Muchísimas gracias a todos por todos sus comentarios tanto en mis redes sociales y en las reviews, puesto que eso me ha animado a darle esta ¨Segunda oportunidad¨ a la literatura de ficción alternativa, ya que también he tenido un 6 escritos abiertos (Los libros de la saga que ya les había comentado y muchos mas de terror Psicológico).
Quiero dedicarle todo este trabajo a tres personas en especial:
A mi amigo y tutor, Blass FunNight.
A mi amiga y tutora, Yucenkio.
Y sobre todo a una gran lectora de mis obras, mi novia, María.
En fin, sin más preámbulos, aquí os traigo la remasterización de este antiguo fic.
El amor en los tiempos de Equestria.
Habían transcurrido 3 años desde que Rainbow Dash se llevó a su pequeña aprendiz a las afueras de Ponyville para poder enseñarle todo lo que ella sabía a lujo de detalle.
Ambas habían regresado demasiado cansadas como para por lo menos llegar a saludar a todas sus amigas, además de que ya era muy tarde.
Eran aproximadamente las 10:00 de la noche y la luna cobijaba lo que podía con su tenue luz pálida. El frío era abundante y una brisa que era imposible que llegara a tales alturas como a las que volaban Scootaloo y Rainbow empapaba sus cuerpos de un aroma a tierra mojada, corteza de árbol y agujas de pino.
Temblando, Rainbow comenzó a hablar para sí misma.
-Caray, cuanto tiempo.
Scootaloo vio la mansión con nostalgia, y luego le dedicó una mirada a su maestra.
-Vaya que sí- Dijo-. Y a pesar de todo, pareciera como si la hubiésemos dejado hace solo unos días.
Rainbow le devolvió la mirada, y le dedicó una sonrisa.
-¿Te apetece cenar primero, tomar una ducha o simplemente llegar a dormir?
Scootaloo hizo una mueca de sarcasmo, como si le insinuara que la respuesta era obvia.
-Pues, llevamos 6 horas volando a toda prisa sin detenernos, es de noche y estoy cansada, ¿Tú que crees?
Rainbow se rió en voz baja.-Tienes razón, fue una pregunta boba.
A medida que se aproximaban, iban disminuyendo la velocidad, hasta que, una vez en frente de la puerta, ambas se detuvieron.
-Pásame las llaves- dijo la pegaso azul mientras extendía la pata.
-Te las di a ti cuando estábamos por irnos de tu otra mansión en Úrbem!- le respondió Scootaloo agitando los brazos.
-Claro que no! Yo bien recuerdo que te las había entregado!
-Entonces… si no las tienes tú… y no las tengo yo… -Dijo, poniendo los ojos en blanco.- ¿Significa que las olvidamos allá?
-Debes estar de joda!
-Oh, sí!- Respondió mientras sacaba de su maleta un juego de llaves- En serio, debiste ver tu cara!- las últimas frases apenas y las entendió Rainbow Dash, ya que las palabras de fundieron con las carcajadas de Scootaloo.
-Sí, sí, que ingeniosa- dijo con severidad- ahora dame las llaves- continuó con voz mas calmada.
Una vez ambas dentro de la enorme casa, Rainbow encendió las luces.
-Hogar, dulce hogar- susurró Scootaloo.
-Ese tipo de frases se me hacen tontas- le respondió su maestra- Voy a preparar chocolate caliente con malvaviscos ¿Gustas?
-Por favor, pero con poquita azúcar.
-Entendido, mi lady- dijo, haciendo una reverencia burlona.-Tú ve a tu cuarto, ya te lo llevo yo.- Se detuvo un instante- ¿Sabes? Hace demasiado frío, ¿Por qué no te vas a mi cama y dormimos juntas?
Scootaloo se sonrojó.
-Esperaba que dijeras eso- respondió con una leve sonrisa.
Scootaloo ya se había quitado todas sus prendas de viaje: Una bufanda de lana delgada color blanco, unas gafas color marrón tipo gogles, una chaqueta negra de cuero y una mochila que llevaba en los flancos. Para ese momento, ella era más alta, tenía el cabello igual de largo que su tutora, unas alas muy largas que resultaban atractivas tanto como para las ponys como para los sementales, y un cuerpo muy esbelto y bien proporcionado.
Apenas estaba destendiendo la cama cuando llegó Rainbow Dash con una bandeja en la cual llevaba dos tazas y un frasquito con los bombones. Puso los ojos como plato al ver a Scootaloo sin la ropa que llevaba, y se quedó observándola durante un rato.
-¿Qué te pasa?- dijo la pegaso anaranjada mientras le quitaba la bandeja y la ponía en la mesa de noche del lado derecho de la cama, el lado de Rainbow- ¿Por qué esa cara?
-Perdona, es solo que hace bastante rato que traías la ropa que se me hacía raro verte… así- respondió mientras desviaba la vista- El tuyo es el de la izquierda.
-¿Qué cosa?
-El de la izquierda, con poca azúcar…
-Oh, claro.- tomó su taza sin echarle malvaviscos y se fue a su lado de la cama- Creo que tú también deberías desvestirte; dormirás más cómoda.
-Sí, eso iba a hacer.- comenzó por quitarse la mochila, y la dejó a un lado. Siguió por las gafas, y luego, se deshizo el nudo de la bufanda muy lentamente, de manera provocativa, empezó a bajar el cierre de la chaqueta.
-¿Necesitas ayuda con eso?- dijo Scootaloo.
-No, gracias… además, te conozco muy bien y sé lo que harías una vez que me quites la chaqueta.- Le respondió con una sonrisa- Hoy estoy agotada.
Scootaloo soltó una risa un tanto nerviosa al ver que Rainbow podía ver lo que ella pensaba.
Ambas se metieron a la cama y durmieron abrazadas.
-Hace 4 años—
-Niña, ¿Por qué lloras?
Escuchó decir. Scootaloo volteó hacia la misteriosa voz y, con la cara empapada en lágrimas pudo distinguir la figura de una pegaso encima de ella. Rainbow Dash.
-Intenté… yo estaba…- dijo entre sollozos y tartamudeando- Yo solo.
-Mira, respira hondo, tranquilízate, y me dices- Contestó Rainbow.
La pequeña niña hizo lo que le habían pedido, y empezó de nuevo.
-Me subí a ese árbol- dijo apuntando hacia arriba de sí misma, a las ramas del tronco en el que estaba apoyada.- y me aventé para ver si podía volar…- Rainbow se sentó a su lado y le limpió la cara con su pata.- ¿Cómo supiste que estaba aquí?
-Había venido a pasar el rato con Applejack y escuché a alguien llorar, pero no creí que fueras tú… siempre pensé que eras mas fuerte- La mirada de Scootaloo se puso más triste, ya que lo había tomado como insulto.- pero no tiene nada de malo llorar, yo también lo hacía.
-¿Y ya no?
-No creo haber tenido motivos para hacerlo… así que la respuesta es: No, ya no lo hago.- Dirigió su mirada hacia las raspaduras de la pegaso.- Oye, eso se ve doloroso.
-Lo es.
Rainbow Dash la tomó por debajo de los hombros y se la llevó a donde Applejack. Scootaloo de por sí ya se sentía apenada por haber llorado frente a su ídolo, ahora más que se la llevaba cargando.
Se estaban acercando al granero y por fin pudieron divisar a la granjera.
-Oh, por Celestia!- Exclamó Applejack- ¿Qué le pasó?
-Se cayó de un árbol.- contestó Rainbow- ¿Tienes vendas?
-Claro, voy por ellas. Traeré el alcohol de pasó.
Scootaloo se asustó al escuchar ¨Alcohol¨ ya que antes ya se lo habían puesto, y recordaba que era muy doloroso.
-¿Por qué no estaban Sweetie Belle y Applebloom contigo?- Preguntó Rainbow Dash mientras volvía a revisarle las heridas.
-Hoy se suponía que íbamos a intentar buscar una cuttie mark por separado.
Applejack ya había regresado corriendo con las vendas y el alcohol.
-Aquí está todo, déjame atenderla yo – Dijo la granjera- hago esto muy seguido con Applebloom.
-Vale.- respondió Rainbow Dash mientras se movía para darle espacio.
-Ahora, dulzura, esto te va a doler un poquitín.
Applejack derramó un chorrito de alcohol encima de las heridas de las patas traseras y delanteras. Scootaloo gemía y se estremecía por cada vez que lo hacía.
-Listo, terroncito, lo más difícil ya pasó, ahora solo tengo que vendarte.- Dijo Applejack.
Y en efecto: Lo más difícil ya había pasado, de hecho, se sentía mejor con el vendaje encima.
-Eres muy valiente, preciosa.- Exclamó Applejack mientras que Rainbow despeinaba a Scootaloo de manera cariñosa.- Bueno, se hace tarde y yo todavía no he acabado la cosecha de hoy, nos vemos, linda.- dijo esta vez refiriéndose a la pegaso azul. Le dio un beso demasiado afectivo en la mejilla y se dirigió al bosque.
-¿Cómo te encuentras?- Le dijo Rainbow
-Un poco mejor.- Respondió con la vista abajo.- ¿Tú crees que algún día… me puedas enseñar como volar?
-Cuenta con ello.
