Título: Un hilo, rojo como la sangre
Tema: #01 - Había una vez
Cantidad de Palabras: 437
Notas: Para la Tabla Sorpresa, en 30vicios.

Ah! Hubo una edición porque por alguna razón, ff se comió el principio del fic.

Disclaimer: DnW no me pertenece, en serio.


En sus sueños veía a una mujer, siempre igual: mediana, cabello violeta, mirada seria y sincera y una sonrisa que podía salvar al mundo. Claro, no sólo era su sonrisa lo que salvaba al mundo, de sus labios salían susurros rápidos e ininteligibles, que se conectaban formando encantamientos, sus delicadas manos se movían al mismo ritmo que la música de su voz y el cielo, que se veía oscuro y nublado, parecía a punto de sucumbir ante su fuerza, los potentes rugidos se detenían, como superados por su voz, el desastre no parecía tan inminente y Hirari sólo podía mirar.

Ya había perdido la cuenta de sus sueños, se sabía de memoria las imágenes en su cabeza y los sonidos que escuchaba. Lo conocía todo tan bien, que le parecía que ya lo había vivido, que ya la había tocado, que la había tenido en sus brazos por un segundo fugaz que se había desvanecido en una delicada explosión de pétalos de cerezo.

Era como una historia que leía una y otra vez, la historia de una breve unión, condenada a desaparecer en un infinito ciclo: él persiguiéndola, atraído hacia ella como una abeja hacia la miel, ella corriendo, evitando lo que sabe va a hacerle daño. Pero el hilo, rojo como la sangre y eterno como su maldición, no se desvanece. Al contrario, se estira y se enreda, creando elaborados pasajes que tienen que cruzar, estirándose y enredándose a medida que caminan, imperturbable como la historia que se repite una y otra vez, inexorable como la maldición que ha cargado por años.

Y cuando al fin logra cruzar el último nudo del hilo —rojo como la sangre—, la ve sentada en la orilla de un río, ella no lo escucha y él se acerca a su lado, estirando su mano para tocar su hombro, con cautela, esperando a que se desvanezca como ya lo hecho tantas veces entre promesas y sonrisas y durante tantas ocasiones, que no sabe si son sueño o realidad.

—Botan… —murmura y su nombre suena fuerte, sereno. Botan se voltea para mirarlo y sonríe, sólo sonríe, sin moverse de su sitio.

Y Hirari no necesita nada más, porque cuando Botan sonríe todo parece mejor, incluso puede olvidar que al final de todos sus sueños, ella desaparece, en una explosión de pétalos de cerezo y sólo queda un hilo, rojo como la sangre, largo y lleno de nudos: el camino que deberá recorrer.

—Estuve esperando —dice ella, el hilo desaparece, Hirari puede sentarse a su lado y sonreír… No, reir, porque el sueño no parece una efímera alegría, sino un éxtasis eterno.


Más notas!: Desde que terminé el manga, hace unos meses, he querido escribir esto. Porque Botanes mi favorita y Hirari... también.