::: Abducida :::
Ella estaba nerviosa. Apenas despertó la mañana de aquel día, primero del séptimo mes, sintió su mundo tambalearse. Su cuerpo entumido apenas le permitió moverse relajadamente por los pasillos de aquel magnifico castillo. Sus amigos la notaron extraña. Ella se sentía extraña. Ajena a sí misma. Ajena a todo mundo. Ajena al mundo que pisaba y le rodeaba. Mareada por los colores, olores y sonidos que sus sentidos percibían. En varias ocasiones estuvo a punto de caer, abrumada por todo lo que sentía, mas no dio prenda y continuo como si nada. Sus amigos, pese a notarla extraña, estaban más ocupados hablando de Quidditch, dejando que ella pasara de la conversación, mientras aparentaba dormir en el vagón. El azabache intento en un par de ocasiones abordarla, mas el pelirrojo demandaba su atención apenas le veía querer abandonar su, aparentemente, importante conversación.
Ella sentía su cabeza estallar. El cuerpo le dolía espantosamente por intervalos de tiempo que no lograba definir puesto que el dolor le embotaba la cabeza. Su respiración era pausada y poco profunda. Intentado por todos los medios posibles no respirar el olor repúgnate que desprendiera su compañero pelirrojo, quien muy seguramente no se había bañado desde el día de ayer. Las ventanas abiertas le fueron de gran ayuda, apenas abrió un poco los ojos le dio una sonrisa de agradecimiento al azabache por su acción. El la conocía un poco más que su otro amigo, sabía que no se sentía del todo bien, por lo que suponiendo que el aire fresco la ayudaría, abrió las ventanas, pese a las replicas de su amigo pelirrojo.
El trayecto no fue agradable, pero tampoco muy pesado. Algunos alumnos de su casa rival habían querido molestarles. Su amigo azabache tan solo cerró la puerta y la hechizo para no ser abierta, para el asombro de su amiga castaña y la envidia del pelirrojo. Ella prometió agradecerle aquellas muestras de cortesía algún día, y lo hiso pensando que le regresaría su amabilidad con creces. Después de todo, sino fuera por ese chico, ella habría muerto en Halloween, en su primer año. El se convirtió en su primer amigo. Lo consideraba casi su hermano. En algunas ocasiones, durante el trayecto, y cuando ella abría los ojos, notaba como él le lanzaba miradas preocupadas mientras esperaba que el pelirrojo hiciera algún movimiento en la tabla de ajedrez, juego que había insonorizado para no molestar el descanso de la castaña, nuevamente para asombro de la castaña y endivia del pelirrojo. Y es ahí cuando ella sabía que él la escuchaba. El siempre la escuchaba aunque no lo pareciera. Ella sabía que él era un poco flojo a consecuencia de la influencia del pelirrojo. El sabía que los conocimientos, consejos e insistencias de su amiga le salvarían la vida algún día, cuando ella no estuviera para ayudarle.
Sintió a su gato posársele en las piernas e instintivamente comenzó a acariciarle. Ella no se sentía bien y su mascota lo sabía. En su interior podía sentir su magia fluyendo descontrolada. Dañándola en algunas ocasiones. En reiteradas ocasiones sintió a su núcleo ser jalado desde dentro, justo como se rumoraba sentirse un hechizo de "Aparición" Sabia que debía acudir por ayuda apenas llegara a la estación. Estaba agradecida de que el trayecto se le hiciera medianamente corto.
El pelirrojo salió por la puerta en busca de sus hermanos. Ella se incorporo como pudo, ayudada por su amigo de ojos esmeraldas. El con una mirada preocupada, ella intentando tranquilizarlo con una sonrisa. Ambos caminaron por los pasillos casi vacios del tren. El se adelanto un poco en cuanto ella le juro que no le pasaría nada. Pudo ver por una ventana a todo mundo reuniéndose con sus familiares, no pudo evitar sonreír al notar la felicidad de algunos. Vio a su padres saludando a los patriarcas Weasley, y a sus amigos conversando entre sí, el azabache mirando la puerta por donde ella debía salir, el pelirrojo hablándole a su compañero con la boca llena de chocolate. Típico.
Aseguro no se le olvidara ni una de sus pertenencias. Tenía su mochila, donde estaba su baúl hechizado para ser del tamaño de una caja pequeña, su varita estaba justo en su funda en su brazo izquierdo, y todo lo demás en el espacio restante de su pequeña y cómoda maleta en su espalda. Hizo el repaso rápido y general de lo que había metido en ella, y sonrió complacida recordando los tomos de libros de magia que la señora Pince muy amablemente le había prestado para ese verano, y los libros que ella misma había pedido por catalogo y aun no había tenido tiempo de leer.
Apenas termino, se dispuso a salir finalmente del vagón. Desde la entrada logro sonreírle a sus padres y amigos, aun pese a sentir sus entrañas revolvérsele, su pecho dolerle y su cuerpo al completo engarrotarse. Agobiada por todo lo que sentía dio un paso fuera del vagón, y fue ahí donde todo lo que sentía paro de golpe llevándola a la inconsciencia y a la infinita oscuridad.
Y fue ahí, frente a su familia y amigos que ella desapareció ante sus ojos. Ella había desaparecido, sin explicación alguna, sin que nadie supiera lo que le había pasado, si alguien había sido responsable de ello o si le verían nuevamente en poco tiempo.
La tarde-noche del primero de julio en King´s Cross, frente a familia y amigos, Hermione Jean Granger desapareció.
