Bella
1. Esto es amor
–Vete ya, Jacob, déjame en paz… ¡alguien te espera! –No pude evitar gritarle a el que abría sido el amor de mi vida si Edward no hubiera regresado de su larga, atormentada y punzante ausencia (la que me hubiera matado del dolor de seguir igual… pero allí estaba de nuevo, mi salvador Jacob para ayudarme a olvidar, o por lo menos, darme esa deliciosa droga que me hacia delirar y creer que todo iba bien, que todo estaba bien… aquí) por mí, y así desenterrar la daga ardiente que estaba clavada en mi pecho, que cada vez que me acordaba de Edward me adía, con el ardor de una llama al contacto con la piel y una herida a flor de piel.
– ¿Qué pretendes, Bella, irte con él, así de fácil? ¿Por qué no me diste mi merecido cuando tuviste la oportunidad? –Cada palabra me atravesaba una tras otra sin darme tregua para poder recuperarme de la anterior.
Sacudí la cabeza intentando pensar cómo responderle a sus preguntas, cuando de nuevo sonó la bocina del auto, del auto de Edward. Trate de decirle que me perdonara, que tenía que irme, pero la garganta me ardía por lo seca que estaba y no quería decirle nada que pudiera herirlo. Al fin y al cabo me esperaba una eternidad entera junto a Edward, algo me decía que él había regresado y que jamás se iría… debíamos estar juntos aunque no sabía con exactitud porque.
–Bella, permíteme demostrarte que te amo, que conmigo serias incluso más feliz que con él, por favor. –Su vos se quebraba intentando contener el dolor y las ganas de llorar por mí, no lo merecía –Recuerda todos nuestros momentos felices, todas las veces que estando conmigo eras feliz, dime ahora si lo necesitas a el envés que a mí.
Sonó de nuevo la bocina.
–Jacob… yo no… puedo estar contigo, no ahora... te pido me perdones –le dije y me di media vuelta para irme, pero él me tomo de la mano, me volteo y me acerco suavemente hasta que mi rostro quedo a unos centímetros del suyo. Me tomo de la nuca y junto mis labios con los suyos. Esa fue la gota que derramo el vaso.
Oí como la puerta de un auto se abrió de golpe y un segundo después Edward estaba allí, a mi lado. Me tomó del brazo y me separo de Jacob, después con un movimiento ágil aventó el cuerpo de Jacob, como si este fuera de plástico hueco y lo estampó contra un árbol.
– ¡No! -Grite demasiado tarde pero con el alma entera.
Después Edward levanto a Jacob del cuello y lo estampo de nuevo con el mismo árbol, pero ahora este quedo hecho añicos.
Fue cuando me di cuenta de lo que estaba pasando. Edward jamás se atrevería a hacerle daño a él, por temor a hacerme daño a mí también, esto de alguna manera era personal. También recordé un pasaje de "Romeo y Julieta", la obra que Edward odiaba y de la cual yo estaba enamorada: "Romeo y Paris pelean, Paris cae…" no soportaba la idea de verlos luchar por mí, no merecía que el amor de mi vida estuviera luchando con mi mejor amigo por mi maldito amor. No lo dude mucho.
Corrí con pasos rápidos y torpes a causa del pánico y el shok en el que me encontraba y, aun sabiendo que Edward era fácilmente más fuerte que yo, tome con mis 2 brazos el brazo de Edward, el volteo hacia mí con sus ojos dorados, ahora negros y mostrándome sus feroces dientes y después me dedico un gruñido.
En ese momento, también recordé el día en que el me abandonó. Hice un intento sobrehumano para no recordarlo porque me dolería como nunca, pero algo en mí se negó a mis intentos y no pude hacer más.
Vi una vez más su rostro animal que me había dicho que no me amaba, vi de nuevo sus ojos oscuros y escuche de nuevo sus gruñidos bajos que me hacían estremecer. Ese no era mi Edward, no era del que me enamore, solo era el imbécil que me abandonó por no ser igual a él, por ser poca cosa. Mi lugar estaba con Jacob y solo con él, con el único ser en el mundo que en verdad me amaba y con el cual yo era un poco menos feliz de cómo lo era con mi Edward. El me quería, me amaba y Edward solo quería no romper las reglas.
Entonces sentí como el brazo que aun tenia entre los míos me empujaba y me estrellaba contra el asfalto. Se me escapo un grito al estrellarme, un grito aterrador que me perturbó y me dejo sin aliento. Mire de reojo a Jacob como le temblaron las manos y todo su cuerpo al verme tirada en medio de la carretera sobre la cual estaba la línea divisora del territorio de los Quileutes y del territorio de los vampiros, indefensa y llena de heridas que me rasgaron la piel, pero antes de que pudiera convertirse en lobo, Edward le quebró la pierna de varios movimientos y, al verlo en el piso quejándose del dolor, le arremetió la cabeza de varias patadas antes de dejarlo inconsciente…
