Se sentó en la cama, las sabanas le caían por los hombros desnudos. Con la mirada recorrió la mesita de noche, mientras que sus dedos tanteaban en busca del encendedor y sus cigarrillos.

Apoyó su espalda en la pared, encendiendo el cigarro y comenzando a fumar. De reojo observaba a su amante de esas revoltosas noches.

Comenzó a divagar también, con la mirada en la pared. Había tenido una extraña pesadilla de la que no quería pensar en ese momento.

Recuerdos abordaron su mente, mientras cerraba los ojos y suspiraba.

No tenía idea de cómo había comenzado, pero había quedado prendida de los ojos ámbares de Kid. Tan radiantes como solo los suyos podían ser.

Lo había conocido en el hospital, sentada en la sala de espera, cubierta con una manta y acurrucada en el pecho del novio de su mejor amiga, intentando no romper en llanto. Soul había sido amable al llevarla al hospital, mientras Maka estaba en la comisaria.

Había sido violada, su madre la había obligado a hacerlo por dinero. Chrona estaba segura que su vida no podía ser más miserable de lo que ya era. No supo como Maka se enteró de ello, pero estaba agradecida de que la haya sacado de ese infierno.

Y entonces entró el doctor de turno, un muchacho de aspecto misterioso, hijo del dueño del hospital.

Fue tan rápido, como sus miradas se cruzaron en ese instante. Jamás había creído que existía el amor a primera vista. Sin embargo, ahí estaba amándole, y siendo correspondida de la misma forma.

Fue cuestión de meses, la primera cita y el primer beso parecían irreales. Death the Kid era todo lo que había estado buscando.

Cuando lo hacían, y sus besos marcaban su piel cual fuego, llenando de calidez su corazón destrozado. Reconstruyéndolo, recogiendo las cenizas que quedaban y avivando el fuego con su calidez. No había algo más especial que ello.

En días cumpliría dieciocho, con el tiempo comenzó a fumar, la ayudaban a relajarse y expulsar esos pensamientos pesimistas que solía tener. Tenía tantas inseguridades, incluso temía perderle.

Aunque sabía que no era así.

Kid se giró en la cama, entreabriendo los ojos y frunciendo levemente el ceño al verla fumar. Suspiró, no podía hacer mucho para quitarle esa costumbre. Intentó de todo en un principio; no obstante nada parecía funcionar.

Chrona le sonrió a modo de disculpas, con un ligero rubor en las mejillas. El joven médico no pudo pensar otra cosa que no sea en la hermosura que tenía al lado. Incluso él se sentía culpable, siendo quince años mayor y no siendo responsable con ella. Sus amigos les hacían bromas pesadas sobre que algún día la policía se lo llevaría.

La chica apagó el cigarrillo en el cenicero, echándose nuevamente a su lado.

Ya podía dormir tranquila de nuevo al saber que nunca estaría sola.