Disclaimer: ningún personaje o lugar que reconozcan me pertenece, todo es obra de la magnífica imaginación de Masashi Kishimoto.
Voluntad de Fuego
I
Siempre cumplo mis promesas
Kisaragi, País del Fuego
Zona deshabitada
18:16
Mientras permanecían hundidos en esa espesa oscuridad, su mente divagó en los recuerdos que describían la insignificancia de la vida humana. Escondidos como un puñado de ciervos temerosos, aguardaban a que desapareciera la sigilosa amenaza del cazador que ansiaba amedrentar contra sus blandos cuellos. Ni siquiera al ser ninjas experimentados en batalla, podían ir en contra de la corriente creada por el primitivo dogma de la naturaleza. La supervivencia del más fuerte. Un lema que había acabado con muchos de ellos conforme las lunas pasaban, y para los que pertenecían a La Resistencia, el esconderse del enemigo no era un acto poco virtuoso sino una necesidad que habían aprendido a soportar con tal de continuar en combate un día más.
Dentro de ese pedazo de cueva donde continuaban engullidos en un silencio escalofriante, la luz era otro estimulo que escaseaba. Luego de un tiempo en el que sus ojos se acostumbraron al pesado cumulo negruzco, pudo distinguir el techo construido por vigas de hierro que habían colapsado por algún viejo derrumbe, y el hormigón desprendido de un piso superior terminó por crear unas asfixiantes paredes que delimitaba el diminuto espacio en el que se encontraban. Al principio su vista se veía nublada por el miedo que generó el sonido de las armas chocar entre sí, pero con el tiempo las personas se acostumbran a la sensación de constante amenaza, haciendo que su periodo de angustia y fugaz ceguera fuese superado sin mayores problemas.
Probablemente llevaban allí enclaustrado por más de tres horas, o eso es lo que su reloj biológico y músculos acalambrados le informaban a su cerebro. Acurrucados en esa oscuridad endurecida, los minutos se cosechaban en forma de meses o puede que incluso en años de molesta espera. Con las piernas casi adheridas al pecho, hacían funcionar el espacio que tenían para que los cuatro pudieran caber en la reducida cueva. En toda esas supuestas tres horas, nadie se había movido más que para respirar o cambiar innecesariamente la posición de sus pies a una más «cómoda», solo para estar seguro de que la habilidad de contraer sus músculos no había claudicado al estar fijos como estatuas en la misma posición por tanto tiempo.
Durante ese periodo de insufrible espera, Sakura no conocía la ubicación de ninguno de sus compañeros dentro del lugar. Solo alcanzaba a escuchar el respirar uniforme de las dos personas que le acompañaban, siendo interrumpidos por los resoplidos del can en algún sitio cerca de sus pies.
No fue sino hasta que su muslo comenzó a dormirse otra vez que alguien se revolvió repentinamente. Esta vez fue un movimiento más amplio. Venía de su derecha.
–Es hora – fue Neji el que habló.
No hubo respuesta con palabras, solo se limitaron a moverse de allí, agradecidos por la orden del Hyūga y siguiendo el sonido generado por el deslizar de éste hacia una posible salida de nuevo a la superficie.
Se arrastraron por un pasillo improvisado que Neji había localizado gracias a su aguda visión. Estaba hecho del muro del edificio contiguo a medio colapsar acompañado de algunos estantes roídos que desparramaba a su alrededor libros intactos de lo que alguna vez fue la gran biblioteca del país del Fuego.
Para sorpresa de Sakura, se encontraban muy adentrados en aquella vieja infraestructura, puede que en la sección donde almacenaban libros viejos y de poco uso, lo más cercano al depósito localizado bajo tierra. Había creído que, en su deseo escurridizo por escapar del calor de la batalla, solo se habían precipitado hasta unos pocos metros hacia el sótano, pero mientras avanzaba se percató que estaban mucho más hundidos de lo que hubiese querido.
Tuvieron que zigzaguear entre las columnas bases que aún se mantenían firmes hasta buscar una salida distinta por donde habían entrado. No se atreverían a regresar sobre sus pasos. Solo un idiota que nunca ha vivido en carne viva la severidad de una guerra retornaría al campo de batalla solo por sentirse seguro ante el silencio de las armas.
Una gota de sudor le resbaló por la sien y se perdió en la longitud de su cuello justo al pasar por un estrecho camino que le aplastó el tórax. Ya habían encontrado un lugar lo suficientemente alto como para caminar de pie, dejando de arrastrarse entre la rocosa oscuridad de la biblioteca e irguiéndose hasta sentir su espalda crepitar de felicidad.
Jadeó imperceptiblemente cuando continuaron por una empinada montaña de escombros construidos a base de puertas y fragmentos de cemento. El aire caliente les abrigaba de tal manera que podía sentir como le quemaba los pulmones al mismo tiempo que el agotamiento escocia sus músculos. Aun cuando el cansancio atentaba contra cada nuevo paso que realizaba, no mostró señal de debilidad. Debían continuar sin detenerse en ningún instante, porque un segundo de retraso en aquel sitio podía significar su caída en manos enemigas.
Serpentearon a través de las vigas oxidadas que se empinaban a su alrededor, estorbándoles de la manera más ingeniosa el camino más seguro para surgir de nuevo a la superficie. No tropezarse en esas circunstancias era algo casi imposible. El aire seguía sofocándolos y la luz continuaba siendo casi inexistente. La poca iluminación que recibían llegaba de las grietas de un pasado primer piso y de las torcidas paredes que los separaban de Kisaragi. Al menos ya no estaban bajo tierra, y, por si fuera poco, llevaba consigo un buen par de ojos y el concienzudo olfato de dos excelentes rastreadores. Nada podría tomarlos por sorpresa en esa molesta opacidad. O eso le gustaba pensar.
Una piedra resbaladiza generó un ruido mínimo que hizo eco en el pasillo justo después de que el pie de Sakura chocara contra ella. Estuvo a instantes de perder el equilibrio y caer, pero una fuerte mano la sostuvo varios centímetros por encima del codo evitando rodar hacia el piso que habían dejado atrás.
–Gracias – articuló Sakura girando la cabeza para ver a medias la silueta del rostro de Kiba.
Él se limitó a sonreír de medio lado, como siempre hacía para tranquilizarla.
–Aguarden aquí – susurró la voz de Neji que lideraba el grupo, deteniendo la marcha cuando se toparon con una fisura a lo alto, lo bastante grande para sacarlos de ahí.
El resto del equipo obedeció en silencio. Akamaru se posicionó a un lado de Sakura y Kiba la alcanzó por su derecha. Todos estaban atentos a la sombra de su capitán que había desaparecido para recorrer el terreno fuera de esa tétrica biblioteca. El aire que les llegaba de las afueras era mucho más limpio del que circulaba a su alrededor, mientras que el sol del otro lado se filtraba como una luz mortecina, anunciando el final de la tarde.
Sakura no se atrevía a hablar. Ella no tenía la capacidad de rastreo de sus dos compañeros y la constante sensación de que alguien estaba vigilándolos era algo que le impedía tan siquiera respirar con normalidad.
–Estaremos bien – le sosegó Kiba en un siseo que se mezcló con la espesura del aire. Sakura movió solo los ojos para ver el perfil de su amigo que seguía con las pupilas rasgadas mirando la grieta donde Neji había desaparecido –. No percibo a nadie en un radio de veinte millas.
El tono de su voz era de por si tranquilizador, sin embargo Sakura sabía muy en el fondo que a pesar de sentirse más calmada por el optimismo de Kiba, ambos estaban al tanto que su nariz podía pasar inadvertida por algún sucio truco Uchiha. Tal vez esa era la razón por la que ninguno había bajado la guardia. El confiar demasiado en tus instintos nunca les había funcionado bien en el pasado. Ya habían cometido ese error una vez, y no pensaban volverlo a repetir.
En respuesta a las palabras del Inuzuka, Sakura asintió y regresó su mirada de nuevo a la grieta. Akamaru a un lado estaba igual de tenso que ellos.
De repente, la estática de la radio en sus oídos generó un zumbido mínimo que precedió a la voz de Neji.
–«Despejado» – dijo a secas –. «Salgan con cuidado, la grieta da a un tercer piso».
Sakura ahogó un suspiro. Las pisadas de Akamaru sonaron sobre el suelo y su sucio pelaje fue el primero en salir de aquel espantoso lugar. Ella siguió el camino marcado por el can, tomando una fuerte bocanada de aire cuando recibió un anhelado baño de luz solar.
Efectivamente, estaban en un tercer piso. La arquitectura de la biblioteca aun prevalecía con todo y el desastre que podía causar una guerra. A su alrededor se dibujaba una calle con casas destruidas, ventanas cubiertas con gruesas tablas y, para alivio del grupo, sin rastros de batalla reciente al menos en tres manzanas a la redonda.
Sakura entrecerró un poco los ojos, escaneando cada centímetro de la ciudad desde lo alto. Antes de salir de la Base para ir a cumplir su misión, estudió con sumo detenimiento la organización de la villa. A pesar de considerarse bastante torpe a la hora de interpretar mapas y planos, recordaba algunos caminos y edificaciones importantes, y esa biblioteca en particular quedaba en un punto muy céntrico de la ciudad. Era claro que en su intento por escapar de la pelea, terminaron por adentrarse lo suficiente como para perderse entre las murallas de Kisaragi.
La voz de Kiba surgió desde su espalda.
–Es una posición poco favorecedora – concordó con los pensamientos que seguían arremolinándose en la mente de Sakura –. La única manera de salir de aquí sin ser vistos es por la puerta oeste. Creo recordar un túnel que se utilizaba antes como una línea de electricidad que alimentaba la ciudad. Está alejado del centro de batalla y el único sitio al que irían los Uchiha sería a su base más cercana en el país del Té o regresar sus traseros al norte, de vuelta a Konoha.
Sakura viró hacia el oeste, admirando los edificios pintados de un turbio naranja creado por la luz del sol cayendo en el ocaso.
–Puede que sea lo más sensato y seguro – susurró sin regresar a mirarle –. Pero debemos buscar a los sobrevivientes.
–¿Que? – Kiba dio un paso al frente para interponerse entre los ojos de Sakura y la ciudad. Su rostro sucio por la tierra solo mostraba perplejidad – ¿Quieres regresar al lugar donde casi nos cortan la cabeza?
Quiso hacer una mueca, pero en cambio le respondió con voz neutral:
–Escapamos del fuego cruzado no de una verdadera batalla, Kiba. Puede que los Uchiha no notaran nuestra presencia mientras peleaban allá atrás. Además, nuestra misión es encontrar a los sobrevivientes.
–No valdrá la pena rescatar a alguien si nos matan en el intento.
–En ese caso habremos venido para nada – insistió con vehemencia –. Según el reporte hay al menos veinte refugiados en esta ciudad. Seguramente se toparon con un equipo Uchiha que peinaban el perímetro o, en el peor de los casos, ellos se enteraron de la ubicación de los refugiados y querían dar con su paradero de la misma manera que hacíamos nosotros. Puede que alguien esté herido y lleguemos a tiempo para salvarlos antes de que mueran o que sean…
Sakura apretó los puños sobre sus guantes llenos de tierra y desvió la mirada hacia la calle tres pisos más abajo. Escuchó como Kiba se acercaba dando un paso al frente mientras que la misma mano que la sostuvo de caer en el pasillo de la biblioteca, descansó en su delgado hombro llamando su atención.
–¿Temes que capturen a alguien? – preguntó con suavidad – ¿Es eso lo que te preocupa?
Se fijó en los ojos de Kiba por un instante, esperando que sonriera para poder sentir la seguridad que necesitaba.
–La diferencia entre morir en batalle e ir a uno de esos lugares es muy grande, Kiba – soltó, apretando aún más los puños a ambos lados de su cuerpo –. Créeme cuando te digo que todos preferirían la muerte antes de ser encarcelado por los Uchiha.
Hubo un corto silencio donde el pesado viento de verano les rozó las mejillas, pero no fue suficiente para arrastrar consigo las imágenes que continuaban amedrentando la mente de Sakura.
–Nadie morirá ni será capturado, Sakura – dijo por fin Kiba dejando aun su mano sobre el hombro de ella –. No permitiremos que eso suceda.
–He escuchado esa promesa antes – musitó sin querer sonar tan abatida por ello.
–Pero nunca antes la habías escuchado de mí – la mano de Kiba se cerró en un gentil apretón –. Y yo siempre cumplo mis promesas.
Parpadeó un instante luego de sentirse extrañamente reconfortada por la presencia de su compañero junto a ella.
–Vamos – le instó el muchacho señalando el camino hacia la calle donde les esperaba su capitán junto a Akamaru –. Neji es un pesado cuando lo hacen esperar.
Y fue ahí cuando, en los labios de Kiba, apareció la sonrisa tranquilizadora que Sakura aguardaba secretamente.
Bajaron en pequeños saltos hacia la calle y aterrizaron limpiamente a un lado de Neji que, como muy bien había apuntado Kiba, estaba molesto por su pequeño retraso.
–¿Debo recordarles que estamos en zona enemiga o les agrada la idea de esperar a que los Uchiha nos encuentren en medio del pavimento? – les recriminó con los brazos cruzados a nivel del pecho, escudriñando con la mirada a sus dos subordinados.
–Estamos registrando la ciudad desde lo alto – se justificó Kiba ágilmente –. No hay actividad en el sur de la villa, pero eso no quiere decir que la batalla se terminara por esos lados. Lo más seguro será ir por el oeste.
–También pensé lo mismo – relajó los brazos y activó su Byakugan para escanear la dirección que había apuntado el Inuzuka –. Nos tomará al menos una hora regresar a la Base si es que tenemos suerte de que ningún enemigo aparezca de sorpresa otra vez.
–No podemos regresar – le interrumpió Sakura con voz firme –. Aún no.
Neji se volvió hacia ella y desactivó su Dōjutsu, desvaneciéndose las venas brotadas de sus sienes para dar paso al surgir de las arrugas entre las cejas.
–¿Disculpa? – preguntó el Hyūga muy serio.
–Debemos regresar en busca de sobrevivientes – insistió, queriendo demostrar seguridad ante la inquebrantable mirada de su líder –. Esa es nuestra misión y debemos cumplirla.
–Era nuestra misión, Sakura – le corrigió duramente –. Estamos en el corazón de Kisaragi. Una villa deshabitada desde hace más de cinco años, donde un grupo de viajeros sin sentido de la supervivencia decidieron adentrarse un día sin saber que era territorio enemigo.
–Pero el reporte decía que eran civiles, al menos veinte de ellos – dio un paso al frente mandándole señales a su cuerpo para que dejara de temblar por los recuerdos –. Puede que haya niños, ancianos que necesiten de nuestra ayuda.
–Esos ruidos que escuchamos no eran precisamente de civiles. Había personas peleando entre ellos, ninjas lo suficientemente fuertes como para luchar contra los Uchiha. Si nos hubiéramos interpuesto en su camino estaríamos muertos de la misma manera que nos sucederá si seguimos en medio de la calle como carnada fresca – los pies de Neji giraron sincrónicamente en dirección oeste –. Nos iremos antes de que el sol caiga. Mantengan la guardia y sigan la formación de…
–¡Aguarda! – pidió Sakura acercándose hasta él, frenando su avance –. Tienes que escucharme, Neji. Por favor…
Sus perlados ojos llegaron hasta los jades de ella en una intimidante mirada que tentó con hacerla retroceder, pero sus talones estaban firmemente clavados en la tierra.
–El asunto no está en discusión. Nos iremos – la alejó del camino con un movimiento de su brazo sin despegar la mirada de Sakura –. Es una orden.
–Espera, Neji – le retuvo Kiba trotando ligeramente hasta donde ellos estaban. Todos se quedaron mirando la súbita intervención del muchacho hasta ver como terminaba por acercarse, posicionándose a un lado de la pelirrosa y enfrentando a su capitán con una seriedad infrecuente en él –. Debemos ir al sur.
Sakura pestañeó incrédula al mismo tiempo que la frente del Hyūga se fruncía aún más.
–¿Por qué de repente ambos van en contra de las ordenes de su capitán a cargo?
–Nosotros dos no somos los únicos insubordinados presentes ¿verdad, Akamaru? – el perro entre ellos se sentó en sus patas traseras y generó un ladrido fuerte y claro. Kiba colocó una mano en su cadera y señaló al can con orgullo – ¿Ves?
–¿A qué quieres llegar, Inuzuka? – le retó impaciente.
–Mira – levantó las palmas para calmar un poco el creciente mal humor de Neji –. Tengo planeado un desvío rápido por el sur de la ciudad. No nos acercaremos demasiado, solo registraremos el lugar con tu Byakugan y el olfato de Akamaru y el mío. Los civiles no pueden ocultarse de nosotros, podremos percibirlos sin problemas.
–¿Te has olvidado de los Uchiha? – le recriminó muy molesto –. Mi Byakugan no puede atravesar sus Genjutsus y ellos disfrazan sus olores para que no puedan ser rastreados.
–Puede que sean solo un puñado de idiotas, unos novatos sin entrenamiento. No podrán con nosotros – continuó impaciente.
–Ese siempre ha sido tu defecto – bramó con entonado malestar –, el ser demasiado prepotente y subestimar a tu enemigo. Lo único que lograras con todo este repentino acto de coraje será que nos maten a todos.
Kiba tensó la mandíbula antes de rugir.
–¿Estás diciendo que no tomo esta guerra enserio? ¿Qué soy el único idiota que se lanza a la batalla sin pensar? ¿Eso es lo que piensas? ¿O debo recordarte quien fue el culpable de la muerte de la princesa Hyūga hace un año? ¿Eh? – entornó sus ojos hacia los de él –. Si mi memoria no me falla fue tu ambición la que casi termina con la rama principal de tu clan, Neji.
– Kiba, detente – le retuvo Sakura colocando una mano en el pecho de su amigo al verlo tan cerca de su capitán, a centímetros de que un puñetazo cayera en el rostro del otro.
Los ojos perlados de Neji se endurecieron. Kiba había tocado una fibra muy delicada.
–Tienes razón. Yo soy el único culpable de su muerte y llevare ese pecado por el resto de mi vida – espetó impertérrito, dejando fluir su impotencia a través del temblar de una de sus manos –. Y es por esa misma razón que no iremos al sur a buscar a los sobrevivientes.
–Maldición, Neji – rugió Kiba zafándose de la mano de Sakura que le impedía enfrentarse a él –. Ir hasta allá es nuestra responsabilidad. Hay gente que clama a gritos ayuda ¿No sientes la necesidad de ir a auxiliarles? – frunció el ceño con fuerza – ¿O es que temes enfrentarte a esos Uchiha?
Neji dio un paso al frente.
–Cuida tu lengua, Inuzuka – sus miradas estaban inyectadas en sangre, haciendo sentir el aire a su alrededor demasiado pesado –. No me trates como a un cobarde. Sabes muy bien que si no fuera por las circunstancias en las que nos encontramos yo sería el primero en entrar en batalla.
La mirada de Kiba se desvió unos segundos hacia la de Sakura. Fue un acto efímero, casi inexistente, pero fue lo necesario para hacerla comprender hacia donde se dirigía la discusión.
–Un momento ¿Acaso estas diciendo eso por mí? – dijo Sakura con los labios entre abierto.
Ninguno de sus compañeros le regresó la mirada, ninguno de los dos fue lo suficientemente valiente para hacerlo. Intentando no dejarse llevar por el impulso, probó formular una nueva pregunta, esta vez con mayor firmeza.
–Déjenme ver si entendí ¿Están diciéndome que no podemos ir al sur de la ciudad solo porque estoy en esta misión con ustedes? – nadie volvió a responderle – ¿Es que creen que soy un estorbo?
–No es eso, Sakura – le detuvo Kiba rápidamente.
Arrugó el entrecejo con rudeza. Lo había presentido desde que salieron de la Base, pero resultó que su emoción por regresar al campo de batalla fue centenares de veces mayor que el de cuestionar las órdenes de los altos mandos.
–Ya entiendo porque me asignaron a esta misión – largó con hostilidad, sintiéndose muy insultada al respecto. Giró la cabeza para mirar a Neji –. Es porque se trataba de un trabajo sencillo, algo que pudiera hacerme sentir bien sin ser demasiado peligroso. Como era una supuesta villa abandonada, puede que ningún Uchiha se la pasara rondando por estos lados. Después de eso, sanar a los civiles y trasladarlos a la Base sería un simple juego de niños.
–Sabes muy bien que no podemos arriesgar a un medic-nin. Aun cuando tengas un sello parcial no podemos exponerte al peligro – susurró el Hyūga señalando el antebrazo de Sakura cubierto por un precario vendaje.
–Eso no quiere decir que sea una carga para ustedes – contraatacó –. Sé que no puedo serles de ayuda en batalla, pero en todo este tiempo he aprendido el Taijutsu, puedo cuidarme por mi cuenta.
–Sigue siendo muy riesgoso.
Quiso responderle con una frase dura, pero se lo pensó un instante antes de continuar, intentado descifrar la liosa mirada del Hyūga frente a ella.
–Tenten te obligó prometer que me cuidarías ¿verdad? – preguntó Sakura entornando los ojos hacia él – ¿Es eso, Neji?
El aludido desvió su atención hacia el suelo junto a un pequeño temblor de exasperación en su mandíbula.
–Ella no fue la única – dijo el Hyūga, aun con la atención fija en algo distinto a Sakura –. Son órdenes directas de Kakashi.
No pudo contener su impresión y abrió los ojos casi de par en par.
–Kakashi-sensei – repitió incrédula. Se volvió hacia su otro compañero – ¿Tu sabias sobre esto, Kiba?
Quería que fuese mentira, que Kiba no estuviera al tanto de la situación, que, al igual que ella, estaba enterándose de todo ese ridículo complot… pero no podía estar más equivocada. Él junto con Neji, le había mentido hasta hacerla creer que era un igual entre ellos, lo supo con solo ver ese rostro arrepentido.
–Lo sabias – musitó Sakura queriendo que los ojos rasgados del Inuzuka le devolviera la mirada. No sabía porque, pero el dolor que le confería esa mentira era cientos de veces peor si venía de alguien como él –. Es por eso que prometiste protegerme – concluyó sin pensar.
Un destelló de ardor se mostró en la cara de Kiba cuando regresó a verla.
–No necesito recibir órdenes para hacer eso, Sakura – le corrigió en un tono de sinceridad que la hizo dudar.
Ahora fue el turno de ella en desviar la mirada. Sus jades se posaron entonces en Akamaru. El fiel animal permanecía sentado y muy atento a la conversación. Puede que en ese momento el único que confiaba ciegamente en ella era ese inocente y peludo can.
–Lo lamento mucho pero debo ir – sentenció Sakura luego de un largo periodo de silencio –. Si gustan pueden largarse de Kisaragi por su famoso túnel en el oeste, pero yo me quedo.
–Creo que no has entendido la línea de mando aquí – gruñó Neji.
–Claro que si se cual es – le respondió, formando dos puños que deseaban golpear algo con urgencia –. Y con la primera persona que discutiré sobre eso será con Kakashi-sensei en persona.
Neji soltó un bufido.
–Demonios, Sakura. No entiendes que…
–Espera, Neji – ante la interrupción de Kiba todos giraron hacia él. Su cara descubría cierto deje de intranquilidad, sin embargo el resto de sí exponía un aura de determinación pura –. Ella tiene razón. Debemos ir al sur en busca de sobrevivientes. Es nuestra misión después de todo.
–Nunca has sido reconocido por tu sensatez, Inuzuka – dijo Neji apático –. No sabemos que hay allá, podemos caer en la trampa de los Uchiha.
–¿No crees que si nos quisieran atacar ya lo hubieran hecho? – señaló a su alrededor con paulatina ironía.
Neji frunció aún más el cejo, si es que eso fuese posible.
–Eso no marca ninguna diferencia.
–Tomemos solo un desvío. No nos adentraremos en la zona donde ocurrió la batalla – volvió a insistir –. Mantendremos la formación y si percibimos algún sobreviviente lo llevaremos con nosotros.
Los tres marcaron un agobiante silencio que era solo destruido por el viento pasar y el movimiento de la cola de Akamaru agitando la tierra bajo sus patas. Sakura tragó saliva cuando la mirada de Neji se posó sobre ella. El poder de intimidación que podía crear unos ojos poderosos no hacia mella en su determinación, sin embargo la mente es un sitio capaz de jugar malas pasadas, y por un segundo los recuerdos de otros ojos de distinto color y poder llegaron de entre las peores memorias que albergaba en su interior.
El cuerpo de Neji se contrajo un instante y soltó un ruidoso suspiro de resignación.
–Iremos trece manzanas en sentido sur-oeste – ordenó sin sentirse muy animado por su nuevo rumbo –. Sino encontramos nada daremos por concluida la misión.
En los ojos de Sakura un brillo de entusiasmo hizo reflejo en los dos iris jades.
–Gracias, Neji – y sin pensarlo le dedicó una pequeña sonrisa.
–No hagas nada estúpido – continuó molesto el Hyūga señalándola con el índice –. Mantente cerca de mi o de Inuzuka en todo momento. Entiende que no iremos hasta allá para que hagas el papel de heroína trágica. Y en el caso de que nos tropecemos con alguna pelea no te entrometerás a no ser que sea estrictamente necesario ¿Quedó claro?
Sakura asintió.
–Sí, capitán.
–Repítelo – gruñó Neji entre dientes.
–Obedeceré tus molestas órdenes y estaré pegada a ustedes como una garrapata en el lomo de Akamaru – dijo rodando los ojos.
–Linda comparación – advirtió Kiba seguido de un fuerte ladrido del aludido.
Neji giró sobre sus talones en la dirección que había indicado, teniendo la apuesta de sol como punto de referencia a su derecha.
–Vamos antes de que perdamos la luz de la tarde.
Saltaron todos al unísono, dejando una diminuta nube de humo donde sus pies despegaron de suelo para saltar al techo de una de las muchas casas abandonadas. Sakura se posiciono en su formación habitual. Neji estaba delante de ella y Kiba cabalgando encima de Akamaru unos saltos más atrás. El sol se encontraba a centímetros de besar la cumbre de las colinas en la lejanía, terminando de bañar el cielo en cientos de matices rojos y naranja. El viento olía a verano, arrastrando consigo el aroma de la tierra mezclado con el metal. Sakura aspiró esa fuerte fragancia sintiendo un escozor urente en el pecho. No había necesidad de que alguien le dijera que aquel lugar era peligroso, el simple aire y la inminente sensación de próxima oscuridad les asechaba como un depredador a su presa.
Miró de reojo el cuerpo de Neji deslizándose con cuidadosa agilidad sobre los tejados, sin hacer ruido en su camino. Se encontraba muy concentrado en lo que sucedía a su alrededor, escaneando cada tejado en busca de cualquier anormalidad con el Byakugan activo en ambos ojos, por lo que Sakura consideró esa sería su única oportunidad para hacerlo.
Llevó una mano a la cinta negra alrededor de su cuello cuando pasaron a través de la tercera manzana. Cambió la frecuencia girando la pequeña manecilla dos veces escuchando el sonido de la estática seguido de la respiración firme de su compañero tras ella.
–Kiba – susurró Sakura lo suficientemente bajo como para que Neji no escuchara. A pesar de estar conectado con Kiba en líneas distintas, sabía que el Hyūga era un ninja de elite que podía oír hasta el siseo de un rio en medio del desierto, y no se sentiría cómoda si él atendía su próxima conversación con su otro compañero de equipo.
–«¿Si?» – articuló el Inuzuka bastante extrañado por su imprevisto contacto.
–Bueno, quería hablar contigo y darte las gracias por apoyarme con Neji – no pudo evitar sonrojarse un poco después de murmurarlo.
Incluso sin la necesidad del auricular pudo escuchar la suave risa de Kiba danzando en el viento a sus espaldas.
–«No sería justo si dejásemos atrás a tantas personas ¿o sí?»
Sakura sonrió.
–Tienes razón.
–«Oye, también quería hablar contigo» – su tono de voz cambió a uno más nervioso –. «Perdona lo de Kakashi. Él solo quiere que estés a salvo ¿sabes? Neji simplemente está siguiendo órdenes, es su trabajo como capitán mantenernos vivos a los tres».
Cuando posó su pie en el techo de la siguiente vivienda lo hizo con indudable rudeza.
–Lo sé. Solo siento que aún no confía lo suficiente en mis capacidades.
–«Es tu primera misión luego de tanto tiempo. No lo tomes personal».
–Entiendo – suspiró con cierto cansancio –. Creo que me dejé llevar un poco por las emociones. Estando en la posición de Kakashi-sensei también hubiera tomado la misma decisión. Fui un poco impulsiva allá atrás. Lamento mucho eso.
–«No deberías disculparte por hacer lo correcto» – bajó la voz hasta convertirla en un simple murmullo –. «En todo caso soy yo el que debería pedirles perdón a ti y a Neji. Vaya que soy una mierda cuando me descontrolo. No quise decir todo eso sobre… ya sabes, lo que pasó con su prima».
–No te preocupes por eso. Neji entenderá incluso cuando es un amargado de primera – le tranquilizó.
La risa de Kiba se sintió como un suave cosquilleó en su oído.
–«Gracias»
Sakura asintió gustosa y sonrió internamente. Llevó entonces su mano al cuello para cortar la comunicación pero la voz del otro lado la interrumpió.
–«Ehm… Sakura» – ahora el Inuzuka pasaba de un tono nervioso a un raro tartamudeo.
–¿Si? – preguntó Sakura arqueando una ceja sin comprender.
–«Te quería preguntar si… ya sabes… después de acabar la misión... »
–¿Qué cosa?
–«Me gustaría hablar contigo sobre algo» – concluyó con cierto aire tosco.
–¿De qué se trata?
–«Este no es el mejor momento» – continuo impaciente.
–Oh vamos, has despertado mi curiosidad. Dame al menos una pista.
Escuchó como Kiba se comenzaba a exasperar.
–«No seas tan impaciente ¿quieres?»
–Pero podrías…
–«Prepárense» – intervino Neji entrando en su frecuencia como si se tratara de un fantasma –. «Estamos cerca de la zona de batalla».
Kiba balbuceó un puñado de palabras nerviosas e ininteligibles y Sakura confirmó la señal afinando su chakra, preparándose para cualquier cosa que pudiera conseguir en el camino.
El sol perseguía su descenso en el horizonte montañoso cuando alcanzaron el final del camino. Neji mantuvo su Byakugan activo durante todo el camino y continuó registrando el lugar con cierto recelo. Sakura entrecerró los ojos observando las viviendas a medio derrumbar junto a las tiendas abiertas sin nada adentro más que escombros y suciedad. Ese extraño olor en el aire se hizo más intenso, lo que dificultaba la búsqueda para el dueto conformado por Kiba y Akamaru. Aunque su olfato era extremadamente fino, la mezcla de aromas que generaba los residuos de la batalla dispersaba los olores hasta confundirlos con la fuerte esencia del metal y la tierra.
Detuvo la marcha solo un instante para admirar la ciudad bajo sus pies. Era curioso como en algunos sectores la naturaleza comenzaba un precipitado auge entre las calles adoquinadas, pintando el suelo de un verde vibrante creado por el resurgir del pasto. Vio sorprendida como los árboles se apoderaban de algunos locales, atravesando sus raíces por las paredes hasta perforarlas como si se trataran de grandes taladro. Y, curiosamente, aquellos vestigios de la naturaleza que comenzaban a brotar desde la tierra era lo único con vida en todo Kisaragi.
Llevaban al menos diez minutos rondando entre veredas, callejones, casas, edificios, locales y plazas, pero no percibían más que un puñado de ardillas y animales silvestres que regresaban poco a poco luego de que la batalla se hubo disipado hace más de tres horas atrás. Para ese entonces las esperanzas del pequeño equipo se encontraba en decadencia, pero Sakura confiaba ciegamente en que encontrarían a alguien entre los escombros, al menos a un sobreviviente escondido en los matorrales. Solo necesitaban ser pacientes.
La luz del sol contaba con tan solo unos minutos de vida antes extinguirse, y la búsqueda solo prolongaría una peligrosa exploración nocturna que podría acabar con la vida del grupo entero, haciendo que la impotencia se hiciera presente en los pensamientos de Sakura. No quería irse de aquel lugar con las manos vacías, el deseo de ayudar a esos civiles aún estaba latente, pero las órdenes de Neji llegarían en cualquier momento para anunciar la retirada y no podía ir en contra del mandato de su capitán solo por un anhelo que podría considerarse más un capricho que una decisión acertada.
Justo en el instante en que la primera estrella brilló opacamente en el cielo, cuando, de la nada, el ladrido de Akamaru fue antecedido de la voz de Kiba en su auricular.
–«¡Tenemos a alguien!» – advirtió el Inuzuka. Tanto Sakura como Neji llevaron el índice a la radio en sus orejas para estar atento a sus siguientes palabras –. «Se encuentra oculto en unos escombros a la seis en punto, cerca del centro policial. Está vivo».
El corazón de la pelirrosa latió de tal manera que pudo sentir la adrenalina recorrer cada centímetro de su cuerpo.
–«Registrare el perímetro» – anunció Neji –. «Inuzuka ve junto a Akamaru hasta el lugar. Sakura…»– de frente a ella, el Hyūga giró lo suficiente para mostrarle el perfil de un líder decidido e inquebrantable –. «Ya sabes que hacer» – dijo a través del auricular.
–¡Hai! – confirmó la pelirrosa asintiendo con energía.
La formación se rompió en dos. Neji se perdió entre saltos, circunscribiendo un sendero alrededor de la localización descrita por Kiba. Akamaru llegó a un costado de Sakura mientras ella seguía corriendo justo a un lado de ellos.
–¿Donde, Kiba? – preguntó Sakura escaneando el lugar con ojo crítico.
–Por aquí – dijo, señalando una montaña descomunal de escombros aglomerados justo en la base de un edificio milagrosamente intacto, que rezaba en letras azules «Estación de policía de Kisaragi». Kiba se volvió hacia su fiel compañero –. Akamaru.
El animal ladró y saltó frente a Sakura para aterrizar de lleno a los pies de esa improvisada montaña de desechos. Ella le imitó, derrapando un poco al alcanzar el suelo de tierra. Kiba bajó de Akamaru deslizándose sobre su pelaje y posicionándose junto a Sakura que observaba intranquila la montaña de piedras que desfilaba en medio de la calle. Tenían frente a ellos alrededor de cuatro metros de escombros mal apilados, y a juzgar por la característica de la tierra, se trataban de desechos dejados por una batalla que llevaba poco tiempo de ser efectuada.
–Está ahí – indicó Kiba.
El dedo del muchacho apuntaba un lugar cerca de la base. Sakura asintió antes de alejarse, dándole espació al Inuzuka para que usara su jutsu y despejara el lugar, sin embargo no pudo completar ni siquiera su primer Gatsuga cuando la montaña estuvo a segundos de derrumbarse por completo. Akamaru se alejó al mismo tiempo que su compañero dando un pulcro salto hacia atrás.
–Demonios – escupió Kiba –. Debemos hacerlo con las manos o sino todo colapsara.
Sakura profirió un chasquido con la lengua. Si tuviera su súper fuerza podría sacar al sobreviviente sin problemas. Pero las cosas nunca podían salirles fácil, ni siquiera una sola vez.
–¿Está en el fondo? – preguntó acercándose al lugar donde Kiba y Akamaru habían golpeado. No habían hecho mucho progreso con el jutsu y puede que les tomara demasiado tiempo abrirse paso hasta encontrarle.
–No mucho. Pero creo que lo hemos dejado sin aire.
Eso no hizo más que alarmarla. Aquella persona podía estar agonizando, implorando a los cielos que una rápida muerte o una milagrosa ayuda llegara lo antes posible. Y Sakura estaba decidida a que ese primer deseo nunca llegara a suceder.
Determinada a salvar a quien sea que estuviera allí sepultado, tomó la primera roca a la vista e hizo el intento de levantarla.
–Vamos, Kiba. Debemos apresurarnos. Así podremos llegar hasta…
Sintió como alguien la tomaba en peso, cargándola por completo y alejándola de la montaña de escombros antes de que un ataque directo arremetiera contra sus cabezas. Sakura cerró los ojos al sentir la sensación quemante del humo y la tierra a su alrededor mientras que los brazos que la envolvían se cernían con firmeza sobre su piel.
–¡Maldición! – le escuchó decir a Kiba que la sostenía con fuerza en su regazo.
Sakura intentó retroceder el tiempo solo una fracción de segundos, tratando de recrear lo que había sucedido, pero todo estaba en blanco. Ninguno esperaba el ataque, no pudieron predecirlo. Al final fue un poco de instinto y mucha suerte el que salieran con vida de aquel repentino golpe.
Kiba aterrizó cerca de un poste de luz fracturado por la súbita embestida, dejando a Sakura en el suelo delante a la nube de tierra que seguía oscureciendo su vista. El zumbido en sus odios posterior a la explosión estuvo a segundo de perforarle los tímpanos. Se sentía desorientada, todo había pasado demasiado rápido como para permitirle a su cerebro maquinar un movimiento de escape.
–«¡¿Qué sucede?!» – rugió la voz de Neji desde su auricular, haciéndoles aún más daño a sus sensibles oídos.
–¡No son Uchiha, Neji! – exclamó Kiba a un lado de Sakura.
–«¿De qué hablas?» – preguntó el Hyūga con la misma intriga que profesaba la pelirrosa.
Poco a poco la pantalla de humo fue desapareciendo para formar la silueta de un hombre erguido en un sitio en medio de la calle, justo al lado de los escombros donde estaba el sobreviviente que Kiba había localizado. Sakura parpadeó varias veces ajustando su vista hacía el enemigo, diferenciando una túnica marrón, un lazo alrededor de su cintura y ese olor ponzoñoso que dejaba en el ambiente como una sensación petrificante.
La neblina terminó por disiparse para ver con horror como aquel sujeto mostraba de la forma más desagradable una segunda cabeza que protruía desde su espalda. Sakura ahogó un grito y dio un paso hacia atrás.
–Son gente de Orochimaru – susurró Kiba colocándose en posición de ataque.
Sakura a su lado lo imitó, repasando internamente todo los conocimientos que Tenten le había enseñado sobre Taijutsu. El hombre frente a ellos dejó reposar todo su peso en una pierna, mientras que con una mano alisaba su cabello grisáceo pasando desde la frente hasta terminar en las puntas. Tenía una sonrisa sínica surcándole el rostro en ambas cabezas, y sus ojos estudiaban con morbosidad a ambos ninjas de La Resistencia.
–¿Pero mira que tenemos aquí? Nada más y nada menos que un Inuzuka – sonrió la cabeza que les miraba directamente a la cara con unos labios pintados de color turquesa –. Creo que nos ganamos el premio mayor ¿No crees, Ukon?
La otra cabeza giró un poco más, mostrando de entre las sombras de aquel cabello plateado, el perfil de un rostro retorcido en una locura espeluznante.
–Siempre te ha gustado patear los traseros de los perros, Sakon – apuntó lo que sería su hermano siamés desde atrás –. Cuéntame, pequeño cachorro ¿Eres un Inuzuka de los rebeldes o de los que aún permanecen leales a los Uchiha?
Kiba se tensó como la cuerda de un arco.
–¿Eso que importa? – les repuso con hosquedad.
–A Orochimaru-sama le agradan los Uchiha. Ellos siempre son muy amables en regalarle juguetes nuevos para experimentar – dijo Ukon entretenido, analizando en un simple escaneo la vestimenta de ambos ninjas –. Sin embargo, veo que no tienen el emblema del abanico en ninguna parte de sus ropas.
–Eso no es bueno, pequeño cachorro – susurró la otra cabeza. El tal Sakon sonrió divertido –. Estas en el bando equivocado en esta guerra. Y temo decirte que ese es un error que te costara muy caro.
Akamaru gruñó de tal manera que Sakura pudo sentir las vibraciones del animal cruzándole el pecho. Kiba a su lado sacó de entre sus ropas un kunai y se agazapó, listo para entrar en batalla.
–«¡Aguarda, Inuzuka!» – intentó retenerle la voz de Neji desde el auricular – «¡No hagas algo estúpido!»
La advertencia del Hyūga llegó demasiado tarde. Sakura, Kiba y Akamaru brincaron hacia atrás cuando los siameses atacaron directamente a su posición. El Inuzuka llamó a su can y saltó encima de él. Le gritó algo a Sakura de que se mantuviera al margen de la pelea, pero su voz se perdió en el siguiente golpe del enemigo.
Entre tanto, la pelirrosa buscó una mejor posición en la que pudiera ingresar al calamitoso cumulo de lanzas y patadas que se llevaba a cabo en medio de la calle. Llevaba años sin ver una batalla tan de cerca, por tanto no pudo ocultar las sacudidas de temor que le generaba aquel feroz enfrentamiento. Kiba embestía cada puño con una agilidad asombrosa que rayaba en lo salvaje, exponiendo un instinto animal que Sakura desconocía. Gruñía reciamente cuando los siameses alcanzaban a rasgarle la piel con un kunai, mientras que Akamaru hacía sobresalir sus garras en un contraataque que generó varias heridas en el cuerpo del enemigo.
El enfrentamiento se desarrollaba cuerpo a cuerpo, danzando entre filosos kunai y puntiagudos colmillos. Sakura consiguió mitigar su asombro cuando descubrió una grieta en la defensa del enemigo, justo a nivel del flanco derecho. Si era lo suficientemente veloz podía acercarse hasta ellos y tomarle de sorpresa mientras continuara la pelea con Kiba. Solo debía ser rápida y silenciosa. Solo eso. Nada más.
Repitiéndose esas palabras en la mente, hizo varios saltos en zigzag y buscó entre sus ropas un pergamino listo para lanzarlo cuando estuviera a una distancia considerable de la cabeza de Sakon. Tomó impulso sobre el poste de luz roto y saltó hacia el punto ciego del sujeto. Esa era su oportunidad, era ahora o nunca.
–¡Sakura cuidado! – gritó Kiba.
De la nada, la cabeza de Ukon se torció de improvisto hasta ella y, como el arrastre de una serpiente, se separó del cuerpo de su hermano siamés formando un segundo organismo que convulsionó un instante al pisar tierra. En un breve segundo, toda la táctica que Sakura había construido en su cabeza se fue a la basura. El nuevo cuerpo de Ukon saltó para alejarse del de su hermano, y se precipito hacía Sakura para recibirla con un ataque directo al abdomen.
El golpe la hizo volar hasta caer en la base de la montaña de escombros. Tosió desesperada en busca de aire intentando enfocar la vista hacia el hombre que se arrastraba hacia ella con paso lento.
–Tu noviecita es un poco inútil, Inuzuka – gritó Ukon lo suficientemente alto para que Kiba pudiera escucharle desde el otro lado de la calle –. No deberías traer al campo de batalla a alguien con un bloqueo de chakra.
Sakura abrió los ojos de par en par y giró la mirada hacia su antebrazo. La tela que cubría el sello parcial se había perdido entre el fulgor de la batalla, dejando al descubierto las letras negras que tatuaban la pálida piel. Ahora que su enemigo conocía su debilidad, estaba en completa desventaja.
–Seré bueno contigo, lindura – regresó Ukon colocándose de cuclillas a un metro de distancia. Sakura tembló ligeramente cuando vio en la nuca del sujeto tres marcas en forma de espiral que, a partir de ellas, comenzaban a deslizarse otras más sobre su piel como si se trataran de pequeñas serpientes. Entre tanto, los ojos de Ukon, como los de un sinuoso reptil, la estudiaban con cierta ironía y placer lascivo –. Te daré la oportunidad de escoger entre dos suculentas opciones. Solo tienes que decir cuál te gusta más. Ahora dime ¿Prefieres regresar de nuevo con los Uchiha donde te hicieron ese interesante sello en tu brazo o prefieres aventurarte a una de las acogedoras guaridas de Orochimaru-sama?
Sakura tragó en seco y entreabrió los labios temblorosos. Quería hablar pero nada salió de su boca. El pánico había crecido en su garganta hasta bloquearle la respiración. Los recuerdos volvieron a ella. Uno tras otros golpeándola de frente. No podía respirar, no podía moverse. Se había convertido otra vez en esa niña indefensa a merced del enemigo que alguna vez torturó su mente, el mismo enemigo que la atormentó por tanto tiempo hasta dañarla por dentro y terminar por transformarla en un ser completamente inservible.
Las cosas se veían difusas a su alrededor, pero cuando Ukon fabricó una sonrisa ladeada, su corazón se detuvo de repente, presa del pánico.
–Veo que los Uchiha jugaron contigo lo suficiente para que nunca los olvidaras – se dispuso a acercarse a ella, sin abandonar esa sonrisa macabra de su rostro –. Veremos si Orochimaru-sama puede lograr ese mismo efecto una vez te arrastre hasta nuestra guarida.
Una nueva ráfaga de viento y humo colapsó su visión. El sonido de otro ataque perforó sus tímpanos seguido de los brazos de Kiba sosteniéndola otra vez, alejándola hasta un lugar oculto en el fondo de un callejón. Sakura emitió un grito ahogado por la sorpresa cuando aterrizaron torpemente sobre la tierra. Cayó de bruces al suelo y buscó con desesperación aire limpio en sus pulmones. Giró el cuello y vio a Kiba intentando sostenerse con las manos en el suelo. De sus labios caía un hilo de sangre y un pequeño charco carmesí recorría la tierra bajo su rostro.
–¡Kiba! – gritó Sakura recobrando el habla.
Entre respiraciones estrepitosas el muchacho la miró con una sonrisa de medio lado.
–¿E-Estas b-bien?
–Idiota – dijo con un hilo de voz, acercándose hasta colocar sus manos sobre él para curarle las heridas internas.
Kiba no se inmutó por el contacto y dejó que ella hiciera su trabajo.
–Sé porque están aquí – susurró con los dientes manchados en un rojo rutilante y la mirada endurecida –. Quieren matar al sujeto que está atrapado en los escombros.
–¿Cómo lo sabes?
–Se lo pude sacar a ese lerdo de Orochimaru.
–¿Por qué quieren matarlo? – preguntó Sakura intranquila – ¿Qué les hizo?
–Por venganza. El sujeto mató a todo el escuadrón de Orochimaru que estaba en esta zona atacando a los civiles… – ahora respiraba mejor y las lesiones habían mejorado conforme el flujo de chakra de Sakura invadía su cuerpo. Pero antes de poder continuar la sanación, Kiba tomó las muñecas de la pelirrosa y las alejó del él –. No gastes todas tus energías en mí. Tienes a otra persona que salvar.
–Déjame terminar de curarte – pidió ella.
–Debo alejar a esos dos hermanos de aquí.
Sakura abrió los ojos llenos de tormento.
–¿Tu solo?
–Será lo más seguro – soltó su mano de la de ella y se reincorporó con ayuda de la pared que limitaba el callejón. Sakura vio cómo se desplazaba con gran seguridad, pero sus movimientos se limitaban a trazos toscos y poco consistentes.
–Déjame pelear – dijo, levantándose para enfrentarlo cara a cara.
–No – negó tan rápido como la petición de ella había surgido. Kiba levantó ambas manos y las colocó en los hombros de la Haruno afianzando su agarre ligeramente –. Escúchame bien, Sakura. Sé que no quieres ser una carga para nadie y no te estoy impidiendo que pelees porque sé que no nos defraudarías. Sin embargo, ahora necesito que salves a esa persona que está bajo los escombros y vayas de regreso a la Base, esa es nuestra misión ¿recuerdas?
Sakura miró aquellos rasgados ojos negros llenos de determinación. Ella sabía que no sería de gran ayuda durante la batalla, no en estas circunstancias cuando el sello continuara tatuado en la piel de su antebrazo. Pero imaginarse a Kiba salir con Akamaru para pelear con aquel demente, solo le hacía sentir una inquietud opresiva entre las costillas.
–Estaré bien – dijo como si pudiera leerle los pensamientos–. Akamaru cuidará de mí.
–Pero…
Cuando las manos de Kiba desalojaron sus hombros pudo sentir como un vacío le cortó el aliento.
–Neji – llamó el muchacho alejándose de Sakura y llevando una mano al comunicador.
–«Dime que no has hecho nada estúpido» – gruñó la voz del Hyūga desde el otro lado de la línea.
Kiba sonrió de medio lado.
–Aun no.
–«Quédense donde están, estaré allí en un momento».
–Neji, escucha con atención – intervino el Inuzuka bastante serio –. Akamaru y yo tenemos que encargarnos de un par de psicópatas. Los alejare de este lugar, pero necesito que estés aquí junto a Sakura para que te encargues del traslado del sobreviviente.
–«¡No!» – exclamó –. «Yo iré contra…»
–Lo siento, Neji – una sonrisa apagada se dibujó en su rostro –. Debo desobedecerte otra vez.
–«¡Inuzu…!» – Kiba cortó la comunicación.
Sakura distinguió como Akamaru llegaba de entre la pantalla de humo que seguía arremolinándose al final del callejón. El can estaba malherido. En todo ese tiempo había entretenido al enemigo mientras Kiba la sacaba de apuros. Una punzada de culpa atravesó su pecho. La niña indefensa seguía asistiendo sus actos, aun después de tanto tiempo.
El Inuzuka caminó hacia su fiel compañero y subió a su lomo con paso torpe. Sakura no pudo evitar trotar hasta él, pensando que aun podía hacerle cambiar de opinión.
–Kiba, por favor…
La neblina estaba a punto de disiparse. No tenían mucho tiempo.
–No te preocupes. Estaremos bien – le dedicó una sonrisa donde sobresalía su colmillo derecho e hizo un escueto saludo militar –. Haz lo mejor que sabes hacer, Sakura.
–¡Kiba!
Pero él ya había saltado de vuelta al campo de batalla. Sakura corrió hasta el final del camino resbalándose sobre la tierra una vez hubo divisado a Kiba y a los hermanos siameses unidos de nuevo en un mismo cuerpo. Las marcas negras inundaban todas las partes visibles de su piel y esa asquerosa sonrisa no había desaparecido de su rostro.
–Me preguntaba cuando saldrías, pequeño cachorro – se burló Sakon con malicia.
–¿Ya me extrañabas? – preguntó Kiba igual de divertido.
La velocidad de los movimientos de Akamaru abrumó a Sakura cuando, de la nada, dio un golpe certero a los dos hermanos, levantando tierra en su camino hasta hacerlos volar hacia un edificio cercano. Sakura cubrió sus ojos con el brazo donde tenía el sello, sin embargo, cuando los volvió a abrir, nadie estaba a su alrededor. Todos habían desaparecido, dejando una estela de sangre en medio del pavimento.
Maldijo en su interior y reprimió las ganas de golpear la pared del callejón.
Inútil. Otra vez era una inútil.
Se dirigió hacia los escombros, amortiguando sus pensamientos y centrándose en una única meta: salvar a esa persona sepultada y regresar junto a Kiba antes de que fuese demasiado tarde.
Las rodillas golpearon la tierra y comenzó una carrera contra el tiempo. Removía piedras de diversos tamaños hasta quebrársele las uñas y los dedos le comenzaran a sangrar. Se concentró en los movimientos de sus brazos. Quitar, arrojar, quitar, arrojar. Las rocas resolvieron incrementar su peso mientras continuaba escarbando. Pero no disminuyó la velocidad sino que incrementaba la serie que cada mano realizaba al retirar un nuevo escombro, como si el calor abrazador de sus músculos fuese el impulso justo para sostener aquel ritmo agotador. Y así debía mantenerse, sin detenerse ni siquiera para respirar, de esa forma estaría más cerca de salvar al sobreviviente y de salvarlo a él...
Cuando la imagen de un Kiba sonriente y malherido regresó ante ella, tuvo que cerrar los ojos, dejando que sus manos continuaran trabajando sin descanso. No podía romperse en ese momento, necesitaba ser fuerte y resistir.
–Idiota – dijo entre dientes.
–¡Sakura! – le llamó Neji. Esta vez su voz no provenía del auricular sino desde su espalda.
–¡Neji! – exclamó ella girando solo la cabeza para verle – ¿Te encuentras bien?
El joven Hyūga corrió hasta donde estaba y se ubicó a su lado. Desde esa distancia podía distinguirlo en su totalidad, y a simple vista se hallaba sano y salvo, que para aquella situación era un gran alivio.
–He conseguido al grupo de civiles, están ocultos en una tienda a seis manzanas de aquí – anunció Neji con la voz nivelada pero acompasando las respiraciones profundas que le hacían recuperar el aliento de la carrera.
Sakura detuvo por primera vez el trabajo y miró a su capitán a cargo.
–¿Están heridos?
–Nada grave – le tranquilizó –. Dijeron que un ninja de capa negra los salvó a todos.
Ambos miraron los escombros que seguían infinitamente bajo sus pies.
–Debe de ser la persona que está enterrada aquí – dijo Sakura aumentando la necesidad de salvar a aquel sujeto cuanto antes –. Ayúdame con esto.
El Hyūga no dudó en abrirle paso para seguir cavando. Ambos trabajaron por varios minutos que sintieron fueron horas de ardua faena. El cielo ya había oscurecido mostrando unas pocas estrellas junto a la luna menguante que iluminaba sus cuerpos sudorosos. El viento trajo consigo una aberrante ráfaga de aire frio que hizo castañear los dientes de Sakura. A pesar de estar en verano, las noches en el sur del país del Fuego siempre habían sido demasiado gélidas.
–Neji – dijo Sakura cuando el silencio entre ellos había superado los casi cinco minutos, y, para ese entonces, la sensación de inquietud había alcanzado niveles inexorables – ¿Puedes ver a…?
–Se ha alejado demasiado. No puedo verle con mi Byakugan y el comunicador perdió su alcance – expuso Neji reprimiendo un gruñido en su garganta mientras Sakura le observaba de reojo. Ella no era la única que se encontraba preocupada por Kiba, él, como capitán, también tenía un deber que cumplir hacia sus subordinados –. Estará bien, Sakura – regresó con aire renovado –. Ya pedí refuerzos para que nos ayuden con este desastre. Estarán aquí en cualquier momento.
Sakura simplemente asintió. A pesar de que las intenciones de Neji era infundirle tranquilidad, ella estaba consciente de que la única forma que pudiera respirar tranquila sería ver a Kiba sano y salvo otra vez.
Cuando los brazos de Neji retiraron la siguiente roca, una pequeña avalancha de escombros rodó colina abajo y dejó ver una mata de cabello negro oculta en un agujero que el derrumbe había dejado intacto. Sakura contuvo el aliento justo en el momento en que distinguió a medias el cuerpo inerte entre los escombros. Los dos ninjas intercambiaron una mirada rápida de asombro antes de que el Hyūga reanudara el trabajo mientras Sakura estiraba el brazo hasta alcanzar el cuello del sujeto. Rogó en silencio para percibir un latido, un único y mísero latido.
–¿Aún vive? – preguntó Neji jadeando ligeramente.
Sakura tardó un segundo en responder. El segundo más largo de toda su vida.
–¡Si! – confirmó en un chillido luego de sentir la tenue ondulación en sus dedos. Una extraña sonrisa de ansiosa felicidad elevó la comisura de su labio –. Su pulso es muy débil pero esta con vida.
Terminaron de desenterrar el cuerpo y con cierta dificultad lo expusieron a la luz de la luna. Era un hombre, un poco más de metro ochenta de alto, de espalda ancha y contextura gruesa. Sin lugar a dudas se trataba de un shinobi entrenado, ningún civil podía tener aquella constitución física con un trabajo de leñador o el de un simple obrero.
Como la descripción que habían dado los sobrevivientes vestía colores oscuros, desde negro hasta azul marino, dificultando a la vista una lesión o el borboteo de la sangre entre la penumbra de la noche. El sujeto estaba de espalda, así que Neji lo volteo con cuidado luego de que Sakura corroborara la ausencia de fracturas en su columna. La pelirrosa preparó sus manos, inundándolas de chakra color verde, pero cuando hizo ademan de llevarlas hacia el pecho del hombre, algo la hizo retroceder.
–Pero que demo… – pronunció Neji al fijarse en lo mismo que observaba Sakura.
–Es un Uchiha – advirtió con los labios entre abiertos.
Pero no era cualquier Uchiha. La forma angulosa de su quijada, el color azabache de su cabello, la estructura ósea tan rígida de su rostro. Lo había visto antes, sabía de quien se trataba, sabía a quién tenía frente a sus ojos. Las manos de Sakura temblaron ligeramente perdiendo el brillo del chakra, mientras sus jades turbados reconocían entre sus más horribles recuerdos quien era aquel sujeto que intentaba salvar.
–Uchiha… Sasuke.
N/A: ¡Bienvenidos, gente bonita! Espero que estén súper bien :)
He regresado con un nuevo proyecto que tenía en la cabeza desde hace casi un año. Me tomó tiempo organizar las ideas y entrelazarlas, pero luego de plasmar las cosas en una página todo se tornó más sencillo. Como siempre, soy pésima para los summary y este en particular deja mucho a la imaginación además de que el primer capítulo no es muy claro, es por eso que precisare unos detalles:
1. Esta historia se tratara de lo que hubiera pasado en el hipotético caso de que los Uchiha lograran hacer su rebelión contra Konoha, apoderándose del puesto de Hokage. Por tanto, la misión de Itachi de realizar la famosa «Masacre Uchiha» nunca pudo ser efectuado (cosa que se explicara en el transcurso de la historia).
2. Los personajes tienen más o menos la misma edad que en The Last y contará no solo con el protagonismo de Sakura y Sasuke sino de otros personajes como Itachi, es por eso que en la descripción del Fic aparece él.
3. Todo será narrado en tercera persona. No soy buena entremezclando ideas, es por eso que los capítulos están escritos desde el POV de un solo personaje por vez. Si el capítulo comienza desde la perspectiva de Sakura, así continuara hasta el punto final. Igualmente, puede que desarrolle a dos personajes en un mismo capítulo pero existirá una línea divisoria entre pensamientos :)
4. Hay capítulos donde ubique a ciertos personajes que son poco frecuentados en el anime. En esta primera entrega, por ejemplo, aparece Sakon y Ukon que son los siameses de la primera temporada de Naruto que pelean contra Kiba. Conforme aparezca otro personaje, haré la debida acotación aquí en las notitas. En este Fic no inventare ningún OC, todos los personajes son oficiales y creados por la mente maestra de Kishimoto-sensei. Incluso pueden googlearlos si gustan jeje.
Ahora bien, sé que todo esto suena a una idea extraña, medio bizarra y no se parece en nada a lo que escribí en mi anterior Fic «Recuerdos de primavera», pero me gustan las novelas con temática distópica y ésta será algo de ese estilo :)
Días de publicación: Domingo (por los momentos, puede que existan caps que necesite quince días para aclarar ideas .w., pero seguirá siendo los Domingos). Cualquier comentario, sugerencia o recomendación con mucho gusto las aceptare. Muchísimas gracias por pasarse por acá y tomarse la molestia de leer jeje, espero que les guste la idea tanto como a esta aprendiz de escritora. Como siempre, cuídense mucho y nos leemos pronto.
Bye Bye :3
