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PRÓLOGO
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Los gritos de guerra eran insoportablemente altos, jubilosos, sádicos; el crepitar de las llamas y el olor del humo solo lo hacía peor, alimentando de ese modo funesto la caída de mi reino mientras me veía en la vergonzosa necesidad de huir.
Miriam tiró de mi mano para insuflarme fuerzas pero las lágrimas y mi torpeza natural me impedían correr sin tropezar, el viento aullaba en mis oídos mientras el olor de la sangre impregnaba todo el ambiente.
Pensé en mis padres y me estremecí de miedo, mirándome brevemente hacia atrás, teniendo la infantil esperanza de que aparecieran y me protegieran como hacían siempre.
— ¡Princesa Bella! —Miriam me sacudió con fuerza para devolverme a la realidad, le miré sin dejar de llorar, el horror en su rostro era claro. No me consoló, no había tiempo para eso, solo apretó su mano sobre la mía y me hizo correr más rápido.
Cuando llegamos al cuarto que Alice y Rosalie, mis hermanas, compartían, los gritos se habían vuelto bramidos. Ambas estaban despiertas, aterrorizadas a un costado de su cuarto, temblando de rabia y dolor. Las lágrimas caían también sobre sus mejillas.
— ¡Bella! —ambas se tiraron sobre mí, nos envolvimos en un abrazo tembloroso y lleno de desesperación sin saber qué hacer. Papá y mamá estarían peleando, los tíos también… ¿Qué haríamos nosotras? Aun no teníamos suficiente preparación.
—Deben escapar, princesas —Miriam tiró sobre nosotras tres oscuras capas con capuchas sin pensarlo mucho. Le miramos sin comprender ¿Escapar? ¿Adónde iríamos?
—Miriam —sollozó Alice —, nuestros padres…
—Deben escapar —ordenó. Fuera el sangriento espectáculo seguía, mis pupilas habían contemplado parte del horror que se había desatado hace no mucho, y había quedado aterrorizada ante el despliegue de poder y crueldad.
Éramos tan insignificante comparadas con todo eso…
Solo teníamos diecisiete y dieciséis años, no sabíamos nada sobre escapar ni sobre sobrevivir solas.
—Hay un lugar: Forks —dijo rápidamente tomándome de las manos, sus ojos estaban llenos de lágrimas también, me miró con compasión y tristeza. Nos había cuidado desde que éramos bebés, era nuestra nana no una guerrera, y estaba temblando de miedo pero intentaba ser fuerte por nosotras. Me dio unos toquecitos en el pelo —. Está apartado de Volterra, en ese lugar podrán sobrevivir sin llamar mucho la atención. Los reyes deben quedarse aquí, deben pelear ya sea que caigan o triunfen —gemí —, pero de ninguna manera pueden permitir que algún cazador ponga un dedo sobre ustedes, son las princesas de este reino, deben quedar fuera de todo alcance.
—Miriam…—supliqué patéticamente. No podríamos hacerlo solas, éramos demasiado pequeñas, y aunque yo era la mayor era la menos preparada. Era torpe, tímida, balbuceante y sin ningún tipo de empatía o simpatía, era un desastre.
—Podrán hacerlo, deben hacerlo —aseveró sacando unos papeles de su ropa. Me lo dio sin mucho trámite volviendo la cabeza cuando un ruido horrible resonó en todos lados.
Rose siseó enseñando los dientes, Alice se apretujó sobre mí y la abracé queriendo también que alguien me consolara.
—Han entrado, tienen que irse —instó levantándose y haciéndonos un gesto. Rose tiró de mí, a pesar de las lágrimas su rostro se había vuelto una máscara llena de fuerza y determinación. Ojala pudiera ser como ella, en cuanto me puse de pie me tambaleé, mis temblorosas piernas apenas me sostenían.
Las lágrimas seguían cayendo y no hice intento alguno de apartarlas. Ahogando un sollozo seguí a mis hermanas y a mi nana. Nos llevó por un sinfín de pasillos, cada vez más rápido, un barullo bestial nos siguió hasta que repentinamente ella se detuvo y empujó con fuerza una pared que al deslizarse reveló un pasadizo secreto.
Abrí la boca sorprendida pero no tuve ocasión de decir nada, Miriam nos empujó sin despedirse y caímos entre golpes en la oscuridad.
— ¡Miriam!
— ¡Basta, Bella! —Rose me zarandeó — ¡No sirve de nada! ¡Vámonos!
—Pero…
— ¡Ahora! —me abrazó con fuerza rechinando los dientes y me rendí llorando sin compleción —. Volveremos, Bella, volveremos y pagarán…—prometió y pude oír el odio en su voz. Rose temblaba mientras me abrazaba pero no de miedo, ella temblaba solo de ira, deseosa de venganza.
—Pagarán…—repetí una y otra vez, me mordí el labio con fuerza, apreté los dientes —…Pagarán… —mamá y papá sonrieron en mis recuerdos — ¡Pagarán! —me prometí también.
Alice se unió a nuestro abrazo pero no dijo nada, no prometió nada, pero fue suficiente.
—Vámonos —susurró —. Vámonos, hermanas.
Ella me tendió la mano y la tomé, corrimos en la oscuridad del pasadizo dejando atrás los gritos, la sangre y la masacre. Corrimos lejos de nuestro hogar, llorando y maldiciendo a quién nos había hecho esto.
Corrimos y me prometí nunca olvidar, no había sido una persona vengativa, pero era imposible borrar todo lo que había visto.
Tenía que recordar…debía repetirlo cada día para que nunca lo olvidara.
Me llamo Isabella Swan, mis hermanas son Rosalie y Alice Swan, somos princesas de Volterra, el reino de los vampiros. Los caza-vampiros nos han atacado a traición, han destruido el tratado que nos unía…los caza-vampiros nos están obligando a huir…
Estamos huyendo…pero volveremos…y pagarán.
Pagarán.
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Edición (20/04/17):
Espero que esta edición deje un mejor sabor de boca que la historia que escribí apresuradamente antes, cuando era joven y estaba deseosa de reviews. Pido disculpas por mi inmadurez, estoy haciendo lo mejor que puedo para que al menos quede algo decente. Como bien dije antes, esta historia nació como una especie de adaptación de una historia que una de mis amigas de la secundaria escribió y que me permitió usar a mi modo para convertirlo en un fic. Solo usé la idea inicial, tres princesas vampiras escapando de su reino que se enamoran de tres chicos humanos, todo lo demás es muy diferente (además claro ella nunca terminó su historia u.u)
Gracias.
Bella.
