No e podido continuar con el otro fanfic atada a ti pero muy pronto subiré capitulo esta historia no me pertenece la he adaptado a este gran anime InuYasha que por supuesto tampoco me pertenece espero que les guste.

LADY KAGOME

Prólogo

Monasterio Barnslay, Inglaterra, 1200

— Santo obispo Orochimaru, ¿podría explicarnos las jerarquías en el Cielo y en la tierra? ¿Quién es más valioso a los ojos de Dios? — preguntó el estudiante.

— ¿No están acaso primero los apóstoles en la Gracia de Dios? — preguntó el segundo estudiante.

— No — respondió el sabio obispo

— El arcángel Inuyasha, protector de las mujeres y de los niños, el defensor de los inocentes, está por encima de todos.

— ¿Y luego, quién? — preguntó el primer estudiante.

— Todos los demás ángeles, por supuesto — respondió el obispo

— Luego vienen los apóstoles, con Pedro a la cabeza de los doce, luego los profetas y los hacedores de milagros, y los buenos maestros de la palabra de Dios en la Tierra. Los otros santos son los últimos en el Cielo.

— Pero, ¿quién es el más importante en la Tierra, obispo Orochimaru? ¿Quién es el más bendecido por Dios aquí?

— El hombre — fue la respuesta inmediata

— Y el más encumbrado e importante entre los hombres es nuestro Santo Padre. Los dos estudiantes hicieron gestos afirmativos. Jack, el mayor de los dos jóvenes, encaramado sobre el muro de piedra, fuera del santuario, se inclinó hacia adelante con expresión de intensa concentración.

— A continuación, en el amor de Dios, siguen los cardenales, y luego los otros hombres consagrados a Dios — intervino.

— Así es— admitió el obispo, complacido con la deducción del discípulo.

— ¿Y quién le sigue en importancia?— preguntó el segundo joven.

—Los que gobiernan los reinos terrenales, desde luego

— explicó el obispo. Se sentó en el centro del banco de madera, extendió sus vestiduras de profusos adornos, y agregó

— Los más amados por Dios son aquellos jefes que acrecientan los tesoros de la Iglesia, más que los que acumulan oro para su propio beneficio. Otros tres jóvenes se acercaron para oír las palabras del santo líder yse sentaron a los pies del obispo formando un semicírculo.

— ¿Luego están los hombres casados y después los solteros? — preguntó Jack.

— Sí — repuso el obispo

— Y estos están en la misma posición que los

mercaderes y los comisarios, y por encima de los siervos de la gleba.

— ¿Y quién continúa, obispo? — preguntó el segundo estudiante.

— Los animales, comenzando por el perro, el más leal al hombre — contestó el obispo

— y concluyendo con el estúpido buey. Y creo que ya les enuncié la jerarquía completa, para que se la enseñen a sus discípulos cuando sean ordenados hombres de Dios. Jack sacudió la cabeza.

— Obispo Hakudoshi, se olvidó de las mujeres. ¿Dónde se sitúan en el amor de Dios? Reflexionando la pregunta, el obispo se frotó la frente.

— No las olvidé — dijo al fin

— Son las últimas en el

Amor de Dios.

— ¿Por debajo de los torpes bueyes?— preguntó el segundo estudiante.

— Sí, por debajo de los bueyes. Los tres jóvenes sentados sobre el suelo se apresuraron a asentir.

— Obispo — Dijo Jack.

— ¿Qué, hijo mío?

— Lo que usted enunció, ¿es la jerarquía de Dios o la de la Iglesia? La pregunta escandalizó al obispo: le sonó blasfema.

— Es lo mismo, ¿verdad? Muchos de los hombres que vivían en aquellos tiempos estaban convencidos de que la Iglesia interpretaba fielmente las ideas de Dios. Pero algunas mujeres sabían que no era cierto. Ésta es la historia de una de ellas.