Título: Step by Step
Resumen: Sus años en Hogwarts habían sido positivamente mucho más tranquilos que los de sus padres, incluso más que el de su propio hermano mayor, pero quizá aquello solo era el preludio: La calma antes de la tormenta. Tendrá que aprender que todo siempre va paso a paso, para llegar a la felicidad hay que luchar.
Advertencias: Slash, Futuro Mpreg -ohgod- menciones ligeras de Femslah. ¡Va sin beta, temed! (orz) Que lo haya escrito yo basta.
Disclaimer: Definitivamente no soy JK.
Notas iniciales: Ya, esta idea iba rondando mi cabeza durante un tiempo y aprovecho que me dieron un día de descanso en la universidad para escribirla. Orz.
.
Prologo:
.
Junio del 2023.
Albus había estado esperando aquel día con ansias desde que pusiera un pie en el expreso de Hogwarts hace ya siete años.
Había escuchado miles de historias sobre de boca de su padre acerca de lo fabuloso que habían sido sus años en la escuela, y quizá con algo de reticencia también les había contado tanto a él como a sus hermanos las historias de sus aventuras en la escuela, tal y cual habían ocurrido –sin todo el palabreo extra que el profeta sabía colocar a sus artículos amarillistas.
Y aunque no había esperado que su propia etapa escolar fuera así de agitada, tampoco creyó que la misma transcurriría de manera tan tranquila como lo había hecho.
Albus Severus Potter, ciertamente podía ser la copia física perfecta de su padre, dejando de lado que él no necesitaba usar gafas ni tenía la cicatriz decorando su frente. Pero sus personalidades no podrían ser más distintas.
Harry Potter era noble y valiente, terco y bastante lanzado. Y si bien Albus también tenía la nobleza corriendo por sus venas, era mucho más concienzudo antes de tomar alguna decisión, no saltaba ante el peligro y no actuaba si no había repasado las posibles consecuencias antes.
Por eso cuando había sido sorteado en Slytherin y sido el foco de burlas de su hermano mayor durante todo el primer y segundo año de escuela- Después de todo, no por nada había sido el primer chico en la larga tradición Weasley en romper la línea de Gryffindors. Un año después se le unirían Hugo y Louis, ambos Ravenclaw- no lo tomó a mal, Albus había sopesado el consejo de su padre en la estación y ciertamente el sombrero le había planteado la opción de escoger su casa, pero y en una decisión largamente pensada, había decidido confiar en el buen tino del sombrero y quedar finalmente en la casa de Salazar. Allí había conocido a los que sin lugar a duda se habían convertido en sus mejores amigos, Jhon Boot y Berlioz Nott.
Ambos eran sus compañeros de habitación y había logrado entrar en su vida en un nivel que Albus no creía posible. Si bien su contacto con cualquier persona que no tuviera sangre Potter o Weasley había sido mínimo durante los primeros meses de escuela, luego de una explosión del caldero de Jhon durante una clase de pociones en la cual él había sido su compañero de prácticas, ya se encontraba riendo con el otro muchacho por el incidente. Luego lamentarían los treinta puntos menos para su casa, pero sin lugar a duda había sido una gran manera de romper el hielo.
Jhon había sido su primer amigo en la escuela y compañero en todos los proyectos de primer año a partir de ese momento.
Cuando había regresado a casa en Junio su padre lo había recibido con una gran sonrisa y había escuchado pacientemente todas las cosas que Albus había logrado hacer aquel año, mientras su madre hablaba animadamente con James acerca de su desempeño en los últimos partidos de Quidditch con un brillo de orgullo innegable en sus ojos.
Y claro, el Quidditch también había sido parte de la vida escolar de Albus, durante el segundo año de escuela.
Ese año Lily, Hugo y Louis tenían edad suficiente para asistir a la escuela, como ya veía venir su hermanita era una leona en todas las de la ley, como su prima Rose el año anterior, que Hugo terminara en la casa de Rowena no fue una sorpresa, aunque debía admitir que el que Louis también lo hubiera acompañado en la casa azul y plata si lo había sorprendido un poco. Sólo un poco.
Después de todo Victoire y Dominique habían sido Gryffindor, justo como su padre, tío Bill.
Albus había hecho las pruebas para el equipo, a diferencia de su padre quien era el buscador más joven de toda su generación, él se había decidido por el puesto de guardián.
Y así había conocido a Berlioz. Bueno, conocer es un término mal usado, pues el muchacho ya había sido compañero de habitación suyo por ya todo un año, y aun así no habían intercambiado más que cordiales saludos cuando coincidían. Pues Nott por muy slytherin que fuera pasaba incontables horas en la biblioteca y llegaba a su habitación cuando Albus ya se había acostado. Nunca entendería como lograba escapar de Filch y la señora Norris.
Cuando había visto la cabellera negra de Berlioz junto a él en las pruebas de su casa por un minuto pensó que el muchacho estaba allí por obligación o algo así, ya que no estaba seguro de que fuera muy atlético o algo por el estilo, pero cuando ya estuvieron en el aire se dio cuenta de que había estado equivocado. Berlioz había ido por el puesto de cazador, y vaya que sabía cómo moverse en el aire.
Un par de meses de entrenamiento y unas pequeñas charlas en la habitación sobre el desempeño del equipo, pues Jhon había dejado más que en claro que el quidditch no era algo de su interés, y Albus se dio cuenta de que Berlioz era alguien realmente accesible y hasta entretenido. Para final de ese segundo año los tres ya eran inseparables, a pesar de la terquedad heredada de Albus, el mal humor que a veces solía traer encima Jhon y la taciturnidad algo molesta de Berlioz.
Albus agradecería mucho después haber encontrado gente con la que se llevara tan bien en la escuela, más cuando ya años después y cursando el quinto curso de Hogwarts sus padres decidieran divorciarse. La noticia no fue muy bien recibida por los niños Potter-Weasley, especialmente James y Lily, que parecían ser los más sorprendidos por la misma.
Albus era harina de otro costal, ciertamente se había dado cuenta que la relación de sus padres se había enfriado esos últimos años, y el repentino mutis total que a veces dejaba traslucir la habitación de sus padres ponía a Albus en sobre aviso de que allí ocurría algo que ninguno de ellos quería que sus hijos escucharan, y las miradas cansadas y dolidas de sus dos progenitores eran suficiente para que él pudiera deducir que algo más fuerte que una simple discusión marital había acontecido en la noche.
Pero el hecho de saber de los problemas de sus padres de antemano no había servido para suavizar el golpe de lo que la inminente separación significaba, para nada.
Albus se mantuvo impasible, en esos últimos años había aprendido a desarrollar una máscara de calma para enfrentar al mundo. Y sus amigos que sabían leerle a través de ella, habían respetado el deseo de Albus de lidiar con ello en la soledad de su subconsciente, pero dejándole en claro que estarían allí para él cuando los necesitara.
Y así como el quinto año empezó con un golpe que de alguna manera habían aprendido a sobrellevar, el sexto llegó hasta Albus con una muy agradable pero sin duda inesperada sorpresa.
Porque ciertamente desde que cumpliera dieciséis años, Albus había comenzado a mirar con más atención a los muchachos y muchachas de su alrededor, comenzando a encontrar pequeños atractivos que antes no notaba: desde un par de piernas largas y muslos bien torneados, hasta abdómenes planos y traseros firmes. Y sí, Albus se había dado cuenta de que no importaba mucho si era un chico o una chica, lo atractivo era lo que simplemente le llamaba la atención.
Albus había sido objeto de la admiración de muchas personas desde sus más tiernos años, todo por ser el hijo del héroe, a diferencia de James que parecía tomar esto con algo de gracia y les seguía el juego resaltando en todo lo que su padre había resaltado antes también, convirtiéndose en el epítome de la casa de Godric. Para Albus no era más que una molestia, él no necesitaba gente que lo siguiera todo el tiempo o que estuvieran ciegamente encandilados por proezas que no eran suyas. Y eso ciertamente repercutía en su vida romántica.
Muchas chicas y algunos chicos se aventuraban a coquetear con él, y Albus estaba seguro que únicamente era por el apellido tan conocido que tenía.
Por eso fue que cuando en sexto año puso sus ojos en cierto muchacho de su misma casa, se sintió gratamente sorprendido cuando este comenzó a responderle los ligeros coqueteos de manera paulatina.
Erick Parkinson era un sujeto bastante atractivo, con cabello castaño que brillaba con los rayos del sol y ojos negros profundos.
La primera vez que lo vio fue durante un entrenamiento de Quidditch, estaba junto a otro muchacho con la cabellera muchísimo más clara, de un color imposiblemente rubio, que rápidamente reconoció como Malfoy.
Ese apellido logró desconcentrarlo por un pequeño instante, desde que hubiera ingresado a Hogwarts no había reparado nunca en el heredero de esa familia, pero las historias que le contara su tío Ron y su madre aún seguían frescas en su memoria.
Ambos muchachos parecían muy entretenidos observando atentamente hacia donde los cazadores hablaban, y cuando movieron las manos a manera de saludo Albus pudo notar como uno de sus compañeros les respondía. Zabini algo, cazador igual que Berlioz.
Desde aquella primera vez se descubrió a si mismo siguiendo con la mirada a Parkinson, o tratando de entablar pequeñas conversaciones con el otro muchacho durante clases y después de ellas.
Era bastante agradable en retrospectiva, congeniaban bastante bien a pesar de que no tenían muchos intereses en común.
Erick preguntaba por su familia a veces, pero nunca como un fanático lo haría, simplemente quería saber si Albus estaba bien. Albus siempre había sido difícil de leer, o eso decían sus amigos, así que no tenía problemas con que para Erick también lo fuera.
El pequeño grupo de tres pronto se vio unido de una manera extraña con el grupo del propio Erick, Ulises Zabini, como luego Albus sabría que se llamaba era alguien con lengua bastante punzante, siempre sabía qué decir para golpearte donde más te duele, pero en términos generales era algo agradable. Scorpius Malfoy era todo lo contrario, podía tener esa mueca de eterna superioridad que parecía marca registrada en su familia, pero era a leguas más tranquilo de lo que le habían descrito era su padre. Era muy listo y hábil con las posiones, y aunque no hablaba mucho cuando lo hacía siempre tenía algo interesante que decir. Albus se vio disfrutando mucho de la compañía del rubio –luego ya tendría tiempo para asustarse de lo extraño que sonaba todo eso- pues tenían más puntos en común de lo que cualquiera hubiera esperado, ambos gustaban del quidditch, aunque Scorpius no lo jugara para su casa. Tenían facilidad para la defensa contra las artes oscuras y encontraban irritantes a los periodistas al mismo nivel.
Y lo más asombroso de todo, era que Scorpius parecía ser capaz de leer las reacciones que sólo su familia había sido capaz hasta ese momento de interpretar.
Como cuando a punto de salir de terminar el sexto curso en Hogwarts, lo llevó frente al lago de la escuela y le preguntó como quien no quiere la cosa si las cosas con Erick estaban bien.
Albus quedó en blanco por un pequeño segundo, la relación que mantenía con Erick no era un secreto ni nada por el estilo, pero ninguno de ellos era partidario de las muestras públicas de afecto y si les preguntaban a cualquiera de su círculo de amigos, afirmaría sin muchas vueltas que estaban llevando las cosas bien.
Pero ciertamente, su relación parecía estarse enfriando de alguna manera.
Los besos y las caricias cada vez más atrevidas por sobre la ropa estaban genial, no había duda de ello. Pero sentía que más allá de eso, no había nada que los conectara a ningún otro nivel más allá de la amistad que había comenzado a surgir entre ellos.
Cuando Albus le preguntó el porqué de su cuestionamiento, Scorpius se encogió de hombros y simplemente dijo que ambos parecían algo idos en esos últimos tiempos, como si no estuvieran en sintonía.
Y sus palabras no lo abandonaron desde ese momento, ni siquiera el estruendo humano que eran todos los niños Weasley y Potter pudieron hacer que su mente se distrajera.
El inicio de su último año no hizo mucho bien tampoco, pues cada vez pasaba menos tiempo con Erick, y el poco que compartían no era para nada más que caricias furtivas y pequeñas sonrisas.
En cambio, y gracias a los EXTASIS, se vio obligado a pasar casi su día entero junto a Scorpius. Ciertamente Albus no era malo en pociones, pero un poco de ayuda nunca sentaba mal y no había nadie mejor en la clase que Scorp. Además si quería ser sanador en St. Mungo como eran sus planes, necesitaba sacar excelentes notas en todas las materias, y runas antiguas le había estado dando pelea desde hacía un tiempo.
Scorpius era un gran maestro, aunque a veces perdía la paciencia con mucha rapidez y tenía una vena algo caprichosa, pero tenía la disposición y muy buen tino. Albus se lo agradecería infinitamente.
Aunque sin duda no le agradecería la confusión que trajo consigo aquella amistad que habían labrado. Jhon y Berlioz ciertamente aún eran los más cercanos a Al, pero sentía que su relación con Scorpius era más especial en una manera que no sabía identificar del todo.
Nunca había encontrado a alguien con quien se sintiera tan cómodo, aún si fuera leyendo un horriblemente inmenso volumen de aritmancia. Pronto se encontró siguiendo con la mirada la figura esbelta de Scorpius. Sus pensamientos viajaron del cabello castaño de Dereck y sus ojos negros, hasta unas hebras mucho más claras y ojos tormentosos.
Maldición. Eso no podía estar pasándole a él.
Todo su sétimo curso no fue más que una marea de emociones confusas y muchos sinsabores, finalmente su relación con Dereck terminó en los mejores términos que pudo. Él le dijo que ciertamente quizá necesitaban un tiempo separados, pues parecían estancados en un punto sin retorno y quizá deberían conocerse mejor.
Albus sintió un peso gigantesco caer de sus hombros, y por muy slytherin que fuera un poco de culpa se asentó en su corazón, sabía que Dereck había intentado por todos sus medios meterse en su corazón y mostrarle lo mucho que le importaba. Pero así era mejor, hubiera sido peor alimentar una llama que estaba destinada a apagarse.
—Albus—La voz de Scorpius a su lado lo sacó de su ensoñación—Vamos, el tren ya está por partir, debemos subir.
—Vamos, vamos—Jhon rápidamente se les unió, tomándolo por el brazo y obligándole a subir al tren donde los demás ya les esperaban.
Albus asintió cansado y se dejó guiar a una cabina vacía junto al resto de sus amigos, puede que una de sus inquietudes estuviera resuelta ya. Pero aún quedaba una muy grande, muy grande y rubia.
—Hey Al, no pongas esa cara—porque, oh Merlín, cuando Scorpius le sonreía con esa sonrisa Albus sabía que algo tenía que estar completamente mal consigo mismo para sentirse tan atraído por el mejor amigo de su ex.
—Déjalo—intervino Boot—está practicando para cuando ingrese a su preparación para medimago, todos siempre tienen la misma cara larga.
Él le dio un codazo nada disimulado y disfruto con la clara y límpida risa de Scorpius.
Ah, maldición.
Notas finales: Un inicio raro, ¿no? Sólo para sentar el escenario.
