Los personajes d X/1999 no me pertenecen a mí (ya me gustaría, no sabéis lo que haría con Kamui .. xD) sino a las geniales, grandiosas y crueles CLAMP

Y sin más tonterías, pasemos al fic

Accidentes…

en un callejón.

Tres años después de la batalla del apocalipsis, el joven Kamui vivía solo y se limitaba a estudiar y trabajar todos los días. Carecía de amigos, no tenía novia, aunque pretendientes no le faltaban. Su vida era monótona, tan aburrida como peligrosa lo fue en su día. Ya lo había perdido todo. Kotori murió, Fuuma murió, había perdido el contacto con los otros Dragones del Cielo, y con Subaru…

Subaru, el hombre que le había robado el corazón. El hombre que vivía enamorado de aquel quien lo había traicionado. Subaru, el hombre que también lo había perdido todo. Subaru, simplemente Subaru.

Kamui pensaba demasiado en el nuevo Sakurazukamori. Todo y que supo lo que pasó después de la muerte del anterior Sakurazukamori aun le costaba creer que alguien tan dulce y amable como Subaru Sumeragi se hubiera convertido en el asesino del cerezo. Sin embargo él le seguía amando en silencio. Deseaba verle más allá de sus sueños.

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Otra víctima. Realmente le dolía matar inocentes, pero debía hacerlo. Él era el Sakurazukamori. Él había matado al anterior Sakurazukamori, a su persona amada, y era a él a quien le correspondía substituirlo. Le hubiera gustado saber qué había sido de sus compañeros. Todos eran personas realmente amables, pero no podía permitirse el lujo de tenerlas cerca. Tras la muerte de Seishiro él perdió la capacidad de crear kekkais así que ya no podía ser llamado Dragón del Cielo. Sin embargo su líder, Kamui, tampoco podía crearlos. Kamui Shirou. Ese chico le recordaba tantísimo a él. Era demasiado el tiempo que perdía pensando en él. Tras la batalla del apocalipsis no había vuelto a saber nada más de él. A veces pensaba en si seguiría vivo. Quizá fuera alguien por quien podría llorar su muerte.

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Una fría tarde de enero un joven de ojos amatista caminaba bajo la fría nieve que caía en el solitario Tokyo. No llevaba paraguas, ni siquiera se puso la capucha de su abrigo. No le importaba enfermar, nada le importaba. Caminaba sin rumbo, no quería volver a su triste apartamento. Se metió por unos callejones que desconocía. No sabía tan solo dónde se encontraba, tampoco le importaba.

Fue caminando lentamente, con los ojos clavados en el suelo, sin mirar lo que tenía por delante y así, sin darse cuenta, chocó de frente con un hombre.

El hombre le dijo de forma ruda que vigilara por donde pasaba y tras esto le dio un empujón. Kamui ese día estaba furioso con todo el mundo. Prácticamente al momento el joven y el hombre se estaban peleando de forma bastante violenta. En pocos minutos cuatro hombres habían rodeado a Kamui, pero no quiso utilizar sus poderes. Parecía desear una paliza. Después de caer al suelo de un puñetazo los cuatro hombres le dieron patadas en todo su cuerpo y el joven moreno solo podía retorcerse de dolor.

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En los terrados de la ciudad un hombre de ojos verdes y gabardina negra corría de vuelta a casa tras uno de sus trabajos.

Mientras saltaba de un tejado a otro vio a cuatro hombres golpear brutalmente a un muchacho. Eso no le hubiera importado si no hubiera reconocido unos gritos ahogados de dolor. Esa era la voz de Kamui.

El de ojos esmeralda bajó hacia donde estaban ellos sin que se dieran cuenta. Al poder ver de más cerca a la víctima de esos ataques pudo comprobar que realmente era Kamui. No había cambiado mucho. Seguía siendo bajito, su peinado a penas había cambiado y su cara era un poco más madura, pero se seguía viendo en ella un niño sufriendo.

-¿No encontráis que es muy cobarde atacar a un chaval entre cuatro hombres? – Dijo el de ojos verdes para captar la atención de los hombres, que dejaron de golpearle para girarse a ver a aquel que había sido capaz de entrometerse en sus asuntos.

El joven Kamui también desvió su vista hacia su salvador, pero él quería comprobar si era realmente la voz del Sumeragi la que había sentido hacía un momento, o si era un producto de su imaginación. Una extraña sensación invadió su cuerpo al ver los ojos esmeralda en el ostro de Subaru. La primera sensación fue una increíble sorpresa, después felicidad, más tarde dolor y por último sus labios se empezaron a mover en contra de la voluntad del pobre chico.

-Subaru-san… - Susurró con esfuerzo.

Uno de los hombres que habían estado golpeándolo bajó la vista hacia el muchacho malherido y le propinó otra patada en el estómago.

-Vaya – Comentó con tono de desprecio – Así que eres amiguito de esta basura.

-Hace años trabajemos juntos – informó Subaru, con tono impasible.

-Suba… - susurró de nuevo Kamui, pero antes de acabar cayó inconsciente.

-Bien, ahora que el niño duerme, puedo hacer horas extras – ironizó el actual Sakurazukamori, lanzándose hacia esos hombres, matándolos a todos sin esfuerzo alguno.

Cuando hubo acabado con ellos se agachó para comprobar en qué estado se encontraba el antiguo líder de los Siete Sellos. Tenía heridas por todo el cuerpo y lo más probable era que tuviera alguna costilla rota y a lo peor podía tener una conmoción cerebral o una hemorragia interna.

Decidió llevarlo a un hospital así que lo sacó de ese callejón y llamó a un taxi.

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Al despertar lo primero que notó fue un dolor muy intenso en el costado, igual que en todo su cuerpo. Después se percató de que estaba en una habitación de hospital. Tenía las costillas, el brazo izquierdo y el tobillo derecho vendados, unos tubos enganchados en el reverso de su mano derecha y un monitor que marcaba sus constantes vitales. Miró hacia un lado y vio una silla vacía al lado de una mesita en la que estaba depositado un paquete de tabaco y al lado un mechero.

Al ver esos dos objetos recordó lo que había pasado. Unos hombres le habían dado una paliza y antes de que lo mataran apareció Subaru y poco después se desmayó. Eso era lo último que recordaba, ¿Pero qué hacía allí? ¿Fue Subaru quien lo llevó allí? Si así era, entonces ¿Por qué no estaba allí?

Al poco rato la puerta de la habitación se abrió y Subaru apareció con toda su belleza ante los ojos de expresión de Subaru era seria, fría pero todo y eso al ver a Kamui en pie, algo en su rostro se iluminó.

-¡Te has levantado! – Exclamó él. – Ya era hora, llevabas cuatro días inconsciente. - le informó el mayor, con un tono casi tan amable como el que usaba cuando le conoció. – no sabía que te codearas con ese tipo de gentuza.

- No me suelo codear con nadie – respondió él, enfatizando la palabra "nadie"

-¿Y los Dragones del Cielo?

-Quién sabe. – respondió secamente. – Desde la última batalla, no supe nada más de todos ellos, ni de ti ¿cómo me encontraste?

-Sentí tus gritos mientras volvía de uno de mis trabajillos. Aunque teniendo en cuenta como te han dejado creo que gritaste poco.

-A parte de la pierna, el brazo y las costillas, ¿tengo algo más? – preguntó el chico desde la cama, escondiendo su triste expresión tras sentir la palabra trabajillos.

-Creo que no. Te han hacho Tacs y no te han encontrado nada interno. Eso sí, aunque las fracturas del brazo y de la pierna son limpias, las costillas las tienes hechas polvo.

-¿Has hablado tú con los médicos? – Le preguntó el más joven sorprendido.

-Sí. Sé que no tienes familia y no sabían con quien hablar, y no te podía dejar así sin más. Ya que te salve en ese callejón no podía dejarte en manos de una pandilla de médicos desconocidos.

-Gracias. – Dijo el chico - ¿Y has venido cada día?

-Más o menos. – Respondió el de los ojos verdes, al parecer un poco molesto.

-Siento causarte tantos problemas. – se disculpó sinceramente el de ojos amatista

-No te preocupes… - mientras Subaru hablaba, el menor intentó reprimir una mueca de dolor que al de ojos esmeralda no le pasó desapercibida. – Te duele, ¿verdad?

-No es nada – mintió él. – Cuando era Dragón del Cielo tuve mayores heridas.

-Sí pero ahora hace mucho de eso y tu cuerpo no está tan acostumbrado como antes. Lo mejor será que llame a una enfermera. – dijo el moreno y acto seguido se acercó a la mesita de noche y apretó un botón. Después cogió su paquete de tabaco y su mechero y se dirigió hacia la puerta. Cuando la abrió la enfermera estaba a punto de abrirla – El muchacho se ha despertado y parece ser que habrá que administrarle un calmante. Ahora vengo.

-Vas a fumar ¿verdad? – sentenció el más joven, molesto por ello.

Subaru no respondió. Salió por la puerta cerrándola a su espalda.

-Se nota que os apreciáis mucho. – la enfermera que hasta ahora se había limitado a mirar se dirigía ahora a Kamui y hablaba mientras trabajaba. – Este chico llegó aquí muy preocupado. Estaba manchado de sangre. Normal, tienes heridas por todo el cuerpo. Se quedó aquí las dos primeras noches, durmiendo en esa butaca – al decir esto señaló la butaca que estaba junto a la mesita. - Sólo salía de aquí para ir a fumar a la calle. Entre los médicos y las enfermeras le convencimos de que fuera a casa a ducharse y dormir un poco. Pero no nos hizo caso. Bueno no del todo. Fue a su casa, se duchó, se cambió y volvió aquí. Ha estado detrás de ti en todas las pruebas que te hemos hecho. Estaba muy preocupado. – la chica miró al muchacho que estaba algo sonrojado. – Ahora, después de verte despierto, parece mucho más relajado. – continuó explicando la chica mientras trabajaba.

-Subaru-san es así – dijo el chico. - Se preocupa mucho por los demás. Es muy amable.

-Esto ya está – comentó la chica cuando acabó su faena. – Dentro de poco notarás menos dolor. Si te sigue doliendo mucho nos llamas y te pondremos un calmante más fuerte. Pero hasta dentro de ocho horas no te podremos poner otro, recuérdalo. – La chica cogió un cuaderno y apuntó la dosis subministrada y la hora. – Hasta luego – se despidió y tras ello salió por la puerta.

-Adiós. – Se despidió el chico, pero no pudo ser escuchado. La enfermera ya estaba fuera.

"Subaru-san estuvo aquí todo el tiempo…" Pensaba el de ojos amatista "Se preocupaba por mí. Yo soy uno más, pero él es él…" Y poco a poco el joven fue teniendo más y más sueño hasta que, involuntariamente, cayó dormido.

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Abrió lentamente los ojos. Le costó volver a ubicarse de nuevo. Una vez hubo reconocido el lugar donde se encontraba giró su cabeza para dirigir la mirada hacia donde esperaba que estuviera el hombre que tanto ansiaba ver. Pero allí no había nadie. Nadie que pudiera ver la lágrima que involuntariamente recorrió su rostro, bajando por su ojo hasta perderse en su mentón. Con bastante dificultad movió su mano derecha tirando de los tubos y la acercó hasta su ojo para secar otra lágrima traicionera que pretendía escaparse de su ojo. Cerró los ojos e intentó recordar las clases que le dio el Sumeragi cuando tenía quince años. Ahí fue cuando se enamoró de él. Esas imágenes estaban claras en su cabeza, igual que la muerte de su tía, la de Kotori, la de Fuuma y también la imagen de Fuuma hiriendo a Subaru en el ojo. El resto de imágenes de sus quince años estaban borrosas.

Justo cuando estaba completamente inmerso en sus pensamientos un ruido lo sacó de ellos. Una puerta se abría. Instintivamente abrió sus ojos para ver quién entraba. Al ver la alta figura de Subaru. Sus ojos se iluminaron y su corazón empezó a latir con más fuerza. En aquel momento maldecía el aparato que marcaba sus pulsaciones.

- ¿Te he despertado? – Preguntó el de ojos verdes al entrar y verlo con los ojos abiertos.

- No, me he despertado hace un momento. – Dijo Kamui intentando, con bastante éxito, esconder su nerviosismo.

-Hace un momento dormías como un crío. – Le informó el mayor. – He salido un momento a buscar tabaco y te despiertas. – Dijo mientras caminaba hacia la butaca para sentarse en ella. - No sabes lo que me ha costado encontrar un bar abierto con máquina de tabaco. Como es domingo los estancos están cerrados – Continuó mientras sacaba el paquete de tabaco de su bolsillo y lo ponía sobre la mesita de noche.

- Si no fumaras no tendrías esos problemas – Le recriminó molesto el más joven girando la cabeza hacia el otro lado.

-¿Aún sigues con las mismas manías de hace tres años? – Preguntó el otro apoyándose en respaldo de la butaca y poniendo sus manos en los reposabrazos de ésta, mientras su cabeza miró al techo blanco de la habitación.

-Si sigues tú con ellas yo también puedo. – Contestó el chico girando su cara para verle y mostrando así sus ojos levemente enrojecidos por las lágrimas que había derramado antes.

El de los ojos verdes bajó su mirada hasta encontrarse con los ojos amatistas que lo miraban acusadores. Entonces se dio cuenta de algo y se abalanzó ligeramente hacia el menor y después solamente sentenció dos palabras

-Has llorado. – Dijo en tono cortante.

-Al despertarme he hecho un mal gesto y se me han escapado un par de lágrimas. – Mintió el chico bastante convencido.

-Llamaré al médico – dijo el más alto.

-No hace falta – Le cortó el chico – Sólo ha sido un mal gesto.

-Me dijo que cuando te despertaras le avisara – Informó el mayor. – Tenía que comentarte no sé qué cosa.

-De acuerdo – accedió Kamui.

El de ojos verdes apretó un botón y tras unos minutos de torturador silencio apareció un médico por la puerta.

-Señor Shirou – Dijo el hombre – soy el doctor Himura y he llevado su caso estos días. Como ya se habrá dado cuenta tiene el brazo izquierdo, la pierna derecha y seis costillas rotas. Su movilidad estará muy reducida hasta que no se soldar sus huesos debería buscar alguien que le ayude. Un familiar o un amigo.

-No tengo familia y no es que sea muy sociable. – Informó el de ojos azules.

-Podría intentar contratar a alguien. Aunque debo decirle que, como ya se debe imaginar, le tendré que dar la baja un tiempo.

-¿Cuánto tiempo?

-Seis meses – Sentenció el doctor.

-¿¡Qué!? – Exclamó el joven cortando al médico. – ¡No puedo estar seis meses de baja! Y además yo voy a la universidad. Perderé todo el curso y con la baja que me quedará no tendré ni para pagar el piso.

-¿De qué trabaja, señor Shirou? – Preguntó el médico.

-Hago de camarero a media jornada. Además el contrato se m acaba a final de mes y si estoy de baja no me lo renovarán… ¡Mierda! No me he acordado siquiera de llamar para decir que estoy ingresado… ¿Por qué me tiene que pasar todo a mí?

-Porque te metes en callejones oscuros y estrechos llenos de gentuza donde no te llama nadie. – Le dijo Subaru en tono cortante. – Me parece que ya eres mayorcito para saber donde debes y donde no debes meterte, ¿no crees?

El pequeño giró la vista apenado. No se atrevía a contestarle así que volvió a desviar la mirada hacia el doctor Himura para que acabara de explicar.

-Bien – Continuó – Aquí podemos tenerle tres o cuatro días más pero no puede quedarse eternamente, ¿Comprende?

-Sí, eso ya lo sé – Dijo resignado el joven

-Doctor – intervino Subaru – Vendrá a mi casa – Sentenció finalmente

Nota de la autora

Hoooolaaas :)

Bueno es mi segundo fic publicado ^^

Esta pareja me encanta y como no hay muxa cosa me dije a mi misma "Lika, tienes q hacer un fic d estos dos" y aqui esta lo q ha salido ^//^

Bueno al pobre Kamui lo he dejado bien lisiado demo si con ello consigue vivir con Subaru ¿Vale la pena, ne? ^^

X cierto, el medico ese me lo e sacado d la manga xD

Bueno en el segundo cap… nss q pasara x3

Bueno muchos besootes

Likaa'o9