Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.K. Rowling, Warner Bross & Salamandra. Yo únicamente juego con los personajes que Jo nos regaló. La historia es de mi muy triste y retorcida imaginación.

Nota: Esta novela relata la historia de cómo Hermione va aprendiendo a que la vida da mil vueltas y que por más que luches en evitar alguna situación, siempre acabarás en el lugar adecuado para enfrentarlo. No puedes huir de tu destino, y ella aprendió a regañadientes.

Disfruten de la historia, como yo lo he hecho escribiendo...

"All I do is for love"

Capítulo I: ¿Harry?

De acuerdo, pensó la castaña respirando nerviosamente, tú puedes hacerlo, se repitió trabajando en su respiración un par de veces. Vamos, se animó así misma, tienes que pagar la universidad, ya casi terminas, Hermione.
Respiró un par de veces y miró su celular muggle como si nada, lo metió a su bolsa. Se miró al espejo una vez más, acomodándose el cabello que la hacía sentir extraña y devolviéndose así misma una mirada desconocida. Sonrió de lado, infundiéndose valor.

Sintió su celular vibrar.

Es hora, Jean.

Se fue del baño de la plaza sin mirarse una vez más. Por culpa del nuevo horario el sol se metió más "temprano" de lo usual, por lo que las calles londinenses estaban oscureciéndose con rapidez. La oscuridad devoraba con avidez los últimos rayos del sol.
Hermione caminó en sus tacones negros dirigiéndose al banco de la ciudad que estaba listo para cerrar en menos de una hora. Hizo fila detrás de una señora regordeta y delante de un señor con traje que no deja de mirar su celular.
Se tuvo que quitar los lentes del sol y ponérselos como una diadema, para luego mirarse las uñas con aburrimiento. Odiaba hacer eso, pero tenía que estar ahí.
La fila fue avanzando con normalidad, pero para ella los segundos eran horas. Ya quería irse de ahí, ya quería estar en casa. Tenía tantas cosas por hacer...
Su turno llegó.
Toda actitud de nerviosismo se esfumó para dar paso al de una adolescente con complejos de diva famosa.
—Buenas noches, señorita. ¿En qué puedo ayudarle? —le preguntó amablemente la mujer del banco. Iba muy elegante y hablaba muy propiamente.
Hermione no pudo evitar rodar los ojos.
—Quiero retirar dinero.
La señorita le asintió la cabeza con amabilidad a pesar de la actitud y tono de la cliente.
—¿Tarjeta?
—¿No te basta con mi nombre y huellas?—preguntó con hastío y aburrimiento.
La señorita asintió con la cabeza, tratando de no perder la paciencia.
—Sus pulgares, por favor.
Hermione puso ambos pulgares en la máquina especial que tenían ahí.
—Ahórrate las formalidades, cariño. Solamente quiero retirar £4,000 de inmediato. Mis amigas me esperan para irnos de viaje y no sabes la vergüenza que tuve que pasar al decirles que no tenía lo suficiente en cash.—dramatizó.
—Estoy esperando la aprobación.
Hermione asintió con pesadez. Su actitud por fuera era despreocupada e indiferente, pero por dentro los nervios le carcomían.
Ellos habían dicho que funcionaría. ¿Por qué tardaba tanto? Los segundos seguían pasando y la señorita del banco ya la miraba con sospecha. Hasta que algo en su computadora sonó. Hermione estaba lista para correr de ahí, pero la muchacha le sonrió.
—Aquí tiene, señorita. La aprobación ha sido un éxito. ¿Desea un sobre?
Hermione negó con la cabeza, tomando el dinero con toda la lentitud posible del mundo, guardándolo en la enorme bolsa que traía.
—Gracias, cariño. Te debo una enorme.—dijo empalagosamente, mandándole un beso volado y saliendo de ahí con velocidad casi inhumana.
El dinero se sentía pesado en su bolsa, sentía que todo mundo la miraba con sospecha. En ese momento, cualquier persona era sospechosa y peligrosa. Decidió rodar la plaza e irse a uno de los baños de ahí. Necesitaba lavarse la cara.

Estando ahí, cerró el baño con su varita y se miró al espejo para ver a una total extraña. Cabello negro, ojos verdes, tez bronceada. Una riquilla de Londres; una que estaba en otra parte del mundo y que no era consciente de que le habían robado £4,000. Una suma pequeña para alguien como lo era esa adolescente, pero para Hermione, lo que necesitaba en ese momento.

¿Por que lo hacía?

Por amor, por supuesto. Todo lo que hacía era por amor.

...

La castaña ya podía caminar con tranquilidad, pero aún volteaba de cuando en cuando para ver si alguien la seguía. Ya había entregado la parte del dinero acordada con otro de sus contactos y ahora estaba en busca de un taxi para irse a casa. Tenía demasiada prisa para irse ya.
Un policía londinense la miró con ojos entrecerrados, como si le supiera algo que ella no quería que nadie más sepa. Le sonrió con rigidez y le chifló a un taxi, el que, gracias a Merlín, se detuvo.
—¿A dónde va, señorita?—le preguntó una voz extrañamente conocida, a lo cual ella alzó la vista con horror.
—¿Harry?
—¡Hermione!
—¿Qué haces en un taxi?
Harry rió divertido, comenzando a avanzar y mirándola desde el retrovisor.
—Creí que trabajabas para el Ministerio de Magia—continuó hablando ella al ver que su amigo no contestaba.
—Y yo creí que tú me querías.
Ella suspiró, mirándolo con reproche.
—Estoy en una misión, pero no puedo decirte mucho más.
Ella asintió.
—¿Por qué un taxi? —preguntó Harry—¿Por qué no Aparecerte simplemente?
Ella se encogió de hombros, no queriendo decirle la verdad.
—Me apeteció.
—Tiene mucho rato que no te veo.
Volvió asentir con la cabeza.
—Creímos que te habías ido del país.—susurró—¿A dónde te llevo?
Hermione sintió presión. Extrañaba mucho a su amigo, y realmente necesitaba la compañía de alguien que no fuera su familia. Sus amigas en la universidad eran de gran ayuda, pero... él era Harry, su mejor amigo.
No estaría mal que él supiera dónde vivía. No iba a decirle la verdad, aparte no tenía por qué saberla.
—Es el primer pueblo que está saliendo de la ciudad. Hacía el norte.
Lo vio asentir con la cabeza.
—¿Qué ha sido de ti?
—No mucho.—mintió—Estoy yendo a la universidad. Ya casi termino. —eso era verdad.
Lo vio sonreír de oreja a oreja, dejándose contagiar por esa sonrisa que extrañaba tanto. En la radio había una estación especial donde sólo ponían música clásica, la cual estaba sonando en ese momento.
—Me da gusto escuchar eso. ¿Literatura? ¿Filosofía? ¿Derecho?
Hermione soltó una risita divertida.
—No, Harry. Me decidí al final por estudiar psicología.
Lo vio alzar las cejas.
—¿Me estás psicoanalizando ahora? —bromeó mirándola por el retrovisor, ganándose una mirada de pocos amigos por parte de la castaña.
—No, Harry. ¿Crees que lo haría gratis?
—¿Quizá si no te cobro el pasaje?
Ambos rieron. Comenzaron a platicar de diferentes cosas. Primero triviales y luego llegaron a las más personales e importantes. Harry la bombardeó con todo tipo de preguntas: ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué te alejaste del mundo mágico? ¿Por qué te fuiste a un pueblo? ¿Por qué no tener éxito en el Ministerio? ¿No extrañas el Callejón Diagón? ¿A Hagrid? ¿A los Weasley? ¿Has hablado con...?
—Necesitaba un respiro después de la Guerra, Harry.
—Todos, Hermione.
Ella lo miró con pena. Sabía que él más que nadie necesitaba un respiro luego de haber derrotado a Lord Voldemort, pero él, valientemente, había decidido quedarse como Auror principiante desde el momento en que terminaron su séptimo año en Hogwarts, y ahora casi ya era profesional. Habían quedado algunos Mortífagos sueltos... y eso bien que lo sabía Hermione.
—¿Y Ginny?
Harry se encogió de hombros, doblando en la esquina que le había indicado la castaña. Harry observó con curiosidad el barrio en el que ella se encontraba. No era pobre, ni estaba en una parte de lujos. En realidad, era bastante promedio. Demasiado diferente y más pequeña que la casa que ella le había enseñado en fotos cuando estaban en Hogwarts. El ambiente era acogedor, se veían niños jugando en los porches de las casas aún cuando ya el sol estaba bien escondido y dando luz a otra parte del mundo. Todo lucía muy hogareño.
—Digamos que funcionamos más como amigos.
Hermione frunció la boca. Él jamás se enteró de lo que pasó entre Ginny y ella.
—Y bueno, sabes que ella no está viviendo en Londres. Se fue a Estados Unidos.
—Sí, quedó seleccionada en el equipo de Quidditch.
Hermione sabía. Había mantenido comunicación con ella, a pesar de todo. Aunque claro, Ginny tampoco sabía nada. De hecho, sólo su familia sabía su mayor secreto.
—Es en esa casa, Harry—señaló Hermione acercándose un poco a Harry.
—El viaje queda en mi cuenta, pero...—la detuvo—Tienes que prometerme que no desaparecerás nuevamente.
—Harry...—dudó. Él podía escuchar y ver la duda en su voz. ¿Qué había de malo en que ellos, los mejores amigos de la infancia, tuvieran más charlas placenteras como esas? Sin decir nada, decidió bajarse del auto. Escuchó la puerta de Harry aporrearse.
—Se ve acogedora—comentó Harry apoyándose en el taxi que usaba mientras miraba la casa de Hermione. Era de dos pisos, tenía chimenea, de la cual salía humo. Harry no pudo dejar pasar ese detalle. —¿Hay alguien adentro?
—Sí, mis padres.
Harry asintió.
—Te acompaño a la puerta.
—No es necesario—decía mientras sonreía y caminaba, con el pelinegro pisándole los talones.
Hermione advirtió una luz encendiéndose en la recamara donde ella dormía, y luego una del pasillo, y finalmente una de la entrada principal.
—Mejor vete, Harry—presionó ella con temor. —En serio.
—No, quiero saludar a tu madre.—dijo relajado, poniendo resistencia a los empujes de su amiga.
—¿Hermione?—escuchó la voz de su madre—¿Cariño?
—Madre, no salgas si estás con...
Pero era demasiado tarde. Su madre había abierto la puerta, con las cejas fruncidas y cargando a una hermosa bebé con mucho cuidado en sus brazos.
Ella.

LunaHHr

Notas de autora: Y bien, espero que sea de su agrado ésta nueva historia. Si bien sé,que no debería subir más sin antes actualizar las que tengo. No pude evitarlo, jaja :( perdón, en fin, ya hay cuatro capítulos escritos. Espero que llame su atención.