Aclaraciones: La historia de Gravitation ni sus personajes me pertenece. Pertenecen a la magnífica mangaka Maki Murakami.
Esta historia tiene contenido Yaoi así que si eres menor de edad o no tienes el criterio adecuado, será mejor que te abstengas a leerla.

Prólogo

El famoso escritor de novelas, Yuki Eiri, se encontraba frente al imponente edificio de "NG · Records" del cual era el presidente su molesto y siempre impertinente cuñado, Seguchi Tohma. Hacía varias semanas que Tohma venía insistiéndole para que colaborará con la composición de las canciones que formarían parte del nuevo sencillo de una de las bandas formada más recientemente en NG, claro que en todas las ocasiones se había negado rotundamente, pero nadie como él sabía el poder de convencimiento que poseía Tohma, si se lo proponía podía llegar a ser un chantajista, acosador, pero sobre todas las cosas un fastidioso hasta extremos alarmantes solo por conseguir lo que quería. Y es que aún recordaba el exagerado número de llamadas y los constantes acosos que recibía por parte del rubio, el cual se la pasaba insistiéndole para que aceptara, ofreciéndole incluso cuantiosas cantidades de dinero y múltiples beneficios que le aseguraba le serían de ayuda para promocionar sus obras, por supuesto que él no necesitaba nada de eso. Sólo que si deseaba poder librarse de su inútil cuñado por algún tiempo, tendría que acceder a sus peticiones, a fin de cuentas, no podría resultar tan malo, ¿Cierto?

Sin más, y observando las enormes puertas de cristal del edificio con cierto recelo, se adentró al interior del lugar, rezando internamente para no encontrarse con ninguna persona molesta, aunque, hablando de personas molestas, la primera que identificó fue a la pelirroja recepcionista que no le quitaba la vista de encima, la verdad es que no estaba nada mal, pero claro, en la cama era otro asunto diferente, y es que prácticamente ya había tirado con todo el personal femenino del edificio, pero siempre se aburría rápidamente. Además de que todas esas mujeres eran del tipo que creía que una noche de sexo daba como resultado un matrimonio de por vida. Ja, ¿Yuki Eiri casado? Ni en los sueños más descabellados de algún fan eso era posible.

Restándole importancia a aquella mujer, se dirigió rumbo al ascensor, presionó el botón correcto para que el aparatejo descendiera y esperó en silencio, convenciéndose de que las cosas no iban tan mal por el momento. Pero eso cambió cuando, al abrirse las puertas del ascensor, la perspectiva de las cosas dio un drástico giro. Y es que casi olvida que uno de los mayores inconvenientes era que uno de los vocalistas de aquella agrupació era nada más y nada menos que… Sakuma Ryuichi, ex-integrante del famoso grupo Nittle Grasper y entrañable amigo de Tohma. Pero a pesar de que nunca había convivido demasiado tiempo con él, el extravagante carácter que poseía había hecho que lo odiase, y es que no era muy común ver a personas de treinta y tantos años saltando por ahí entonando canciones para niños, eso y el estúpido conejo rosado que siempre cargaba para todos lados, lo habían convertido en su enemigo por naturaleza. Y precisamente era a él a quién tenía que venir a encontrarse, hizo uso de toda su fuerza de voluntad y entró al ascensor, ignorando olímpicamente al cantante y tal vez se estaba volviendo loco tan pronto, pero pareció ver como este esbozaba una sonrisa socarrona ante su llegada, antes de comenzar a hablar.

- Es un placer verte de nuevo, Eiri-chan – El escritor lo maldijo internamente, maldita la hora en la que le pareció buena idea ir por el estúpido ascensor, debió de haber supuesto que hoy era uno de esos días en que tomar las escaleras eran la mejor opción, aunque lo más posible era que después su mala condición física le pasará factura, pero cualquier cosa era más tolerable.

– Además me alegra mucho que hayas aceptado colaborar con nosotros, estoy seguro de que no te defraudaremos – Continuó el peliverde ante el inminente silencio de Yuki – Y apuesto a que te agradarán los demás integrantes – "Claro, sobre todo si son igual de idiotas que tú" se limitó a pensar el rubio, mientras continuaba callado, dándole a entender al loco del conejo ese que no pensaba dirigirle la palabra, por lo menos no en el trayecto. Por suerte, no faltó mucho para que escucharan la (también molesta) alarma que indicaba que uno de los dos había llegado a su destino y para su suerte el vocalista salió corriendo por el pasillo seguido de una nube de polvo, no sin antes despedirse con un animoso "Será un placer trabajar contigo" al que el escritor respondió con un irónico "El gusto será mío" antes de que las puertas del ascensor volviesen a cerrarse.

Después de algunos minutos, que parecieron una eternidad para nuestro rubio, Yuki ya se encontraba frente a la oficina del ex-tecladista, en la cual ingresó de mala gana, dirigiéndose hacia una de las sillas más cercanas, donde se dejó caer pesadamente prosiguiendo a sobarse la sien con el índice y el pulgar, mientras Tohma le observaba con una sonrisa divertida.

- Parece que la estás pasando bien, Eiri-san – Se mofó Tohma, aún mirando a Yuki, quién le echó una de esas características miradas asesinas que le salían tan bien.

- Será responsabilidad tuya todos los daños físicos y psicológicos con los que termine después de este trabajito. – Soltó Eiri exasperado, como lo sacaba de quicio la estúpida sonrisa que su cuñado parecía tener tatuada en el rostro, además esa miradita cargada de burla que le estaba lanzando el de ojos verdes no ayudaba en nada. Así que el escritor prefirió apresurar un poco las cosas antes de que su salud mental se viera realmente afectada.

- Bien, dejémonos de jueguitos estúpidos y vayamos directo al grano, será mejor comenzar a trabajar cuanto antes. – "Para salir más rápido de aquí" fue la parte que decidió omitir Yuki, pero era la pura verdad, entre más pronto terminará los asuntos pendientes que tenía allí, más rápido podría largarse de ese maldito lugar.

- Vaya, parece que de verdad estás entusiasmado. – Y ahí volvía Tohma con sus comentarios llenos de sarcasmo – Seguro te llevarás bien con los demás componentes de la banda. – Era la segunda vez que escuchaba aquello y eso no le parecía para nada un buen presagio. Como de costumbre, Eiri decidió no darle demasiadas vueltas al asunto y seguir a su cuñado hacia el estudio donde comenzarían sus arduas (y prometedoramente molestas) horas de trabajo.