Desclaimer: Los nombre le pertenecen a Rowling. La trama es mía por probar a ver que salía al darle alma a Pig y a Hedwing...
Estos drabbles responden al reto Crack&Animal del foro Weird Sisters.
El género, personajes, fics a presentar, rating y demás es libre. Cada uno sabrá qué quiere escribir. El único requisito es este:
Tiene que ir sobre animales. Así lo de animals, le va que ni pintado, y casi por lógica sale lo de crack.
Notas: No tiene nada que ver con Ron o con Harry, pero si quieres seguir leyendo, adelante. Eres bienvenid ^_^
¡Buena Lectura!
Cielo Ámbar
La primera vez que vio a Hedwing, pensó que había muerto en alguna entrega y había ido a parar al cielo de las lechuzas.
Su blancura le dejó impactado, sus grandes ojos ámbar le hipnotizaron, su ulular le parecía el llamado de los ángeles y su postura –tan firme y educada- le hacía ver más delicada y femenina.
Aunque, con el tiempo descubrió que Hedwing no era ni lo uno, ni lo otro: Era una lechuza tenaz, inteligente, astuta y un tanto tosca con aquellos otras lechuzas machos que trataban de imponerse.
Así que, tenía que encontrar la forma de demostrarle que él era un macho hecho y derecho, distinto a los demás. Hinchaba el pecho frente a ella para parecer más fuerte e imponente, ululaba la mayor parte del tiempo para llamar su atención y para demostrar que tenía un timbre potente como todo macho de buena estirpe y, cuando su dueño lo sacaba de su jaula, exageraba sus movimientos para demostrar que era más que apto para realizar su empresa.
Sin embargo, ninguno de esos esfuerzos resultaban. Al contrario, parecía que entre más se esforzaba, Hedwing más se empeñaba en pensar que él era ruidoso, torpe e inadecuado para ser un ave de mensajería.
Por fortuna –y gracias a Merlín- las cosas cambiaron.
Pigwidgeon comenzó a notar ciertos detalles, casi insignificantes con respecto a Hedwing: Últimamente, ya no le reprendía con la mirada el alboroto que siempre ocasionaba cuando la veía; no le daba la espalada cuando ululaba con alegría y, lo más importe, fue lo que ocurrió una maravillosa noche de primavera.
Una noche estando en Hogwarts, Hedwing salió de la lechucería para hacer la caza nocturna y Pigwidgeon la siguió en secreto. Volaron durante un buen rato a través del Bosque Prohibido, hasta que Hedwing disminuyó el vuelo, estando a uno centímetros del lago para beber agua y fue cuando él se armó de valor y le dio alcance.
Creyó, que ella, al sentirlo se iría rápido sin verlo siquiera. Contrario a eso, Hedwing le permitió volar a su lado.
Volaron con ritmo, danzaron con coqueteo. Atravesaron de nuevo el Bosque y elevaron el vuelo hasta allá, cerca de esa esfera amarilla que los humanos llaman luna. La luz que ésta emanaba, hacía brillar el plumaje de ambos y Pigwidgeon quedó idiotizado por unos segundos al ver el plumaje blanco y exquisito de Hedwing.
El paseo se alargó toda la noche, hasta el amanecer.
Desde entonces, Hedwing se comportó más amable con él y esos viajes nocturnos se repitieron más de una vez.
* * *
La última vez que se vieron, cuando Hedwing llevaba correspondencia de su dueño, la notó un tanto nerviosa.
Pigwidgeon la alcanzó en vuelo, cuando estaba por salir de los lindes de la Madriguera. Con un ulular débil le cuestionó sobre qué le ocurría y ella le transmitió el mensaje de que nada. No le pasaba nada, pero que tenía algo muy importante que transferirle, hasta la próxima vez que se vieran. Pigwidgeon le prometió que la esperaría hasta entonces y que él también debía transmitirle algo de igual importancia.
Los días pasaron y por fin, llegó ese día. Enterándose por comentarios de su dueño.
Estaba un poco más exaltada de lo normal por los nervios que tenía.
Le diría que ella le encantaba y que quería formar un nido con ella, si estaba de acuerdo.
Cada cuanto, volteaba a la puerta o a la ventana para verla entrar volando, ó verla en su jaula, en manos de su dueño.
No obstante, las horas pasaban y Hedwing no llegaba.
Pigwidgeon no se desilusionó… sabía que ella vendría.
Ni si quiera por la tarde, cuando escuchó la voz de Harry, perdió las esperanzas.
La tarde se apagó tan rápido que ni siquiera lo sintió y cuando vio las estrellas en lo alto del cielo fue cuando finalmente desistió.
Aquella noche, ululó llamándola entre sueños.
Soñó con la noche mágica…
Mañana sería otro día. Mañana llegaría Hedwing y quizá, esa noche mágica se repetiría otra vez.
