"Blood exorcist"
¡PAPÁ!
¡Papá por favor, aguanta! ¡L-la a-ambulancia! ¡UNA AMBULANCIA!
Ku...Kumiko, escúchame, a...aléjate de... l-los exorcistas
¿P-Papá?...¡PAPÁÁÁÁ!
Me desperté bruscamente, con un grito, y ahogada en mis propias lágrimas.
Es curioso como siempre vario un poco las cosas soñando.
Al principio me asusté, pensando que había despertado a los demás miembros de la casa. Pero luego me reí para mi y ajusté mi collar de perro para que la placa no se hincarse en mi piel.
_De todas formas no hay nadie...-
Me llamo Kumiko, Kumiko Yagami (¡si! Como el de Death note )
Supongo que debería empezar por el principio.
Tengo 16 años. Vivo en la casa de mis tíos, mis "tutores legales".
Se supone que deberían haberme cuidado, durante estos 5 años. Pero se fueron de viaje de negocios al mes , y no he vuelto a saber de ellos.
Me da lo mismo, casi mejor. Estoy mucho mejor sin ellos, estar sola hace mi vida más fácil.
Mi padre murió cuando yo tenía once años. En un accidente de tráfico, o al menos eso es lo que se comunicó al público en general.
Es curioso aquel día, empezó siendo el mejor de mi vida.
…...
_¡Hoy es un día especial!-
Me dije al levantarme.
Normalmente, los fines de semana, papá y yo no solemos hacer nada.
Mi padre, Kaito Yagami, siempre tiene mucho trabajo, pero no me importa.
Estoy muy orgullosa de él, porque es exorcista, es como...¡una especie de super heroe!
¡Combate la oscuridad con biblia en mano!
Mi padre dice que mamá era la mejor dragoon de su promoción, me hubiera gustado conocerla, pero murió al darme a luz.
Nunca lo he visto actuar en persona, pero he visto un montón de películas.
Lo raro son los demonios, bueno no es que sean raros, es que no se parecen nada a los de la tele.
Supongo que para las personas que no pueden verlos, debe ser complicado imaginarse a uno.
_¡Kumiko nos vamos!-
La voz de mi padre me saca de mis ensoñaciones.
_ ¡V-Voy!-
Me levanto de la cama de golpe y me apresuro a lavarme la cara.
Justo cuando estaba a medio camino de ponerme mi camiseta de I love NY , me detuve.
No, espera, papá dijo que me pusiera elegante.
Escogí una falda roja, a juego con los zapatos, y una blusa blanca.
Tras mirarme en el espejo y considerarme presentable, me cepillé levemente el pelo color chocolate, a juego con los ojos ,que cayó uniforme hasta la espalda.
Suspiro, debería cortármelo un día de estos.
Bajé corriendo las escaleras de la casa y miré a ambos lados contrariada al no encontrar a mi padre abajo.
Supongo que debe estar esperándome ya en el coche.
Efectivamente, me está esperando dentro del mono volumen negro.
Sus rasgos serios se acentúan cuando está molesto. Lleva el pelo negro excesivamente peinado hacia atrás, como hace cada vez que va a algún sitio importante.
Le dediqué una mirada de culpabilidad y me senté en el asiento trasero cerrando la puerta tras de mi.
_ Ya vamos con retraso ¿lo sabías?- resopló molesto.
_ Lo sieeeento-
Por suerte sus enfados nunca duran mucho.
_ ¿A dónde vamos papá?-
_ A la Academia True Cross- parecía más centrado en encontrar el camino que en mi, pero prefiero éso a que nos perdamos.
Fruncí el ceño.
_ ¿A la qué?-
_ La Academia True Cross. Voy a hacer allí una entrevista de trabajo, sabes ,si me aceptan podremos quedarnos en esta casa, no tendríamos que mudarnos e incluso podríamos pasar más tiempo juntos, ¿te gustaría?-
Mis ojos se iluminaron ante la idea de verle más de 2 horas al día, por lo que asentí efusivamente mostrando mi entusiasmo.
La academia era tan grande como una ciudad misma. De algún modo, todos los edificios parecían algo desordenados y apelotonados para ahorrar espacio.
Sin embargo una vez que llegamos a la entrada principal parecía una entrada perfectamente normal.
Me pregunto si será de verdad una escuela de exorcistas, bueno éso y si papá me dejará visitarlo en el trabajo ( doy por hecho que van a cogerlo).
Mi padre se paró frente a mi, se dio la vuelta, me golpeó con la túnica negra, en toda la cara.
Me dirigió una mirada amable.
_ Kumiko esperame bajo ese árbol ¿de acuerdo?-
Hice un mohín.
Francamente no tengo ganas de esperar bajo un árbol, para eso me quedo en casa.
Además ¿cuánto tiempo e de esperar?
Su mirada no admitía otra respuesta que no fuese:
_ Vaaaaale, ¿pero vas a tarda mucho?-
Me revolvió el pelo con la mano y rió.
_ Que va, que va, no más de una hora-
Comenzó a alejarse.
_ ¡Y no te muevas!-
Le observé hasta que entró y con un suspiro me dirigí a la amplia sombra del árbol que me señaló antes.
Me senté en el césped bien cuidado y apoyé mi espalda contra la corteza.
Alzo la vista y me pierdo en el cielo, azul pero con alguna que otra nube.
De todas formas, tan poco puede tardar tanto...¿no?
1 hora.
2...horas.
¡3 horas! ¡pero qué hace!
Jo, ya es hora de comer.
Nunca he tenido paciencia para este tipo de situaciones. Ni siquiera para la cola del cine.
_ Ahhh...-
_ ¡Hola!-
La súbita intervención me hizo dar un pequeño bote con el que acabé en el suelo.
Miré a mi alrededor buscando al dueño de la voz, pero lo único que pude encontrar fue un pequeño perro blanco, con un lazo blanco de lunares rosas atado al cuello.
Estaba en frente de mi y me miraba, ¿con curiosidad y un leve interés?... ¿un perro?
Ahora que me fijo...este perro, parece diferente de alguna manera.
Ahora que me fijo...¡es monísimo!, es más tengo que dar mi mejor esfuerzo para no abalanzarme sobre él y abrazarlo.
_ ¿Qué haces aquí?-
Mis ojos se abrieron en estado de shock.
El perro...acaba de hablar...pero éso no puede ser, los perro no hablan.
A menos que este perro...no sea un perro.
Ahora soy yo quien le mira con curiosidad.
¿Debería responder?
_ ¡Yo! ¿Quién eres tú?-
El perro se sorprendió un poco, como si acabara de acordarse de algo.
_ Cierto, que descortés por mi parte. Mi nombre es Mephisto Pheles- Adelanto una de las patas e inclinó la cabeza como si me estuviera haciendo una reverencia.
Francamente, me hubiera quedado igual si hubiera dicho que se llamaba Will Smith.
La cuestión es que era un perro...que hablaba.
No pude evitar mirarle con admiración.
_ Y-Yo soy Kumiko Yagami...encantada- Yo también incliné la cabeza a modo de saludo.
Me lo quedé mirando un rato, analizándolo, aunque tengo la impresión de que él estaba haciendo exactamente lo mismo.
Me arriesgué a parecer grosera rompiendo el silencio con una pregunta incómoda, aunque en mi caso (para mi seguridad) necesaria.
_ Esto...¿eres un demonio?-
Él entrecerró un poco los ojos, pero no parecía molesto.
_ Soy un exorcista, para ser más exactos, soy el director de la academia-
Abrí muchos los ojos y contuve el aliento.
Un exorcista, ¿este perro? Y por si fuera poco, el director, es decir, el jefe de mi padre...
¿Me estará tomando el pelo?
Deseché esa posibilidad rápidamente, algo me dice que ahora mismo no está mintiendo.
_ ¡¿E-En serio?-
_ Sip ~ -
Fruncí el ceño.
_ No sabía que los exorcistas podían transformarse- agregué, no me fío del todo.
_ Y no pueden, yo soy un caso especial- añadió con aire desenfadado.
_Ah...-
_...-
Se acurrucó a mi lado y me miró.
_ ¿Y qué haces aquí?-
_ Espero a mi padre-
_¿Tu padre?-
_ Si, se suponía que tenía una entrevista de trabajo hace rato-
Si es el director ¿por qué no lo sabía?
_ Pues éso va a ser un problema, vas a tener que esperar bastante más- dijo, aburrido.
¡Más!
_ ¡¿Por qué?-
Frunció el ceño, como si fuera la pregunta más estúpida del mundo.
_ La entrevista es conmigo, y yo estoy aquí-
_ ¡¿Qué? ¡¿Y por qué no vas? ¡Ya han pasado 3 horas!-
_ Bah, ahora no me apetece nada...-
Se puede saber ¿QUÉ CLASE DE DIRECTOR ES ÉSTE?
Iba a contradecirle, pero tuve la impresión de que no iba a servir de nada.
_ ¿Te apetece venir conmigo a un parque de atracciones?-
Y de nuevo, en estado de shock.
_ ¿Eh?-
_ ¡Será divertido! Hace tiempo que no me paso, pero no quiero ir solo...¿qué me dices?-
¿Habla en serio?
¿Debería o no debería? Papá me ha dicho que no me mueva, claro que él sigue esperando a este perro, que a lo mejor nunca llega.
De todas formas Mephisto no me dio tiempo para responder.
_ Ehhhhhhh...-
_¡Estupendo, sígueme!-
Se incorporó de un brinco y comenzó a caminar.
Al principio me quedé sentada, algo aturdida, pero tras pensarlo unos instantes le seguí.
No andamos mucho, rodeamos la fachada de la academia hasta toparnos con lo que parecía ser la puerta de un trastero.
Vale, es oficial, me ha estado tomando el pelo.
_ Coge la llave y métela en la cerradura-
Me sorprende que haya podido articular tan bien con esa llave en la boca.
La cogí desconfiada y tal y como indicó la introduje en la cerradura.
Abrí la puerta.
En aquel instante nos encontramos por arte de magia en, efectivamente un parque de atracciones.
Era enorme, tenia montaña rusa, noria, ¡de todo!
Apenas se podía oír por debajo del ruido de las atracciones y los otros niños.
Pasé mis ojos por el resto de atracciones y puestos de comida, así como por todas las casetas, como si fueran las cosas más maravillosas del mundo, que de hecho, en este momento de mi vida, lo eran.
Descubrí a Mephisto disfrutando de mi expresión completamente anonadada.
_ ¡Bienvenida a Mephy Land~!-
Casi no me puedo creer, todo lo que está pasando.
Un momento...
_ ¿Mephy´s Land? Se parece mucho a tu nombre ¿no?-
_ Eso es porque es MI parque de atracciones-
Y ¡si! Otra vez en estado de shock.
Parece que a este tipo le encanta dejarme con la boca abierta cada dos por tres.
_ Y...¿a dónde quieres que vayamos primero?-
Le miré con decisión y ojos brillantes, y señalé la monumental montaña rusa que destaca de entre todo el parque.
Aunque la cola podría compararse con la que se forma en un concierto de algunas de esas estrellas adolescentes, Mephisto insistió en saltárnosla ganándonos las miradas de odio de todos los demás niños.
No sé que me sorprendió más que nos dejaran colarnos o que dejaran subirse al perro.
¡Y en el primer vagón nada menos!
Justo cuando el vehículo llegó a la cumbre, a punto de descender bruscamente, no pude evitar gritar lo que hacía tiempo que era evidente.
_ ¡ÉSTE ES EL MEJOR DÍA DE MI VIDAAAAAAAAAAAA!-
Y la cosa no acabó ahí.
Nos montamos en la noria, la casa del terror (que no daba miedo), comimos bolitas de pulpo (aunque tuve que dárselas a Mephisto ,ya que no tiene manos), y un helado.
¡Chorreaba adrenalina por los cuatro costados!
No podía parar de sonreír, sin saber por qué.
Sin embargo, empecé a sentirme preocupada cuando noté que empezó a atardecer.
_ Esto...Mephisto creo que deberíamos volver, se está haciendo tarde-
Puso mala cara.
_ Oh, como quieras-
Me despedí silenciosamente del lugar cuando dimos media vuelta, ojalá pudiera quedarme un poco más.
Un momento...¡un momento!
No le he dicho a mi padre a dónde iba, y no creo que siguiese esperando a Mephisto.
Los pensamientos estaban empezando a formar una bola en mi estómago justo cuando salimos por la fachada de la academia de nuevo.
Que no se enfade, que no se enfade,¡ por favor que no se enfade!
Mi padre estaba bajo en árbol, de pié y visiblemente agobiado.
Antes de que pudiese hacer notar mi presenta él nos vio y se dirigió hacia nosotros corriendo.
_ ¡KUMIKO!-
Su grito me asustó.
Pero sin embargo no me golpeó, tan solo me abrazó muy fuerte, dejándome sin aire.
_ ¡¿Dónde has estado? ¡Te dije que no te movieras! ¡Dios mío pensé que!¡ Que...!-
Papá jamás había reaccionado de esta manera.
Su corazón late muy fuerte, ahora que lo pienso ¿por qué lo oigo con tanta claridad?
No importa.
Tengo la impresión de que mientras no estaba ha pasado algo, algo muy malo.
_ L-Lo siento...es que, verás Mephisto y yo fuim-
_ ¿¡Quién!- Me cortó bruscamente.
Me soltó y aproveché para señalar al pequeño perro blanco, pero éste se rodeó de humo blanco
(que ha salido de la nada) y a continuación apareció un hombre, con la vestimenta más extraña que he visto (y veré).
De abajo arriba, botas de babucha fuccias, con medias rosas a rayas, pantalones cortos abombados blanco, chaqueta blanca con botones rosas, capa blanca y morada por dentro y para rematar un gran sombrero de copa blanco adornando sus cabellos morados (la barba también es morada, por lo que no es un tinte) .
Si, de nuevo en estado de shock.
Era muy, muy, muy extravagante, pero de alguna forma no me era desagradable. Era...divertido de alguna forma.
Pero por lo visto mi padre no opina lo mismo.
_ Tú...- susurró amenazante.
Les miré alternativamente, el rostro de mi padre estaba contraído en una mueca de odio, sin embargo Mephisto sonreía, divertido y desenfadado.
Sin embargo, hubo algo en sus ojos que no me gustó nada. Sus ojos verdes me miraban con casi demasiada curiosidad e interés, expectante. Me recordó a quien mira una crisálida esperando que aparezca la mariposa. No me gustó.
_ Kumiko, nos vamos. Despídete-
Que raro, ¿qué hay del trabajo?
Decidí que no era momento de cuestionarle.
_ Muchas gracias Mephisto-san ¡ha sido genial, muchas gracias!-
Le dí un abrazo rápido.
Papá me miró como aquella vez que acaricié a aquel gato que husmeaba en la basura.
Agarró mi mano con brusquedad y tiró de mi ,de vuelta al aparcamiento.
_ ¡Un momento! No podéis iros sin los regalos-
¿Regalos? ¿no era suficiente con el parque de atracciones?
Se quitó el sombrero, desvelando un mechón de pelo puntiagudo, que se volvía amarillo por la punta que se retorcía en un pequeño remolino en la punta, era gracioso.
_¡Eins, zwei, drei!-
Tras un pequeño "puf", sacó un paquete (rosa) del sombrero y me lo entregó.
_ ¡M-Muchas gracias!- Sonreí de oreja a oreja.
_ No me lo agradezcas, te hará falta-
Fruncí el ceño ante su declaración.
Quise haberle preguntado acerca de ella, pero mi padre me agarró (literalmente) de la cintura y me llevó por la fuerza.
No me soltó hasta depositarme, con más suavidad de la esperada, en el asiento. Me puso el cinturón, se sentó el asiento del conductor y arrancó.
En poco tiempo el viaje se convirtió en el más incómodo que he tenido nunca.
Ninguno de los dos dijo palabra, ni siquiera nos miramos.
Quería entretenerme abriendo el regalo, pero sabía que no era el momento (ya lo abriré en casa a solas)
_ Bueeno...¿qué tal...la entrevista...?-
Apretó con fuerza el volante.
_ No hizo falta, me encontré con ése tipo un poco antes-
_ Ah-
Mephisto no mencionó esa parte.
_ Kumiko..., cuando lleguemos a casa hay algo que tengo que decirte...-
_ ¿El qué?-
_ Verás...-
CRASH
Un camión arrolló nuestro coche, de frente, no me dio tiempo a gritar.
Fui vagamente consciente de que derrapamos, y que quedamos boca abajo.
Mi cabeza daba vueltas, mi corazón latía a mil por hora, sonaba fuerte en mis oídos.
Se oían voces, pero desde mi posición actual solo podía ver el capó destrozado.
No solo eran voces, también se oían...¿disparos?
Ahora que me fijo, mi padre no está.
Tengo que salir.
El cinturón estaba atascado, por lo que me escurrí y me arrastré por el techo del coche hasta mi puerta, por suerte ya estaba arrancada de cuajo.
Me clavé algunos cristales en los brazos, en el proceso, pero no los sentía, lo importante es que conseguí salir.
Mi padre disparaba sin parar a perros que parecían estar podridos, como salidos de una peli de zombies. Ciertamente perturbador.
Al fondo había otro hombre, moreno y delgado, con cuernos y cola, posiblemente el conductor del camión. Había un montón de esos pequeños demonios negros rodeándolo.
Papá disparaba y disparaba, pero los monstruosos animales no dejaban de llegar, uno tras otro.
Pareció darse cuenta de mi presencia.
_ ¡Kumiko vuelve al coche!-
Aprovechando que se giró para mirarme uno de los perros saltó y mordió sin piedad su hombro derecho, el de la pistola, por lo que gritó yo calló al suelo.
_¡PAPÁ!-
_Vaya vaya vaya, pero mira a quién tenemos aquí-
El otro hombre, no, el demonio me agarró por el cuello de la blusa antes de que pudiera si quiera fritar por su inesperada cercanía.
Se quedó mirándome un momento y se echó a reír como un psicópata.
_No puedo creerlo, ¡soy un maldito afortunado! ¿Quién iba a decir que daría contigo a la primera?-
¿Conmigo? ¿Me busca ? ¿por qué?
El miedo no me dejaba razonar lo suficiente como para poder buscar la respuestas a cualquiera de esas preguntas.
No podía hablar, no podía gritar, ¡diablos ni si quiera puedo moverme!
Mi cabeza daba vueltas.
Tanto que casi no me dí cuenta cuando el demonio desgarró parcialmente mi cuello y éste comenzó a sangrar.
El dolor me disipó un poco.
No pude ocultar una mueca de terror y asco, al notar que lamió la sangre de mi cuello.
_¡Eres tú! Entonces puedo puedo dejar de perder el tiempo. Nos vamos-
Soltó la blusa, pero me agarró del pelo para obligarme a ir en su dirección.
Lágrimas de pánico comenzaron a caer por mi mejillas.
¡Por favor! A-ayuda, a-ayud-
_¡ No la toques bastardo!-
Papá consiguió levantarse a duras penas y cargo contra el demonio. Pero éste fue más rápido, mucho más rápido.
Le atravesó el pecho solo con la mano. La sangre me salpicó, en la ropa y la cara.
Mi padre se mantuvo en pié unos instantes, había mucha sangre,en la comisura de su boca y en el pecho, comenzando a formar una gran mancha roja. Luego se desplomó con un jadeo.
Yo no lo podía creer.
Ésto no puede estar pasando.
Mi visión se tornó borrosa por las lágrimas.
_ ¿p-papá?-
El demonio rió, ¡rió!
_¡Estúpido exorcista!-
Estúpido, él...le ha llamado estúpido.
Fue en ése momento. En ése momento lo supe, que algo dentro de mi se rompió, se rompió en mil pedazos.
Sé que esa chica era yo, pero no tuve muy claro cuáles fueron mis acciones, o cómo se produjeron, solo tenía una leve conciencia de llevarlas a cabo.
Mi manó se movió, rápida, veloz, certera, y agarró la muñeca de mi captor.
Apretó y apretó hasta que oí con satisfacción como se rompía.
A continuación me incorporé y golpeé su abdomen con mi pierna, tan fuerte que cayó varios metros atrás hasta golpear un árbol, y derribarlo.
Le miré a los ojos, para encontrarme con su expresión confusa y perpleja, asustada.
_E-Esos ojos...¡id a por ella!-
Perros putrefactos empezaron a llegarme desde todas direcciones.
Pero me daba igual, yo era más rápida y solo con mis brazos y piernas era capaz de destrozarlos cortarles la cabeza y partilos por la mitad.
Cualquier persona normal lo consideraría asqueroso.
Yo no. Me gustaba, no, adoraba la sensación de la carne cediendo sin problemas, de acertar y destruir el objetivo, pero lo que más me gustaba era la sangre.
¡Oh Dios había tantísima sangre!
Pero aún así no era suficiente, yo quería más y más.
Mi pierna rozó la pistola de mi padre en el suelo. La cogí y sonreí sádicamente.
Disparar era mucho más fácil de lo que había imaginado.
Además mi puntería era magnífica. Podía acertar a los objetivos más cercanos sin problemas, pero también a lo más lejanos, incluso a algunos perros que venían desde kilómetros.
De alguna manera, mi vista había mejorado, además de ver a los más lejanos como si estuvieran prácticamente a mi lado, podía ver toda y cada una de sus venas si fijaba la vista lo suficiente.
No solo era la vista, mi oído y mi olfato también habían mejorado.
Dejé atrás éstos nuevos descubrimientos y me centré en seguir disparando.
Disparé y disparé incluso cuando ya no quedaban balas.
Me desilusioné un poco cuando se acabaron, pero rápidamente una bruma negra brotó de mis manos y recubrió la pistola hasta volverla negra.
Las balas volvieron, pero eran diferentes, más ligeras, pero al mismo tiempo tenían más potencia y eran más pesadas.
En poco tiempo acabé con todos los perros y dirigí mi atención de nuevo al demonio, que frustrado se abalanzó contra mí lo más rápido que pudo.
Supe que una persona normal no podría haberlo visto, pero como ya he dicho, mi vista ha mejorado.
Solté la pistola y maldije interiormente mi altura, me vi obligada a retroceder para coger impulso.
Justo cuando estaba a pocos centímetros de mi, salté, apoyando mis pies sobre su pecho y perforándole el corazón con mi brazo.
Ojo por ojo, pensé.
Impulsé su cuerpo moribundo hacia atrás utilizándolo para dar un salto mortal, y de paso desencajar mi brazo.
Volví a mirar el cuerpo. Ahora...parecía un humano normal, pero francamente me da igual lo que sea.
No oigo su corazón por tanto está muerto.
Había mucha sangre por todas partes, en el suelo, en mi ropa, en el cadaver.
De repente no podía pensar en otra cosa que no fuera ella.
Es más tengo...tengo...sed.
Tengo mucha sed.
_ Kumiko...-
Fue como si despertase de un sueño, como si mi conciencia se hubiese hundido y ahora hubiera vuelto a la superficie.
Papá.
_ ¡Papá!-
Se las había arreglado, para incorporarse apoyándose en los restos del coche.
Su corazón se oye muy lento, débil.
Corrí hacia él y me arrodillé a su lado para poder mirarle a los ojos.
Respiraba con dificultad y tenía los ojos medio cerrados.
N-No puede ser, papá está...está.
Las lágrimas volvieron a inundar mi rostro, pero esta vez eran de puro dolor.
_Kumiko...lo que, lo que que...ría decir- No pudo acabar la frase, asaltado por una súbita tos.
Yo negué con la cabeza con brusquedad, sin poder contener lo sollozos.
_ ¡N-No hables! Y-ya me lo dirás c-cuando lleguemos a casa-
Extendió la mano derecha, para que se la cogiera. Su brazo se estaba pudriendo, debido a su herida anterior. Contuvo la respiración preparándose para hablar.
_ Las cosas, las cosas nunca vol...volverán a ser como antes. Dejarás de dormir por la noche, querrás hacerlo durante el día...es posible que dejes de …... en los espejos...serás mucho más-
Le vino otro ataque de tos, ahora más fuerte que antes.
_ ¡No entiendo! ¿Qué quieres decir?-
_El paquete...cog-...cógelo-
Sin planteármelo siquiera me introduje con habilidad en el coche y recogí el paquete, que asombrosamente no había sufrido daños.
En realidad si lo entendía. Todo lo que ha pasado, lo que he hecho, no podría haberlo hecho una persona normal. Pero no quería afrontarlo.
Aunque la realidad me vino de golpe, cuando iba a salir, me vi, reflejada en lo que debería haber sido en un tiempo un parabrisas.
No me fijé en la sangre ni en las lágrimas, sino en los ojos. Rojos brillantes, con una pupila mucho más largada que las de un ser humano. Además, mis orejas eran un poco más puntiagudas de lo que recordaba, pero solo un poco. No pude evitar abrir la boca, en la incomprensión, pero al hacerlo ví que mis dientes eran muchos más largos, como si tuviera...colmillos.
Era demasiadas, demasiadas cosas como para asumirlas de golpe.
Dios mío eran rojos como...la sangre.
Sangre...
¡No!¡ tengo que ir con mi padre!
Me acurruqué junto a él de nuevo, con el paquete bien sujeto junto a mi pecho.
_Sea lo que sea, llévalo siempre ¿me oyes? N-no te...lo quites-
Asentí como pude, sin poder dejar de llorar.
_Tienes que ponértelo antes de que vengan...-
Otro golpe de tos.
Un mejor análisis me reveló que su pulmón se estaba llenando de sangre a un ritmo alarmante.
Su corazón cada vez se oía más lento.
De repente, me miró con toda la intensidad que pudo reunir, como si se hubiera acordado de algo de vital importancia.
_Kumiko...e...escúchame...a-alejate de …..los exorcistas-
Y ésas fueron sus últimas palabras.
Su corazón se detuvo, cerró los ojos y simplemente...se fue.
_¿p-papá?...-
_¡PAPÁ!-
Me quedé así, totalmente quieta, durante por lo menos una hora.
Lentamente caí en la cuenta del paquete en mis brazos.
Como un zombie, lo desenvolví y lo abrí.
Un collar de perro rosa reposaba en su interior. Incluso tenía una placa, pero la inscripción estaba en otro idioma.
No hice preguntas, no me cuestioné el por qué ése tipo de todas las cosas, me había regalado ésto.
Simplemente me lo puse en el cuello. En el reflejo del parabrisas la niña volvió a tener los ojos color chocolate.
El funeral se celebró el mismo día, más tarde.
Había bastante gente, todos olían diferentes, pero iguales al mismo tiempo. Todos tenían su propio aroma particular, pero todos eran humanos, o al menos casi todos.
No conocía a la mayoría de los presentes, pero me sentía incómoda sabiendo que eran exorcistas.
Me daban el pésame, y palabras de consuelo. Pero yo no era más que una muñeca vacía ,rota, ninguna palabra salía de mi boca.
Metieron el cuerpo de papá en un ataúd.
Todo el mundo agachó la cabeza mientras el cura farfullaba, yo no.
En realidad ni siquiera sabía muy bien lo que estaba haciendo en ese lugar.
Levanté la vista y vi como metían el ataúd en la tierra.
Me pregunto si estará cómodo ahí dentro.
Cuando finalizó, tuve que soportar que todos y cada uno de los asistentes me diera el pésame.
Yo, simplemente me limitaba a asentir con la cabeza.
Aunque hubo un hombre que me llamó la atención, también era un exorcista, rubio, con gafas y barba. Pero lo que me llamó la atención es que había un niño con él, de mi edad o tal vez un año menor. Era moreno, con ojos azules, gafas y alguna que otra peca.
Me miraba tímidamente, como si no se atreviese a saludarme.
Yo también soy algo tímida, pensé.
Él olía algo diferente, no se por qué.
_ Mis más sinceras condolencias-
Estaba muy serio (como es natural) pero al notar que me fijé en el otro niño sonrió un poco.
_ ¿No le dices nada Yukio?-
Yukio se asustó momentaneamente, desconcertado al darse cuenta de que tenía que hablar.
Se puso muy rígido y se sonrojó.
_ H-Hola...esto...l-lo siento mucho-
_ Gracias...-
Me sorprendí a mi misma cuando encontré fuerzas para hablar.
_ Soy el padre Fujimoto, tu padre y yo éramos viejos amigos, por éso Kumiko si necesitas algo tan solo dímelo-
Dicho ésto, me revolvió el pelo cariñosamente y se marcharon.
Me recordó mucho a papá.
No voy a llorar, no delante de tanta gente.
Siguió llegando más y más gente. Hasta que finalmente llegó el último.
Es curioso, como llevaba el mismo conjunto blanco extravagante. Destacaba mucho entre la masa negra.
_ Mis más sinceras condolencias- dijo Mephisto, con una ligera reverencia.
Fruncí el ceño y le dirigí una mirada atravesada.
¿"Sinceras"?
Su corazón, late bastante más rápido que el de los demás lo que indica que está bastante más contento que ellos, casi emocionado diría yo.
Pero no hacía falta oír sus latidos para darse cuenta. Ya lo denotaba su expresión, contento consigo mismo y algo curioso.
De alguna forma sé que sabe que yo lo sabía.
_ ¿Y qué vas a hacer ahora Kumiko-chan? Si no quieres ir a vivir con tus tíos, podrías venir a True Cross. Porque quieres convertirte en exorcista, ¿me equivoco?-
Podía, quería decir tantas cosas.
Podría haberle dicho que no, que era la última voluntad de mi padre, podría haberle reprochado estar casi feliz en el entierro de mi padre, podría haberle preguntado a cerca de su encuentro con mi padre, ¡podría haberle preguntado por el maldito collar rosa!
Pero sin embargo no dije nada de éso.
_ Hueles diferente...-
Lo dije casi sin pensar, pero era cierto.
Mephisto era completamente diferente del resto de personas de aquella habitación.
Olía mejor.
Se me quedó mirando un momento, curioso, pero la sonrisa no despareció.
_ En otro momento tal vez-
Comenzó a alejarse.
_ ¡Te queda bien el rosa, deberías llevarlo más a menudo ~!- comentó de espaldas.
Ya han pasado 5 años.
