Disclaimer: Esto debería venir incorporado en ff, algo así como una aplicación, porque después de casi dos años en el sitio, cansa xD

Claim: Emmett/Rosalie.

Advertencias: Cítricos :B

Notas: Participa en el Reto Palabras para el recuerdo, del foro LOL.


Mon Liqueur

(12# Licor)


Emmett.

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Unos labios carnosos siempre de color carmesí, una sonrisa impecable, afilada y blanca, dos orbes de un exótico caramelo derretido, la piel más blanca y pura, lisa y perfecta, y un hermoso cabello dorado, con suaves ondas y de una textura sumamente suave, brillante. Y era sólo de él. Todo aquello era sólo de él, Rosalie era sólo suya y de nadie más.

La piel que tocaba todas las noches, que marcaba y saboreaba era sólo suya. La piel que acariciaba, que arañaba, succionaba y besaba infinidad de veces era de él y de nadie más. Los labios que besaba, mordisqueaba, lamía y conocía desde hacía tantos años que no le alcanzaban los dedos pero sí la memoria eran de su propiedad, y sólo él sabía cuántos besos escondía entre los pequeños surcos o qué tan juguetones eran en las noches. Las caderas de Rosalie, de su Rosalie, sólo podían ser tocadas por él, solamente sus manos podían agarrarlas con firmeza mientras se encargaba de dar la estocada final, lanzándolos al placer sin cuidado alguno. Sólo él podía marcarlas con sus dientes o dejar un camino de besos húmedos cerca de su intimidad. Sus piernas, también eran de él, sólo a él le estaba permitido poder recorrerlas del lado interno, el más sensible al tacto, con sus manos, lenta y tortuosamente antes de que ella se le subiera encima y le besara con demasiada ferocidad. Los pechos de ella también eran de él, y sólo él podía besarlos y acariciarlos. Y sus manos y brazos, sus mejillas y su mandíbula, su cuello y todo ella le pertenecía, solamente él podía besarla, acariciarla, mordisquearla o mirarla con todo el descaro del mundo. Él y nadie más podía fusionarse con ella durante toda la noche y luego besarla cada amanecer (y cada mañana, tarde y noche) que pasaran juntos. Y tenía asegurado que serían demasiados, y que con cada uno ella sería un poco más suya.

Porque Rosalie era como un licor, una bebida alcohólica espumeante en su boca y garganta que arrancaban una sonrisa, que desinhibe, algo placentero, algo de lo era adicto, porque su piel era tóxica, sus besos lo eran, su sonrisa y hasta sus ojos, toda ella era como una adicción. Algo que tenía que ser sólo de él. Ella era un licor con sabor a fresas, espumeante, imponente, dulce, fuerte y vivaz, adictivo y Emmett nunca la dejaría.


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