, un tanto satisfecho, ignorando los sentimientos de ella por un instante.

"Entonces ¿Estás libre?" dijo alegremente, parándose.

Ella lo miró incrédula.

"¿Venís a bailar conmigo?" continuó él, sonriendo de oreja a oreja.

Y ella no puedo evitar también sonreír, sonrojándose levemente.

El tenía su mano extendida hacia ella.

Y ella aceptó.

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Nota de Autor

Dedicado a mi Querida Kanashii. Umi (sin el espacio!), un HungriaXPrusia shot!
Imaginado el sábado a la noche en un cumpleaños de 15, llegué a casa a las 6 am y estuve hasta las 7am escribiendolo! xD

Comenten!

Su Querida y Fiel Escritora,

Hana-Liatris