"El Abrazo del Ángel"

Jigen No Hanashi

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El día terminaba, la noche comenzaba a esparcir su manto negro por sobre todo el país, la ceremonia nupcial y el banquete habían acabado así como el baile que se había organizado para los nobles, el pueblo seguiría festejando todavía por cinco días más según dictaba la tradición, ese era el lapso que ambos permanecerían recluidos en la cima de la montaña a la cual los dirigía su transporte, ambos se sentían nerviosos y expectantes a la vez, aquella sería su primera noche como una pareja…

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Cap 1.- Nupcias

-¿Estás segura de que no quieres ningún sirviente? Todavía puedo pedirle al cochero que traiga a alguien mañana temprano.

Ella sonrió mientras negaba con la cabeza, tenía muchas cosas en mente para esos cinco días… era indispensable que nadie se apareciera cerca de ahí, lo miraba divertida, a pesar de sentirse tan cansada, él captó la indirecta en un instante, mismo que aprovechó para acercar su rostro y darle un beso suave, con calma, no había necesidad de profundizar.

-Van anata, ai shiteru.

-Ai shiteru mo.- Contestó el ángel con una sonrisa.

-¿Falta mucho para llegar?

-Solo un poco más… creo.

-¿Cómo que creo?

-Nunca he estado ahí, los reyes y príncipes solo tienen permitido el acceso el día de su boda… jamás vuelven a poner un pie en ese lugar, así que no estoy seguro de cuanto falte.

La pelirroja lo observó pensativo-¿Y alguien más puede accesar?- preguntó con verdadera curiosidad, las costumbres de Fanelia no dejaban de tomarla desprevenida.

-Hay un grupo de empleados cuya familia está destinada a mantener el lugar abastecido y en orden, nuestro cochero pertenece a dicha familia, llevan siglos dedicándose a lo mismo… también son las únicas personas del pueblo que tienen permitido festejar nupcias en ese lugar.

-Ya veo… ¿se irán todos?

-A menos que cambies de opinión.

Ella solo negó con la cabeza, estaba segura de su decisión, no quería tener a nadie cerca, solo al dragón blanco ubicado a su lado.

Ya habían terminado de subir la montaña y ahora se internaban en lo profundo del bosque, solo se veían árboles aquí y allá, él volteó un momento a ver a su esposa, tenía los ojos a medio abrir, se estaba quedando dormida, la tomó de la mano y ella volvió a despertar, sonriéndole mientras se acercaba para acomodar la cabeza en su hombro, acariciando su brazo con la mano libre, se sentía reconfortado, pero no estaba seguro sobre dejarla dormir o impedirlo, tenía curiosidad, su charla con Allen lo había dejado perplejo y ahora quería investigar un poco, ¿sería correcto robarle el sueño solo para saciar su propia curiosidad? De pronto se sintió miserable al pensarlo, se estaría aprovechando de la situación, ¿o no?

-¿Aun falta mucho? No quiero quedarme dormida hoy pero a este paso…- La ojiverde no pudo evitar bostezar, ante lo cual el rey a su lado sonrió.

-Si estás cansada duérmete, no importa, tenemos todavía cinco días por delante.-Dijo Van

-Pero no quiero dormir, quiero estar contigo.-Reclamó la joven haciendo un puchero, el hombre a su lado sonrió de nuevo antes de contestar -Ya estás conmigo – A lo que ella sonrió también.

Sintió como su mano era acercada al rostro del monarca, sintió el beso que él deposito sobre el dorso de su mano y no pudo evitar dejar salir un suspiro, luego de dos ceremonias nupciales estaba fatigada, pero quería hacer algo para recordar aquella noche, después de todo, esa sería la primera que pasarían juntos, siempre quedaría en su memoria, de eso estaba segura.

-Majestad, ya casi llegamos, pero, la tradición dice que no debe conocer el lugar exacto, ¿podrían correr las cortinas por favor?- Era el cochero que, luego de detenerse, había abierto la ventanilla del frente, sin atreverse a voltear por miedo a interrumpir cualquier cosa, el hecho de no escucharlos hacer nada no significaba que no estuvieran haciendo nada.

-Gracias Phineas, lo haremos ahora.- Contestó el rey acercándose un poco hacia delante para asegurarse de que el cochero lo escuchara.

-Espero que lleguemos pronto.- Dijo Luin

-También yo… ¡LISTO PHINEAS! ¡PODEMOS CONTINUAR!- Acto seguido, cerró la cortina del frente mientras escuchaba a Phineas cerrar también la ventana.

De nuevo el movimiento incesante del carruaje, estaba a punto de dormirse, así que decidió enderezarse y comenzar a deshacerse el peinado, a tientas buscó entre sus cabellos los pasadores y ganchos que le habían colocado al llegar a Fanelia para hacerle aquel moño al cual rodeaban algunos bucles esparcidos estratégicamente para enmarcar su rostro con cuidado, cuando al fin terminó, agitó un poco la cabeza, a fin de liberar por completo su cabello de tantas ataduras, cuando se detuvo, notó al hombre a su lado viéndola fijamente -Ya no lo soportaba.- Se excusó la pelirroja.

-Está bien – Respondió Van intentando contener la risa.

-¿De que te ríes?- Preguntó la pelirroja haciéndose la ofendida y cruzándose de brazos.

-Es que… solo había visto a Merle sacudir así la cabeza cuando le llegaba a tirar agua encima siendo niños.

-Creo que mejor no diré nada al respecto – Se echó contra el sillón y se alejó un poco de su marido.

El verla haciéndose la ofendida solo lo hizo reír un poco más, al parecer, ya estaba bien despierta, estaba considerando eso cuando súbitamente el carruaje se detuvo, rodearon algo y luego, avanzaron tan despacio, que no sabían si estaban detenidos o en movimiento, finalmente la puerta se abrió, el cochero los esperaba de pie a un lado de la puerta haciendo una reverencia profunda con los ojos cerrados, el primero en bajar fue el dragón blanco, traía puesta casi toda la armadura real así como una capa azul ultramarino, la señal de su posición, volteó entonces para ayudar a bajar a la pelirroja que ahora era su esposa, la observó agacharse un poco para poder bajar, él ofreció su mano para ayudarla, ella accedió a tomarla, justo cuando estaba por poner un pie en tierra, él pasó sus brazos por debajo y la alzó como si de un bebé se tratara.

-Bájame Van, nos vamos a caer- Dijo la ojiverde pataleando un poco y aferrándose de su captor-

-No te preocupes, no pesas nada.

-Eres un mentiroso.

-Es en serio, pensé que pesarías más con todo lo que comes.

-¡Que grosero!

-Jajajajajajajaja, mejor deja de quejarte y mira al frente.

No supo porque, pero obedeció y se alegró de hacerlo, frente a ellos había una casa que no se parecía a ninguna otra, tenía una enorme arcada envuelta por rosas blancas y amarillas a pesar de la temporada, el porche estaba construido con piedra y mármol, había columnas soportando el primer piso de la casa, los ventanales eran tan grandes que parecían puertas, los vidrios eran de diversos colores y la puerta negra de ébano pulido contrastaba perfectamente con el blanco y el rosado de la planta baja, el segundo piso parecía construido con madera, era difícil estar seguros por la cantidad de enredaderas que ya habían envuelto buena parte de las paredes, al observar con detalle, ambos notaron que aquellas plantas salían de ambos lados del edificio, al parecer, había un enorme balcón arriba con corredores a ambos lados para mantener aquellas plantas cuyos pequeños botones apenas se distinguían a la luz del anochecer, había árboles frutales a los lados y diversos tipos de plantas, al avanzar un poco comenzaron a escuchar un rumor de agua cayendo, seguramente habría una cascada cerca de ahí, unos pasos más y ya estando cerca notaron pétalos de flores regados por el piso, creando la impresión de una alfombra roja que los conducía hasta la puerta, también había pequeñas velas en el piso a ambos lados del camino y dos farolas con forma de flores encendidas a ambos lados de la puerta, Phineas se apresuró a adelantarlos sin verlos y abrió la puerta, dentro estaba todo iluminado, lo primero era una estancia con mullidos sillones, un par de libreros y varios tazones con frutas de todos tipos, había también una chimenea con una alfombra tan suave, que era una invitación para recostarse en el suelo, mientras se seguían adentrando alcanzaron a notar un comedor no muy lejos, algo grande para tener solo dos sillas y un candelabro de cristal en el centro, luego de eso escucharon la puerta cerrarse con cuidado, estaban solos, la pelirroja hizo un intento vano por bajar al suelo, su acompañante de piel tostada sonrió divertido, no pensaba dejarla bajar aun, solo siguió avanzando, guiado por los pétalos que seguían mostrándole el camino, fue así que cruzaron el comedor, había una arcada que conducía a lo que parecía ser una cocina, pero ya no pudieron averiguarlo porque el camino conducía a unas escaleras ocultas en la pared.

Mientras subían, Luin observó los cuadros en la pared, estaba claro para que era la finalidad de aquella casa, pues los cuadros solo mostraban escenas de parejas abrazadas, a punto de besarse o inmersas en apasionados besos, una que otra con menos ropa que la que ella usaba para nadar, los colores se le subieron al rostro al notar un cuadro donde lo único que se distinguía con claridad, eran los rostros de dos jóvenes con los ojos cerrados y las bocas entreabiertas, sudando, inmersos en lo que parecía un gemido placentero, Van la miró de reojo sonriendo apenas, prefería no ver los cuadros, ya habría tiempo para eso.

El primer piso no era tan grande como la planta baja, al lado de la escalera había dos pasillos, uno tapiado con un muro de cristal similar a los muros panorámicos del castillo de Asturia, el cual que dejaba ver un enorme balcón lleno de plantas con un par de sillas y una mesa, todo tejido, un magnífico sillón techado y una tina bastante grande, el otro pasillo tenía un muro de madera y papel al estilo de las recámaras del castillo del Samurai con dos puertas, notó entonces que el camino de pétalos conducía directamente a una de aquellas puertas, respiró para calmar su ansias de correr, y simplemente se acercó con paso calmado hasta la puerta, con cuidado de no dejar bajar a la mujer sobre sus brazos y muchos esfuerzos para alcanzar el pomo, abrió el portal, la habitación estaba ya iluminada, esperándolos.

-¡Increíble!-Se admiró el dragón blanco al notar la habitación ya iluminada

-¿De verdad vamos a dormir aquí? Es, es tan, tan…

-Tan magnífica…

Ninguno dijo nada más, se quedaron en el portal un momento, observando atentos la enorme habitación con aquel techo de cúpula, había dos ventanales completamente cubiertos por cortinas de satín rojo, el piso estaba casi completamente alfombrado, había otra chimenea ya encendida, justo encima de donde estaría la de la sala, además de una mesita con dos sillas, un pequeño librero, justo al fondo de la habitación había otra puerta de ébano pulido, al parecer, para ingresar al cuarto de aseo, las puertas blancas empotradas a un lado daban la impresión de un enorme armario, ambos supusieron que sus cosas ya estaban ahí acomodadas al darse cuenta del baúl cerrado sin llave al lado de las misma, un sillón mullido repleto de cojines invitaba a sentarse, pero lo más interesante en aquel momento era la cama, un poco alta, con la cabecera de barrotes de un metal dorado sobre la cual, suspendida por cables, quedaba un techo con su dosel, solo había dos postes de metal dorado ayudando a sostenerlo, mismos que se fundían con las patas de la piecera de la cama, aquella era una cama enorme que, sin embargo, se veía pequeña en aquella alcoba en la que quedaba suficiente espacio para meter más muebles y seguir caminando cómodamente, ninguno había notado la araña de cristal suspendida en el centro del techo, especialmente cuando los pies del ángel se encaminaron hasta su próximo lugar de reposo donde recostó con cuidado a la mujer que ahora era su esposa.

El colchón, a pesar de la rigidez, resultaba suave y tremendamente cómodo, las almohadas y almohadones parecían estar confeccionados con plumas, y las sábanas, tersas y blancas eran cubiertas por un par de calientes edredones, después de todo, el clima de finales de otoño no era para nada cálido y las noches usualmente frías obligaban a todos a cubrirse lo mejor posible.

La pelirroja observó todo a su alrededor, luego a su marido - ¿Y ahora que?- preguntó a la par que sus mejillas comenzaban a tomar un ligero tono rosado.

-Como si no supieras, ven, acércate un momento y ayúdame a quitarme esto.

-Pensé que me desvestirías primero.- dijo Luin mientras comenzaba a desanudar las uniones de la armadura real.

-Muero de ganas por hacerlo, pero la armadura no es muy cómoda y quiero tomarme algo de tiempo.

-Si te tomas demasiado me dormiré antes de que acabes, me pusieron demasiadas cosas encima.

-Lo se, pero si lo hago demasiado rápido… podrías no disfrutarlo.

La capa y la armadura terminaron de caer en ese momento, el rey quedó vestido solo con un pantalón negro y una camisa blanca de mangas largas, se sentía mejor ahora que no cargaba ese peso extra, sonrió de lado al recordar la diferencia entre el vestido que ahora portaba la ex sacerdotisa y el que había usado en Céfiro, suspiró, habría preferido quitarle aquel otro vestido blanco y ligero, en lugar de aquella elaborada indumentaria roja con dorado, se acercó hasta besarla y rodearla con los brazos para soltarle el obi escarlata con blanco alrededor de la cintura, recorrió con sus manos la cintura casi desaparecida entre tanta ropa y con cuidado, comenzó a abrir la larga y pesada túnica, misma que fue a parar al piso junto a la armadura, seguía ahora otra túnica más ligera en azul ultramarino, la observó un momento hasta encontrar todos los puntos que debía desatar para retirarlo, había uno debajo de su cuello, dos más sobre el pecho, tres más a lo largo del vientre, la cintura y la cadera, abrió con cuidado para encontrarse con más lazos a desatar, la pelirroja no pudo evitar reírse al ver la cara de frustración del pelinegro, quien comenzó a desatar los otros cinco lazos ubicados bajo los pliegues

-No veo que es tan gracioso- comentó el rey más calmado de lo que se sentía.

-Bueno, las doncellas que me pusieron esto, todas casadas, rieron mucho, dijeron que sus maridos habían desesperado en esta parte, a una le rompieron el fondo con una navaja.

-La idea no es mala, pero no puedo cortarlo, ¿sabes cuantos años lleva este vestido en mi familia?

-No, pero eso explica tantas capas de tela, así se aseguran de que el vestido me ajuste sin importar mi talla.

-Muy graciosa, cada capa tiene un significado… listo, terminé con esta.

-¿Y cual es el significado de cada una?

El pelinegro pensó un momento mientras seguía desatando uno de los nudos, suspiró y comenzó a recordar algo que Kanti le había explicado un par de lunas atrás- El rojo, para la fecundidad, el azul, en tu caso por casarte con el rey, para que traigas al mundos herederos de mi sangre, entre el pueblo el color varía en esta capa por lo que he escuchado, dependiendo el estatus del marido.

-¿Y todos tienen tantos nudos?

-Por lo que dijeron las doncellas, ¿tú que crees?

-Si, es cierto… y este de color verde esmeralda.

-Para desearte salud, se requiere una mujer sana y fuerte para hacer crecer una familia y guiarla en caso necesario.

-Comprendo.

El ángel soltó unas cuantas cintas alrededor de la cintura de la joven, todas verdes en diferentes tonalidades, botó aquel fondo en el suelo y observó con mirada triunfal, solo quedaba una túnica blanca parecida a una bata delgada, observó con cuidado para encontrarle el truco, el obi no solo era más largo, llevaba un nudo más elaborado, comenzó a tratar de desatarlo mientras continuaba con la explicación- El blanco se debe a una novia pura, que jamás ha estado con otro hombre, el nudo debe ser más difícil de abrir debido a que voy a…

- Capté la idea, gracias…- Se sentía ligeramente abochornada, especialmente porque ni en Céfiro ni en el Dragon World parecían darle demasiada importancia a ese asunto- ¿Qué pasaría si no fuera pura? ¿Qué tal si ya hubiera estado con otro hombre?

-Cuando se sabe que la novia ha estado antes con otro hombre, este fondo es negro y carece de obi, se considera que el hombre no deberá efectuar ni el más mínimo esfuerzo para tomarla.

-Eso es un poco machista.

-Es parte de la cultura que se me inculcó, suelen hacerse excepciones pero… no muchas… si la chica que conociste hace tanto tiempo en el ala mental decidiera tomar un marido, aunque el fondo fuera negro, el obi sería blanco, con un nudo más elaborado que el tuyo.

-Algo más difícil de desanudar, creo que acabaría con las expectativas de cualquiera, jajajaja, no veo que esto se afloje mucho.

-No te rías, cederá en algún momento.

Ella le plantó un beso en la frente sin dejar de sonreír, observándolo mientras lidiaba para desatar aquel nudo tortuoso, cuando finalmente lo logró y sacó el obi, pudo sentir sus manos temblando ligeramente al tomar los bordes del fondo para abrirlo despacio, el corazón se le aceleró así como la respiración, sintió sus mejillas sonrojarse y el impulso de cubrir su cuerpo, mismo que reprimió mientras volteaba hacia otro lado, sabía que no estaba desnuda debajo de aquella ropa, eso no le impedía sentirse cohibida ante la mirada expectante del hombre con ojos de grana, sintió un poco de frío erizarle la piel y supo que ya solo portaba el sostén estraples blanco con las cintas azul cielo, las bragas cortas a juego, el brazalete dimensional, y la liga en el muslo que Kali le había prestado, sintió los dedos de él pasearse por los bordes de la ropa, lo observó de reojo y notó la curiosidad en su mirada, era obvio que nunca había visto ropa como esa.- Algo nuevo, por la vida que llevaré ahora…-Acto seguido, tocó con timidez la ropa interior para proseguir con los listones azules, continuó - Algo azul para atraer la felicidad…- Rozó el brazalete sin acercar sus dedos a las piedras y prosiguió -Algo viejo para ligarme a mis raíces y mi pasado a pesar del cambio que me representa nuestra unión… -finalmente su mano alcanzó la del ryuujin en la liga de su muslo mientras sentía un poco de calor subiéndole desde ahí hasta el centro mismo de su cuerpo -Y algo prestado para la amistad, para compartir la buena suerte que la dueña ha tenido en su propio matrimonio.

Van sonrió mientras quitaba lentamente aquella liga, procurando acariciar la piel a ambos lados de aquella pierna.-¿Debo suponer que te la dio tu prima?

-Supones bien, además, esa parte me agrada, a ella le ha ido de maravilla con Ascot.

-Me encantaría que en algunos años puedas decir que a ti te va mejor conmigo.

-Yo espero lo mismo.

Ambos se besaron con timidez, sonrojados, ella se había forzado a retirar los botones de la camisa de él, tuvo que jalar hacia arriba con algo de fuerza para desatar los últimos dos, con cuidado posó sus manos sobre el pecho cálido y marcado del dragón blanco, el beso se rompió con naturalidad y ella pudo observar lo que hacía, aquella era la primera vez que lo tocaba de esa forma, el solo pensarlo la hizo sonrojarse más aun.

Él se enderezó para poder retirarse la camisa, había notado como ella se sonrojaba de más, así que procedió también a sentarse para retirarse las botas y posteriormente los pantalones negros, sabía que tenía que quitarse la ropa interior y quitarle a ella lo que aun llevaba puesto, pero los nervios no lo dejaban, la observó una vez más y sonrió, jamás se le había pasado por la cabeza que una mujer pudiera verse tierna con tan poca ropa, ella especialmente, pero aquel sonrojo, la mirada inocente y la postura ligeramente encorvada por la pena le habían provocado verla con ternura.

-Tengo una idea, vamos a acostarnos para ver que pasa ahora.- Sugirió el ángel mientras intentaba tomar la punta de las cobijas.

-Pero no quiero dormir aun.

-No dije que a dormir, dije a ver que pasa, estando tan nerviosa no podrás hacer mucho.

-Tú también estás nervioso y…

La besó, esta vez no la dejaría ganar la discusión, la sintió resistirse un poco, cuando al fin la sintió ceder palpó la cama a tientas, buscando la esquina de las sábanas, las jaló lo suficiente y comenzó a arrinconarla hasta recostarla por completo, bajó de la cama y la obligó a meter los pies entre las cobijas, luego se metió junto a ella y comenzó a besarla de nuevo, acariciándole el rostro y los brazos, haciéndola reaccionar.

Las manos de ella cobraron vida y la sintió recorrerle la espalda, era una sensación agradable, se sentía más seguro, con cuidado recorrió la prenda extraña que le cubría los senos hasta encontrar la unión en la espalda, se tomó unos minutos para encontrarle el truco, finalmente lo abrió y lo retiró con cuidado, ella se estremeció y él sonrió complacido, sentía un hormigueo en la punta de los dedos al imaginarse como sería el contacto directo con aquella parte en especial, cambió de idea en el último minuto, la tomó de la cintura y la acercó hasta sentirla completa contra él, sintió un suspiro escapar de los labios de ella y se aventuró a besarla en el cuello despacio, comenzó a sentir algo más, cierta excitación punzante que antes lo había hecho sentir pecaminoso, esto era diferente, su mente no estaba imaginando nada, él estaba abrazando a su esposa, sintiéndola expuesta por primera vez, podía sentir contra su pecho los senos redondos y erectos por el contacto, besó su hombro mientras se apoyaba sobre un brazo en la cama y movía el otro a fin de acariciarla un poco más, la tentación venció su autocontrol y su mano libre pasó de la cintura al vientre y de ahí ascendió hasta aquel seno suave que se amoldaba perfectamente a su palma, sintió la diferencia de piel bajo su mano y percibió como un área pequeña en el centro se contraía ligeramente a la vez que la dueña de aquel cuerpo soltaba un gemido ligero, se levantó un poco para observarla, tenía los ojos cerrados y la boca entreabierta, observó entonces aquel contraste entre piel lechosa y piel tostada, apartó su mano con cuidado y observó un color más, un rosa ligero, semejante al de aquellos labios que tanto le gustaba besar, se preguntó si el contacto se sentiría igual, acercó su rostro dispuesto a averiguarlo, el contacto era mejor aun, sintió adrenalina recorriéndolo entero, así como un hormigueo constante en el centro de su cuerpo y la excitación creciente en sus pantaloncillos, si aquello era una probada del cielo, entonces lo quería entero.

Un gemido bajo escapó de sus labios mientras sus ojos se abrían al instante, yacía boca arriba, tumbada sobre su espalda, más acalorada que en un día de verano, sintiendo las placenteras caricias que la lengua y los labios de Slanzar le prodigaban en uno de sus pezones, lo observó un momento, se sentía apenada y sorprendida, sintió entonces la otra mano de él buscando su otro seno, mismo que no tardó en encontrar para comenzar a masajear despacio, se sorprendió a si misma soltando otro gemido, aquellas vibraciones inundándola desde su pecho y concentrándose muy por debajo de su vientre la hacían sentir que perdía el control de su propio cuerpo, lo sintió plantarle un beso en la bifurcación de su pecho para tomar el otro pezón entre sus labios, otro gemido, esta vez notó la sonrisa que formaban aquellos labios traviesos por unos segundos antes de concentrarse de nuevo en su labor, apretó las piernas por instinto, estaba excitada, lo estaba a un grado que desconocía hasta ese momento, lo único que logró hacer fue enredar los dedos de su mano en aquellos rebeldes cabellos negros que observaba sobre si misma, sintió las manos grandes de piel curtida acariciarla hacia abajo con delicadeza, soltando dentro de ella descargas eléctricas, mismas que iban a parar al mismo lugar, él se acercó a su rostro, estaba casi recostado sobre ella respirando con demasiada rapidez, "discúlpame, no puedo más" fue todo lo que él susurró antes de romperle la ropa interior por ambos lados, una de aquellas manos grandes se encargó de retirar la tela antes de aventurarse a sentir lo que había debajo, la otra lo ayudó a mantener el equilibrio mientras acomodaba sus piernas a los lados de su cuerpo, ella lo empujó un poco por el pecho para verlo ligeramente asustada, aquellos ojos que tanto la fascinaban habían pasado de la grana al vino oscuro, las pupilas dilatadas, notó entonces que él batallaba para retirarse a si mismo aquella última prenda, había una súplica en su rostro serio que ella no pudo eludir, dirigió sus manos a los costados de su compañero y comenzó a recorrerlos con cuidado para bajarle aquellas prendas, no supo en que momento quedó sentada, justo igual que él, solo se sintió cohibida al observar aquel miembro erecto entre las piernas de su esposo, él ya no se veía apenado, ella en cambio se sentía asustada, con el corazón latiéndole a toda velocidad, ¿dolería mucho?

-Lo siento, no quería asustarte.-Dijo Van con la voz ronca y un poco baja, más sereno de lo que en realidad se sentía.

-Está bien, es solo que… nunca…

Él sonrió, tomó su mano con un poco de timidez y la acercó a su hombría, se sorprendió a si mismo al notar lo placentero de aquel contacto, estaba tremendamente sensible y perceptivo a cada pequeño detalle en la mano que ahora lo acariciaba lentamente de arriba abajo, sintió un poco de humedad saliendo, la observó mientras ella tocaba la minúscula gota de líquido que acababa de salir de él, la sensación de placer se intensificó cuando ella comenzó a untarlo con el dedo, sintió que explotaría en cualquier momento si no se controlaba, así que la detuvo antes de que ella siguiera explorándolo, quería hacerla sentir igual, quería llevarla al borde del éxtasis, lo único que se le ocurrió entonces fue tumbarla para besarla entera.

El miedo dio paso a la excitación y la excitación al deseo al mismo ritmo que aquella boca intrusa la besaba, la mordía y lambía por todos lados cada vez más y más abajo, lo sintió acariciando sus piernas mientras las recorría con los labios, lo observó mientras volvía a subir por la otra pierna para detenerse en su vientre, le sostuvo la mirada mientras se acercaba a su rostro, decidido, colocando sus manos entre sus piernas, tocándola en el lugar más íntimo de su cuerpo con sumo cuidado, adrenalina y placer mezclados la recorrieron cuando él rozó un pequeño nódulo sobresaliente, sus rodillas se juntaron mientras sus pies se separaban y su espalda se arqueaba ligeramente, la respiración se le aceleró mientras lo sentía separando sus piernas despacio y con sumo cuidado, él se colocó en la entrada, estaba increíblemente caliente mientras la besaba en la comisura de los labios, haciendo un camino a través de sus mejillas hasta el lóbulo de una de sus orejas, sintió otro gemido escapándosele y la mano de él rozándola de nuevo, era el momento de consumar su amor de forma física, estaba excitada, expectante, nerviosa y un poco temerosa todavía, lo sintió empujar un poco, sin mayor éxito, lo sintió en un segundo intento y sonrió, después de todo, ambos eran completamente inexpertos.

-Espera, dame tu mano.-Dijo Luin

-¿Para que?

-Para ayudarte, es un truquito que leí hace poco.

-De acuerdo, aquí tienes.

Se arrodilló entre sus piernas mientras le ofrecía una de sus manos, ella la tomó con cuidado, la acarició ligeramente y luego tomó un dedo para meterlo en su boca, la sensación era indescriptiblemente deliciosa, el calor de su aliento, la humedad de su boca, las caricias de su lengua rodeando aquel dedo de forma traviesa, ¿Qué decir de la ligera succión que ella ejercía ahora?, se sintió más duro de lo que ya estaba mientras la observaba, se veía sensual con los ojos ligeramente cerrados y los labios envolviendo su dedo, sintió una especie de gruñido escapar de su garganta y la vio sonreír, la caricia duró unos pocos segundos más, ella lo soltó y lo dirigió tímidamente al lugar que había intentado penetrar sin éxito, aquella mirada verde oscuro, esa sonrisa cómplice y el sonrojo ahora más pronunciado le dieron a entender la idea, despacio introdujo su dedo en aquellas profundidades desconocidas, se sentía suave, húmedo, tremendamente caliente y apretado, podía sentir pliegues agolpándose por todo el camino, movió su dedo solo un poco en otra dirección y la joven frente a si se arqueó, probó con un movimiento distinto y obtuvo un resultado similar, decidió sacarlo un poco y volverlo a introducir aplicando presión hacia arriba, ahora el arqueo venía acompañado de un gemido, dibujó un círculo en el interior y notó el sonrojo incrementarse mientras su esposa ladeaba la cabeza con violencia.

-¿Te gusta?-Preguntó un poco divertido.

-S-SI… -Respondió ella intentando controlar su respiración

-¿Quieres que siga?

-No me tortures.

-¿Entonces me detengo?

-Eso sería cruel… ahh!

Había introducido un dedo más, movió ambos en diferentes direcciones, los hizo serpentear mientras la observaba ligeramente divertido, ella se arqueaba, se aferraba a las sábanas bajo su cuerpo, soltaba gemidos, se enroscaba un poco, apretaba los ojos, a cada movimiento que él hacía venía una reacción diferente, decidió que ya había jugado suficiente con ella cuando la sintió hirviendo por dentro, se colocó de nuevo sobre ella, a la entrada de su cuerpo, esta vez ella abrió sus piernas solo un poco mientras doblaba las rodillas, ahora estaba seguro de que estaba lista, se empujó con más suavidad, y entró despacio, la sensación era mil veces mejor de lo esperado, quería avanzar más, pero ella lo abrazó de pronto con fuerza, impidiéndole el paso.

-¿Qué sucede?- Preguntó Van confuso

-No te muevas, por favor.

-¿Te duele?

-Un poco, solo no te muevas.

La esperó mientras aquel dolorcillo molesto desaparecía poco a poco, ella aflojó el agarre y él continuó entrando, tuvo que detenerlo una vez más, estaba segura de que necesitaba acostumbrarse a sentirlo dentro, el dolor cedió justo cuando lo sintió dibujando un círculo dentro de ella, la sensación electrizante la hizo arquear la espalda un segundo, él se impulsó una vez más hasta que no hubo ni un milímetro más para introducir, era extraño, lo sentía tan cálido, tan inmenso pero a la vez, como hecho solo para ella, entonces la sorprendió con un beso en los labios, mismo que ella se apresuró a devolver, sintió como comenzaba a alejarse de ella y alcanzó a atrapar su labio inferior entre sus dientes, lo mordió con cuidado para luego soltarlo y él sonrió divertido, lo vio acercarse de nuevo para devolverle el gesto, se sintió extraña, más excitada aun, fue entonces que él comenzó a moverse despacio.

Ambos se movían, en un principio con torpeza y lentitud, acoplándose de a poco mientras aumentaban el ritmo, jadeaban, gemían, sudaban, se besaban una y otra vez, él mantenía sus manos a los lados de ella para no dejarle caer todo el peso encima, ella le acariciaba la espalda de arriba abajo, deteniéndose de vez en cuando para empujarlo más rápido dentro de ella, estaban embriagados de placer, finalmente el ángel la abrazó con fuerza para moverse tan rápido como podía, enterrando su rostro al lado del de su amante en la almohada, ligeramente encorvado para obtener un apoyo extra en su bombeo, sus alas se dejaron ver en una explosión de plumas blancas mientras él continuaba, solo unos segundos y cedió, ella lo abrazó con fuerza cuando las alas desaparecieron, mientras sentía múltiples escalofríos recorriéndola desde el punto de unión, lo sentía palpitando dentro de ella, y esas palpitaciones le provocaban escalofríos placenteros, todo acabó, lo sintió pesado sobre ella, no importaba, siguió abrazándolo de todas maneras mientras trataba de calmar su respiración, cerró los ojos un momento antes de que él comenzara a salir, ella lo abrazó más fuerte, inmovilizándolo.

-¿Qué haces?

-No quiero que te salgas.-Dijo la pelirroja con vehemencia

-Pero necesito hacerlo.- Suplicó el dragón.

-Pero yo no quiero.

-No seas mala, déjame salir.

-Pero, yo… no quiero… quiero dormir así.

Él sonrió mientras le dirigía una mirada que intentaba ser de súplica, parecía una niña pidiendo un dulce antes de la cena, así que se dejó caer con cuidado de no lastimarla, más conciente de su desnudez de lo que hubiera deseado.

-Bien, solo deja de moverte tanto… no te complaceré mucho con esto.

-Por favor, es que, se siente, tan, tan, bieeen…-La respiración de la pelirroja se volvió completamente tranquila de pronto, sus ojos se cerraron por completo con suavidad, el corazón se le había normalizado, sintió como aflojaba su agarre y se relajaba.

Le dio un beso en la frente sin dejar de sonreír, con cuidado salió de ella para no despertarla, aun así la escuchó quejarse entre sueños, se sentía abrumado, cansado y furiosamente complacido, aquella sensación del final, anhelaba volver a repetirla, pero no aun, estaba tan sensible que dolía, salió de las cobijas un momento para dirigirse a paso tembloroso al cuarto de aseo, cuando volvió sentía los párpados pesados como piedras, decidió apagar la chimenea y activar un mecanismo para terminar con la luz, fue entonces que notó la enorme araña de cristal en el techo, ya en total penumbra se acostó en la cama al lado de su mujer y la felicidad lo invadió cuando ella se volteó para abrazarlo, recordó la primera vez que la había visto dormida y los celos experimentados mientras ella abrazaba una almohada enorme, ahora sabía la razón, la amaba, quería estar a su lado, quería compartir toda una vida con ella, quería tener hijos con ella y hacerle el amor todas las noches… lo quería todo, entonces sonrió a la par que entraba al mundo de los sueños con un único pensamiento en la mente… ahora… lo tenía todo a su alcance.

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Notas de la autora:

Lo se, lo se, fui demasiado descriptiva con la casa y con… bueno con todo… espero que no se les haya hecho muy pesado o muy aburrido, por mientras, nos faltan unos pocos capítulos para este pequeño mini fic, side story de Jigen No Hanashi, ubicado justo al final del Libro III … ahora bien, mi razón para escribir esto es que no quería poner escenas lime, ni lemon en la historia central, pero las ganas de poner estas escenas han sido muy fuertes para mi, así pues, con la idea de que la historia central siga siendo del agrado tanto de los amantes como los enemigos del lemon, he creado esta historia, procuraré publicar lo antes posible, pero en este momento no prometo nada, tengo muchas ideas para diversas situaciones románticas, algo melosas, algo divertidas y por supuesto, bien subidas de tono, jejejejeje, ya incluso hice los bosquejos de la fachada de este recinto faneliano perdido en el bosque, y por supuesto, agradeceré cualquier comentario que pongan aquí, tanto si es bueno, como si no lo es, y aunque avance en los caps a la velocidad de la historia raíz, pueden estar seguros de que sus comentarios me ayudarán a reestructurar y mejorar la historia, shizuka22, espero no desilucionarte con la historia, jajajajajajajajaja, en fin, nos leemos pronto.

SARABA