PROLOGO

¿Cuándo me enamoré de Rukia Kuchiki? No lo sé. Para ser honesto no debería sentir esto por ella, sin embargo ella es tan liviana, tan sencilla, tan fácil de amar. Pienso esto cuando la veo de rodillas en el suelo llorándole a un amor prohibido, a un amor que no debió de haber sido correspondido, a un amor que ya no está.

Me acerco a ella lentamente intentando tranquilizarme a mí mismo, sé que ella tiene un duelo interno, sé que ella no debería de llorar enfrente de todos nosotros por él, sé que ella no podrá vernos a la cara a los demás después de esto, sé que ella no asistirá mañana al evento, sé que ella no sabe que lo sé absolutamente todo, sé que ella no tiene idea de que existe algo que me oprime aquí en el pecho con tantas fuerzas que cada día que me levanto me deja sin respiración y ese dolor nació aquel día en el que los vi juntos, aquel día que descubrí su obscuro secreto, aquel día que comencé a verla diferente. Quizá ese día me di cuenta que le amaba.

Paso mi brazo por su espada acercándola a mí despacio, sus lágrimas empapan mi camisa y puedo sentir como se aferra a mí con sus manos, temblando la levanto con mucho cuidado, siento que si lo hiciese rápido ella se quebraría en mil pedazos, además de mí, hay tres personas más que quisieron acercarse a ayudarla pero ella se negó, ahora miran desde lejos impactados la escena, no puedo evitar sentirme glorioso, los tres son hombres que en su debido tiempo pensé que ella les amaba pero ahora que la veo así, que siento el dolor que transpira no puedo negarme a aceptar los celos y el enojo que le guardo a él. La cargo en brazos aferrándome a su pequeño e inestable cuerpo. Comienzo a caminar en dirección de la salida, el de seguridad de la tienda me dice al oído que debería esperara a la policía pero yo solo puedo decir –Yo la llevaré a su casa para que se tranquilice- Atravieso la mitad de la tienda y oigo varios pasos detrás de mí y una voz que me dice que me detenga. Lo hago en seco y volteo en dirección de la voz, hay tres agentes de la policía que me miran serios y por primera vez en todo lo ocurrido en la última hora miro en dirección de donde estaba Rukia y puedo observar que en el piso yace el cuerpo sin vida del hombre al que una vez llame amigo.

- No deberías de llevar la escena del crimen a otro lado niño- me dice un uniformado con su brillante placa a un costado – estas metiéndote en problemas-

- Solo intento llevarla a su casa para que deje de llorar- mi voz es seria y cortante, irreconocible – ¿ya la vio? ¿espera que testifique así?- miro en dirección donde tienen en el piso al causante de todo esa mierda.

- Es muy noble de tu parte chiquillo pero ella debe venir con nosotros, siendo testigo principal y …- voltea hacia el cadáver haciendo una mueca de disgusto quizá – y parte de la escena del crimen- regresa su mirada al pequeño cuerpo aun temblando que retengo con muchas fuerzas –

- Bravo niño ahora tu camisa es parte de las evidencias- una mujer en traje con un gafete colgando de la pretina de su pantalón camina hacia mí, sus tacones se detienen y sus ojos miel me escrutan como un felino a su presa –tendrás que venir junto con ella a declarar-

- Pero jefa ¿está segura?- ella lo mira de manera acusadora a lo que el asiente y nos escoltan hacia la salida, yo solo puedo darle las gracias a ella con la mirada, siento que ella supo leerlo porque me sonreía mientras caminaba de regreso hacia el cadáver a hablar con la seguridad de la plaza y de la tienda.

Mientras los policías me guían hacia la salida del estacionamiento hay gente murmurando y reporteros tomándonos fotografías miro hacia el cuerpo de Rukia que aún sigue llorando y veo sus manos manchadas de sangre junto con el resto de su uniforme. Hubiera dado todo por hacer que su relación con el terminará pero no esperaba que el muriera, no de esta manera, no enfrente de ella, no agrandando el dolor que sentía al saber que compartían no solo el ambiente de trabajo sino el de un cuarto de hotel los viernes a las 6 de la tarde.