Hola, fanáticos del Pokémoooonnnnnnnnnn. ¡ Se están divirtiendo! , jajjajaja siempre quise decir eso.

Hola, mi nombre es Novaporsiempre, pero ustedes me pueden decir Nova, soy una fanática acérrima de pokémon, sobretodo de la primera y segunda generación —o sea, de Kanto, Islas Naranjas y Johto—. Tengo 20 años y me gusta pokémon desde los 10, me gusta escribir e inventar historias, porque yo voy a ser ¡una gran maestra pokémon!, ok, eso no, pero si me gustaría ser una gran escritora.

Bueno, aquí comienzo una historia de pokémon pero no de cualquier pareja sino de la pareja más querida y más chistosa de todos: Ash y Misty.

Una historia llena acción, aventura, romance, humor pero sobretodo de amor por los pokémon.

Pero esta historia no la escribo yo sola me ayuda mi hermano —el que nunca se pierde ningún capítulo de pokémon— mi coautor y asesor de batallas: el señor E.

Palabras del coautor y asesor de batalla:

Hola, mi nombre es el señor E y si quieren contactarme mi número es 9888-pokemon está registrado no me copien, jajjajaja, tengo 12 años y soy el que le da la acción a la historia, escribiendo las batallas, yo soy la mente criminal de todo esto buajaja coff coff como puedo enfermarme escribiendo, adiós enseguida los dejo con la historia

¡Arriba, el pokeshipping!

Disclaimer: Pokémon no me pertenece sino hace rato hubiera traído de vuelta a Misty, en serio, ¿cuándo va volver a aparecer? ¿Es que tienen aserrín en la cabeza los productores o qué?

Por si nadie se dio cuenta soy fanática de Misty (por si no lo notaron).

Ahora, si a leer.


Dicen que el destino es extraño y misterioso,

Incluso caprichoso ya que no sabes qué o quién se te presentará en tu camino.

Unos dicen que el destino ya está escrito para todos nosotros.

Otros dicen que el destino es aquel que te trazas tú mismo

Y yo pienso que el destino a veces es un poco de los tres pero sobre todo asombroso.

Nuestra historia comienza en un Centro Pokémon de la región Johto, en un día tranquilo y silencioso hasta que…

—¡Joy, Joy! —una muchacha de 18 años de un largo y brillante cabello negro y de ojos verde azulados, entró corriendo acelerada al Centro Pokémon con una pokébola en la mano— ¡Mira, Joy la tengo al fin tengo! . ¡Mi primer pokémon!

—Tranquila, Ariel, tranquila —la calmaba la enfermera— sé que estas emocionada pero tranquilízate.

—Es que no puedo creer —agitaba su pokébola en el aire— que ya tengo a mi pokémon —la enfermera Joy negó con una sonrisa en el rostro, Ariel siempre era muy entusiasta— ¿lo quieres ver, Joy? ¿Quieres ver el pokémon que elegí?

—Por supuesto, Ariel, muéstramelo.

Ariel le dedico una sonrisa a la enfermera y lanzó la pokébola en el aire.

— ¡Pokemón, yo te elijo! —un destello blanco salió de la pokébola y cuando esta desapareció un pequeño pokémon azul tipo cocodrilo apareció bailando: era un Totodile—. Mira, Joy, mira a mi Totodile, ¿no crees que totodile es el pokémon más hermoso que has visto? —le pregunto a Joey, abrazando a un apenado Totodile.

—Sí, es hermoso, Ariel pero creí que escogerías a Chikorita, ¿por qué cambiaste de opinión?

—Pues, yo también lo creí —dejo de abrazar a su pokémon acuático y puso sus manos tras la espalda— hasta que vi a Totodile y sentí una fuerte conexión con él y creí…no, no, sentí que Totodile y yo estábamos destinados a estar juntos.

La enfermera Joy sonrió.

—Te entiendo, Ariel cuando encontré a Chansey por primera vez sentí lo mismo, tal vez Totodile te ayude a encontrar tu camino.

—Tal vez tengas razón, Joy —regresó a su pokémon acuático a su pokébola y se la quedó mirando, seria, por primera vez. De repente se escuchó el rugir de una moto, sacándola de sus pensamientos—. ¡Ya llegó Jenny! —otra vez regresó su personalidad alegre y despreocupada, ya sin ningún rastro de la seriedad anterior.

Y, efectivamente por la puerta principal apareció la oficial Jenny vestida con su típico uniforme azul de oficial de la ciudad.

—Hola, Joy. Hola, Ariel, lamento la tardanza —les sonrió a ambas y se giró a la menor— Ariel, ¿tienes todo listo para irnos?

—Uy —sonrió nerviosa Ariel—. Ahorita, bajo mis cosas –subió corriendo a las habitaciones del Centro Pokémon.

Cuando Ariel desapareció por las escaleras la enfermera Joy dejo de sonreír y miró con preocupación a la oficial.

— ¿Crees que este bien que Ariel viaje sola, después de lo que le pasó? Tengo miedo que le pase algo otra vez.

La oficial Jenny suspiró y se sacó la gorra de oficial y se limpió el sudor de la frente.

—Yo también, Joy pero no podemos retenerla aquí para siempre. Ella desea recorrer el mundo y volverse una gran entrenadora pokémon, ese es su sueño.

—Lo sé, lo sé, pero yo la he cuidado por años, le tomado cariño y la quiero como una hermana.

—Yo también, Joy, a esa pequeña es imposible no quererla pero "eso" ocurrió hace años, Joy, ahora Ariel es más grande y más fuerte, sabe cuidarse.

—Tienes razón, Jenny –—aceptó la enfermera con una pequeña sonrisa- además, mis hermanas siempre me informaran de lo que le pase.

La oficial Jenny rió divertida.

—Eres imposible, Joey.

Unos pasos apresurados por las escaleras, les avisaron que Ariel estaba de regreso.

— ¡Ya estoy lista! —Ariel apareció vestida con unos pantalones azules ajustados que le llegaban a las rodillas, un polo amarillo sin mangas, unas zapatillas rojas que combinaban con la mochila roja que llevaba en la espalda y por ultimo su cinturón de entrenador con sus seis pokébolas y su dexter— ¿Qué tal me veo? ¿Parezco una verdadera entrenadora pokémon?

—Sí, Ariel, ahora ya eres oficialmente una entrenadora pokémon —asentía la enfermera Joy mirándola orgullosa.

—Lástima que no tenga la gorra oficial de la liga pokémon.

— ¿No la ganaste? —preguntó sorprendida la oficial Jenny, recordando a la jovencita escribiendo cientos de cartas, rogándole a la liga la gorra oficial que regalaba cada año.

—No, no la gané, al parecer el que ganó la gorra escribió más de un millón de cartas para ganarla.

— ¿Un millón? –la oficial ya se imaginaba como había quedado la pobre mano del ganador de la gorra.

Ariel bufó.

—Sí, pero el próximo año la ganó yo —se cruzó de brazos molesta e inflo las mejillas.

—Ariel –—la llamó la enfermera con un paquete rectangular en la mano—. Tal vez no sea una gorra oficial de la liga pokémon pero espero que te guste.

Ariel aun de brazos cruzados miro sorprendida el paquete que tenía la enfermera Joy en las manos.

—Yo…—miro con duda el paquete.

—Vamos, tómalo, mira que Joy te lo está regalando con cariño –—dijo la oficial Jenny animándola. Ariel tomo el paquete y lo rasgó suavemente hasta encontrarse con un pokégear, se le quedo mirando, sin palabras.

—Solo quería regalarte algo para que nos comunicáramos siempre, si no lo quieres puedes cambiarlo por otra cosa —agregó al notar que la joven no decía nada— o sino…

—Es maravilloso, Joy —Ariel la interrumpió dándole un caluroso abrazo lleno de cariño— es el mejor regalo que me hayan dado.

—Ariel…

—Te voy a extrañar mucho, Joy y no te preocupes te voy a llamar siempre.

—Yo también, Ariel, por favor cuídate mucho.

—Sí —Ariel rompió el abrazo y le regalo una gran sonrisa— ya vas a ver que ganó las ocho medallas y ganó el campeonato.

—Yo solo quiero que te diviertas.

—Gracias, Joy.

La oficial Jenny sonrió escondiendo las manos en la espalda.

—Yo también tengo algo para ti, Ariel —la joven la miró con sorpresa y extendió las manos.

—A ver, a ver, ¿qué es? —le pregunto, emocionada.

—Cierra los ojos y te lo doy.

Inmediatamente, Ariel cerró los ojos y sintió como un papel le rozaba las manos. Al abrir los ojos, frunció el ceño y miró de mala manera a la oficial que se reía.

En sus manos había un mapa de toda la región Kanto, con los edificios más importantes marcados exageradamente como: los gimnasios a los que se debía enfrentar, los Centros Pokémon, las estaciones de policía y los festivales o fiestas que se realizaban en cada ciudad.

—No es gracioso, oficial Jenny —cruzó los brazos sobre el pecho, molesta. La mujer de cabello azul seguía riéndose contagiando a la dulce enfermera—. ¿Qué? ¿También tú, Joy?

—Es para que no te pierdas —calmo la mujer de cabellos rosados.

—Sí, pero esto ya es una exageración —Ariel seguía irritada sobre todo porque la oficial Jenny seguía riendo—. Sólo me perdí dos veces en la ciudad, cuando salí a entregar las medicinas.

—Cinco –tosió Jenny.

Ariel frunció el ceño.

—Bueno, bueno no tengo buena memoria para recordar los nombres de las calles pero no te pases —Ariel miró su reloj de pulsera—. ¡Arceus! Va a ser mediodía y aun no comienzo mi viaje. Vamos, Jenny, ya no puedo perder tiempo.

—Primero, despídete de Joy, Ariel, por lo menos.

—Tienes razón. Nos vemos pronto —le dio un abrazo aplastante y le sonrió—. Gracias por siempre cuidarme, hermanita —le susurró. Se separó y miró a la oficial Jenny—. Estoy lista, Jenny, vámonos.

—Está bien, acomódate en la moto mientras hablo con Joy.

—Sí, señora —le hizo un saludo militar y salió corriendo.

—Esta niña —suspiró.

— ¿Hasta dónde vas a dejarla? —preguntó la enfermera.

—Ariel, me pidió dejarla en la frontera que une Kanto con Johto.

—Sigo sin entender porque no quiere comenzar su viaje pokémon aquí en Johto.

—No lo sé, Joy, solo sé que Ariel quiere comenzar su viaje en la región Kanto.

—Pero, ¿por qué hasta allá?

—No lo sé —la bocina de la moto empezó a sonar—. En verdad está ansiosa por viajar –ambas mujeres salieron del Centro Pokémon y afuera estacionada en la calle estaba la moto de la oficial Jenny con Ariel sentada en el sidecar, esperándola.

—Ya era hora —les amonestó— pensé que ya me iría sola.

—Ariel, no seas exagerada —la oficial Jenny montó en la moto y prendió el motor—. Nos vemos, Joy.

La enfermera Joy apretó las manos y se acercó a la adolescente.

—Cuídate mucho, Ariel, llámame cuando llegues, ¿sí?

—Por supuesto, no te preocupes —le sonrió— cuida a los pokémon por mí —alzó el puño en alto y gritó: ¡Kanto, allá voy!

El motor rugió y salió disparado a la carretera.

La enfermera Joy se le quedó mirando hasta que desapareció a lo lejos.

—Solo espero que este viaje te ayude a encontrar tu destino, Ariel —suspiró y regresó al Centro Pokemón, sin saber cuan cierta seria esa frase en el futuro.

Tengo que ser siempre el mejor

Mejor que nadie más.

Atraparlos mi prueba es

Entrenarlos mi ideal.

Yo viajaré de aqui allá

Buscando hasta el fin,

Oh, pokémon yo entere

Tu poder interior.

¡Pokémon!

Tengo que atraparlos,

Somos tú y yo

Nuestro destino así es,

¡Pokémon! Gran amigo es

En un mundo por salvar.

¡Pokémon! Tengo que atraparlos

Mi amor es real

Nuestro valor vencerá.

Te enseñaré y tú también

¡Pokémon!

Atraparlos ya,

Atraparlos ya,

¡Pokémon!

(Primer Opening de Pokemón: ¡Atraparlos, ya!)

HOY PRESENTAMOS: ENCUENTRO INESPERADO

Han pasado cinco meses desde que Ariel salió de casa y ya ha ganado muchas medallas, la última que ganó fue con el sargento Surge y su fiero Raichu en ciudad Carmín. Ahora, se dirige a ciudad Plateada, para ganar una medalla más pero tal vez había dado una vuelta por otro lado o se había equivocado de camino, porque este bosque donde estaba parada no era ni remotamente parecido a la ciudad que ella esperaba.

—Oh, no —se lamentaba, mirando de un lado al otro caminando por la espesura del bosque, no sabía dónde estaba ni como había llegado ahí y todo por su orgullo de no querer consultar el mapa que Jenny le había regalado.

— Diablos, tendré que sacar el mapa aunque no quiera —rebuscó en su mochila y con fastidio, lo sacó y lo extendió en un árbol caído—. A ver, tome la ruta de ciudad Carmín y di la vuelta por aquí y luego por aqui, entonces salí por aquí… ¡AHHH! —Gritó frustrada. No entendía el mapa— ¿Por qué no deje que Jenny me enseñara a leer el mapa?

Unos chirridos la distrajeron y a lo lejos vio a un Pidgey siendo atacado por un Spearow.

—Oye, déjalo —le gritó, acercándose despacio, el spearow le ignoró y siguió atacando a la malherida ave en el suelo— bien tú así lo quisiste, ¡Totodile, yo te elijo!

El pokémon acuático salió bailando feliz de su pokébola.

— ¡Totodile, pistola de agua! —El pokémon soltó un chorro de agua empapando al abusivo Spearow— y ahora mándalo a volar, ¡coletazo!

Totodile dio un giro en el aire y con la fuerza de su cola sacó volando al Spearow. Preocupada, se acercó al pidgey que no se había movido, se agachó a recogerlo y lo tomó en sus brazos.

—Pobrecito, estas malherido, ¿verdad?

—Pid, Pi-dgey —apenas dijo la pobre ave.

—Cielos, no tengo nada para curarte, necesitas un Centro Pokémon —miró a su alrededor preocupada, buscando alguna señal que le indique el camino, el Pidgey estaba realmente malherido.

Cuando un graznido resonó en el bosque y al alzar Ariel la mirada se encontró con una bandada de Spearows volando en su dirección comandados por el Spearow que hace unos momentos peleaba con su totodile.

—Genial, simplemente genial. Totodile —llamó a su pokémon que la miró— ¡Correeeeee!

Perseguidos por la bandada de Spearows; Ariel, Totodile y con el Pidgey en sus brazos llegaron hasta un acantilado, apenas patinando Ariel evitó la caída y se detuvo al borde del acantilado donde se veía un inmenso lago debajo, asustada dio dos pasos hacia atrás cuando los spearows aparecieron cerrándole la salida.

Ariel miró preocupada al Pidgey en sus brazos y apretó los puños, le dio la espalda al acantilado y se enfrentó a los Spearows.

—Totodile, ¡pistola de agua! —el ataque solo afectó a unos cuantos pero los demás spearows empezaron a batir las alas formando un tornado de arena tan fuerte que empujaron a Ariel con Pidgey y Totodile al vacío.

Mientras, en otro lugar un muchacho caminaba por el bosque perdido en sus pensamientos. Su nombre: Ash Ketchum de pueblo Paleta y campeón de las ligas Johto, Hoenn, Sinnoh y Unova/Teselia con tan solo dieciocho años.

—Pika, pi —Pikachu miró preocupado a su mejor amigo y entrenador.

—No me pasa nada, Pikachu —le sonrió cansado— solo que este bosque me hace recordar muchas cosas.

Pokémon y entrenador siguieron caminando hasta que llegaron a un claro donde había un lago pero no era cualquier lago, era El lago, ese donde Ash cayo luego de ser atacado por Spearows tratando de proteger a Pikachu, ese donde fue salvado de ahogarse por una caña de pescar propiedad de una pelirroja gruñona, que luego se volvió su más grande y querida amiga.

—Misty —susurró al viento, cuando escuchó un grito—. ¿Que fue eso?

—Pika, pika —señala hacia el lago el pokémon ratón.

— ¿Qué, qué pasa, Pikachu? —Entonces nota a un Totodile en el lago jalando con dificultad a una joven desmayada—. ¡Bulbasur, yo te elijo! –Tira su pokébola y con un destello blanco apareció su pokémon planta-. ¡Rápido, Bulsabur! ¡Látigo cepa!

—Bulba, Bulba —Bulbasur extiende sus látigos alrededor de la ahogada y la jala con fuerza sacándola fuera del agua con todo y Totodile, hasta dejarla al lado de Ash.

—Gracias, Bulbasur, regresa —un haz de luz roja devuelve a Bulsabur a su pokébola y Ash junto a Pikachu se acercan a la desconocida—. Oye, despierta, —se agacha a su lado y la sacude— despierta —mira a Pikachu sin saber qué hacer, cuando la desconocida despierta y empieza a toser.

—Toto, totodile —el pokémon cocodrilo mira preocupado a su entrenadora.

—Estoy bien Totodile pero sabes que odio el agua —se quejó con la voz rasposa, la chica, entonces alzó la mirada y se encontró con los marrones ojos del joven entrenador que se levantó de golpe y dio dos pasos atrás—. Oye, —tosió— gracias por ayudarme creí que me ahogaría

—Yo…—Ash titubea y la vuelve a mirar—. "Esos ojos…" —piensa Ash. Ariel mira entre sus brazos al Pidgey y recuerda lo sucedido.

—Rayos, lo olvide –—le interrumpe Ariel y se levanta con dificultad del suelo y se acerca a Ash que parece petrificado, mirándola—. ¿Dónde está el Centro Pokemón más cercano?

—Yo… ¿qué?

—Mira, jovencito este Pidgey está gravemente lastimado y no tengo tiempo de escuchar tus balbuceos, ¿sabes dónde hay un Centro Pokemón, sí o no?

— ¿Jo-jovencito? —Repitió, irritado. Ash siempre había sido algo sensible respecto a su edad, por no decir de su estatura más baja que los demás, pero lo que le irritaba en verdad era que lo trataran como a un niñito sobre todo cuando no lo era— acaso, ¿no me conoces? Soy Ash Ketchum, ganador de la liga Johto, Hoenn, Sinnoh y Unova/Teselia, candidato a Maestro Pokémon con tan solo dieciocho años, no soy un simple jovencito.

—Mira, no me importa si eres Ho-oh o Arceus disfrazados. ¿Sabes o no sabes donde hay un Centro Pokemón?

— ¡Claro que lo sé! —Respondió ya sacado de sus casillas—. ¡Todo el mundo con dos dedos de frente sabe que ese camino lleva al Centro Pokemón de Ciudad Verde! ¡Pero que me sorprende si una chica despistada como tú se perdería…! –Pero Ariel ya no lo siguió escuchando y salió corriendo por la dirección donde Ash había señalado– ¡Oye, ven acá, que aún no he terminado de gritarte!

— ¡Lo lamento pero debo curar a este Pidgey! –Gritó, alejándose—. ¡Nos vemos, señor Maestro Pokémon!

Ash quedó congelado. Hace mucho que no escuchaba esa frase. Específicamente, desde que había perdido a Misty años atrás.

¿Ariel logrará llegar a ciudad Verde? ¿Podrá curar al Pidgey herido? Y más importante, ¿quién es Ariel? ¿Y, por qué le parece a Ash tan familiar? ¿Y qué ha pasado con Misty?

Eso lo sabremos en el siguiente capítulo.

ESTA HISTORIA CONTINUARA…


EXTRA: HOY PRESENTAMOS "LAS AVENTURAS DEL PRESENTADOR LOCO":

¿Terminamos? Bien, ¡ahora pásame el pan con mantequilla! ¡Muero de hambre!

Eh, señor, aun no apagó la cámara.

Jejjee, era un chiste —se rasca la nuca y hablando por lo bajo— eres un idiota, ¿Por qué no me avistaste que seguían aqui?

Bueno pero no se enoje.

Oye, esto no el chavo, —dándose cuenta— además aquí no hay cámaras estamos en un fic.

Ve, no es tan bruto como dicen.

¡Oye! Bueno, no importa de parte de Nova y de su coautor y asesor de batalla: el señor E nos despedimos, hasta la próxima.

P.D.: Comentarios, criticas, tomatazos, amenazas de muerte, coches bomba e impactruenos se lo mandan a mi vecina la gritona, jajjajaja.

Nova, fuera.