Hola gente! Soy July y este es el primer fic que escribo, y espero que les guste. Desde ya muchas gracias a tods ls que van a leer.
Un abrazo enorme a mi Beta, Lorena Malfoy (es una orden directa que lean sus fics: estan muy piolas. Deberían ser novelas en mi no tan humilde opinion)
Sinopsis: Alfred es un agente especial de la CIA. Su mision no es nada mas y nada menos que meterse entre los grupos de mafiosos mas poderosos y peligrosos de toda Europa. Pero una vez que se entra a la mafia, no se puede salir.
Ahí conoce a Arthur "El caballero" Kirkland, un jefe de mafia muy especial, que lo va a llevar por casi toda Europa para buscar a una mafia que esta secuestrando mujeres y adolescentes para venderlas como esclavas.
En el viaje conocerá a un grupo de gente que nunca antes habría imaginado conocer, mientras lucha con su propia identidad y sobre como esto afecta su viida.
Capitulo 1: De todos los bares del mundo...
P.d.V: Alfred.
En cualquier momento va a entrar por la puerta. Ya es hora. No espero que sea puntual, pero supongo que mi gente me dio la informacion correcta.
Este bar es insoportable; el olor a cigarrillo y quien sabe que hierba mas me enferma. El olor a whisky me gusta, pero no ayuda tampoco. Estoy en Soho, en Londrés, y a pesar de que este barrio, según me dijeron, mejoró: parece que este bar se quedo en el tiempo. "High people in Low places*". Se suponia que las autoridades habian erradicado todo este tipo de lugares. Se me vienen a la mente muchisimas ideas de porque sigue abierto y coleando como siempre. Es interesante. Por ahora, solo hay gente que busca alcohol y sexo, pero en algunos segundos, va a empezar a entrar gente, que, tal vez sí busque alcohol y sexo, pero además plata.
Una limoscina se acaba de estacionar justo en frente de este bar. Es hora de sacar mi cuaderno y lapicera. Show time.
"Soy un obsevador: veo todo, comprendo todo. No importa donde este, se lo que pasa. No puedo controlarlo..." -mientras escribo, veo como entra por la puerta, como mira para todos lados. Qué ojos verdes, qué cejas. Pelo muy rubio, pinchud... basta Alfred, no te conviertas en tu personaje. Solo, seguí escribiendo.- "...los rasgos de las personas: se cuando mienten, mejor que en esa serie, como se llamaba, "Lie to me**". -me vió. Esto es perfecto. Sabía que esto iba a funcionar. Un tipo solo, escribiendo en un bar en el que se supone que nunca tiene que haber evidencia de nada, llama la atención. Sé que me esta mirando. Debe ser un poco paranoico. No lo culpo. Pero esta tranquilo. Seguramente el ambiente lo calma.- "Cada persona es un libro abierto. Yo los leo a simple vista." -¿Este tipo coopera con el gobierno de Estados Unidos o qué? ¡JA! Se acaba de sentar no muy lejos mío en la barra, y le dijo a sus hombres que se sentaran en mesas exparsidas por el bar. Seguro quiere saber que escribo. Bueno, que lea.- "No vivo, observo. No siento, entiendo. El único calor que siento es el del whisky que pasa por mi garganta." -...mmm,,, que... no tenía planeado escribir eso. Pero mi cara de desconcierto hizo que el "Caballero" no muy lejos mío, se levantara de su asiento y ahora esté pasando por detrás mío. Escucho el ruido que hace la tela de ese traje tan bien planchado. Se detiene justo atrás mío. Está leyendo la libreta. Yo ya paré de escribir.
-Un observador. Interesante, ¿o es un mero personaje?.-me pregunta. Así suena su voz. No va a ser fácil olvidar esa voz grave, con acento británico perfecto.
-Acabo de preguntarme lo mismo... -le respondí, con una sonrisa sin humor. Hice que mi acento yanki saliera perfecto. Quiero que el sepá que soy diferente. Se sienta al lado mío.
-¿Esta es la parte en la que te digo: "¿De todos los bares de de todos los pueblos del mundo, tu entras al mio?"*** o algo así?
-Solo si te quieres meter en mis pantalones, lad. -me dice, de manera... ¿Indiferente? Seguramente, él piensa que en serio soy un insensible. Qué personaje el mío.
-No soy un lad, tengo mas o menos tu edad. -acá se va a poner paranoico. Tiene que hacerlo.
-¿Cuántos años me das? -me pregunta, un poco mas serio que hace dos segundos.
-Veintisies. -no lo dije como un tipo que adivina. Lo dije como un tipo que lo sabe.
-En serio eres un observador.
-Si. Y también observo que te preocupa que lo sea. ¿Qué quieres proteger? -acabo de decidir que es mejor pasar a la acción de las cosas. Ya se enojo mi querido inglés.
-Dime, que es lo que quiero ocultar. Ya que aparentemente, lo que escribes no es solo un personaje. -prácticamente me lo dice como si yo fuera a salir corriendo. Qué iluso: voy a salir caminando.
-Bueno, más que nada quieres ocultar quien eres. -me acerco mas a su cara. Se puso furioso. Esos ojos verdes en los que se pueden leer todo lo que piensa. Tiene miedo. No sabe quien soy, y eso le aterra. Y tiene sentido: soy un agente de la CIA después de todo.- Eres tan importante, dude.
-Escuchamé yanki, aca juegas con mis reglas. ¿Quién carajo eres?
-Jaja, tus reglas. Esta bien, soy Alfred Jones. Y no solo soy un "observador". ¿Se puede saber quien eres? -Dios, esto es acción.
-Me dicen "el Caballero", eso es todo lo que necesitas. -me contestó. Dejó que su bronca y su miedo le sacaran el tiro por la culata. Me acaba de confirmar que este es el hombre que busco.
-Arthur "El Caballero" Kirkland -terminé la frase por el, me levanté y me fui. Me cayó bien. Menos mal, porque a partir de ahora, vamos a pasar mucho tiempo juntos.
Sé que sus hombres me estan siguiendo. A no más de veinte metros atrás mío, hay dos tipos de traje siguendome por la vereda. No me quedó claro qué piensa Arthur de mí, pero dos tipos tras mis pasos no me van a delatar. Si quiere saber quien soy, que venga él... mejor les digo eso a ellos. Estamos caminando por Brewer St, ellos acechándome. Tengo que hacer esto rápido. Miles de mujeres pueden estar siendo mandadas a un puerto y obligadas a hacer Dios sabe qué, y yo aca, lidiando con un británico de brillantes ojos verdes.
Me detengo y me apoyo contra la pared de un edificio. Hay un callejón al lado mio. Cuando ellos pasan por adelante mío como si yo no fuera su trabajo, les digo:
-Si quieren hablar conmigo, solo haganlo.
Me agarraron uno de cada brazo al instante, pero no me resistí. Tenía que hablar con ellos. En realidad, no con ellos, con Arthur, pero necesito llegar a él. Me arrastraron hasta la mitad del callejon, y me apoyaron con la falta de delicadeza esperada, contra la pared. Ahora las puteadas y preguntas, y amenazas. Con un whisky, por favor.
-¿Cómo sabes su nombre completo? -preguntó uno: que era morocho, de ojos marrones y una nariz larga y torcida, se la habrán roto como quince veces. Tenía marcas en la cara, no se si son cicatrices u otra cosa.
-¿A qué mierda viniste? -pregunto el otro. Este tenía el pelo negro azabache, pero con unos ojos azules llamativos, y la verdad, temerarios. Este iba a ascender más rápido que el narigon de al lado. Se le notaba en la voz, en la forma en que agarraba mi brazo y mi hombro.
-Escuchen, solo quiero hablar con él. Estoy solo, y tengo propuestas, pero tienen que ir directamente a él. -si fuera uno solo, sacaría mi arma y lo amenazaría a que me lleve con su jefe. El tema es que no tengo la ventaja. Tengo que jugar con sus reglas.
-Cualquier cosa que tengas que proponer, nos la puedes decir ahora e irte y esperar respuesta. -dijo "Pinocho"-
-Tú mismo dijiste que estás solo. No vales la pena. -dijo "El empleado del mes"
-No voy a hablar con ustedes. Tengo que hablar, con... Arthur. -les dije sonriendo. Necesito que ellos me odien.
-Es "el Caballero" para ti. -me dijo de vuelta Pinocho. Tal vez sean mis prejuicios, pero parecía tan insoportable.
-Sí, sí, sí. El punto es que yo sé quién es "El caballero". Puedo entregarlos. Con un nombre, puedo hacer todo. Si quiero.
-Podemos matarte si queremos. -dijo esta vez el empleado del mes. Parece que se puso nervioso cuando dije "entregarlos".
-No. No pueden. -contesté- nuestro querido Caballero les pidio que me vigilaran, no que me mataran. Y supongo que ahora tiene a otras personas buscando gracias a que yo dije mi nombre. Si me matan, estoy seguro de que su jefe no les perdonaría. Además, no quieren exponerse, ¿Verdad? -lo primero no era un argumento valido para nada. En otras situaciones, me pegan un tiro. Pero la manera en que lo dije fue como si yo conociera de lo que estoy hablando. Y supongo que lo segundo fue mas sensato. Pero ya se hicieron la idea de que soy importante. Se miraron por dos segundos. Y de repente me sueltan y sacan sus armas. Estan tan cerca de mis ojos que no puedo enfocar para ver que armas se trata.
-Vienes con nosotros. -dijo Pinocho. Lo último que vi fue como alejaba su arma un poco, para pegarme en la cabeza con el mango de esta, supongo. Y lo último que sentí fue un dolor impresionante y como caía al suelo. Lo último que pensé fue: "Eres un hombre de acción. No lo olvides."
Dios, necesito una aspirina. Jaqueca, jaqueca everywhere. Va a ser mejor que abra los ojos y vea en donde carajo terminé. Ya es de día. Siento la luz del sol en mi cara. Bueno, al menos estoy en un lugar con ventanas... No sé porque eso me alivia.
Estoy en una... ¿Oficina? La verdad, esperaba un galpón o un estudio abandonado. Alguna casa. Algún lugar donde no pueda pedir ayuda. Pero estoy en una oficina de lo mas ordenada. Y es enorme. Es circular. Paredes de madera, piso alfombrado rojo oscuro. La bandera del Reino Unido pintada sobre un lienzo enorme contra una pared. A mi derecha unas ventanas altas, pero desde el ángulo en el que estoy, no llego a ver la calle, solo el cielo. Esta gris oscuro. Va a llover. Un escritorio de los años 20's en el centro de la habitacion, con una silla que parecía un trono detrás y un minibar al costado (qué comodo debe ser: tener control, dinero, hombres y mujeres a el servicio de uno, y con bebidas al alcance de la mano). Después había ficheros y bibliotecas con carpetas. Necesito saber ya que hay ahí. Si tan solo fuera tan fácil.
Me di cuenta de que no podía moverme. Estaba en una silla de madera, mis pies pegados a las patas con cinta de embalar, y mis muñecas a los brazos de la silla. Después me di cuenta de que faltaba mi cuaderno y mi billetera. En mi billetera tenía justo lo que necesitaba: efectivo, tarjetas de credito (seguramente las sacaron para saber mas de mí, pero no me preocupa), y mi licencia de conducir. Y en mi cuaderno, bueno: garabatos y la historia de mi personaje. El observador. Necesito urgente un psicólogo.
La puerta se abré. Y Arthur me dice:
-Sabes dar una primera impresion, ¿cierto Alfred?
-Es uno de mis dones. -dije, entrando en personaje... otra vez-
-Mis hombres podían haberte pegado un tiro, ¿Lo sabías? -siguió. Parecía que el también estaba en personaje. Este hombre me fascina.
-En realidad, yo sabía que iba a terminar así. ¿Esta es tu oficina? -era una duda real. Pero supuse que sí-
-Sí lo es. ¿O ya sabías eso? -pregunto, siendo sarcástico. El tono cínico me parecio de lo más natural.-
-Era una duda real. ¿Por? -no tenía apuro, y él tampoco.
-Lo que pasa, Alfred, es que sabes mucho. Demasiado, la verdad. Un yanki aparentemente corriente, que escribe de sí mismo en cuadernos , no debería saber en lo que se está metiendo. Pero tú sí lo sabes. Sabes quien soy, que soy un jefe. Y me pregunto: ¿Cómo?
-Fácil: puedo estar solo, pero te estuve buscando. Tenía que encontrarte de alguna manera. Así que investigué por un mes. -todo esto, es verdad.
-¿Qué tienes para ofrecer? Me dijeron que tenías propuestas.
-Es largo.
-Entonces empieza. -sabía dar una orden, como un capitán de barco.
-Estoy buscando a un grupo. Pero no es una familia, de cierto lugar. Son miles de hombres por todo el mundo, secuestrando mujeres jóvenes, y según me enteré, algunas adolescentes y niñas. Por varios países: Estados Unidos, algunos países de America del sur, Brazil supongo, otros como Italia, China, Rusia, todo el Reino Unido. Por todo lo que me enteré, esto estuvo pasando hace ya dos años. Y estoy buscando a esos hombres.
-¿Tan desesperado estas por sexo? -me preguntó. Sentí genuino asco, a pesar de que sé que es una broma. Mi personaje, ayudó un poco.
-¡Cállate enfermo! ¡Mi mujer fue secuestrada! Estuve cuatro meses buscando, como un idiota, por mi cuenta. Y ella esta en Dios sabe dónde y... y... pasándole quizás qué... arrg! ¡Necesito información! Solo eso te pido. -empecé a sentir genuina furia. Mejor, tiene que creerselo. Al menos "el observador" tenía esposa.
-...Así que eras solo un personaje... -dijo, mas como para sí mismo, con... ¿Decepción? ¿Eso es lo que tiene su voz?-
-¿Qué?
-Esto del... "obsevador". De no sentir nada, de entender todo. Me parecía fascinante. Ahora veo que, tu sí tienes sangre en las venas, furia al menos.
-Si soy un observador. Pero mi esposa, Shanon, es la escepción. ¿Y cómo es eso lo que te importa?
-No me importa. -contesto... muy rápido. -¿Y cómo sabes que son estos hombres ¿Qué sabes de ellos? Tenes que decirme más, o no abro la boca.
-Shanon, -comencé con un suspiro. Practiqué esto hace como meses allá en USA.- fue una víctima de las cirscuntancias. Al igual que un monton de mujeres más, supongo. Era de noche, ella salió a comprar cigarrillos, ja, siempre le dije que fumar le iba a hacer mal. La ironía se hizo mi mejor amiga hace un tiempo. Y... de repente, ella me llama al celular, asustada. Estaba corriendo de los hombres que la perseguían, mientras me hablaba. Me dijo, que la estaban siguiendo, que tenían cuchillos. A penas escuché, bajé corriendo, para ayudarla, hacer algo. Ella me había dicho que estaba en la plaza, enfrente de nuestro edificio, que se iba a esconder ahí. Bajé corriendo, y los empiezo a buscar en la plaza. Lo que ví no me lo olvido más: ella estaba desmayada, siendo arrastrad... arrastrada, y subida a una camioneta.
"El Caballero" estaba pendiente de la historia, como si en cualquier momento me pudiese quedar mudo. Seguí hablando, guiandome por su expresión.
"Pero logré ver algo: en los cuellos de ambos hombres, tenían unos tatuajes idénticos: una espada. Larga, puño con bordes afilados, como si agarrar esa espada pudiera cortarte la mano. Fuí a la comisaria, dí los datos de mi esposa y describí el tatuaje. (Me quede con el boceto). Me dijeron: "Vamos a hacer lo que podamos". Con esa puta frase, me dí la vuelta y me fui. Al día siguiente comenzó la investigación que es ahora. Viajé por todos lados, creo que la mitad del país en dos semanas. Me metí en grupos de gente parecidos a en el que estoy ahora. Jaj, el punto es que en Chicago, me dijeron que vaya a Europa. Pensé que en Europa los iba a encontrar, estaran secuestrando mas mujeres, de la misma manera que a mi esposa. Decidí que Londres sería un lugar para empezar. Acá hice lo mismo y escuche de tí, Arthur. Sé que tu tienes información."
No me interrumpió en todo mi discurso. Siento como si acabará de confesar mis pecados. El se siente como el cura, seguro. Me clavó la mirada seria, no la puedo leer. De repente, su semblante se ablandó un poco, suspiró y me dijo:
-Bueno, sabes trabajar muy bien. Mis hombres no son. Trafico drogas, no mujeres, y menos niñas. Lamento lo de tu esposa. ¿Tienes el boceto acá?
-Ustedes vaciaron mis bolsillos, pero fijate en mi billetera. -le dije. Él lo hace. Creo que se apiadó de mí. No se que trama. No confía en mí, pero va a darme la información. Si no lo hace por mí, que lo haga por todas las mujeres a los que les paso lo que le paso a "Shanon". Todavía siento esa angustía. Esa historia es demasiado fuerte. Y Arthur me sigue fascinando. La forma en que se mueve, en que mira a todo, como si él quisiera ser un observador. Por Dios, nunca lo seas. El observador te consume. Extraño ser yo mismo: extraño emocionarme por la acción. Extraño sonreir con alguien. El pensamiento, el recuerdo, me hizo bien a la angustia.
-Found it!**** -me dijo, y me quede viendo como observaba el papel con esos ojos verdes.- Bueno, no conozco esta marca. Pero es una mafia, sin duda. Les voy a pedir a mis hombres que busquen sobre esto. Y tú y yo, vamos a hacer un viaje.
-¿¡Qué?... ¿Vas a... ayudarme? ¿Cómo? Wha...
-Escuchame, american, este caso me asqueó desde el momento en que lo mencionaste. Además, no viene mal un poco de acción. Pero no te alegres -se acerca a mí, casi no hay distancia entre nuestras caras. Esos ojos verdes, llenos de determinación.- no te vas a alejar de mí, seguimos el interrogatorio en el viaje. Y si me enteró de que esto es un truco, una trampa, voy a tener que matarte sin piedad. O peor: nunca vas a volver a ver a tu querida esposa.
-Creo que eso es lo justo. -dije, aliviado. Aunque esos ojos siguen ahí, fijos en los míos.- y... ¿Cuándo salimos?
-Partimos hoy a las 12:00 am. Mis hombres tienen tiempo suficiente de buscar sobre esto.
-Awesome. ¿Y a dónde vamos? -me estaba empezando a emocionar. Aunque todavía me tenía que aguantar interrogatorios y tipos apuntandome con armas, al menos iba a conseguir la información. Y conocer un poco a Arthur, que sigue pareciéndome un enigma andante.
-A París. Tengo un amigo que me debe un favor. Voy a mandar gente a que revise tu departamento y haga tu equipaje. Así me entero un poco mas de tí.
-Eres paranoico, ja! -dije. Mi humor habia mejorado. Y mejoró cuando él sonrío. Lo hizo sarcásticamente, pero era algo ¿No?-
-Es el protocolo.
-Eres todo un caballero. -le respondí. Me gusta ver sus reacciones.
-Eeeeh, es mi nombre. -me dijo, y esta vez sonrió mas natural. Me miró a los ojos por un segundo y agregó- Vamos a encontrar a esos hombres, Alfr... -se calló, se dio media vuelta y salió de la oficina.
* "Gente alta en lugares bajos"
** Una serie americana, protagonizada por Tim Roth.
*** Cita un poco modificada de la clasica pelicula "Casa Blanca". La original es:«De todos los bares en todos los pueblos en todo el mundo, ella entra en el mío» («Of all the gin joints in all the towns in all the world, she walks into mine»
**** "Lo/a encontre"
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