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ESCANDALO

"Una tempestad de amor"

Terrific de época

Por:

Josie & Fabiola


CAPITULO 7

Por Josie

"Siente cada fibra de mi ser.

Hombre sin duda soy, el complemento de ti, mujer.

Saborea la fuerza y la pasión que me corrompe, porque dudo mucho que vuelvas a sentir igual"

Sentí el calor del cuerpo femenino contra el muro de mi pecho. Desnuda ante mí, ofrecía sin recato la más pura de las pasiones. Por Dios que no desaprovecharía la oportunidad.

Pocas veces había tenido la oportunidad de tener ante mí a una mujer fogosa y ansiosa por probar las mieles prohibidas. Lady Candice desde un inicio había dejado claro, sin rodeo alguno cual era su naturaleza, por más que hubiese tratado de que entrara en razón.

La caballerosidad que tanto había presumido desde mi llegada a la Isla se desvanecía de igual forma como las olas en la playa. Lentamente, con suavidad, dejando tras ellas solo una ligera brisa sabor a sal, bañando los finos granos de arena con una caricia llena de sensualidad.

Con pericia la deposité sobre el pasto, mientras sus brazos rodeaban mi cuello, en un claro intento por retenerme junto a ella. Un jadeo escapo de la garganta de la chica, en un reconocimiento de lo que estaba a punto de suceder entre los dos.

Con suavidad, lejos de lo que sentía en ese momento, me apoderé de sus labios, logrando sin mucha insistencia de que los abriera para mí.

Saboree en medio de aquel paraje casi desolado, el elixir que horas antes le había negado al mequetrefe del que la había salvado. Al menos por ese momento, la joven empeñada en demostrar al mundo que poco le importaba su reputación, estaba a punto de hacer realidad el sueño de la mayoría de las mujeres que hasta ese momento había conocido. Ser mi mujer, aunque fuera en medio de un ataque en el que solo estarían bailando dos cuerpos a través de la neblina provocada por la brisa de las olas.

Sin dejar de besarla, comencé a acariciar la piel nívea que se servía ante mí con frenesí y en un intento por acoplarse al peso de mi cuerpo, abrió las piernas para lograr que me colocara en medio de ellas.

Sin duda alguna así lo hice, causando que la respiración perdiera el poco control de mi dominio. Alce la cabeza tratando de tomar aire, provocando con ello que las bocas se alejaran por unos instantes.

-No dejes de besarme – escondió el rostro arrebolado contra la curvatura de mi cuello, en un intento por continuar lo prohibido.

-No te negaré lo que tanto has deseado – respondí al mismo tiempo que las manos cubrían sus turgentes senos.

Los pezones cobraron vida bajo el contacto desesperado de mis manos.

En círculo comencé a torturarlos con los dedos pulgares mientras arrancaba de su garganta insistentes jadeos que me iban indicando que estaba perdiendo el control de su cuerpo. En parte por malicia y en parte por el deseo que me provocaba probar cada centímetro de su piel, bajé la cabeza hasta el nivel en que mis labios rosaron una de sus cumbres.

De nueva cuenta, escuche un jadeo proveniente de su garganta.

-¡Quieta, pequeña…! La noche apenas empieza – murmuré contra su piel, causando con ello que la joven se arquera más hacia mí, en respuesta a las palabras pronunciadas.

Con lentitud pasmosa, mientras mis labios no dejaban de saborear sus pezones, mis manos comenzaron a ascender su cuerpo, apoderándome de sus caderas que con instinto se movían contra mi bajo vientre, demostrándole con ello lo encendido que me encontraba.

Después, con el firme propósito de conocer que tanto me deseaba, seguí el movimiento de su cuerpo hasta que mis dedos encontraron el centro de su pasión. Una mata de bellos rizados me dieron la bienvenida.

-¿Deseas que te toque? – volví hablar contra su seno. Alce la mirada y me encontré con la suya, ardiente, caliente, frenética, esperando su respuesta.

Ella solo atinó a asentir. Sabía que lo que estaba sintiendo le impedía hablar pero no acariciar el cabello de mi cabeza, el cual era estrujado con fuerza.

Entonces introduje un dedo en su cavidad… húmeda… dándome la prueba que estaba lista para recibirme. Con lentitud comencé a torturarla… entrando y saliendo de ella… con suavidad… con fuerza… causando con ello que perdiera el último vestigio de su control.

Jadeaba contra mi oído, provocando que me concentrara en la tortura que mis movimientos le hacían.

-Quiero probarte – murmuré, alejando los labios de su piel.

Ansiando ir más allá de lo permitido, con solo una mirada permitió que lo hiciere.

Por supuesto que no perdí la oportunidad

Me alejé de ella, mientras dirigía los dedos húmedos a mi boca.

-¡Sabes a… gloria! – exclamé mientras saboreaba su elixir.

Después, volví a inclinarme sobre su boca para compartir con ella el sabor de su cuerpo.

Volvió a recibirme con pasión, rodeando de nueva cuenta el cuello con sus brazos.

Mordisquee sus labios con hambre avasalladora. Ella lo hacía igual con los míos.

Sin dejar de besarnos, condujo sus manos a través de mi dorso, hasta encontrar la orilla de mi camisa. Por la apertura del cuello introdujo su mano. Comenzó a acariciar mi piel con soltura… con experiencia… obligando con ello que ahora fuera el turno para que mi garganta soltara un jadeo.

Contagiado por el frenesí que se había apoderado de nuestra esencia, me alejé de ella para liberar el cuerpo de la prisión en que se había convertido mi ropa.

Pasé la camisa sobre la cabeza y al ver el dorso musculoso desnudo y a su entera disposición, exclamó…

-¡Desnúdate para… mí! – su voz ronca… cadenciosa… llegó a la última fibra de mi ser, creando una revolución dentro de la mente frenética que solo pensaba en poseerla.

Como parte de la tortura, ella comenzó a acariciar cada parte de piel desnuda, sus ojos entreabiertos me indicaban que estaba gozando cada segundo de su exploración y dentro del juego de dar y recibir, guió su boca a uno de mis pezones.

La sorpresa se apoderó de mí una fracción de tiempo. Jamás había recibido tal caricia de mujer alguna. Reproduciendo cada movimiento que había hecho, ella comenzó a jugar con mi cuerpo.

Saboreaba… acariciaba… la yema de sus dedos recorrían cada centímetro de mi piel… apoderándose… dejando huella… a lo descarado… dejando un camino de fuego que se dirigía hacia la entrepierna que sigilosamente guardaba mi virilidad enaltecida.

Sus labios hacían lo mismo… repitiendo el recorrido de sus dedos…

Por un momento… se detuvo… a centímetros de la presilla de mis pantalones… sus dedos con agilidad que ya no me sorprendía, soltó el nudo de la cinta para después jalar de ella y…

Liberarme de la prisión…

Palpitante… enaltecido… grueso… como un asta… esperó su ataque…

La mirada de ella, que para entonces se había convertido en color de los pinos de Inglaterra, lo observó con hambre… con conocimiento de…

Entonces, sus manos fueron colocadas contra mis hombros obligándome a recostar la espalda sobre el pasto… húmedo por la brisa marina…

Seguía teniendo los pantalones arremangados contra mi cadera, pero eso no le impidió para que se montara arriba de mí…

-¿Puedo tocarte? – alzó los ojos hasta toparse con los míos, los cuales con toda seguridad habían cambiado de color para convertirse en un par de carbones ardiendo.

Asentí… Por supuesto que deseaba que me tocara…

Con un ligero titubeó que pasé a ignorar por el calor del momento, cerro una de sus manos sobre mi pene erecto… eso provocó que mi garganta lanzara un jadeo de sorpresa.

Así… cercado por sus dedos permanecí varios segundos a la espera de su tortura.

Después comenzó todo…

Arriba… abajo… comenzó a moverse con cautela en un principio para después perder toda inhibición.

Jadeaba… por supuesto que lo hacía… su mano me torturaba dulcemente por momentos… salvajemente por segundos… hasta que estuve a punto de estallar…

Pero reuniendo todas mis fuerzas no lo hice… apenas comenzaba la noche y el juego que los dos habíamos decidió participar.

Entonces se detuvo. Abrí los ojos para ver que sucedía… percibí algunos pasos cercanos.

Dos de los huéspedes del hotel habían decidido hacer un paseo a la luz de la luna.

A un par de metros de nosotros ellos pasaron sin dar cuenta de nuestra presencia. Ambos nos encontrábamos en el refugio particular que habíamos construido, rodeados de la maleza del lugar… escondidos… como dos fugitivos… gozando de lo prohibido…

A pesar del peligro de ser descubiertos, ella no se inmuto. Siguió aprisionando mi virilidad entre su mano hasta que los intrusos se alejaron. Después pasó un dedo sobre el glande llevándose consigo el líquido cristalino que de él se vertía.

-La… noche recién comienza – entreabrió su boca y con lentitud dirigió su dedo impregnado de mi elixir a su boca.

Eso fue para mí, lo más erótico que había visto en toda mi vida.

Observé como su dedo era rodeado por sus carnosos labios… para dejarlo limpio…

Succionando, lamiéndolo…

No pude soportar más… tomando su brazo con fuerza la jalé contra mí, obligando a que sus senos quedaran aplanados contra mi pecho que subía y bajaba de forma incontrolada.

Introduje una de mis manos entre sus rizos sueltos y tomándola de su nuca la obligue a que me besara…

La saboree con todo el hambre que tenía en ese momento.

Con fuerza, mordisqueando, aprisionándolos… gozamos del placer que mutuamente nos provocábamos con nuestras bocas… y con nuestras manos, ya que ella seguía sosteniendo mi virilidad con una de las suyas… moviéndose contra mi piel y la yema de mis dedos grabando un camino de fuego en su espalda.

Tratando de tomar el control de la situación, la giré y la recosté sobre la hierba. En un santiamén deslice el pantalón hacia las piernas, me quite las botas y el pedazo de tela quedo hecho bulto a un costado de nosotros.

-No… me gusta ser un objeto – torcí mis labios en respuesta al semblante de ella, ya que había leído en su mirada que deseaba seguir jugando con la respuesta de mi cuerpo.

-Entonces… juega conmigo – escondió el rostro arrebolado contra la piel de mi pecho.

Por supuesto que lo hice… alejándome de ella, abrí sus piernas y me situé en medio de ellas. Hincado frente a sus senos desnudos… volví a introducir un dedo en su sagrada cavidad…

Se encontraba más húmeda que la vez primera.

-Quiero besarte donde nadie lo ha hecho antes – dije con toda seguridad.

Su respuesta llegó después de un instante de vacilación.

Abrió más las piernas para mí.

Entonces me incliné y en un acto sublime posee mi boca sobre su vello ensortijado. Su aroma llego a cada uno de mis sentidos, corrompiéndolos… hasta el límite.

Los trémulos jadeos actuaron como el elixir tan anhelado por el sediento, chupando, saboreando, introduciendo la lengua en lo más profundo de su cavidad. Obligándola a contornearse contra mi rostro, fuera de todo vestigio de control.

-Disfruta el momento… Disfruta de cada caricia! – repetía incesantemente al sentir como galopaba sobre mi boca.

Alargue la tortura por minutos que parecieron eternos para ella, doblegándola a mis instintos, hasta parecer una muñeca que actuaba a la voluntad que ejercía, a la pasión que la corroía en un vórtice de fuego que amenazaba en convertir a cenizas todo lo que se encontraba a nuestro alrededor.

Tome la posición dominante de nuevo, hundiendo las rodillas a cada lado de su cadera, revelando a la mirada ojiverde el asta en que se había transformado el miembro.

Una lengua nada tímida recorrió los contornos de la boca de Lady Candice, en clara invitación.

Ahogue un jadeo cuando introduje el miembro en su boca, siendo rodeado inmediatamente por la lengua. Sabía que era inexperta en esa clase de amores, pero era precisamente eso lo que aumentaba mi excitación. El ser el primero le daba una sobredosis de adrenalina al acto mismo.

Saciado por el momento, saque el miembro de su boca y en un claro movimiento, le tome de la cintura y la posicione frente a mí, de rodillas para permitirme admirar la blancura de su piel que recorría los hombros, la espalda y las nalgas.

Acaricie, apretuje esas dos poderosas masas de carne, que ella me ofrecía sin recato.

Como tal pervertido, inicie la tortuosa caricia al capullo rosado que me mostraba, contrayéndose alrededor de la yema de mi dedo. La reacción me volvió loco, por tanto, sin poder controlar los impulsos que dominaban el lado salvaje de mi, introduje la cabeza de mi pene en el ya dilatado punto.

Era mejor así, que arriesgarme a tener un bastardo caminando por la isla.

El jadeo de Lady Candice me indicó que estaba disfrutando mi asalto. Cuando más fuerte era mi embestida, más fuerte eran las sacudidas que se apoderaban del cuerpo de la joven, más fuertes los gritos de ella, hasta que en un trance convulsionado derrame la semilla dentro de ella, al tiempo que… ante mi sorpresa… eyaculo un líquido blancuzco que humedeció su entrepierna y mis piernas… No dejaba de jadear… enloquecida…

Caí sobre ella, agotado… obligándola a que su piel húmeda por la pasión y el deseo, tocara toda mi piel… hasta que nuestras respiraciones regresaron a nuestro ritmo normal.

-No creas que por el hecho de haberme quitado la virginidad, tienes algún derecho sobre mí.

Sus palabras cortaron como un cuchillo la tranquilidad que mi mente y corazón gozaban en ese momento.

-En ningún instante ha cruzado por la cabeza… el tipo de relación que espero de ti no es la clásica ni convencional que los mojigatos del mundo querrían…

-Por vez primera… un hombre que no esconde el deseo que siente por mi cuerpo…

La solté, haciendo girar mi cuerpo sobre la espalda, hasta quedar relativamente alejado de ella y observar así su rostro como un bosquejo apenas iluminado por la luna.

-Mientras estés dispuesta a ofrecerme tu cuerpo, con gusto lo recibiré… nunca he dicho no a algo tan delicioso…

Ante mis palabras… Lady Candice se levantó de un salto y apresuradamente se dedicó a buscar sus ropas entre la maleza.

Visión que disfrute enormemente.

-Recién me estoy dando cuenta que ambos tenemos muchas cosas en común… - comencé a parlotear, sin apartar la mirada de ella.

-¿En serio? – respondió en tono burlón al tiempo que pasaba por su cabeza un pedazo de tela, que no adivine que era, por lo arrugada que se encontraba – A parte del buen sexo, no tengo idea en que otros aspectos tenemos en común.

-Querida… el sexo y el gusto por el sexo y lo prohibido… lo pervertido y lo morboso… son nuestras cosas en común… solo espero que me aguantes el ritmo… - dibuje una sonrisa diabólica, que a la perfección capto ella. Lo supe por el estremecimiento de su cuerpo.

-Entonces veremos hasta donde llegamos… - me reto.

-Por supuesto… por supuesto… - respondí al momento que tomada mis ropas.

Al girarme, ella había desaparecido. Ni siquiera me tome la molestia de investigar por cual camino se había retirado. Desnudo y por completo satisfecho, inicie el recorrido a mi habitación, sin el más mínimo temor de que alguien me descubriera.

Al fin y al cabo estaba a punto de iniciar un ESCANDALO! En cuanto se dieran cuenta de mis andanzas con Lady Candice…

Escrito por:

Josie

Continuará…

Habiendo descubierto que no existe poder y satisfacción más grande que la misma capacidad y libertad de expresar lo que quieres, como quieres y cuando quieres sin dejar atrás tu esencia, presentamos…

ESCANDALO

"Una tempestad de amor"

Josie &Fabiola


Gracias a todas las lectoras, por seguir esta historia :D

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Estaremos publicando en este perfil de este cap en adelante. Pasen la voz! XD!

Y prepárense, como dijo Terry este escándalo EMPIEZA! ;)

Jossie y Fabs


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