Despierto. De inmediato siento su calor, estoy aferrada a el, y él a mí. No quiero ver el reloj, los números que me indican que debo levantarme, atender a mis hijos y... dejar la cama, dejar esta sensación que recorre todo mi cuerpo, esta calidez. Un largo suspiro me avisa su despertar, nuestros ojos se encuentran. No decimos nada por un largo rato.

Sonríe.

-Buenos días hermosa.

-Buenos días.

Sonrío, el se acerca a mí y me da un beso en la frente.

-Debemos levantarnos Katniss, nuestros hijos esperan.

-No quiero.- digo sin añadir nada más y me acomodo en su pecho.

-Lo siento, al menos yo debo levantarme. Iré a preparar el desayuno.

Me aparta delicadamente y me besa en la mejilla. Hace un esfuerzo para sentarse pero mi mano lo frena. Tiro de su brazo y lo miro profundamente, diciéndole que no se vaya.

-Katniss...si quieres puedo no ir a la panadería hoy.

La propuesta me agrada, pero mucha gente cuenta con el pan de Peeta para comer. No puedo quitárselos.

-¿Y si llegas más temprano?

-Estaré aquí para el almuerzo.

Sonrío, una alegría me invade y no me deja decir nada más que...

-Te estaré esperando.

Se levanta y va a la cocina. Yo me doy una ducha, me visto y voy a la habitación de mis hijos.

-¡Buenos días hijos, es hora de despertar, y puedo apostar a que el desayuno será delicioso!- grito fuerte mientras golpeo sus puertas.

Camino a la cocina. Un aroma dulzón recorre cada centímetro de la casa. Por lo que mis hijos no tardan en llegar a la cocina.

-¡Papá! ¿Recordaste lo que te dije?

-Por supuesto, mermelada de fresa, no crema.

Con las manos llenas de harina, dejó un plato delante de cada uno de nosotros.

-Con chocolate, para mi campeón.- dijo restregándole el cabello.-Y para mi hermosa Katniss, pan de queso.- se me acerco y me beso.

Yo sonreí, pero el hambre me estaba torturando así que no resistí a darle una mordida a mi pan. Sé que no tengo los mejores modales para ser ejemplo como madre, pero Peeta hace de maravilla el papel de padre ejemplar.

-Niños, será mejor que vayan a prepararse o llegaran tarde a la escuela.- digo.

La escuela. Recuerdo lo mucho que me costó dejarlos ir. Los veía tan pequeños e indefensos, expuestos a un mundo de peligros en la escuela. No quería que nada malo les pasara a mis bebes, no, no quiero que nada malo les pase, ni ahora, ni nunca. Ese instinto protector materno me sorprendió tanto a mí como a Peeta, no era igual al que tenia con Prim, este es como...distinto, mas fuerte incluso. No quiero a mis hijos lejos de mí.

Cuando están todos listos a punto de irse, decido ir con ellos. Suelo acompañarlos hasta la escuela, incluso a veces acompaño a Peeta hasta la panadería. A veces lo ayudo a vender, cuando necesito estar con él. El hornea y yo vendo, la gente se alegra mucho al vernos. Pero a veces me gusta regresar a la casa, y, aunque no me gusta la idea de ser una mama ama de casa, limpiar es relajante. Me gusta a veces pero cuando me canso me detengo. Cuando Peeta llega, el continua.

Caminamos hasta el viejo edificio que algún día también fue mi escuela. En todos estos años lo han tenido que restaurar, pero no es difícil distinguir las viejas columnas que sostienes los altos y desgastados techos que no han sido tocados hace quien sabe cuánto. Peeta y yo nos despedimos de los niños y seguimos nuestro camino a la panadería. Aunque en otoño no acostumbro acompañarlo ni menos quedarme a ayudarlo por el frio, el no pone objeciones cuando no me doy la vuelta para volver a casa.

-Hoy no hace tanto frio como suele ser.- comenta Peeta acercándose a mí.

Yo simplemente me estiro las mangas para cubrir mis manos del frio y Peeta entiende. Yo si tengo frío, pero necesito estar con el hoy. Se quita su bufanda y me la pone, luego me rodea con su brazo, pero lo que más me ayudó fue el beso que me dio.

Cuando llegamos, Peeta encendió el horno para que yo me calentara. Saco varios materiales y comenzó a elaborar distintas masas.

Yo observaba como sus fuertes manos daban vuelta la masa una y otra vez, la separaba y formaba delicadas formas con ella. Cuando tuvo lista una bandeja, la metió en el horno que estaba a mi lado. Cuando lo cerro, me invadió un frío por todo el cuerpo. Al parecer Peeta se dio cuenta. Aplaudió con sus manos para quitarse la harina y me habló.

-Sabes lo mucho que me gusta que me acompañes aquí, pero no me gusta que sufras por eso.

-No estoy sufriendo.- pero si lo estaba, tenía mucho frío, pero lo necesitaba cerca.

- Mírate, necesitas estar en casa acostada o al lado de la chimenea. No me gusta verte así.

-Solo necesito estar contigo, nada mas.- eso me sorprendió hasta a mí, pero era la verdad.

-Katniss...- su voz era cálida, igual que el abrazo que me dio.-Podemos volver a casa si quieres.

-No Peeta, no puedes defraudar a las personas que cuentan con tu tienda.

Se separo de mí. Me miraba como si yo fuera una niña pequeña que no quiere obedecer.

-Todos mis clientes vienen a esta hora, después podemos irnos.

-Está bien...

El sonido de la campanilla del mostrador me interrumpió. Me puse de pie y fui a ver quién era.

-Olive, ¿Cómo has estado?

Olive, una mujer un poco mayor que yo, se fue del distrito 8 hace años, ha vivido por casi todos los distritos hasta que llego aquí y le gusto como era el ambiente. Vive aquí hace 5 años, y desde que se entero que nosotros trabajamos en la panadería viene cada día, nos dice que somos una inspiración para ella.

-¡Katniss, que alegría verte! Hace mucho que no te veía por aquí.

-Bueno, últimamente ha hecho mucho frio.- me abrazé a mi misma para conservar mi calor.

-Si, no sé como pasaremos el invierno...

-¡Este frio es sorprendente! Acabo de sacar estos bollos del horno y ya se están enfriando.- Peeta llevaba una bolsa de papel de la cual se podía ver como salía vapor su caliente contenido.

-¡Oh, será mejor que me los lleve en seguida!- Olive tomo los bollos, dejo unos billetes en el mostrador y grito mientras salía...

-¡Adiós, gracias!

Peeta me rodeo con sus brazos. Era como estar al lado del horno, no sé como Peeta conserva tan bien el calor.

-Ven, el horno esta esperándote.

-¿Cómo es que nunca tienes frío?-pregunto.

-Cuando has trabajado durante toda tu vida al lado de un horno, el frio es un regalo.

Me conduce hasta la silla al lado del horno, se quita su abrigo y me lo pone por la espalda. Después de un rato me quedo dormida.

Un par de caricias me despiertan.

-¡Oh no! ¿Cuánto dormí? -

-Un poco más de media hora. Pero ya es hora de irnos.

-Yo debía ayudarte, perdón.- dije apenada. No me gusta ser un estorbo, para eso me hubiera quedado en casa.

-El que estés aquí es una gran ayuda, Katniss.

Sonrío.

Al salir, no quiero devolverle el abrigo, pero Peeta parece no tener frio. Me quito su bufanda y se la pongo.

-Katniss, he estado pensando y yo creo que es importante que lo sepan, tú sabes bien a que me refiero.

Claro que lo sé, ha sido un problema desde que mis hijos tienen sentido de la razón y desde que van a la escuela. La guerra, es obligatorio verlo en los colegios, pero nosotros no les hemos contado nada de eso. Peeta siempre está dispuesto a contarles, pero yo no. No quiero que mis hijos tengan nada que ver con eso, no quiero que me vean distinto ni que los vean a ellos distinto. Quiero que tengan una vida lo más normal y buena posible. Además, se que romperé en llanto al solo escuchar sobre la guerra, y debo ser fuerte frente a mis hijos. No quiero que me vean sufrir así.

-Katniss.-insiste.

-Hablemos en casa, ¿Si?-digo algo enojada.

Pero estamos casi llegando a casa. Así que apenas entramos Peeta continua.

-¿Podemos ahora? -

No quiero hablar de eso, yo quería llegar a casa para estar con él, no para hablar de esto. Intentare que cambie de opinión.

Me acerco a él y lo abrazo por el cuello. Evito mirarle a los ojos, y lo beso. Estaría así toda la vida para que no hable de eso. El, por supuesto acepta el beso pero intente detenerme sin éxito. Nos quedamos así por un rato hasta que la falta de aire nos detiene.

-Katniss, es en serio. Algún día los niños llegaran preguntando sobre la guerra, sobre que hicimos, como la vivimos. Y ten por seguro de que si nosotros no les decimos, en la escuela lo harán y no será muy cómodo para ellos descubrir nuestro pasado de esa forma.

-Aun son muy pequeños para ver eso. No llegaran hoy preguntando por nada más que la cena.

-Prométeme que lo haremos.

Lo pienso un momento, se que será inevitable, pero pensarlo me hace sentir...preocupada o más bien triste. No quiero recordarlo y mucho menos contarlo todo, como fue, porque y quienes ya no están por eso. Estoy sollozando, Peeta me abraza y me acuesta sobre él en el sofá.

-Tranquila, si quieres podemos...

-Te lo prometo.- lo interrumpo entre sollozos.

Peeta me abraza más fuerte.

-Te amo.

-Yo a ti.- respondo.

Nos despierta alguien que está tocando la puerta.

-Yo iré. -dice Peeta poniéndose de pie.

-Yo te acompaño.- digo abrazándolo por detrás.

Al abrir la puerta nos sorprende a quien vemos.

Hola! Regreso con esta historia que será cortita pero quizá le haga una continuación. Espero que les guste:D Saludos a la comunidad de Rio de Fanfiction, por si alguno ve esta historia. Denle una oportunidad, esta saga es magnifica. Espero con ansias sus Reviews!

URGENTE! SE BUSCA NOMBRE PARA EL HIJO DE KATNISS Y PEETA, OJALA QUE SEA ALGUIEN DE LA SAGA, ALGUIEN QUE LOS HAYA AYUDADO, HAYA MUERTO O LO QUE SEA. Dejen sus ideas como reviews porfavor.

Animense a ayudar en el nombre porfaaaaaa. Cuando lo tenga subiré el siguiente capitulo.

Hasta entonces!