Resumen: Luffy es un detective de lo paranormal en la asociación One Piece y su nueva investigación le llevará a conocer a un muy original vampiro, logrando mucho más que sólo cumplir su misión. [ZoLu, AU; parte de la recopilación ProZoLu].
Advertencias: Yaoi [chicoxchico] && AU [Universo alterno].
Pareja: Zoro&&Luffy [ZoLu].
Disclaimer: Los personajes utilizados en esta historia pertenecen a Eiichiro Oda. También cabe mencionar que el universo es inspirado en los libros de Anne Rice más no es un crossover ni una adaptación, sólo he tomado ciertas ideas.
Dedicado a Zhena Hik, porque ella lo inspiró y porque la amo.
––––•(-• ( Nocturno ) •-)•––––
El celular repicaba constantemente y él solo se limitaba a estirar su mano para presionar el botón rojo para colgar la llamada. Ya había repetido ese proceso unas ocho veces antes de que se dignara a contestar puesto que al ver la pantalla avisándole de la llamada entrante con el número de la oficina donde laboraba se percató de que sus vacaciones habían terminado antes de tiempo.
— Capitán-san, ¿Por qué no contesta cuando le llamo?
Colocó el celular entre su hombro y oreja para así tener ambas manos libres y engullir cuanto pudiese del buffet que frente a él se mostraba. Se encontraba en un lujoso lugar de cortes de carne al cual decidió asistir después de recibir un correo urgente de la mismísima superior de la asociación en la cual trabajaba pidiéndole que regresara de sus vacaciones, alegando que sería sólo una reunión breve.
Pero si se trataba de la superior en jefe nunca era breve.
Así que afrontando su triste destino de verse de nuevo en su ajetreada agenda laboral, incluso cuando aún le quedaban muchos días de vacaciones según el reglamento de la asociación One Piece, había decidido consentirse pidiendo todo lo de la carta de su restaurant favorito antes de su reunión de las 6:00 de la tarde.
— …¿Capitán-san?— volvió a llamar una suave y seria voz de mujer, perteneciente a su compañera de trabajo, al no obtener respuesta.
— Dejfe su mensajfe después del tofno… burp.— en realidad lo último no lo había hecho a propósito, pero al eructar se dio cuenta que ya estaba prácticamente satisfecho. Aunque aún le quedaba un filete de arrachera, de los tres que había ordenado, que engulló más por gula que por hambre. Tenía un aspecto delicioso y de hecho lo estaba.
— No es momento de juegos capitán-san, la gerente-san está muy molesta por su retraso.
— La reunión es a las 6:00 de la tarde— refunfuñó con voz chillona mientras se chupaba los dedos.
— Exactamente, y ya son las 6:37.
Se encogió de hombros restándole importancia y haciendo un ademan con la mano pidió la cuenta, cuando el mesero se acercó le otorgó su tarjeta de débito y pidió de manera muy amable, engalanada con una sonrisa que le pusieran la comida sobrante para llevar, después de todo, al parecer ni su último maratón de comida vacacional podría finalizar cómodamente.
— ¿Que son 37 minutos?, dile que no exagere
— Le recomiendo que se apresure
— Está bien, no tardo— colgó su móvil y recibió gustoso las bolsas con las cajitas de comida dentro de ellas, dejando por supuesto el 20% de propina que el pobre mesero bien se merecía.
Corrió a máxima velocidad por las calles atiborradas de gente, el sol ya se estaba ocultando gracias al horario de invierno y acomodándose el cuello afelpado de su saco rogó porque la directora no estuviese tan irritada como decía su colega.
Era un joven delgado y de mediana estatura, la verdad es que por poco se había salvado de entrar en el concepto de "chaparro". De estatura media y con un cabello lacio, regularmente alborotado y de color azabache era un hombre bastante llamativo. Sus ojos eran de un color marrón brilloso, bastante grandes en comparación a las demás facciones de su cara, haciendo juego con sus labios carnosos y su sonrisa de gran tamaño, con dientes aperlados y bien perfilados que no dudaba en lucir a cada momento. Su nariz respingada y su cara afilada le daban una apariencia juvenil, de un sempiterno estudiante. Sin embargo; se trataba de un hombre de veintisiete años de edad que vestía unos pantalones tejanos adornados con rasgaduras en las rodillas y un saco largo color rojo con rayas blancas que le abrigaba muy bien de la fuerte ventisca.
Sonrió triunfal cuando logró divisar el edificio al que se dirigía, sacó su credencial de acceso y la pasó por el lector para después entrar a toda prisa con dirección a la oficina de la gerente en turno.
Cuando por fin tomó el pomo de la puerta con la leyenda "Directora general de One Piece" se sintió aliviado, suspiró hondamente recuperando el hálito perdido y sonriente se adentró en la oficina, en la cual le recibieron con un fuerte coscorrón en la cabeza.
— Sólo por si no has leído el reglamento de la asociación One piece, que por cierto es muy rígida en su cumplimiento, sólo damos quince minutos de tolerancia.
— ¡Auch, Nami!— se quejó sobándose la parte afectada –pero si hoy no me tocaba trabajar, estoy de vacaciones, recuérdalo.
La joven de largos cabellos ondulados color naranja se plantó frente a él de manera amenazante, con ambas manos en la cintura y una mirada que congelaría a cualquiera que se le cruzara en frente.
— Pues te anuncio que no más, tienes nuevo encargo.
— Dáselo a otro— mencionó con simplicidad.
— Eres el más indicado para el trabajo.
— En realidad— habló otra voz sumándose a la discusión, un hombre rubio vestido con un traje negro y una camisa azul añil que fumaba recargado en el escritorio de aquella oficina— nadie más aceptó el trabajo.
La directora le obligó a tomar entre sus manos un folder con la información correspondiente dentro de éste acerca del asunto en cuestión. A regañadientes comenzó a hojear la información en el archivo.
— ¡Y que lo digas!— otra voz más se unió a la conversación, un joven moreno de cabello realmente rizado y con la característica principal de tener una nariz extremadamente larga— por nada del mundo regreso ahí.
— Luffy…— llamó la chica de cabellos naranjas yéndose a acomodar en su mullida silla presidencial. Entrelazó los dedos de sus manos y acomodando su rostro en ellos le miró fijamente –estoy segura que el caso será de tu agrado, así que comienza de una vez.
— Espera— Luffy giró un poco hacia atrás al sentir que alguien se posicionaba justo detrás de él, haciendo apenas acto de presencia en la habitación. Se trataba de su compañera de equipo, Robin, una mujer de largo cabello negro, expresión seria y bastante alta, al verla le sonrió con agrado a lo que la recién llegada correspondió del mismo modo. Ambos regresaron su atención a la gerente y Luffy continuó — ¿De qué se trata ahora?
— Verás… hemos estado investigando a un vampiro…
— No bromees— su rostro antes sonriente ahora se tornaba decepcionado. Resopló con desgano y perdiendo totalmente el interés a lo que su superior quisiera decirle comenzó a dejar vagar su mirada apática por toda la habitación, a su parecer aburrida, para después rascarse la cabellera con exasperación –pero Nami, ¡No arruinaré mis vacaciones por eso! Prefiero duendes, nomos o imágenes religiosas en pan tostado, eso es más interesante que vampiros, ¿Verdad, Robin?
La mujer de cabello lacio oscuro sólo atinó a soltar un risita discreta.
One piece era una sociedad secreta dedicada al estudio de lo paranormal. En ella se investigaban y vigilaban hechos peculiares teniendo así un grupo de agentes encargados de recolectar información, mitos, leyendas e historias paranormales que anduviesen rondando alrededor del mundo así como otros agentes que se dedicaban plenamente a corroborarlas. Esta asociación era bastante grande puesto que tenía un gran ingreso de dinero gracias a los patrocinadores de los que era beneficiada, siendo estos en su mayoría millonarios despilfarradores de dinero teniendo estos como retribución acceso a una gran galería de artículos varios relacionados a eventos paranormales así como también la base de datos donde se recolectaban los resultados de cada investigación, donde se podrían encontrar fotos, videos y lo más importante, los informes finales de los "detectives de lo paranormal", como los llamaba la directora general Nami ó "Dorobo neko", su nombre clave actual.
En esta sociedad se abarcaban hechos paranormales en general, en particular brujas, vampiros, hombres lobo y espíritus pero sin despreciar temática alguna realmente. Para los agentes de campo, se les otorgaba un nombre clave que cambiaba en caso de ser necesario y por reglamento se les proporcionaba de 6 meses de vacaciones a 2 años con todo pagado, dependiendo la magnitud de su último trabajo para evitar así poner en peligro su integridad, pero también cabe mencionar que la mayoría de los casos abarcaban años de persecución e investigación, balanceando así los periodos laborales con los vacacionales.
— Hablemos claro, Luffy— la chica pelinaranja comenzó a sacar algunos objetos de unas cajas bajo su escritorio acomodándolos sobre este para así mostrárselos al joven investigador – yo sé que después de tu trabajo en Skypiea se supone debiste recibir 2 años de vacaciones, es decir, descubrir que realmente existe una isla en el cielo es un gran logro— el mencionado sonrió orgullosamente ante esto –pero estoy desesperada, nadie acepta el caso y la verdad es que eras mi última opción, ¡tus reportes apestan! Y eres un indisciplinado a quién ya hubiese corrido de no ser… —dudó un poco en terminar la frase debido a que no era un cumplido pero temía que fuera interpretado como tal.— tan temerario y esa característica necesito para esta investigación.
— No quiero— dijo firmemente mientras comenzaba a hurgarse la nariz— nadie quiere el caso porque es aburrido, los vampiros ya nomás sirven para las películas, todo el mundo sabe que existen, negarlo es como negar que existe el chupacabras.
— Pero si el chupacabras no existe— rió de buena gana el de nariz larga.
— ¡Sí existe y lo demostraré!... algún día—dijo orgulloso de sí mismo regresando su atención a la pelinaranja—¿Qué se supone que reporte? ¿Que en realidad no brillan frente al sol y que no son "vegetarianos"? eso todo el mundo lo sabe.
— ¡Con un demonio, cállate ya y deja que Nami-san te explique!— intervino el rubio ojiazul dando un manotazo al escritorio.
— Mugiwara— le llamó por su nombre clave y el mencionado se encogió en su lugar, eso sólo significaba una cosa: la había sacado de sus casillas y debía andar con cuidado — La investigación no es en sí sobre los vampiros, es sobre uno en especial. Abre el condenado folder que te di— ordenó y fue obedecida en el acto —al parecer nos hemos topado con un vampiro veterano, si los cálculos no fallan estuvo respirando aproximadamente en los años 1600 o un poco menos, pero como tú sabes eso ya es decir mucho.
El moreno asintió. Era verdad que los vampiros existieron casi desde los inicios del hombre, aunque aún no se sabía a ciencia cierta, pero lo que si se sabía es que, aunque fueran relativamente inmortales en la actualidad no existían tantos vampiros con cientos de años, de hecho estaba comprobado que con el pasar de los años estas criaturas se volvían "locas" por así decirlo y terminaban incinerándose. La mayoría siempre terminaba suicidándose antes de los 200 años.
Por ello, él entendía la importancia de encontrar un vampiro en la actualidad con más de 400 años en su haber. Comenzaba a interesarse, hojeó el contenido una vez más prestando más atención y deteniéndose a observar un par de fotos unidas a la información mediante un clip. Una parecía ser bastante vieja, al estilo blanco y negro mientras que la otra era notablemente reciente.
La fotografía antigua mostraba a un joven de entre veinticinco a treinta años según sus cálculos, en un lago pescando. Apenas se miraba de perfil, su ropa era bastante anticuada y llevaba amarrado en su brazo un pañuelo oscuro.
La segunda fotografía mostraba a un niño de entre cuatro y siete años de edad, nuevamente según su criterio, en lo que era un festejo navideño ya que llevaba puesto un atuendo de reno con un collar rojo de cascabel y una diadema con cuernitos de reno sobre su cabeza. No encontró relación entre ese infante tan animado con el tema tratado hasta que notó que la fotografía fue tomada frente a un espejo por lo que se lograba distinguir la difusa silueta del mismo hombre de la primera foto con ropas tradicionales japonesas. Ciertamente no se lograba definir al hombre reflejado en la foto pero ese pañuelo en el brazo sugería que se trataba del mismo sujeto. Gracias a lo actual de la fotografía se podía definir el color de cabello del hombre, verde aguamarina.
— Como sé que no leerás nada te daré el resumen – sentenció –Se cree que actualmente reside en Kioto, Japón. Verás, en un poblado se comenzó a expandir el rumor de que un niño que había sido abandonado por su madre desde bebé, era cuidado por un demonio. Este rumor surgió ya que el niño vive solo en una casa y ¡vaya que nuestro objetivo no es muy discreto! porque es una casa relativamente cerca de la ciudad satélite en el poblado, por lo tanto los vecinos comenzaron a notar la rareza del asunto. Imagínate, un niño de seis años que vive solo, ¡por supuesto que llama la atención!— la pelinaranja sonrió irónica –y eso no es todo, incluso va a la escuela. El niño se llama Chopper y él cuenta que lo cuida un superhéroe o eso le dijo a Usopp— La chica miró al narizón bastante divertida.
— Cuando llegó esa historia a nuestra base en Japón, tomaron varios testimonios cercanos y decidieron que era misión para la base madre aquí en Suecia –Usopp guiñó el ojo y alzó un dedo pulgar –entonces decidí ir a hacer investigación de campo, me fui por tres meses y conocí al niño, incluso dormí varias veces en la casa donde ha vivido desde recién nacido –la emoción latente en su voz contagiaba cada vez más a Luffy quién no dejaba de ver las fotos –no miento, todos los días le amanecen notas y sobres con dinero al niño. La verdad no logré ni siquiera verle la sombra al tipo, pero logré traerme prestadas algunas pertenecías de él, Chopper me las prestó –sonrió grandemente— El niño piensa que se trata de un superhéroe porque dice que lo vio volar.
— Volar…—repitió ahora la mujer morena detrás de Luffy que hasta ahora se había mantenido al margen, eso sólo corroboraba la hipótesis de un vampiro centenario, puesto que aunque aún no estaba certificado, se tenían pruebas de que con el pasar de los años los vampiros adquirían más fuerza y habilidades, entre estas, se estimaba que volar era parte de ellas pero corroborarlo era de verdad difícil tomando en cuenta que los seres de cientos de años de esta especie eran casi nulos.
— Deduje que se trataba de un vampiro porqué aparte de que los sobres y notas aparecían por la mañana y de los comentarios de Chopper sobre que su "superhéroe" le había dicho que no le gustaba el día, el niño me contó que cuando le piden reuniones en la primaria o incluso para las inscripciones y visitas al médico, su "héroe" manda a sus "amigos" ya que él nunca puede asistir. Corroboré esto con los aldeanos y dicen que siempre van personas distintas y van en estado catatónico.
— Clara muestra de manipulación mental— susurró Robin, más para sí misma que para los presentes en la sala.
— ¿Y esas características a quienes nos recuerdan?— exhaló el humo de su cigarrillo y sonrió, pasó una mano por su rubio cabello y todos contestaron al unísono a la pregunta formulada por Sanji.
— Vampiros.
— Pero… ¿No es muy apresurado dar una categoría a alguien a quien no hemos visto, gerente-san?
— Es que aún hay más, los objetos que encontré son estos— dijo Usopp señalando los artículos que momentos antes Nami hubiese colocado sobre su escritorio.
Robin y Luffy se acercaron para observar siendo este último el que sonriese grandemente al encontrar entre los artículos varios ese pañuelo que tanta curiosidad le había causado al verlo en las fotos. Era negro y de tela suave, para su sorpresa estaba realmente bien conservado.
— Todos estos objetos fueron analizados en el laboratorio y ambos dieron en los resultados una edad mínima de 300 años— mencionó la pelinaranja mirando a Sanji quién continuo el relato.
— Y esta espada rota— dijo señalando uno de los objetos en el escritorio— es una katana, una katana autentica de samurái.
— ¡SUGOIIIIIIII~!— eso había sido la gota que derramara el vaso, la única razón por la que el nombrado "Mugiwara" se hubiese mantenido en silencio se debía al incremento de su interés en el caso, había estado temblando conteniendo su algarabía pero escuchar que su nuevo trabajo era investigar a un viejo-vampiro-samurái tan honorable como para hacerse cargo de un niño pequeño había terminado por desbordarse en un saltarín Luffy que gritaba lo increíble del asunto por toda la oficina.
— También trabaja, según informes y testimonios ha trabajado desde pescador, hasta de caza recompensas. Obviamente con nombres falsos pero ya sabes, su color de cabello no es muy común— comentó el rubio – un marimo caminante y parlante resalta entre la gente.
— ¿Puedes creerlo? ¡Un vampiro caza recompensas!— rio de buena gana Nami –en serio esta encariñado con ese chiquillo.
— Seguro es su lacayo— dijo con el tono de voz más natural del mundo la compañera de equipo de Luffy. Ante esto todos se pusieron azules de sólo pensarlo, incluso Nami y Usopp habían sacudido la cabeza frenéticamente alejando aquel comentario de sus mentes.
El término "lacayo" en la asociación One piece, era usado para describir al amante humano de un vampiro. Según los registros, lo vampiros suelen tener uno o varios lacayos y es muy común que un vampiro mantenga relaciones de ese tipo a lo largo de su existencia.
— ¡Claro que no!— gritó indignado Usopp –obviamente investigué eso –dijo un poco abochornado y con la voz apagada –el niño apenas y lo ve de vez en cuando… ¡No es nada de eso!
— Lo que no entiendo es, si están casi tan emocionados como yo con el caso ¿Por qué nadie lo tomó por mí?— cuestionó Luffy mirando a Robin quien asintió a su vez haciendo ver que tenían sospechas de que no les habían dicho todo.
— Pues resulta que este vampiro tiene un sentido del humor muy extravagante— alertó Usopp, recordando los momentos 'inolvidables' que le hizo vivir el sujeto en cuestión –No regreso ni aunque me suban el sueldo.
— ¿Y tú, Sanji?— ahora era Robin la encuestadora.
— Robin-swan, después de escuchar el testimonio de Usopp decidí que es más importante para mí vivir lo suficiente para que Nami-san me dé el "sí" por fin que lidiar con vampiros— sonrió viendo de reojo a Nami quién se acomodó los lentes de lectura y carraspeó fuertemente.
— Cómprame un anillo con un diamante tan grande que me tire de cara contra el suelo y luego hablamos— arrastró la silla donde estaba sentada hacia atrás haciendo un ruido estruendoso, se levantó y camino hacia los morenos que platicaban entre sí – Entonces… ¿Aceptan?
Luffy miró a Robin en busca de su respuesta.
—Como gustes, capitán-san.
— ¡Por supuesto!— con la aprobación de su compañera, aceptó el trabajo que arruinara sus vacaciones. Tomó el pañuelo negro que en el escritorio de la gerente se encontraba y lo anudó como hubiese visto en las imágenes momentos antes en su brazo. Alzó ambas manos y su carcajada característica inundó el lugar.
— Por cierto, contrólate con los viáticos— dijo la pelinaranja al momento que sacaba a los dos detectives del caso casi a rastras de su despacho y cerraba la puerta tras ellos.
Al final, Luffy no había tenido más opción que ir a su travesía solo. La verdad él odiaba no tener acompañantes en sus misiones, pero Robin había tenido que declinar ya que le habían informado de nuevos descubrimientos acerca de los Poneglyphs que tanto la cautivaban y siendo la morena la encargada de investigar cuanto se pudiese acerca de ese tema, sus caminos se habían separado.
Nami le había dado la opción de escoger otro compañero de equipo, uno provisional ya que el equipo Luffy/Robin llevaba años de experiencia juntos; (y siendo honestos sólo Robin había logrado soportar al apodado "sombrero de paja") sin embargo, una vez dicho esto y a pesar de que al joven ojimarrón le hubiese encantado la idea, todos a su alrededor habían dado varios pasos hacia atrás haciendo ademanes de negación con las manos. Cabizbajo, prometió a Nami que sería cauteloso hasta que su colega regresara pero todos supieron de inmediato que él era totalmente incapaz de cumplir aquella promesa.
—II—
En cuanto le hubiesen entregado su nueva tarjeta bancaria donde le estarían depositando una gran suma de dinero semanalmente junto al pasaporte falso y un nuevo teléfono celular como las normas marcaban para evitar altercados como espionaje, abordó el primer avión rumbo a Japón. Estaba tan emocionado que no podía dejar de repetir lo mucho que deseaba llegar ya a su destino, su compañero de asiento, molesto, exclamó bastante irritado — ¿Qué eres?, ¿Un niño en viaje de excursión?
Luffy no lo pensó mucho antes de asentir con la cabeza varias veces. Ese concepto aplicaba bastante a su parecer.
Después del avión tuvo que transbordar varios transportes más, el lugar sí que estaba retirado y tanto viajar le había cansado en demasía pero ya estaba más que preparado para el primer encuentro… o eso creía.
Cuando se encontró en la región de Honshu, en su capital para ser exactos, anduvo en busca del pueblo donde el informe decía que radicaba su objetivo. Se perdió un par de veces, pero ayudándose de google maps, indicaciones y de caminar sin sentido alguno dejándolo todo a su suerte, definitivamente logró perderse aún más. Al final se vio en la necesidad de pagarle a alguien para que le llevara al lugar indicado.
Al verse ya en el sitio adecuado decidió formular su gran estrategia, la cual terminó siendo un plan maestro super elaborado y sin margen de errores. Compró suficiente comida regional como para alimentar a una familia entera por semanas, misma que él pensaba devorar en la merienda. Tenía hambre y pensó que el invitarle la comida de hoy al niño que se disponía visitar era la mejor manera de romper el hielo. Uno siempre puede entablar amistades comiendo, pensó.
La fachada de la casa lo había impresionado pues él se había imaginado una vivienda tenebrosa, más todo lo contrario, se miraba bastante acogedora y el patio lleno de árboles y con un pequeño estanque le hacía creer que en realidad iba a ser más fácil de lo que imaginó. Este sentimiento se acrecentó al presentarse con el niño, por supuesto al comienzo el niño se mostró desconfiado y aparentemente era muy tímido pero al mencionarle que era amigo de Usopp, regresarle los objetos que le había prestado a este (excepto el pañuelo que aún usaba atado a su brazo) y mostrarle el delicioso postre que había comprado para ambos el pequeño se mostró más amistoso y lo acompañó en la merienda.
Una semana y media pasó sin ningún incidente. Aparentemente el vampiro que buscaba no había reparado en que él había estado acudiendo a su casa todos los días para comer y charlar con Chopper. Pensando en ello, se dio cuenta que no podía sólo ir por el día pues de este modo no llegaría a ninguna parte. Gracias a que rápidamente se había ganado la confianza del niño y que ambos terminaron llevándose de maravilla fue que, poniendo como excusa la caída de la noche (que de hecho él había esperado ansioso) le propuso hacer una pijamada a lo que un alegre Chopper accedió encantado.
Y así había logrado el primer encuentro con su vampiro.
Había intentado mantenerse despierto toda la noche en espera de su aparición, después de todo, su objetivo no faltaba ni un solo día a visitar a Chopper dejándole dinero y notas que él mismo había logrado ver en sus visitas anteriores. Realmente lo intentó pero el cansancio eventualmente lo venció.
No sabía cuánto tiempo llevaba dormido cuando comenzó a sentir un frío terrible en la punta de sus pies, parpadeo perezosamente y se giró hacia un costado mientras se enroscaba en la manta que Chopper le hubiese prestado. Cerró sus ojos intentando conciliar el sueño pero la sensación de frío no se alejaba, al contrario, iba en aumento subiendo poco a poco desde sus pies, piernas, caderas, torso y brazos, abrió sus ojos sobresaltado al percatarse de que esta sensación era a causa de que le habían jalado la cobija, o mejor dicho, está se había elevado hacía el techo poco a poco hasta despojarle de ella y enfocando su vista en la oscuridad pudo ver la silueta de un hombre alto parado justo a un lado de la cama. Inmediatamente intentó sentarse, pero le fue imposible, se encontraba paralizado. No era causado por miedo, eso seguro, lo que en realidad sentía era una opresión como si alguien se encontrase encima suyo, dejó vagar su mirar por donde tuviese alcance en busca de aquella silueta pero no obtuvo éxito, sólo era él y la habitación de huéspedes a oscuras.
Cerró los ojos apretándolos y cuando los abrió nuevamente la primera imagen que vino a él fue la de unos ojos verde brillante que le miraban fijamente a muy poca distancia, su respiración se agitó por el sobresalto y abriendo la boca para soltar alguna exclamación se vio siendo acallado por una gran mano fría que le apretujaba con fuerza.
— Ni te atrevas a gritar— escuchó le advertía una voz terriblemente gruesa y antes de que pudiera hacer algo fue jalado con fuerza por los tobillos, siendo tumbado de la cama. El golpe de su rostro contra el suelo no fue tan horroroso como el hecho de que al girar su cuerpo boca arriba vio claramente como la misma manta que le hubiese cubierto del frío antes se acercaba a una velocidad temible hacía su rostro.
Sin realmente poder evitarlo se vio envuelto con fuerza en la tela algodonada, tapándole totalmente la visión y comenzó un viaje a rastras escaleras abajo fuera de la habitación de huéspedes que él no propiciaba. Intentó en vano agarrarse de algunos de los barrotes del barandal de la escalera pero al hacerlo a ciegas apenas y logró sostenerse con una mano cuando la invisible fuerza impulsora se acrecentó y terminó por derribarle sobre la madera del suelo haciéndole sufrir con cada escalón predecesor.
— Auch— se quejó liberándose de la cobija que rápidamente cedió. Observó cauteloso la estancia a oscuras mientras se sobaba la frente donde un hilillo de sangre brotaba divisando sin mayor problema a su objetivo. El individuo se encontraba arrellanado en uno de los sillones con las piernas cruzadas y uno de sus codos recargado en el brazo del sillón. Su cabeza estaba inclinada, reposada en una de sus manos. Parecía más cansado que molesto para el joven investigador, por ello, se incorporó del suelo e intentó dar el primer paso hacia adelante mostrando su más carismática sonrisa pero su avance se quedó sólo en planes cuando en un parpadeo ya tenía al hombre alto apresándole con fuerza por la espalda.
— Yo no pedí comida brasileña— Este comentario más que asustarle le hizo ver a Luffy que de la emoción e impresión del primer encuentro había dejado de lado sus enseñanzas en One piece, dejando su mente abierta así que de inmediato se concentró y ocultó cualquier pensamiento suyo del vampiro para evitar que hurgueteara en sus recuerdos.
— Y no te la recomiendo— dijo sonriente, haciendo el intento de girarse para encarar a su acompañante pero era imposible, estaba totalmente inmovilizado. Inmediatamente sintió la frescura que le proporcionara la lengua del vampiro pasando por la pequeña herida en su frente y no pudo evitar tensarse.
— Lárgate— Incluso para el despistado investigador eso había sonado como una amenaza.
— Espera, yo quiero…— No pudo terminar la frase puesto que se vio arrojado por los aires, traspasando la ventana y terminando fuera de la casa casi en un mili segundo.
No lo había visto venir así que ni las manos había metido al caer, se sintió mareado y cuando se escudriñó para evaluar los daños, vio en su brazo derecho varios vidrios encajados en su piel, mismos que comenzó a retirar.
— Que gruñón— Se quejó, siguiendo en su faena de retirar con su mano izquierda aquellos indicios de que alguna vez existió una ventana en esa casa.
Esta acción llamó la atención del vampiro aún dentro de su residencia, pues notó que el joven castaño llevaba en su brazo izquierdo aquel pañuelo que era de su propiedad.
Ahora estaba colérico y en un parpadeo el de cabello verde se vio zarandeando por el brazo al investigar tratando de quitarle el pañuelo.
— ¡Regrésalo!
— ¡No hasta que hables conmigo, entonces te lo regreso!— sentenció el castaño recibiendo como contestación sólo el cesar de aquellos jaloneos y una mirada seria, un fuerte golpe en la nuca y la oscuridad otra vez.
Lo admitía, no había sido el mejor primer encuentro de todos, ni siquiera estaba cerca de lo que se imaginó pero ya habría muchos más, de eso se encargaría él.
Decidido regresó cuatro días después, imaginando que cuatro días serían los ideales para que al malhumorado vampiro se le pasara el coraje.
Por supuesto también había aprovechado para recuperarse puesto que ese viaje exprés a través de la ventana le había dejado muchos dolorosos souvenirs.
Así pues, cuatro noches después estaba de nuevo en la residencia de su objetivo a pesar de las peticiones de Chopper por desistir.
— A Zoro no le caes bien— mencionó triste el niñito –pero a mí sí, por eso, tienes que irte— la alarma en su voz halagó tremendamente al investigador quien sonrió grandemente para animar al infante.
— Sólo hablaré con él, ya verás cómo terminaremos siendo amigos— dijo despreocupadamente a lo que Chopper cedió no muy convencido y le condujo de nuevo a la habitación de huéspedes.
Por más que había hecho uso de toda su fuerza de voluntad, nuevamente se había quedado dormido. Incluso prendió la televisión para distraerse logrando sólo aprenderse de memoria los infomerciales y endeudarse con uno que otro producto que parecía muy necesario en su vida, para su punto de vista, tales como: unos tenis con imanes en las suelas para evitar el sobrepeso, una licuadora que sacaba jugo de cualquier fruta, incluso si le metías un coco entero, y por último una pesa que incluso para él parecía algo obscena (ese movimiento arriba y abajo le recordaba cosas) pero que describían como la manera más sencilla de obtener musculatura.
Naturalmente se había esforzado mucho haciendo esos pedidos desde su celular, financiado por One piece (celular y plan de llamadas, mensajes e internet) que pagaría con su tarjeta de empleado, también financiado por One piece, lo cual, obviamente requería mucha energía vital y le dejó tremendamente agotado.
— Hey, despierta— Escuchó que le hablaban entre sueños, se talló los ojos perezosamente un poco desanimado puesto que podía sentir la molestia de la luz solar sobre sus parpados cerrados, lo cual indicaba que no había tenido suerte. Su vampiro no había querido jugar hoy — ¿Tienes cigarrillos?— Pero estaba equivocado. Esa pregunta le descolocó e inmediatamente se activó su sistema de alarma interno. Miró alrededor viéndose encerrado tras unos barrotes, rodeado de dos tipejos, uno alto y gordo acompañado de otro más, delgado y calvo, ambos vestidos a rallas. Se escudriñó la ropa, viéndose vestido de la misma manera, con ese atuendo característico de las cárceles. Echó el grito de sorpresa más fuerte que sus pulmones lograron formular y de la impresión terminó cayendo al suelo. Resultando que se encontraba en la cama más alta de la litera en el recinto.
— Entonces… ¿tienes cigarrillos?— El investigador carcajeó de buena gana a viva voz, tanto, que sus dos acompañantes al parecer temieron por su salud mental y se arrellanaron en una esquina.
Para su fortuna, tanteándose los costados descubrió que aún portaba su celular y demás pertenencias. Marcó inmediatamente el número que marcaba en casos de emergencia sin parar de reír como un chiflado.
— ¿Sí?, ¿Robin?, Adivina donde estoy…
Con ayuda de los integrantes de la base en Japón y conexiones de One Piece, Robin había logrado sacarle de aquella prisión realizando algunas llamadas, dos días después.
Estaba de mal humor, se sentía famélico, aunque hubiese terminado por pedirles (robarles) sus porciones de comida a sus compañeros de celda y sobre todo, estaba más motivado que nunca para ir por la revancha con ese sujeto.
El juego se estaba poniendo divertido sin duda alguna.
Antes, por supuesto, llegó a atiborrarse de comida en el primer restaurante que encontró en su camino, después compró despensa para su departamento, el cual no había visitado mucho desde su llegada, compró uno que otro utensilio para su trabajo, postres, un juguete para chopper y se detuvo en un puesto de okonomiyaki para festejar su libertad. La comida de la prisión no era mala, pero era escasa sin duda.
A su departamento sólo llegó apenas unas horas para bañarse y vestirse con algo mejor que rayas, disfrutando de un relajante baño que buena falta le hacía, incluso él conocía las historias sobre las duchas de prisión por lo que decidió prescindir de ese servicio.
Vistiéndose unos vaqueros oscuros y un suéter de lana color vino, salió a la carrera rumbo a aquella casa donde no era bienvenido por su propietario.
Chopper se había puesto muy contento con la gran variedad de postres y el trenecito eléctrico que le había comprado Luffy, pero nada se comparaba con el regreso del investigador.
— ¡No viniste… en muchos días!— recriminó el niño haciendo pucheros pero en cuanto el investigador le hubiese abierto los brazos este corrió a su encuentro dándole un caluroso abrazo.
Jugaron todo el día, desde a las escondidas, stop y a los quemados para terminar por armar y poner en marcha el tren azul que hubiese comprado Luffy para Chopper.
Cuando por fin llegó la noche, Luffy decidió cambiar su táctica. El niño se había quedado dormido entre tanto juego así que, como estrategia, se lo llevó a dormir con él asumiendo que de esa forma el vampiro se limitaría más en sus rabietas.
Pero fue todo lo contrario.
Esta vez no se había quedado dormido, esperó pacientemente mientras tomaba café como condenado, en realidad no le gustaba esa bebida pero muchos afirmaban que quitaba el sueño y era justo lo que necesitaba en esos momentos.
Alrededor de las 12:00 pm, cuando se entretenía viendo el infomercial de un vidente medio amanerado que le deseaba paz a todo el mundo, mientras anotaba el nombre de este en su libreta personal de "Investigaciones pendientes" escuchó ruidos en el tejado. Se quedó quietecito un tiempo prudente pero nada pasó por lo que supuso que se trataba sólo de gatos.
— Sugoi…— susurró impresionado por todo lo que decía el personaje con tanta pluma en sus expresiones dentro del televisor –no puede ser cierto— se dijo un poco incrédulo pero cayendo casi inmediatamente en la conclusión de que, si sale en la televisión, debe de ser verdad.
De pronto unos estruendosos y firmes pasos se escucharon por las escaleras que daban hacía las habitaciones, acto seguido, la imponente presencia de Zoro, como decía el niño que se llamaba, estaba de pie en el marco de la puerta con una expresión malévola mostrando una sonrisa de lado que dejaba entrever sus pequeños pero afilados incisivos.
Luffy sudó frio y se encogió en su lugar saludando cómicamente al recién llegado.
— ¡No regreses!— fue lo último que escuchó antes de perder el conocimiento.
Cuando abrió los ojos, instigado por el fuerte sol y el aire fresco que le enchinaba la piel, pegó un brinco que casi le provoca la muerte.
Se encontraba en una pequeña balsa (diminuta a su parecer), en medio del mar "¿quién sabe cuál?'" en lo que parecía ser medio día.
Entre la desgracia de estar en medio del mar en una micro balsa sin remos, sin poder nadar a menos que buscara ahogarse y completamente solo, resaltaba sin duda las quemaduras que tenía en la piel por haber estado durmiendo expuesto al impasible sol.
Para su fortuna, de nuevo, traía consigo sus pertenecías, viéndose en la penosa necesidad de solicitar auxilio nuevamente.
— ¿En dónde está capitán-san?— Preguntó la amable voz de su compañera.
— No tengo ni idea— se talló firmemente la cien en muestra de su irritación, estaba aburrido, hambriento y sentirse indefenso no le hacía gracia.
— ¿Alguna referencia? ¿Ve algo en particular?
— Ni siquiera un oxxo— suspiró haciendo un chiste que en realidad no aplicaba para la región donde se encontraba pero que sabía Robin entendería.
La risita de la joven mujer se escuchó inmediatamente –Entonces sí que está perdido capitán.
En menos de 7 horas un helicóptero llegó en su rescate, trayendo consigo claro está crema para quemaduras solares. Preguntó su localización sintiendo deseos de clavarle una estaca en el pecho al vampiro que le había dejado varado en medio del océano pacífico.
Bueno, apenas y estaba lejos de las costas de Japón, pero si era el océano pacifico.
— ¿Cómo es que me encontraron, Robin?— después de horas, en los que le habían llevado al médico (sólo por si acaso), le habían pedido su reporte, ese que hacían cada que pedían refuerzos, incluso más tarde de que hubiesen platicado amenamente ambos investigadores, justo en medio de la comida, cayó en cuenta de la incógnita y le llegó aquella duda.
— Pues… ¿recuerda aquella ocasión en que lo llevamos a vacunar?— Luffy asintió sonriente –no era una vacuna, sino un GPS lo que le inyectaron en el brazo— la chica era ahora la que sonreía mientras el de ojos castaños fruncía el ceño.
— No sé qué sea eso que dices, pero duele mucho— dijo rememorando el dolor y sobándose el brazo donde recordaba le hubiesen picado –pero si es de ayuda, por mi bien— sin más que añadir, siguió comiendo cual naufrago perdido por años, cuando en realidad apenas había pasado horas en el mar.
Aunque en realidad siguió yendo cada día sin falta en busca de Chopper, en cuanto se anunciaba el ocaso, regresaba a su departamento, evadiendo así al vampiro que le jugaba malas pasadas.
No es que se hubiese dado por vencido, por supuesto que no, dejaba de llamarse Monkey D. Luffy si no cumplía con su misión, era sólo que hasta él en su infinita impertinencia entendía que tenía que pensar y después actuar o como mínimo, dejar pasar tiempo en lo que el demonio-vampiro olvidaba un poco sus calurosos encuentros.
Si es que a eso se le podía llamar encuentros.
— ¡El maleducado ni me deja hablar!— refunfuñó molesto mientras hurgueteaba su nariz como si esto le ayudara a pensar mejor en lo que debería poner en su reporte.
Sus pequeñas quemadas habían sanado y curiosamente, como se le había caído la piel, terminó viéndose más claro de lo normal.
Se sacó un moco que, mirando hacia ambos lados asegurándose de estar solo, embarro debajo de su silla con ruedas que hacía juego con el escritorio.
Escribió cerca de cuatro oraciones mal formadas en japonés y mando el reporte por correo a su superior "Dorobo neko".
Suspiró cansino y armándose de toda la resolución de la que solía hacer gala, se dispuso a dormir decidido a encontrarse con el peliverde al día siguiente.
Al amanecer, despidió a su querida compañera de equipo, quién aún tenía asuntos pendientes e inmediatamente se encaminó hacia la residencia del vampiro.
Desde entonces todo estaba borroso. Recordaba haber notado como los aldeanos que antes les hubiesen tratado como si de un presidente se tratara (ya que un forastero bien vestido y despilfarrador siempre caía en gracia a aldeanos como ellos) ahora le miraban con recelo y le rehuían como si portase lepra.
Después, más por conjetura que por realmente recordarlo, sabía que había jugado con Chopper hasta el cansancio y ahora…
Bueno, ahora se encontraba en un lugar desconocido donde sólo tenía una pista: Definitivamente, el idioma que hablaban no era japonés.
Oh, y como dato curioso, no portaba ninguno de sus artículos, ni celular, ni identificación, ni cartera.
Continuara…
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