Capitulo 1
Promesas
No recordaba casi nada, solo que se había interpuesto entre kenshin y el jefe de los ninjas y que kenshin la había atravesado con la sabakatou, luego de eso vio borroso el rostro de kenshin y le marco su rostro, formando una cruz con la herida anterior, de manera de demostrarle su perdón, luego oscuridad y silencio…
- Himura san, que ha pasado?- pregunto tomoe, aun débil, y con un constante e intenso dolor en su abdomen
-Tomoe san, has despertado?- pregunto Kenshin, corriendo apresurado al lado de la mujer, con el rostro lleno de alegría, aunque sus ojos denotaban cansancio y preocupación
- Que pasa himura san?, tu rostro esta cansado, no recuerdo mucho - murmuro tomoe, tratando de sentarse, escapando un grito de dolor que le obligo a acostarse nuevamente
- Estas viva de milagro, han pasado casi dos meses desde aquel fatídico día, tuviste fiebre, la herida te sangro mucho la primera semana, no fue tan grande pero profunda, creí que te perdería - murmuro, comenzando a sollozar, como lo hacia casi a diario, pero esta vez de alegría, había abierto los ojos, no morirla, los dioses le habían dado una nueva y valiosa oportunidad.
La mujer no dijo nada, solo miro la puerta abierta donde poco a poco la primavera comenzaba a anunciarse, con brotes tiernos en los árboles y con la huerta, la huerta que habían hablado semanas antes del incidente que puso en jaque la vida de Tomoe, pero lo que le llamo la atención a la mujer fueron 4 cerezos, uno en cada esquina de la huerta y en medio de esta, un ciruelo blanco que tímidamente, al igual que los cerezos, comenzaban a asomar las primeras flores, por lo que no puedo evitar sonreír, del ciruelo una cinta roja colgaba, dándole un extraño toque, su cinta, la cinta con que había amarrado el diario, su diario; kenshin por su parte, solo la miraba, Tomoe a pesar de su casi fantasmal palidez, se veía mas hermosa que nunca, con su cabello esparcido sobre el futon como un grueso y brillante manto de ébano, mirando todo aun desorientada.
- debes tener hambre, traeré algo de sopa- murmuro Kenshin, desapareciendo para aparecer minutos después con un hirviente Tazón de sopa de miso con rábanos, llenado la habitación con un fragante aroma, mientras ayudaba a sentarse a Tomoe y le daba con amorosa paciencia la sopa
- Gracias, esta buena- murmuro Tomoe, mientras le acariciaba una mano que el tenia apoyada en la cama, a modo de soporte, haciendo que este se sonrojase.
- Los rábanos son del huerto, pensé que te gustaría probarlo- comento Kenshin, mientras miraba la mano de Tomoe Sobre la suya , con un dejo de nostalgia, pensando como casi había perdido a quien con su silencioso amor había demostrado que a pesar de ser un asesino, también podía amar.
- Que mas has plantado?- pregunto cuando la sopa hubo acabado mas repuesta Tomoe, realmente interesada en saber que tanto se había perdido
- Pues… , Tomates, Berenjenas, Rábanos, una Sandia y los cerezos y el ciruelo – respondió, arropándole la espalda, con delicadeza
- no has perdido el tiempo entonces Himura San- elogio Tomoe, sonriéndole, estaba tranquila, mas orientada y con lo cuidados amorosos de su esposo
- Nunca me vuelvas a dar estos sustos, pensé que moriría al verte Allí- le confeso kenshin, rompiendo a llorar – no quiero perderte, no quiero que me dejes, prométeme que no me dejaras- le decid a modo de suplica, dejando verter en un par de palabras todos los miedos, temores y desesperanzas que habían pasado por su mente esos dos meses.
-no pasara himura san, nunca mas, nunca mas nos separaremos – le prometió Tomoe, acurrucándose a su lado, mientras acariciaba la herida, con la cual le perdono la muerte del primer hombre que la había amado, pensando que no habría una segunda oportunidad.
Himura no dijo nada, solo Acariciaba ese azabache cabello y aquel rostro tan serio de ojos tan tristes que a pesar de todo lo había cautivado, aquel rostro tan blanco que hacia que fuese la envidia de la misma nieve y que ni el mas fino polvo de arroz podía igualar, aquella boca , ahora de color pálido, que alguna vez fue tan roja como una cereza madura, la cual solo una vez tuvo el privilegio de besar, pero ya no mas, ahora no se contendría, era su esposa, la amaba y no volvería a poner en riesgo la felicidad de ambos, una felicidad tan merecida por ambos, tan ansiada.
- se que no te lo dije nunca, por temor quizás, por miedo o por solo timidez, pero te amo, no quiero perderte jamás y te prometo que mi Katana a partir de hoy, solo matara de ser necesario, porque será utilizada para proteger a los mas Débiles y en especial para ti, la única mujer que me entendió y me enseño el Amor, le susurro, mientras Tomoe, entre Los calidos Brazos de Kenshin, Dormía con una paz Bastante diferente a la conocida, tan llena de protección y calidez que solo la hacia sospechar de que las cosas mejorarían de forma que ni ella se lo imaginaba.
