A/N: ¡¿Qué onda, mí gente?! ¡Aquí AliceXS, reportándose a ustedes, mis malvaviscos asados! ¡Una nueva historia! Que formará parte de mí saga de misterios para Xiaolin Showdown. La idea se me vino a la cabeza en un contexto poco usual mientras trituraba una bolsa de platanitos (me refiero a los platanitos si lo malpensaste). El fic contiene elementos de horror/suspense/supernatural/angustia/crimen y también un lenguaje grosero moderado y un gore algo acentuado. Créenme es mejor leerlo que verlo, porque yo ni loca me veo este fic en televisión. Me asusto yo misma. ¿Algún concejo? Léanselo con toda la calma del mundo con un café, un té, maltín o lo que sea (es recomendable leérselo varias veces). No traten de resolverlo sino creen que no son capaces (o no tienen tiempo para lo otro) o acabarán como yo: Estresados sin comprender ni un carajo. El fic está inspirados en 3 animes: Higurashi No Naku Koro Ni/ Another/ Mirai Nikki. Para leer este fic tienen que estar medicados así que si no están tan chiflados como yo, es buen momento para regresar. No me hago responsable de tus locuras. Créanme que no fue nada fácil la selección de los poderes para cada uno de los personajes porque quería basarlos en las características de los personajes para explicar por qué tienen ese poder a lo largo del fic. Quería poderes con ventajas poderosas y desventajas que la contrarrestan a su vez. Debían ser buenos, pero no lo máximo porque debía agregar variedad y subir un poco el nivel. Pero no quería una mamarrachada. Y esta fue la que más pudo satisfacerme. ¿Otra cosa? Si son admiradores de Jack o son admiradores de la justicia, van a odiar burda al padre de Jack. Se hicieron muchos cambios en su producción. Aunque para mí este fic destroza nuestra feliz infancia. Aquí determinarán que tan enferma mental soy, pero más ustedes que lo siguen
-No necesariamente, es un desafío mental a los lectores inteligentes como usted (o al menos pienso eso).
Los Juegos del Destino
Arco de preguntas: Los Juegos del Destino. Capítulo 1.
Eres el protagonista de tu vida
La música de Avenged Sevenfold, furiosa, suena a su máximo volumen y estrepitosamente retumba en mis tímpanos. Busqué unas pastillas de menta para tapar el mal sabor. Apoyé mí codo de la ventana a observar el panorama. Un, dos, tres. Tanteé con los dedos la superficie de mi muslo. Vine a Villa Xiaolin porque me dijeron que acá vivía mí padre. Mi abuela me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en el lecho de su muerte. Apreté sus manos en señal de que lo haría. Pues ella estaba en un plan de morirse y yo en un plan de prometerle todo. Aún cuando exhaló su último suspiro, yo le dije que lo haría tantas veces como pude. Me costó trabajo zafarme de sus manos muertas. Fue cuando decidió enviarme a la ciudad natal de mamá. Era el momento de cumplir mí promesa. Pensé no cumplir mí promesa. Hasta que ahora pronto comencé a llenarme de sueños, a hacer volarlas ilusiones, se me formó un mundo esperanzado alrededor de aquel señor. Me limpié la nariz. Me quedaría en casa de mi padre mientras tanto. Cursaría en el colegio de la villa para culminar mis estudios. Villa Xiaolin es una pequeña y apartada localidad al aire libre, pero para mí suerte hay internet y saben de tecnología. Yo me imaginaba ver aquello a través de los recuerdos de mi abuela, de su nostalgia, entre retazos de suspiros. Siempre vivió suspirando por Villa Xiaolin, por el retorno... Traigo los ojos con que ella miró las cosas, tengo sus ojos para ver el idilio de esa villa. "Pasando por las colinas gemelas detrás del sol encontrarás una zona rodeada de pasto verde, abriendo camino hay edificaciones encantadoras y avenidas limpias. La fuente de producción es esencialmente las zonas agrícolas. Muy pocos utilizan vehículos, casi no se huele el smog, el medio de transporte más visto es la bicicleta que son empleada por los estudiantes que asisten a la única escuela donde estudian los hijos de todos. No existen edificios con apartamentos, sino casitas con hasta dos pisos. La villa está cerca de una ciudad mucho más moderna. Recuerdo que nos dejaban a visitarla en los fines de semana si nos apetecía ir. Pero lo que más me gusta es el bosque oscuro y tenebroso, lleno de encantamientos y de leyendas".
Un dos tres, vuelvo a tantear mis dedos.
Realmente era también mi ciudad de origen, pero hace años que no la he visto. La última vez tenía apenas nueve años, iba para mis diez. Mis padres no aguantaron más hipocresía y la disputa final fue cuando mi madre tomó la decisión de irse, empacó sus cosas y se fue de la casa. No supe con cierta certeza qué fue lo qué pasó, solo sé que no se fue a vivir a casa con su madre sino que se marchó de la villa. Yo me fui al poco tiempo ya que mi padre y yo no nos entendíamos muy bien, lo que coronó la torta fue realmente cuando supe que mi padre iba a casarse con una mujer que no era madre. Yo era un mocoso, no quería a ninguna otra señora con mi padre que no fuera mi madre. Peor aún, ya tenía un hijo. Eso me reservaba ciertos privilegios como primogénito de la familia y ya conocía de sobra a mi futuro hermanastro. Decidí irme a vivir con mi madre. Dicha acción tomada duró poco tiempo. A los trece años, mi madre falleció. Y me quedé a vivir con mi abuela, como soy menor de edad no puedo vivir en mi propia casa ni pagarme mi propia manutención, y no tengo más familia que mi padre para recurrir por eso estoy en camino a encontrarme con el pasado que dejé atrás. Pero no vengo solo. Conmigo, acurrucando su cabeza en mi brazo (aunque le pedí que no lo hiciera y cada vez que la arrimo hacia el lado de la ventana, siempre vuelve a mí de una u otra forma) está mi prima: Es una niñita de cabellos castaños claros, ojos azules grandes y saltones, piel crema, pequeña (of course), la personificación de niñita tierna y adorable. Su nombre es Megan... Megan Spicer. Y yo soy, por otro lado, Jack... Jack Spicer. Un dos tres, vuelvo otra vez.
Anoche antes de dormirme recuerdo que habíamos pasado un túnel para cuando despierto el bus avanza por una carretera y asomándose hacia abajo un pequeño pueblo en el medio. En pocas horas estaría en la villa. Me eché encima mí chaqueta. Vi en un letrero electrónico que la Villa Xiaolin sería la próxima parada. Muy pocas personas quedaban en el autobús. Estábamos a mitad de semestre. El aire frívolo de enero se hizo sentir abiertamente en la noche. Bostecé. Nos detuvimos en la parada. Me levanté. Traté de despertar a Megan, pero estaba tan profundamente dormida que tuve que llevármela cargando (Megan pesa igual que una pluma). Cogí mí mochila y me la guindé del hombro. Ya había pagado, solo tuve que decir que aquí me bajaba. Las puertas se abrieron automáticamente. Bajé. Escuché el motor del bus arrancar tras de mí. Seguí mi camino. Mis ojos reventaban por el sopor del sueño. Los pastizales para el cultivo agrícola parecían una laguna transparente, desecha de vapores por donde se translucía un horizonte gris. Una bandada de pájaros cruzó el cielo. El aire caliente quedé arriba tras la línea de montañas y me topé con el aire frío. Me encontré con un pueblo con casas sin que fueran llenadas de la esencia humana. Las paredes de las casas eran negras sin que un rayito de luna las reflejara. Escuché un murmullo. Tal vez era el viento. Esta villa no se parecía en nada a la que mi abuela me había descrito. Se veía tan solo. Me sorprendí. Ni siquiera un coche (o bicicleta) pasear. O siquiera aves romper el aire quieto, sacudiendo sus alas como si desprendieran algo de ellas. Sobrevolando los tejados.
Con los niños jugando y correteando. Mientras el cielo se teñía completamente de negro. Y ahora esto, un pueblo sin ruidos más que mis pisadas redondas en la cera. Fui explorando. Era un lugar muy silencioso para mi gusto. Un dos tres me siento inquieto.
-Ay qué raro –me saqué el PDA del bolsillo de mi pantalón y me dirigí a mi aplicación del GPS para chequear el mapa-. Si es el lugar, pero es más como un pueblo fantasma.
-Buenas noches –susurró una voz detrás de mí, me sobresalté-. Es raro ver gente caminar a estas horas de la noche y más si es una nueva cara, ¿qué es lo que busca? –inquirió. Era un hombre no tan menudo ni tan alto, sostenía una linterna para alumbrar el camino; vestía con unos pantalones holgados negros de lino, un chaleco azul y una camisa blanca, una banda ancha en la cintura. Calzaba unas sandalias al estilo griego, le daba un toque surrealista. Él era calvo. Las cejas gruesas y negras. Tenía barba y bigote. Ojos claros. Piel descremada.
-Buenas noches señor vengo desde muy lejos en busca de un lugar llamado la Villa Xiaolin, ¿Es este pueblo?
-Sí, sí, sí llegó al lugar correcto.
-¿Seguro? –el anciano asintió con la cabeza-. ¿Y por qué se ve tan triste y abandonado?
-Son los tiempos, joven. No se preocupe por la gente, ya resucitarán a la mañana siguiente, aquí todo el mundo duerme muy temprano después de tantas horas trabajando bajo el sol.
-¡Oiga señor, ¿Podría ayudarme?!... –le grité, cuando el anciano daba media vuelta- Ya que apenas estoy conociendo estos lares. Estoy buscando la residencia del Sr. Jackson Spicer, soy su nieto Jack Spicer y tengo entendido que permaneceré en su casa mientras esté aquí.
-¿Jackson Spicer? Ah sí, venga conmigo que le muestro el camino –me dijo amable, sonreí mientras caminaba a su lado. Dimos media vuelta por la esquina de la cuadra. Subí con él hacia arriba hasta que nos detuvimos cerca de un puente. Él hizo un ademán.
-Su casa está casi al lado del puente, disfrute su estancia.
-Muchas gracias, eh... Quisiera saber su nombre si no es mucha molestia.
-No hay problema, joven. Soy el maestro de la escuela de Villa Xiaolin. Mañana creo que tendremos una mejor presentación, que pase buenas noches –me repitió antes de marcharse.
Aunque no se oía los ronquidos de la gente durmiendo, ni aves, o tejados. Sentí que la villa vivía. Y que si yo escuchaba solamente el silencio, era porque no estaba acostumbrado al silencio. Mi cabeza venía llena de ruidos y voces de Nueva York, Manhattan. De voces. El aire era escaso, se oían mejor. Hubiera querido decirle a mí abuela que se había equivocado de domicilio y me habían mandado a un pueblo solitario, buscando a alguien que siquiera estaba vivo. Llegué a la puerta de la casa cerca del puente orientándome por el sonar del río y toqué el interfono de las puertas. Era una casa enorme con una fortaleza rodeando las esquinas e incluía un enorme patio trasero y delantero. Debo admitirlo. Es muy bonita. La familia Spicer era una de las familias con más influencias sobre la villa puesto que mi padre trabaja en el mundo de los negocios y tiene contactos con la ciudad vecina. Es una de las 3. Antes de acercarme me guardé la argolla que tenía enganchada en la oreja izquierda antes que la viera a mi padre. No me permite que lleve ni zarcillos, tatuajes, piercing, maquillaje ni me pinte las uñas o cualquier cosa; decía que un hombre que se respete no llevaba esas cosas de vagos; bueno de lo segundo no tenía en qué preocuparnos ninguno de los dos ya que con mucho esfuerzo, sangre y sudor tuve que soportar el dolor de la primera vez que me hicieron un agujero en la oreja para mi argolla a los quince años y, no tuve el coraje para hacerme un tatuaje tras la mala experiencia que viví cuando me hice un piercing en la ceja derecha cuando tenía dieciséis y me atendió un arrabalero inexperto (me quedó una cicatriz en la ceja derecha) y antes de viajar, con acetona me despojé toda la pintura negra de mis uñas y me aseguré que no quedara ni rastro de maquillaje bajo mis ojos. Un dos tres vuelvo a tantear mi pierna, estoy nervioso.
Me atendió una voz de mujer, tal vez era la sirvienta, la esposa de mi padre o qué se yo. Me presenté formalmente y me abrieron la puerta en un abrir y cerrar de ojos. Crucé el umbral. El patio tenía una fuente de mármol pulido a la izquierda a unos siete metros de mi alcance. Unos arbustos y todas esas cuestiones. Las puertas ya estaban abiertas. Ahí estaba en la entrada. Mi padre. Un hombre bastante alto (como seis pies), el cabello peinado hacia atrás castaño oscuro, los ojos oscuros, piel albina como la mía, vestido formalmente con un traje de etiqueta negro con una corbata roja. Más atrás estaba su mujer, tenía el cabello corto de color negro, medianamente alta, vestía una blusa blanca con abotonadura al frente y unos pantalones aguamarina holgados, con un reloj blanco muy costoso, llevaba unos zapatos blancos con tacones y ojos verdes oscuros. En el momento que entré escuché a lo lejos la reproducción de una guitarra electrónica. ¡Ay no coño! Eso solo puede decir una cosa: Mi hermanastro está cerca.
-Bienvenido a casa, Jack –como ven, mi padre no es el Sr. Cariñoso. O sea, tenemos ocho años sin vernos la cara y me saluda: "Eh hola Jack". Ni siquiera me dice "hijo". Ni siquiera me abraza. Ni siquiera se mueve ni un centímetro.
-Hola papá –respondí. Nos quedamos mirando a la cara en uno de esos silencios incómodos en los que ninguno de los dos sabe que decir.
-Has crecido mucho, te has convertido en todo un hombre. Tu abuela y tu... mamá –escupió con mucho esfuerzo- hicieron un buen trabajo, se ve que has madurado mucho y espero que todo el dinero que hayan invertido haya servido de algo -¿oyeron eso? "dinero", se nota que este señor solo piensa en su plata y en su familia feliz y perfecta, yo solo vine a estorbarlo. El peo es que cuando mi madre me mantenía, ella rechazó aunque fuera una monedita de mi padre. Con mi abuela fue distinto porque su pensión no alcanzaba para mí y mi prima (ella ya estaba al cuidado de mi prima antes que yo). Tuvo que aceptar el dinero de papá, aunque no quería.
-Uy, sí, bastante –nos volvimos a enmudecer. El viejo hizo un intento más de sacarme una conversación.
-¿Tuviste un inconveniente en el viaje?
-No, para nada –contesté rápido, esta vez me adelanté a él-. ¿No me vas a invitar a entrar?
-Sabes que éstas puertas te recibirán siempre–asintió con la cabeza, un poco avergonzado. Su señora me sonrió de oreja a oreja:
-Bienvenido a casa cariño mío, me alegro que todo haya salido bien en tu viaje, tu padre y yo esperamos que te sientas a gusto. Adentro hay leche y galletitas si te apetece a ti y a tu encantadora primita, debes estar cansado de sostenerla tanto tiempo, ¿quieres que la lleve a su cuarto?
-Eh no gracias, yo me encargo –contesté un poco grosero mientras entraba. Reconozco que ella es muy amable (la primera vez que nos conocimos, ella trató de ganarse mi afecto con su personalidad dulce y gentil desde el primer día y todavía sigue insistiendo), pero me es imposible. Y también por Megan. La niña se mantenía porfiadamente callada, sin inmutarse a lo que fuera desde lo que ocurrió con... Bueno, no vale la pena hablar de eso ahora. Como ha cambiado la casa, se nota que la mujer de mi padre tenía un buen gusto a mí parecer. Aunque si fuera yo... Creo que le pondría un estilo más personal. Más negro y punk por allá y por acá. Me di cuenta de las galletas de chispas de chocolate, soy un adicto al chocolate, y las galletas con chispas son mis preferidas (debió habérselo dicho mi padre o a la sirvienta, creo que la opción dos es la más probable, me resulta imposible pensar que mi padre se fije en esos detalles tan pequeños e importantes al mismo tiempo). Y un vaso de leche grande. Decidí recostar a Megan en el sofá. En el momento que entré la música sonó más fuerte que nunca. Megan comenzaba a revolcarse, iba a abrir los ojos en cualquier momento.
-Agradezco su hospitalidad y sus galletas, pero ya estoy lleno.
-Oh... no sabía, bueno las guardaré en el refrigerador hasta que te apetezcan. Un momento... –se detuvo antes de bajar los tres primeros escalones-. ¿Dónde está ese muchacho? Le di instrucciones de quedarse aquí, pero... ¡Raimundo Pedrosa! –llamó con fuerza-. ¡Raimundo Pedrosa, dónde quiera que estés, baja en este mismo instante! ¡Raimundo Pedrosa! –clamó, no recibió respuesta-. Discúlpame un minuto –dijo la señora, marchándose por un pasillo, cargando un bate de béisbol. ¿Pero para qué se molesta en llamarlo? Sería más feliz si no lo hiciera. La música se detuvo poco después que la señora golpeaba una puerta con el bate.
-¡Mamá, estaba practicando!
-De eso nada, se supone que deberías estar en el vestíbulo recibiendo a tu hermanastro. Es un reencuentro familiar, es obligatoria tu asistencia. Así que te vienes conmigo –se oyeron unas pisadas. La señora trajo arrastrando de la muñeca a un muchacho de mi misma edad. También había cambiado mucho la última vez que lo vi (la última vez era un mocoso que estudiaba en mi misma escuela). Su piel era tostada, su altura era aproximadamente la misma que la mía, a diferencia de mí, él no iba desgarbado, se notaba a simple vista que su cuerpo fue cuidadosamente esculpido en el gimnasio, sus ojos verdes oscuros brillan con picardía, su boca retuerce una sonrisa, su pelo color chocolate desordenado y desenfado (se notaba que se había aplicado gel en la zona capilar) le quedó de rechupete, vestía con una remera aguamarina de surf que dibujaba sus curvaturas a nivel de sus pectorales y unas bermudas negras. Bueno pues físicamente estaba bastante cambiado en comparación a la última vez que lo vi, y sí, en una evaluación general es un divino regalo tropical. Un dos tres sucede otra vez.
-¿Jack? –arqueó una ceja.
-El mismo, Raimundo –su boca iluminó una sonrisa pícara de oreja a oreja cruzó los brazos bajo el pecho.
-¡Wow, cómo has cambiado! Casi ni te reconocía; hermano, bienvenido a casa –Raimundo se bajó de un salto y me extendió la mano. Miré su mano inquisitivamente por si no tenía una de esas sortijas que electrocuta a las personas. No las he visto que él las tuviera en el pasado, pero Raimundo es muy capaz.
-Ya basta, Raimundo, ¿cuál es el truco? ¿Dónde está la cámara escondida?
-¿Qué cámara? ¿Cuál truco? –inquirió arqueando las cejas buscando la dichosa cámara.
-Jackson Spicer, ¿qué preguntas son esas?... –intervino mi padre-. Sé que en el pasado, tú y Raimundo han sostenido diferencias triviales cuando eran niños. Pero ahora son hermanos, en unos meses alcanzarán la mayoría de edad y serán hombres de bien y aunque no quieras creerlo, Raimundo también ha cambiado, ha madurado y está consciente de sus errores en el pasado. Con esta nueva oportunidad, desea enmendar esos errores y comenzar otra vez.
-Papá tiene razón, ya no soy el de antes, Jackie, y quiero probártelo. Antes éramos niños, no sabía lo que hacía hasta hoy, estoy arrepentido y quiero volver a empezar desde cero, ¿qué dices? ¿hermanos? –sonrió. Al ver que todo era seguro, estreché su mano con firmeza. Él volvió a sonreír, me jaló y me dio un abrazo (unas palmadas en la espalda). Nos separamos.
-Perfecto, todo queda en familia. Jack, ya nos encargamos de matricularte en la escuela, sé que realmente es una tontería inscribirte en pleno semestre cuando debería estar firmando los papeles para entrar en la universidad, pero si quieres registrarte en la universidad de la ciudad –en este pueblo no existe universidades, debes de ir a la ciudad vecina si quieres una licencia-. Es mejor que "culmines" aquí, mañana Raimundo te llevará a ti y a Megan, a su escuela por si se te ha olvidado el camino. Espero que no te importe si hemos escogido por ti tus útiles y hasta la mochila que llevarás. Ahora sin más interrupciones, ¿qué tal si llevas a tu hermano y a tu prima a sus habitaciones, hijo? Para que vayan acostumbrándose a estar aquí.
-Con gusto, papá –respondió Raimundo. Hizo un ademán. Volví a cargar a Megan en mis brazos, y lo seguí. Subimos por unas escaleras al fondo y caminamos por un recto pasillo. Apenas se dejaron oír las voces de allá abajo. Llegamos a un cuarto con la puerta de madera entreabierta, supuse que era el cuarto de Raimundo. Al lado estaba otra habitación, cerrada. Él me la señaló. Esa era la mía. La habitación de Megan estaba al final del pasillo.
-Oye, lamento el interrogatorio de allá afuera, pero la verdad es que nunca me esperé que cambiaras tan radicalmente y me aceptaras como sangre de tu sangre –Raimundo se volteó y golpeó con la mano abierta la pared cerrándome el camino.
-Ahora escucha atentamente las instrucciones, niño fenómeno. Nadie en la escuela tiene el por qué enterarse que tú y yo tenemos una relación por nuestros padres, no te acerque jamás a mi cuarto, ni se te ocurra hablarme en público, jamás de los jamases te atrevas a llamarme "hermano" o si no romperé cada uno de los huesos de tu cuerpo y ni pienses ni una sola vez decir esta conversación a tu padre o a mí madre porque ahí sí me aseguraré que no sigas vivo mañana. He hecho muchas cosas para estar en el puesto donde estoy y tú ni nadie va a estropeármelo, tu llegada nunca me la esperé, si hubieras sido inteligente nunca regresarías. No tienes ni idea del trabajo que me costó allá abajo fingiendo ser el Sr. Dulzura, empero, mientras vivas aquí entiende que este es mi territorio, aquí se hace mi voluntad, y cualquier descontento que hagas, no lo perdonaré y costará un precio bastante alto, ¿entendido?
-Que tonto fui al pensar que esto era demasiado bueno para ser verdad; créeme que entre todas las personas del mundo prefiero a Jack, el Destripador como hermanastro, en ese caso si estamos de acuerdo, está bien no les diré nada... Ni me interesa hacerles saber a todo el mundo que eres mi hermanastro ni eres mi personalidad favorita para charlar ni quiero contaminarme con tus gérmenes así que descuida si crees que voy a entrar a tu cuarto, pero quiero que sepas que no te tengo miedo ni tus amenazas me hacen efecto.
-Estás cometiendo un gravísimo error, Jackie –masculló entre dientes entrando de nuevo a su cuarto. Cerró con rudeza la puerta. Empezaría a oír los solos de guitarra en cualquier instante. Llevé a Megan a su cuarto. Era un cuarto aniñado porque los colores se derivaban de un rosa pastel con unos diseños de muñequitos. Una estantería llena de muñecas. Las sábanas y muebles obviamente diseñados para una niña. La dejé recostada sobre su cama. Y decidí regresar a mi habitación. Era un cuarto rectangular un poco más pequeño que el de Megan. Las paredes y por el suelo se extendían por tablas de madera. Los muebles hecho del mismo material. Sobre el escritorio había una computadora vieja, al lado mis cuadernos y libros. Justo al lado de una mochila a la que decidí personalizar más tarde rayándola con un rotulador negro (la mochila era una combinación de tres colores: el azul, el gris y negro). Ventanales grandes. Y un baño propio.
Qué lindo. Me descolgué la mochila del hombro derecho. Y me puse a desempacar mis cosas, las últimas fueron mi aparato para el asma y mi caja de herramientas, mi hermosa caja de herramientas, me la dieron en mi cumpleaños. No he dejado de construir cosas nuevas desde que la tengo. Conmigo se habían mudado varios afiches de inventos, algunos hechos realidad y otros eran proyectos futuros, a veces cuando no tenía nada importante qué hacer los desarmaba y los volvía a armar, la pared estuvo llena totalmente de mis afiches. Ah bueno quedan tres paredes para seguir llenando.
Decidí sentarme en la computadora y ver como trabajaba, la computadora iba lento (no me esperaba más ni menos, aquí la señal debía ser tan mala para ser un pequeño pueblo donde la tecnología no es la gran vaina), quise navegar un poco por internet que iba lentísimo en esta oportunidad (además que tengo a Raimundo enchufado y no creo que sea del tipo que se mete una vez por semana, la sociedad actual es adicta al internet y más si es joven), yo no estoy afiliado a ninguna red social ni me meto a más nada que hay curiosear, sobretodo en YouTube para oír lo último en canciones de heavey metal y de vez en cuando me meto en una de esas salas de chat o simplemente foros, en mi caso particular solo me anoto en foros donde se hable de temas de mi interés (tecnología). No es que me meto para dar coba a mí mismo, pavoneando mis menesteres informáticos y mis logros en el ciberespacio sino porque me gusta y así dialogo con otras personas que comparten mi gusto... Como siempre, estaba conectada una usuaria llamada Kitty_minene2033, no sé si es casualidad, pero cada vez que estoy adentro ella siempre está (digo ella porque "Kitty" no me suena apodo de un chico y si lo es, obviamente es de una marica) luciendo su talento. Llevo con la tal Kitty (para abreviar) una relación virtual de un año, no es que seamos amigos de toda la vida, pero ¿quién necesita amigos en un ciberespacio? Está registrada en todos los foros donde yo estoy, creo que uno de mis puntos en nuestra primera conversación fue: ¿me estás siguiendo o qué?
En aquel entonces estaba de buenas porque lo aludió como un cumplido. Kitty es por lo general una persona muy difícil de tratar, al menos para mí, casi siempre nuestra conversación empieza con el buen pie y termina con ella o conmigo enfadada. Cada vez que empieza un nuevo tema, me pica la curiosidad y siempre entro a leer. Casi siempre formulan preguntas estúpidas (para mí al menos) y montan novedades un poco anticuadas para mí gusto. Hasta el momento Kitty no me ha decepcionado con sus publicaciones, se podría decirse que es la única a la que considero como rival en el mundo de la tecnología. Como obviamente manteníamos una relación virtual y tampoco es que no me he puesto a investigarla porque no sé cuál es su verdadero nombre, creo que es una contemporánea a mí y que en sus ratos libres se mete a hablar de lo que más le gusta, veo que le gusta mucho la informática como a mí y le encanta responder preguntas "amablemente" porque es como el momento perfecto para lucirse. Kitty es exageradamente cuidadosa, nunca ha soltado un dato sobre ella ni siquiera se refiere a sí misma (por eso digo que no sé si es un "ella" o un "él") por lo que me es difícil hacer una descripción sobre ella con un año conociéndola. No han escrito mucho desde la última vez que me metí. Y las preguntas no eran de mi interés relevante.
Debo admitir que por ciertas razones me meto en los foros para saber de ella. Y ciertamente Kitty no había hecho mucho que se diga, solo había contestado a una pregunta en relación con problemas de la computadora y la impresora, y lo último que publicó (que fue unos días poco después de mi última conexión) estaba demasiado largo. No tenía ganas de leer artículos largos en este momento. La música de Raimundo no solo me estaba dando sordera sino los comienzos de una migraña. Un dos tres y un revés.
-¿Dashi, qué vamos a hacer hoy? Estoy un poco aburrido de ser inmortal y más si es ser tu siervo, ¿ya te lo he dicho antes? Las únicas distracciones que existen son hablar contigo, lo cual casi nunca puedo hacer porque siempre estás ocupado con "tus asuntos esos" y ver a los mortales, pero últimamente no hay nada interesante allá abajo… Aún cuando sus vidas parezcan lo más patéticas, lo viven con tanto entusiasmo, que es contagioso.
-El mundo necesita emociones de vez en cuando. Estoy planeando algo nuevo y presiento que será algo muy divertido para ambos... Presta atención a mi próximo movimiento, Dojo, las cosas están a punto de tomar su lugar –contestó una voz apaciblemente. En el centro de aquella figura giraba a su entorno once piezas del comienzo de un juego trivial... Solo falta uno...
Me desperté con la cabeza hundida en el teclado de la computadora. El maldito despertador me sacó de mí sueño. Quería darme cinco minutos más, empero, no pude darme el lujo, me sacaron de mí nube de los sueños para tomar el desayuno, arreglar mí mochila e irme junto a mi adorable hermanastro. La escuela no tenía un autobús propio. Ni loco saldría en bicicleta. ¿Cereal y leche? Ah okey. Me senté a comer, ya Megan y Raimundo estaban sentados en la mesa y comiendo junto a mi padre y su señora esposa. Todos me dieron un saludo (menos Megan, ya estaba acostumbrado). Algo peculiar es que Raimundo y Megan vestían con un uniforme. La señora se me acercó con un uniforme. Ay coño, que ladilla no tengo libertad de ponerme lo que me venga en gana. Terminé de comer rápidamente. Me limpié la boca. Me obligaron a ponerme una chaqueta negra de lino arriba de una camisa blanca, el cuello levantado con una corbata roja, pantalones estrechos en la cintura, mocasines negros. Mi padre insistió en que tenía que peinarme, echando mí hermoso pelo hacia atrás. ¿Tienen la idea de cuánto me costó hacer que este pelo refulgiera en rojo sangre? Fue al principio fue un incidente en química, pero creo que no me resulte tan mal. Resalta mi atractivo. Incluso me molestó con llevar mí aparato asmático. Su mujer secundaba cada idea. Por supuesto que lo negué, si ya no me daba asma desde hace uf... Cuando salimos, el ambiente se llenó de la vida que carecía anoche. Los estudiantes iban en sus bicicletas camino a la escuela. La gente salía a trabajar. Las tiendas abrían. Al menos no me sentía tan raro cuando los pájaros rompían el aire quieto.
Raimundo nos condujo a Megan y a mí a un hermoso coche rojo sin capot, limpiecito, nuevecito, se notaba que Raimundo lo mantenía bien cuidadito. Debía de admitir que fue amor a primera vista, pero es la mascota del enemigo así que me saco esa idea de la cabeza. Me senté en la parte posterior junto a Megan, Raimundo iba al volante obviamente, nos abrochamos los cinturones de seguridad y nos despedimos con la mano. Megan se pegó a mí sin decirme nada. Apenas nos desaparecimos en la esquina. Me di la vuelta para ver si mi padre o su mujer se asomaban por la esquina. Me quité mí abrigo y me la guardé dentro del bolso. Me saqué afuera la camisa. Me volví a peinar mí cabello como a mí me gusta. Raimundo ya se me había adelantado apenas miró que habían entrado por el retrovisor y sacó un cigarrillo, comenzó a fumar. Qué asco. Megan se quedó tal como está en los momentos que Raimundo nos llevaba a la escuela. Por alguna razón pienso que todos los que vienen a esta villa son los que tienen un problema. Megan se puso a jugar, aburrida con la argolla que tenía en mi oreja izquierda (me la puse tan rápido como salimos). Descasé mi mano sobre mi pierna. Un dos tres, ahora que viene.
-No cariño me lastimas –dije con suavidad. Raimundo no tardó en poner su música. More de Usher. Raimundo se autoproclamó como el admirador número uno de Michael Jackson en primaria, ahora veo que anda tras de Usher. Pues sinceramente no estaba de humor para calarme la música de mierda de Raimundo así que me puse mis audífonos y puse la primera música que se me apareció aunque no fuera mi favorita. Bundy de Animal Alpha, ah okey. Pobre Megan que tenía que sobrellevar mi música por un lado al estar pegada a mí y la de Raimundo al frente. Nos detuvimos frente a una casa.
-Esta no es la escuela.
-Por supuesto que no, idiota, antes de ir siempre recojo a mis amigos. Así que ya sabes si te preguntan –me dijo él sin verme a la cara y pasándome una mano suavemente por el pelo mientras se miraba en el retrovisor. Tocó el claxon. En un segundo estuvo con nosotros uno de los amigos de Raimundo: Era un muchacho de nuestra misma edad posiblemente, su tono de piel más oscuro que el de Raimundo, sus ojos oscuros, el pelo crespo corto, por unos centímetros era un poco bajo que él. Parecía ser el típico chico atleta que todos en el colegio adoran por como saltó encima del auto. Sin olvidar los collares de rap, bañados en oro, que tenía puesto encima y la malla sobre su cabeza. Le venía bien. La viva imagen de un rapero. Otro admirador morboso de Usher. Se pusieron a jugar juegos de manos... O en realidad estaban intercambiando un saludo extraño, creí que eso lo hacían las chicas y se puso a fumar con Raimundo. Obvio que se dio cuenta de la presencia de Megan y la mía.
-No me has presentado a nuestros pasajeros a bordo, ¿ustedes son...?
-Pues yo soy Jack y ella es mi prima Megan, es nuestra primera vez en mucho tiempo aquí y Raimundo se mostró muy amable en enseñarnos el camino a la escuela.
-¡Ya va, ya va!... ¿Raimundo les estaba ayudando? –el muchacho rompió en carcajadas-. ¿Te metiste de monje o es el día de las bromas? Porque buen samaritano no eres.
-El tío vive en mi manzana y me pidió el favor que lo ayudara, era muy humillante verlo de rodillas, ¿verdad Jackie?
-Sí –respondí desganado.
-Pues bienvenido a la villa, soy Jermaine –extendió su mano y la estreché-. ¿Vives en qué siglo, loco? Saluda como Dios manda –traté de imitar el saludo que intercambiaron él y Raimundo, pero la presión de tantas personas mirándome hizo que me enredara un poquito.
Para mí fue una suerte que Jermaine lo tomara a broma. Luego seguimos nuestro recorrido. Llegamos más rápido a casa del siguiente amigo de Raimundo. Ya estaba fuera esperando. Solamente me di cuenta que no había mucha diferencia entre las casas, solo que algunas eran más decoradas que otras. El último amigo de Raimundo era un muchacho corpulento, medía aproximadamente siete pulgadas, los ojos azules brillantes, el cabello rubio con una colita sobresaliendo, la piel crema y se mostró también amable. Lindo, sí. Los rubios con ojos claros atraen rápidamente mi atención. Su nombre era Clay Bailey. No tenía ese aire siniestro, una de varias cosas, que tenía Raimundo ni la actitud fresca de Jermaine era como el intermedio, el pegamento calibrador entre ambos, y no fumaba a diferencia de sus otros compañeros. Típico en los tríos heterogéneos.
Creo haber recordado su nombre en otra ocasión. Parece que Raimundo era el antipático del grupo y a su vez el líder. Clay se sentó con Megan y conmigo. Los tres parecían discutir sobre la firma de un contrato. Parece ser que los tres pertenecían a una banda (sin nombre) porque los tres parecían tocar un instrumento en particular (Raimundo alegaba que era el único que se tomaba esto en serio y debería recibir más de lo que tenía, y dejar de practicar todo el tiempo en la coche ya que estaban lo suficientemente listos para tocar a un grupo de personas y aún más importante conseguir el sello de una discográfica, ni Clay ni Jermaine se preocupaban por ello, bueno estos se defendían y así sobrevenían). Justo cuando íbamos pasando por una cuadra, por nuestras cabezas había un anuncio de una compañía: Lao Meng.
-¡Espera, Raimundo, detente aquí! –exclamó Jermaine, rápidamente abrió su bolso donde sacó un huevo podrido en el interior de una bolsa y lo tiró al anuncio. Raimundo se echó a reír. Clay no parecía ni enojado ni contento, se inmutó. Raimundo arrancó a toda velocidad.
-¡Ahí tienes lo que pienso de ti, Chase! –se rió chocando sus puños con los de Raimundo- ¡seres como tú difaman la verdadera justicia! –añadió en tono de "súper héroe justiciero".
-¿Pero por qué hiciste eso? ¿tienes idea si alguien te pillaba?
-Te preocupas demasiado Jackie, relájate –sonrió Jermaine-. Nunca nos atrapan y esta no será la primera vez.
-¿Por qué le tiraste eso? ¿quién es Chase?
-Se nota que no eres de por aquí, compadre –intervino Clay-. Chase Young es el presidente de la Compañía Lao Meng, es una compañía que está ubicada en nuestra ciudad vecina y según ellos su interés principal es velar por la seguridad de sus conciudadanos, creo que como no lo aceptaron en el FBI por ser muy macabro decidió hacer su propio club, mantiene el control de todo y casi todo el mundo trabaja para él. Muchos de los padres de la escuela trabajan para él. Se podría decirse que es el hombre más poderoso en toda esta parte del oeste –cuando Clay terminó de contarme ya habíamos llegado a la escuela. Nos bajamos.
Antes de preguntarle a Raimundo a dónde tenía que dirigirme, Raimundo y sus amigos se habían marchado. La escuela estaba junto a la carretera. El edificio no resultaba obvio que era la escuela sino por el cartel que decía Escuela de Villa Xiaolin. Se parecía a un conjunto de esas casas en intercambio para vacaciones construidas con ladrillo rojo. Habían muchos árboles y arbustos, quizá por eso no lo distinguía cuando nos acercamos. Preferí acercarme al edificio que decía "oficina principal". Arrastré a Megan conmigo. Caminamos por un sendero de piedras flanqueado por setos oscuros. En el interior había más luz y calor, era un lugar pequeño. Con sillitas acolchadas (una estaba ocupada por un niño que parecía estar jugando con dos juguetes de dinosaurios), una alfombra roja, noticias y premios pegados a las paredes sin olvidar al reloj de pared a una esquina del cuarto. Un mostrador alargado divide la habitación en dos con cestas metálicas llenas de papeles y tras de ellos tres escritorios. Me acerqué al primero donde nos presenté a mí y a mi prima. Nos reconoció y buscó entre los documentos precariamente el horario de clases de cada quien y un plano de la escuela. Nos explicó brevemente cuál era la ruta más idónea para llegar a cada una de las clases en el plano. Chequeé el reloj del celular, no me daba tiempo acompañar a Megan a su primera clase. Un dos tres tarde otra vez.
-Maldición tengo apenas unos minutos para llegar a la mía. Tonto Raimundo y su búsqueda de amiguitos.
-Si quieres puedo acompañarla yo –dijo una voz detrás de mí, era el niño. Era un niño que apenas medía un metro, los ojos negros achinados, la piel amarilla, calvo con un gorrito de varios colores ridículo con una hélice, una media más larga que otra o al menos que se arremangó una y la otra no; él tomó el papel de Megan sin pedírselo, lo leyó-. Te toca la misma clase que la mía, te podría llevar si quieres.
-¿Lo harías por mí, Megui? –Megan vaciló, mirándome a los ojos sin decir mucho. Luego recuperó el papel y se fue con él.
-Te encantará la escuela conozco muchos sitios a los que deberías ir y... –comenzó a hablar. Bueno, Megan parcialmente socializa con el chico de los dinosaurios. Espero que empiece bien su primer día de clases. Me enfoqué en ir a la mía. Edificio 2. Una vez que pasamos la cafetería hallé el edificio de mi primera clase ya que había un gran número pintado en rojo sobre un fondo blanco con forma cuadrada. Mi respiración se convertía en hiperventilación cuando me aproximé a la puerta. Subí por las escaleras. Había estudiantes esparcidos en los pasillos, charlando y esas cosas. Los salones estaban cerrados. Tenían un cartel avisando que clase era. Me correspondía la clase 3-A. Cómo odio las escuelas públicas. El aula era pequeña. Los alumnos estaban en pleno desorden (tirando bolas de papel, sentados sobre los pupitres, charlando) hasta cuando entré, me sorprendí por aquel aire de respeto hasta que me volteé y vi que la razón era el profesor (el mismo hombre con el que me encontré en las afueras del pueblo). Todos se pusieron al lado de sus pupitres, saludaron con respeto al profesor mientras avanzaba, él me detuvo frente la clase y dijo en voz alta:
-Chicos, tenemos a un alumno nuevo en nuestra institución... –se interrumpió para que yo me presentara a mí mismo.
-Eh... Soy Jack Spicer, vine a Villa Xiaolin a vivir con mi padre mientras culminaba mi semestre... De educación... Espero que nos llevemos bien.
-...Recibamos con una cálida bienvenida al Sr. Spicer, clase –dijo el maestro. Asentí con la cabeza. Me senté en la quinta fila, al lado de una porrista rubia que me seguía con la mirada cuando nuestras miradas se cruzaron, ella la apartó inmediatamente. Aún seguía incómodo por las miradas. Me sentí extraño. Sentí como mí mano iba sola al interior de la mochila en busca del aparato de asma... La saqué rápidamente, mano mala. Un dos tres aquí no vamos bien.
