¡Hola a todos!

Ya sé que quedé en subir esta historia antes de año nuevo, pero para quien no sepa, me dio influenza estacional desde Navidad, así que me morí y reviví hace un par de días.

Antes de que pasen a leer esta historia, por favor, necesito hacer una advertencia enorme ¿Han leído Lolita de Vladimir Nabokov? Pues bueno, básicamente esta historia es un tributo de Silver al libro. Necesito que si van a leer esta historia tengan eso en cuenta, pues si bien la Sakura de esta historia es mayor que Dolores, seguramente puede incomodar a algunos.

Dicho eso, les digo que la segunda parte no he comenzado a traducirla, así que por favor, lean las notas de abajo para información sobre éste y futuros proyectos.


Disclaimer:

La serie Naruto (tanto manga como anime) son propiedad de Masashi Kishimoto. Las letras y citas incluidas en el texto son propiedad de sus respectivos autores.

Nymph pertenece a SilverShine, yo sólo me ocupo de la traducción.


Advertencias:

Clasificación: M

Sakura tiene 16 años de edad en esta historia.


N/A: Este es un pequeño doble shot para que disfruten. Sigo editando la parte final, así que será pronto actualizada.


Ninfa

-Primera Parte-

Sé que estás preocupada. Puedo contarte cuándo comenzó, y cómo, pero no creo que eso cambie algo ¿Me creerías si dijera que no fue mi culpa? ¿Qué todo estaba lejos de mi control?

Por supuesto que no. Para ti, ella es la perfecta y joven aprendiz que realiza su trabajo en tiempo, cumple con sus tareas y te hace sentir orgullosa. Pero no conoces la otra mitad.

Ella es una ninfa. Ella les sonríe a los hombres –jóvenes, viejos, chicos- y los hechiza. Con algunas palabras cuidadosamente elegidas y tímidas miradas puede seducir a cualquier hombre en segundos, y ella lo sabe. Lo ama. Lo hará por el simple placer de hacerlo. Pero no pienses mal de ella, porque simplemente es así. Ella vive por el amor y siempre lo ha hecho, y disfruta cada aspecto de ello. No busca herir a nadie con su coqueteo. Para ella es tan natural como respirar. Ella no sabría cómo alejar a los hombres para que dejen de adorarla, ni siquiera si tratara.

¿Soy yo su víctima? Estaría mintiendo si digo que soy indefenso. Soy, después de todo, un hombre, y aunque eso suene como una excusa barata, te juro que no lo es ¿Sabes qué es ser un hombre? ¿Tener programado en tu propia sangre la debilidad por el sexo opuesto que nunca podrá ser verdaderamente conquistado? No soy un monje, y creo que es seguro decir que nunca he estado ni un poquito cerca. Pero apuesto que incluso los hombres más puros y virtuosos estarían luchando para resistir la atracción hacia esta chica.

Te contaré cuándo comenzó, y cómo, y con suerte lo entenderás.


Es miércoles por la noche, y estoy cansado. El miércoles es un día que está tan lejos a cada extremo de la semana como es posible, y no hay nada que quiera más que mi propia compañía. No soy un extrovertido. Disfruto la soledad mucho más que la compañía, y preferiría pasar una silenciosa noche en casa más que salir con algunos conocidos. No es que sea tímido. Sólo que es mi tiempo y quiero gastarlo como quiero.

Los golpes suenan contra mi puerta a las ocho en punto, y cuando abro es ella quien está ahí en el pasillo luciendo pálida y preocupada.

—Lo siento mucho. —Dice, y está retorciendo sus dedos mientras jala su labio inferior con los dientes. —No sabía a quién más acudir.

La invito a entrar y el juego comienza. Me dice que acaba de regresar de una misión y encontró que su departamento está destruido por una pequeña explosión. —Todo fue mi culpa. —Dice infeliz. —Llevé a casa un experimento inestable del trabajo y lo olvidé. Ahora no tengo donde vivir, la casera espera que yo pague por el daño y, de cualquier forma, me ha echado.

Por un momento pienso que está intentando pedirme apoyo económico, pero aparentemente ese no es el caso. Ella dice que podrá manejar sus propios problemas financieros.

Sólo necesita una cosa de mí: un lugar donde estar.

—¿No puede ayudarte Naruto? —Pregunto con incomodidad. Nunca he compartido mi espacio con otros.

—El departamento de Naruto es muy pequeño. —Me dice. —Y creo que él pensará que significa algo que no es.

—¿Qué hay de Ino? —Sugiero.

—Ella está viviendo con su novio. —Me explica. —No me querría ahí y no quiero interferir… o tener que escuchar eso en la noche, ¿sabes?

Lo sabía. Aclaro mi garganta. —¿Qué hay de tus padres? —Pregunto con creciente desesperación. —¿Seguro ellos pueden alojar a su propia hija?

Ella se muerde de nuevo el labio en una demostración de ansiedad. —No quiero regresar con ellos, Sensei. —Me dice. —Les dije que podía vivir yo sola y no quiero correr de nuevo a ellos tan pronto. Nunca me tomarán en serio si sigo yendo con ellos cada vez que estoy en un aprieto.

De verdad no sé con quién más pueda ir. Estoy segura de que ella ya ha checado su lista de contactos y decidido que soy su apuesta más segura. Obviamente no soy la primera, pero al menos no la última. No tengo el corazón para rechazarla ahora que está sentada en mi sofá y mirándome de manera tan suplicante, y entonces suspiro y asiento. —¿Cuánto tiempo necesitas quedarte? —Pregunto.

—¡Oh, no mucho, estoy segura! —Dice y su cara brilla con alivio. Es como atestiguar el emerger del sol detrás de las nubes. —¡Gracias, Kakashi-sensei! ¡Prometo no estorbar! ¡Ni siquiera notarás que estoy aquí!

Pero no es algo que uno realmente pueda ignorar, ¿O sí?

Ella trajo consigo algunas prendas en una mochila, junto con un cepillo de dientes. No tengo otra habitación o cama, sólo el sofá en el que está sentada, pero parece perfectamente feliz con eso. Le di dos mantas y una almohada y ella las tomó, riéndose y burlándose, diciendo que olían como 'Kakashi-sensei'. No estoy seguro de cómo responder a eso. Ni siquiera estoy seguro de cómo responderle a ella. Me excuso, digo que quiero dormirme temprano sin ninguna otra razón más que para dejarla y esconderme en mi alcoba. No es que ella no me agrade. Pero es una chica de dieciséis años y yo un hombre de treinta, y no tenemos mucho en común además de nuestra profesión. No sé cómo reaccionar ante ella en este entorno, y espero que se vaya pronto. Con ella aquí me siento al límite, como si no fuera nada más que un invitado en mi propio hogar. Su mera presencia aquí se siente como si ella estuviera pisándome los dedos.


En la mañana siguiente cuando despierto, simplemente me quedo en cama, escuchando su movimiento alrededor del departamento. La escucho en la cocina, buscando algo que comer. El agua choca contra el lavamanos –está limpiando. Y entonces la puerta del baño se cierra y escucho más agua moviéndose a través de la tubería. Se está duchando. Sé que está desnuda, y soy incapaz de evitar el imaginármela. Ella no trajo ningún producto de aseo con ella así que sin duda alguna está usando los míos –se está lavando el cuerpo con el jabón que yo uso.

El agua eventualmente se corta y le escucho dejar el baño. Un golpe cauteloso suena contra mi puerta. Pretendo estar dormido, cerrando los ojos y rehusándome a responder.

La puerta se abre igualmente. —Kakashi-sensei. —Escucho que susurra dentro de la oscuridad de mi habitación. —Me voy al trabajo.

Gruño, sabiendo que si continuo fingiendo ella sólo se acercará.

—Gracias por ser tan amable. —Dice, y entonces, se va.

Espero hasta que estoy seguro de escucharla dejar el apartamento, y entonces espero un poquito más sólo para asegurarme, antes de levantarme y poner en marcha mi propio ritual matutino. Primero voy a la cocina para encontrar el desayuno, pero todo lo que encuentro es un plato secándose junto al fregadero y un vaso sucio. Hay marcas de labios en el borde donde su boca tocó el cristal. Me quedo viendo el vaso por mucho tiempo, y entonces decido olvidarme del desayuno para ducharme.

El baño está empapado y húmedo, el espejo está lleno de vapor, pero el aire sabe dulce. También hay una toalla mojada en el radiador. Intento ignorar el hecho de que esta toalla recientemente envolvió con cariño la desnuda forma de mi estudiante. Cuando me paro en la regadera encuentro que mi jabón ha sido usado y que algunos cabellos rosas están pegados a los azulejos. Continuo con mi baño, pero no puedo evitar sentirme incómodo mientras manipulo el jabón, no cuando mi imaginación estaba llenándose con los lugares en que el jabón ha estado antes.

Lo primero que hago mientras dejo mi apartamento es checar la situación con el de Sakura y para mi desilusión me doy cuenta de que no ha exagerado con el daño que hay ahí. Podría tomar semanas arreglarlo, aunque me digo que Sakura está buscando por un nuevo departamento así que no tardará tanto. No estoy segura de cómo podrá permitirse comprar sus pertenencias dañadas, porque es casi obvio que ella no tiene seguro.


Hay bromas en los cuarteles jounin. La gente parece saber más de la situación de Sakura que yo, y todos parecen saber que ha tomado residencia temporal en mi casa. Me dicen viejo pervertido, que tomo ventaja de la mala suerte de una chica para poder devorarla. Lo dicen como broma, por supuesto. Mi personalidad es bien conocida, como la de Sakura, y nadie sospecha en serio que tengo pensamientos sórdidos sobre ella. No los hay, pero me siento culpable sobre algunos de los pensamientos que tengo y sólo espero que Sakura encuentre una nueva casa pronto.

Ella está ahí cuando llego a casa y encuentro que ha preparado la cena para los dos. Nada extraordinario, pero estoy extremadamente hambriento como para estar contento por su esfuerzo.

Pero juzgando por la forma en que ella me mira mientras me bajo la máscara para comer, todo es una trampa.

¿Y tal vez fue ahí donde todo comenzó? En el momento en que ve mi cara, un interés es levantado, una curiosidad abastecida, y ya no soy más su compañero de equipo coma maestro coma conocido. Soy un reto.

¿Soy guapo? No me importan esas cosas, pero supongo que mi cara es razonablemente atractiva. Seguro no soy el hombre más hermoso en Konoha, pero al menos estoy lejos de ser el más feo, y hay ocasiones en que he tenido que utilizar mi cara de la misma forma que he utilizado cualquier kunai o genjutsu. Igual que hay varios hombres superficiales que hacen cualquier cosa por una chica bonita, hay más que suficientes mujeres vacías que desplegarían la alfombra roja por un hombre atractivo.

Sakura me sonríe como si fuera la primera vez que de verdad me ve, y en cierta forma lo es. Ella mastica su bocado de pollo asado, y sigue sonriendo. Tal vez, ¿Ya está planeando algo? Aunque parece que está admirando lo que ve.

La conversación es un poco incómoda al principio, rígida, pero ella no permite que me vaya. La chica tiene el don del encanto, y sabe cómo usarlo. De hecho, lo usa en mí con toda su fuerza sobre la mesa de la cocina, preguntándome cosas y escuchando atenta mis cortas y torpes respuestas antes de seguir preguntando, gradualmente convenciéndome de salir de mi comportamiento taciturno. Sabe qué decir para aflojar mi lengua así como sabe exactamente como atarme, y disfruta de alternar sus tácticas para conseguir las reacciones exactas que ella quiere.

En el preciso instante que bajo mi guardia dice: —Eres bonito cuando sonríes, Kakashi-sensei. —E instantáneamente guardo silencio y me incómodo. —También eres bonito cuando te sonrojas.

No debería significar nada, supongo que puede ser descrito como coqueteo, como algún tipo de avance de esa naturaleza, pero no significa nada. Ella es una joven naturalmente coqueta, y sería un tonto si veo más que una simple travesura. Pero ella me mira por la esquina de su ojo mientras pone los trastes en el lavaplatos, y cuando se da cuenta de que la estoy viendo, me da una sonrisa secreta como si estuviera pasando algo que ninguno de los dos quiere nombrar.

Me quedo sin energía con rapidez bajo esta extraña presión, y una vez más me disculpo para acostarme temprano.

—Pero sólo son las nueve en punto. —Protesta, como si mi compañía fuera un tipo de glorioso honor. Sé que no lo es en lo más mínimo.

—Soy viejo y estoy cansado. —Le dijo, y ella se ríe como si estuviera bromeando.

Sin embargo, estoy cansado, me desvisto y meto en la cama y pronto me quedo dormido. Pero parece que en el momento en que cierro mis ojos, soy sorprendido por un golpe en la puerta.

—Lo siento. —Escucho su voz a través de la oscuridad. La alarma de mi reloj me dice que son las once en punto. —¿Puedes prestarme otra manta? Hace un poco de frío.

Gesticulo vagamente al clóset a mi izquierda y veo su sombra arrastrándose para abrir. Cierro los ojos, intentando ignorar la forma en que su esencia flota sobre mí mientras susurra otra disculpa y de puntitas sale con una manta gruesa en sus brazos.

Ha dejado la puerta abierta y la luz se derrama en mi habitación. No quiero molestarme en resolver el problema y en lugar de eso pongo un brazo encima de mis ojos en un intento por dormir de nuevo.

Escucho un ruido y espío por debajo de mi brazo el brillante marco de la puerta. Puedo ver la puerta del baño del otro lado del corredor, y también ha sido dejada abierta. Dentro puedo ver una parte del lavamanos, un vaso con dos cepillos de dientes y el tubo de pasta dentífrica. En el gabinete con el espejo encima del lavamanos, puedo ver también a Sakura.

Se está cambiando.

Debería mirar a otro lado. Pero no puedo. Está escondida de mi vista detrás de la puerta del baño, pero la puerta del gabinete se abre ligeramente y con el espejo puesto en cierto ángulo, y entonces puedo ver todo. Ella se abre la blusa y se la saca, antes de doblarla y dejarla a un lado. Debajo de esa blusa ella usa un top negro que se le pega, probablemente usado para aplanar su pecho más que para enfatizarlo o levantarlo. Se retuerce para sacárselo, y mis pulmones se hacen pesados involuntariamente al ver sus desnudos pechos, llenos, alzados y redondos. La luz es dura en el baño, haciendo que su piel se vea pálida y luminosamente blanca, y me quedo pensando en que sus pequeños y rosados pezones son del mismo tono que sus labios.

Ella se mira en el espejo, pero es difícil saber qué piensa. No sonríe o frunce el ceño, pensando pensamientos privados que no puedo descifrar. Se gira a un lado y sube sus pechos y los junta, sus labios frunciéndose mientras lo hace.

Creo que siente que deberían ser más grandes.

Finalmente se gira y toma una gran camiseta blanca por la que asoma su cabeza, y aunque puedo verla sacándose la falda y shorts, el espejo no me recompensa con la vista de lo que hay debajo de su cintura. Probablemente sea algo bueno.

No me atrevo a moverme mientras levanta su ropa y apaga la luz del baño. Veo su figura detenerse fuera de la puerta de mi cuarto, mirándome, y me pregunto si sabe que la estaba observando, o si deliberadamente decidió que eso pasara. Pero creo que lentamente me estoy volviendo paranoico, porque ¿Por qué una chica de dieciséis años como ella querría provocar a un hombre de treinta como yo? Tiene que ser un accidente.

La noche es espasmódica y me toma demasiado volver a dormir, mi cabeza demasiado llena con la chica en mi sofá, durmiendo en su blusa enorme y pantaletas. Cuando me despierto, estoy asombrado de no haber soñado con ella, pero tal vez lo he hecho y simplemente no lo recuerdo. Esta vez me duermo porque de verdad estoy exhausto.

Sakura traquetea en la cocina y el baño, y una vez más golpea la puerta antes de que lo abandone para asomar la cabeza por ahí y decir: —Gracias. —Seguido por un: —Voy a trabajar ahora.

Gruño igual que antes y luego ella se ha ido; de alguna forma consigo reunir la energía para salirme de la cama. Otro plato limpio está junto al fregadero, y esta vez se ha tomado el tiempo para lavar también el vaso. Por alguna razón esto es algo decepcionante.

El baño huele diferente. Huele a leche de arroz y jazmín, y sé esto porque son los nombres que aparecen en la botella de gel de baño que está contra la pared. Parece que compró provisiones, pero no la culpo. Mi baño no complace a las mujeres.

Para cuando termino de ducharme, ya no puedo olerla.


El día es largo y tedioso y la única cosa que marca una diferencia de otros días es cuan seguido mis pensamientos terminan en Sakura. Pienso en su sonrisa burlona y su fácil encanto y me regaño por obsesionarme con ello. Entonces me encuentro con ella en un pasillo de la torre del Hokage y ella sonríe la misma vieja sonrisa que me ha dado cientos de veces antes y entiendo que mis pensamientos están fuera de lugar. Ella sólo está siendo amigable. A ella no le gusto más de lo que es normal y típico en una estudiante femenina y su maestro.

Cuando llego a casa esa tarde, ella está ahí, haciéndose un bocadillo. En la misma forma casual que hizo la noche anterior, me dice que tiene más que suficiente para los dos, y nos sentamos en la mesa para comer. No estoy seguro de si me estoy acostumbrando a llegar a casa y tener comida hecha para mí. Es demasiado doméstico y algo que no puedo asociar conmigo o con Sakura.

Incluso me pregunta cómo estuvo mi día.

—Igual que siempre. —Respondo. —El arroz está sabroso, ¿Cómo lo haces?

Su nariz se tuerce divertida. —Un ingrediente secreto. —Me dice.

Le pregunto qué ingrediente es, pero explica que no sería demasiado secreto si me lo dice. La botella que pone 'perejil en polvo' sobre la barra detrás de ella no es muy sutil.

—Naruto piensa que estoy loca por quedarme contigo. —Me dice.

—¿Estás loca? —Pregunto.

—Probablemente. —Ella admite. —Dice que Hinata tiene más que suficiente espacio en el feudo Hyuuga. Y que incluso aunque Sasuke no esté, el feudo de su familia está completamente desierto y libre para que lo invada.

—Ilegal, pero posible. —Concedo. —Entonces, ¿Por qué sigues aquí conmigo?

Ella sonríe esa extraña y secreta sonrisa de nuevo, pero su significado es desconocido para mí. Creo que intenta que sea así. —Hay un documental sobre monos en la TV esta noche. —Dice en lugar de una respuesta. —¿Puedo verlo?

Miro el pequeño set de televisión en la esquina de la sala y me pregunto cuánto tiempo ha pasado desde que lo he encendido, ¿Un año? ¿Dos? —Seguro. —Me encojo de hombros mientras hablo. —Si todavía funciona.

—¿Quieres verlo conmigo o te irás a dormir temprano de nuevo? —Pregunta, y puedo detectar el tono burlón en su voz. —Varias noches tempranas seguidas por largas siestas. Duermes muchísimo.

Probablemente estaba burlándose, entonces me encojo de nuevo de hombros. —No sé nada sobre monos. —Le admito.

—Bueno, entonces para mañana serás un experto. —Declara.

Los monos son horribles criaturas. Tienen raros momentos en los que se sientan cerca de otros y se acurrucan y despiojan y echan vistazos de una manera bonita, pero debajo de eso, son pequeños monstruos. Pelean con los otros, son abusones, comen con la boca abierta y se pican el trasero en público. El resto del tiempo, se la pasan copulando.

Es difícil describir exactamente cuan incomodo es sentarse en un sofá que ha comenzado a oler menos como tú y más como la chica sentada junto a ti, ambos observando una pequeña pantalla en la pared opuesta que muestra a dos peludos mamíferos haciéndolo vigorosamente. Sakura observa con absorta atención mientras el documental cubre exactamente qué sucede durante la 'temporada de apareamiento' (como si tuviéramos alguna duda para empezar), y al mismo tiempo veo en ligero horror a los primates gritones que tan solo un minuto atrás habían estado acicalándose y luego embistiéndose al siguiente. Miro a Sakura por el rabillo del ojo pero parece que no nota nada de mi incomodidad. Eso es un alivio. Conociendo mi suerte probablemente pensaría que me estoy excitando.

Media hora del documental y Sakura se mueve para reclinarse contra el descanso de brazos, sus pies acomodándose contra mi cadera. Y mientras el programa continua, esos pies se mueven sin descanso dentro de sus calcetines, aunque no creo que se dé cuenta. Probablemente sólo siente frío.

Algunos de los monos no logran llegar al invierno, y francamente, eso es bueno. Pero Sakura suspira y se talla los ojos mientras los créditos comienzan, y me mira con satisfacción y melancolía. —No me gusta cuando los bebés se mueren. —Dice. —La naturaleza puede ser tan cruel a veces.

Sus pies ahora están bajo mi muslo, aunque parece que soy el único que está consciente de esto. Al menos sus dedos ya no están fríos. —Puedo pensar en cosas más crueles. —Digo débilmente, preguntándome qué demonios sucede. —Me voy ahora a la cama.

—Oh, de acuerdo. —Me mira de nuevo con esos enormes y húmedos ojos como si no quisiera que me vaya. De verdad no entiendo qué podría ser tan atractivo sobre mi compañía. —Me quedaré otro rato despierta si no te importa. Intentaré no despertarte cuando vaya a la cama.

Asiento y desaparezco dentro del baño, cepillo mis dientes y me cambio, pero mientras me muevo para cerrar la puerta de mi dormitorio, me detengo.

La dejo abierta, tan abierta como me atrevo, y me meto en la cama, preguntándome una vez más qué demonios estoy haciendo. Me adormezco, pero no pasa mucho antes de que haya movimiento afuera y abro los ojos para ver fuera del corredor.

Como un recordatorio de la noche anterior, ella está en el baño con la puerta medio cerrada, pero no lo suficiente como para bloquear mi vista en el espejo. Su blusa está deslizándose por sus hombros y está jalándose el top por encima de su cabeza. Sus desnudos pechos rebotan mientras gira los talones y de pronto se pone en puntillas. Me siento como un pervertido. Un voyerista. Tiene la mitad de mi edad y no puedo apartar mis ojos de ella.

Ella ni siquiera me lo ahorra poniéndose rápidamente la camiseta para dormir. En lugar de eso toma una botella que parece haber comprado hoy y comienza a aplicarse loción –primero frotándose los brazos, y luego a través de su torso y estómago. Es fascinante, porque sé que las mujeres pueden ser meticulosas con el cuidado de su piel y el ritual de cuidado, pero es la primera vez que lo he visto en acción. No pone atención particular a sus pechos, pero verla acariciarse, incluso de manera casual, hace que al aire quede atrapado en mi garganta. Sus pezones se han tornado ligeramente más rosas y está viéndose de nuevo en el espejo.

Y de pronto me mira.

Cierro rápidamente los ojos, pero ella es una ninja, no una tonta, y sé que probablemente me ha visto.

Tal vez no. Echo un vistazo a través de parpados apenas abiertos y no está mirando en mi dirección -se ha agachado y está aplicándose la loción en las piernas. Se endereza una última vez y esos increíblemente estéticos y bonitos pechos desaparecen debajo de una voluminosa camiseta. Lloro su perdida.

Apaga la luz y se mueve hacia el sofá, pero no sin detenerse fuera de la puerta de mi dormitorio y susurrar suavemente: —Buenas noches.

Cuando se ha ido, me giro para presionar la cara dentro del lado frío de la almohada. Estoy medio excitado y completamente avergonzado, y jalo mi miembro a través del bóxer, aunque no estoy seguro de si estoy intentando deshacerme del deseo o prolongarlo.

La semi-erección se desvanece gradualmente, pero los pensamientos sobre ella no. La veo en mi mente, estirándose provocativamente en mi sofá –las sábanas tal vez enredándose en sus largas y desnudas piernas y su camiseta levantándose para revelar suave vientre. O tal vez está durmiendo bocabajo con su perfecto trasero alzándose, como si rogara ser tocado.

Me salgo de la cama, diciéndome a mí mismo que solo voy a beber algo en la cocina, y si por casualidad la veo durmiendo en el sofá… bien, ¿Qué hay con ello? Es mi casa.

Pero las luces están encendidas en la sala y salgo al corredor para encontrarme con una muy despierta Sakura. Está sentada contra la almohada con las mantas enredadas sobre su cuerpo y está leyendo un libro. Mi libro. Aunque no es uno de los trabajos de Jiraiya.

—Oh. —Dice, sonriendo como si estuviera tanto complacida como avergonzada por haber sido atrapada. —Lo siento. No podía dormir así que pensé en leer.

Me rasco el brazo más que consciente. —Para ser honesto, tampoco puedo dormir yo. —Digo.

—¿Es por los monos, no? —Adivina.

—Uh… algo más, creo. —Digo vagamente. —Sólo vine por algo de agua.

—¡No dejes que te detenga! —Insiste, pero siento que está observando intensamente mi espalda mientras tomo un vaso y agrego agua en él. La veo por encima de mi hombro y su sonrisa se hace más amplia.

—¿Qué? —Pregunto.

—No puedo superar el verte sin la máscara puesta. —Me dice. —Luces tan diferente. Siento que eres dos personas completamente diferentes.

Demuestra cuánto invierte la gente en las apariencias. Le sonrío levemente, inseguro de qué hacer. —¿Actúo diferente o algo?

—Un poco, sí. —Dice, tomándome por sorpresa. —Tu sonrisa luce un poco más precavida, creo. ¿Te sientes inseguro sin la máscara? ¿Es por eso que la usas?

Es algo tarde como para estar preguntando cosas tan personales. Intento desviar su atención. —¿Qué libro estás leyendo?

—'Los viajes de Uno Taro'. —Me dice, alzando el libro para que lo vea. —Es sobre las aventuras de un chico.

—¿En qué parte vas? —Pregunto.

—Cerca del tercer capítulo. —Dice, arrugando la nariz. —No me gusta mucho el personaje. Constantemente está siguiendo caminos tontos para obtener el poder más grande de todos. No creo que sea un pensamiento sano para un chico tan joven.

Yo sonrío y me muevo a la espalda del sofá. Está pensando en Sasuke. Puedo verlo por la forma en que le frunce el ceño al libro como si fuera más que una historia clásica sobre la llegada a la madurez. El pueblo del héroe, después de todo, es atacado y devastado en su primer capítulo y el resto del libro narra las crónicas de su viaje mientras deja el pueblo buscando enorme poder para cometer venganza contra los que lo lastimaron y a los suyos, así como poder para reconstruir el lugar que lo vio nacer.

Al final el chico se da cuenta de lo inútil que ha sido su viaje y que en realidad era más necesitado en su pueblo, así que regresa con las manos vacías pero infinitamente más sabio.

—Aunque aprende su lección. —Le digo. —Antes de que lo destruya.

Sakura mira a su regazo y cierra el libro. —¿Crees que volverá a casa algún día? —Pregunta en silencio.

Sinceramente no lo sé. Sasuke es casi tan necio como Naruto en muchos aspectos, y no me sorprendería realmente si de verdad su sed de sangre lo conduce a su destrucción. Su única esperanza es que él sea lo suficientemente fuerte para encarar lo que persigue.

Pero no estoy seguro de si lo es. Al menos no lo es solo, y no confío en que él se dé cuenta antes de que sea demasiado tarde.

—Tal vez. —Digo ambiguo. —No recuerdo cómo termina la historia.

Ella me mira sorprendida, y puedo ver que está preguntándose si estamos hablando de lo mismo. Le sonrío de nuevo para que sepa que sí. Sólo que ninguno de los dos quiere ser realmente directo.

—Debería regresar a la cama. —Le digo, luego de que el silencio se estira demasiado.

—Por supuesto. —Susurra, mirándome con ojos velados. —Pero ¿No vas a darme un beso de buenas noches?

Siento que el aire en mis pulmones se congela y por un rato sólo puedo verla, mi pensamiento arrastrándose con lentitud. Ella me mira como si hubiera hecho una petición completamente razonable, pero hay cierto brillo travieso en sus ojos y sabe que me ha puesto donde quiere y está esperando a que responda.

No tengo idea de por qué lo hago –tal vez porque he sido retado y no quiero parecer cobarde, o tal vez porque quiero hacerlo, porque ella es joven y hermosa y está dispuesta. Un hombre cuerdo se reiría y pensaría que es una broma e iría a dormir inmediatamente.

No creo estar cuerdo desde que tengo trece.

Mis piernas se mueven sin permiso, y siento como me conducen a cada paso. Su sonrisa se desvanece un poco. No estaba esperando esto y me observa con una mezcla de sorpresa y diversión mientras inclina su cabeza hacia arriba, presentándome su cara. Me inclino sobre el respaldo del sofá y presiono los labios contra su suave mejilla –su piel tan suave que siento que estoy besando seda. Puedo oler su cabello, puedo oler la leche de arroz y el jazmín de su gel de baño, y puedo oler lo que creo es su perfume, pero no puede cubrir su olor. Su marca. La esencia que la distingue de todos los demás. La esencia de su feminidad, fértil, joven y dulce.

Retrocedo lentamente y ella gira la cabeza hacia mí mientras lo hago. Su nariz casi choca con la mía y nuestros labios están demasiado cerca, ¿Quiere que la bese ahí también? ¿Por qué quiere que bese sus labios?

Me enderezo por completo y su sonrisa es la de un zorro que ha acorralado al conejo. Pero eso la hace sonar como si fuera demasiado predadora y calculadora. No lo es. Ella está triunfante, pero su sonrisa es una de bendición, como si hubiéramos ganado algo bueno los dos. Tal vez ¿Yo soy el zorro, y su sonrisa es la de la zorra que lo ha conquistado?

La chica es demasiado madura para tener dieciséis.

—Buenas noches, entonces. —Me dice suavemente.

Recuerdo donde estoy y donde se supone que debo estar. —Buenas noches. —Repito, y desaparezco detrás de mi habitación.

El sueño es más evasivo que nunca. El cielo comienza a aclararse mientras la mañana llega y sigo sin poder dormir. Escucho a Sakura en la cocina y entonces en el baño, y sigo incapaz de dormir. Mi reloj me dice que he estado despierto y sin moverme por ocho horas seguidas, y la cabeza de Sakura aparece por la puerta para decirme que se va a trabajar, y otra vez, me agradece.


Paso el día como si estuviera muerto en vida. Algunas personas se dan cuenta y comentan que parezco incluso más distante de lo usual y Genma incluso bromea diciéndome que si Sakura me mantuvo despierto con sus astutas jugarretas. De cierta forma tiene razón. Aunque decido no decírselo. Literalmente choco con Sakura en la torre del Hokage de nuevo mientras doblo en una esquina del ala este y ella gira en la misma esquina pero viniendo del ala norte. Nos sonreímos con vergüenza el uno al otro como haríamos cualquier otro día, pero hoy ella pasa su mano a través de mi estómago mientras me deja atrás y continúa su camino. De nuevo, me recuerdo que nuestra relación ha cambiado un poco, como si el mundo estuviera perfectamente igual, pero nosotros dado un pequeño paso fuera de él.

Le pregunto a Naruto sobre actualizaciones del departamento de Sakura cuando lo veo en el Ichiraku. Él parece hablar más con ella sobre esas cosas que lo que hace conmigo. Me dice que: —Ella encontró un nuevo lugar, pero no puede permitirse el depósito. —Y que: —Está esperando a que nos den una nueva misión de alto rango en la semana para que pueda hacer el pago o algo así.

—¿Por qué no nos pide algo de dinero? —Pregunto.

—No le gusta depender así de la gente. —Dice. Él la conoce más que yo. —Es algo neurótica con ser una carga para la gente.

Eso explica por qué, cuando regreso a casa esa tarde, encuentro otra comida en mi mesa.

—Lavé algo de ropa hoy. —Me dice mientras comemos. —Lavé algo de tu ropa también, espero que no te importe. Tenía espacio para prendas extra y no veía el caso de desperdiciar agua.

—No debiste hacerlo. —Le digo.

Ella responde: —No es problema. En serio.

Sus habilidades para lavar sobrepasan a las mías. Y cuando checo, encuentro que toda la ropa sucia que había ido acumulándose en la canasta junto a la puerta del baño ahora está lavada, limpia, doblada y guardada en mis cajones. Incluso ha doblado mi ropa interior. Nunca doblo mi ropa interior.

No estoy seguro de qué hacer con todo esto.

—Hay una comedia romántica esta noche. —Me dice mientras ayuda a lavar los platos. —¿Quieres verla conmigo?

No me gustan las comedias románticas. Te pudren el cerebro con tontos e irreales retratos de las relaciones y son completamente predecibles. El hombre siempre consigue a la mujer, y viceversa. Nunca habrá una comedia sobre una joven seduciendo inconscientemente a su maestro, mudándose a su casa, poniendo su cepillo de dientes junto al de él, su jabón acomodado con el suyo, sus costumbres reinando sobre las de él. Y nunca hay suficiente sexo entre ellos. Aunque tal vez lo último sea algo bueno, porque si me avergoncé viendo monos cerca de esta chica…

—Seguro. —Le digo. —¿Por qué no?

La película es sobre un hombre y una mujer, ambos anormalmente bien parecidos y carismáticos. Se supone que debemos creer que el hombre está pasando una mala racha porque ha perdido su trabajo bien pagado y su esposa que es algo molesta ya no se interesa por él, y su vida apesta porque todavía tiene una casa ridículamente grande y un montón de dinero y cinco diferentes niños presumiblemente adorables. Miro alrededor de mi departamento y sé que si el hombre viviera en mi hogar, esta película sin duda sería considerada una enorme tragedia.

La mujer entra en escena para limpiar la casa y cuidar a sus hijos, e inevitablemente sanar su corazón. Estoy seguro de que logra llevar a la perfección las tres tareas, pero nunca lo vi de hecho. Porque me quedé dormido a la mitad.

Me despierto cuando Sakura me pica las costillas y abro los ojos para ver los créditos pasando en pantalla.

—Te quedaste dormido. —Me acusa con un puchero. Está inclinada sobre mí, sus suaves pechos apretándose contra mi brazo y su barbilla posada en mi hombro.

—Lo siento. —Digo penosamente, aunque es difícil estar realmente arrepentido.

—Duermes mucho, sabes. —Me dice. —Me pregunto si estás enfermo, ¿Cuándo fue tu última revisión en el hospital?

Demasiado tiempo atrás. —No es nada. —Respondo. —Solo que no soy tan joven como solía ser. No espero que lo entiendas. Apenas has dejado los pañales.

Digo para poner algo de distancia entre los dos. Para recordarle que de verdad apenas es más que una niña, pero no creo que esté de acuerdo. Sólo me frunce el ceño. —Tú apenas eres viejo. —Me dice. —Así que no intentes jugar esa carta conmigo. Ni siquiera veo canas.

Ella me toca el cabello como si estuviera buscando alguna, y sonrío aunque no quiera. ¿Cómo un hombre que nació sin ninguna pigmentación capilar sabe cuándo se está haciendo viejo? Mi cabello nunca cambiará, ni siquiera cuando muera, ¿Probablemente lo perderé y me quedaré calvo antes de eso? ¿Tal vez ya está empezando?

Sakura no ha dejado de correr sus dedos a través de mi cabello, aunque ahora no parece estar preocupada por buscar agujas imaginarias en el pajar. Sus uñas me rascan ligeramente el cuero cabelludo mientras tuerce un mechón entre sus dedos. La miro y ella sonríe.

—¿Ya te vas a la cama? —Me pregunta antes de que pueda decirlo.

—Estoy más que cansado. —Respondo.

—Entonces, buenas noches y dulces sueños. —Me dice, y entonces se inclina para besarme con suavidad en la mejilla.

Todo lo que puedo hacer es girar la cabeza y atrapar su boca con la mía. Pero no creo que sea parte de las reglas del juego. Ella retrocede y me deja levantarme y camino sin ninguna otra palabra hacia mi dormitorio donde una vez más me desnudo y me meto bajo las sabanas de la cama sin nada más que mi ropa interior y camiseta sin mangas.

Mi puerta se abre. Yo espero.

Debo estar realmente cansado porque me quedo dormido de nuevo, y me encuentro despertando abruptamente por el sonido de la puerta del baño cerrándose. Abro los ojos y me encuentro decepcionado al darme cuenta de que ha cerrado la puerta para cambiarse ¿Tal vez nunca fue intencional? ¿Tal vez no sabía que estaba despierto viéndola las otras dos noches? ¿Probablemente me vio mirándola la otra noche y estaba disgustada? Para ella tal vez no soy nada más que un viejo pervertido. Estoy comenzando a pensar que de verdad lo soy.

Me giro, enojado conmigo por dejarme llevar. Para ser un completo genio, me siento como un completo imbécil esta noche.

La puerta de baño se abre de nuevo y escucho a Sakura apagar la luz. Ahora la única luz que entra en mi habitación es la que viene por mi ventana gracias a la farola de la calle. Espero escucharla susurrar buenas noches desde la puerta, pero la voz que escucho viene de dentro de mi habitación.

—Sensei. —Susurra. —No puedo encontrar mi camiseta, ¿Estaría bien si tomo una de las tuyas?

—En la cajonera. —Murmuro, señalando vagamente el mueble que estoy encarando.

Sale de las sombras y se interna en el brillo de la luz callejera y justo entonces me doy cuenta de que está desnuda, salvo por unas diminutas pantaletas. Tiene un brazo presionado encima de sus pechos, pero sirve más para enfatizarlos que para esconderlos. Se acuclilla y abre el cajón con su mano libre. Sabe exactamente donde están mis pijamas parece, tal vez porque las ha lavado. Una camiseta negra es seleccionada y la presiona contra su pecho en lugar del brazo.

Ella me da una sonrisa tímida. —Lo siento. —Dice. —No te voy a molestar de nuevo.

Sakura me molestará de nuevo, porque tiene la intención de molestarme. Estoy seguro de eso ahora. Es una actriz fenomenal, porque no hay razón por la que ella tenga que entrar a mi habitación sin ropa encima para pedir una camiseta. Lo hace porque puede, y porque quiere ver cómo reaccionaré.

Tengo que apretar con fuerza las sábanas mientras observo la lisa piel de su desnuda espalda moverse, de regreso a las oscuras sombras.

Me duermo esta ocasión, pero sólo porque estoy demasiado cansado físicamente por mis problemáticos pensamientos como para permanecer despierto. Sueño. Sueño con ella. Estoy de nuevo en el sofá con ella, viendo una comedia romántica sobre monos. Sus pechos están presionados contra mi brazo y sus labios succionando mi cuello, besando y mordiendo mientras asciende a mi oreja. Y entonces se convierte en Pakkun, y mis sueños de nuevo están en mi control, pienso que sé que me he quedado sin lugares para esconderme de ella.


Soy despertado por alguien sacudiéndome el brazo. Es Sakura. Me sonríe mientras abro los ojos para parpadearle rápidamente. —Tienes que levantarte. —Me dice. —Tenemos una misión hoy.

Ella no me permitirá llegar tarde. Me envía al baño para ducharme mientras ella desayuna, luego cambiamos; me hago el desayuno mientras ella se ducha. No tengo mucho apetito en la mañana, y me conformo con una manzana antes de irme a mi habitación para cambiarme.

Paso la puerta del baño, y no estoy seguro de si estoy del todo sorprendido de que la ha dejado ligeramente abierta. Me detengo con la manzana en la mano y echo un vistazo por la abertura. A través del vapor la veo en la regadera; se está lavando el cabello con la espalda hacia mí, y luego se enjuaga, el agua corriendo por sus pulcras curvas. Se gira, pero sigue con los ojos firmemente cerrados para que no le entre el shampoo. Sus senos están perfectos y brillantes y el agua se desliza entre ellos y por encima de su vientre, dirigiéndose hacia el achurado de mojado vello rosa que marca su sexo.

Inclino la cabeza y muerdo la manzana, y sé que tengo que moverme, porque eso sería la cosa más decente que hacer.

No creo haber sido decente desde que ella vive aquí.

¿Qué haría si yo entro ahí y la empujara contra la pared? ¿Gritaría por ira y miedo? ¿O me daría las mismas sonrisas provocativas que me ha estado dando desde los últimos días y me susurraría sucios ánimos? Honestamente pienso que sería lo último, y por medio segundo, siento que alzo la mano para abrir la puerta un poco más, el deseo elevándose en mis pantalones. Pero mi desconfianza innata se hace presente en el último minuto y termino simplemente observando tanto como me atrevo, hasta que ella cierra las llaves del agua y se mueve a ciegas buscando la toalla. Creo que sabe que estoy observando y quiere que la vea, o al menos le importa.

Me salgo de la habitación, vestido, y al mismo tiempo ella sale del baño, también vestida. Su cabello está mojado y atado en un nudo detrás de su cabeza. —¿Listo? —Dice con una sonrisa que arranca el aliento. Sus mejillas están rosadas por el calor de la ducha.

—Listo. —Digo, asintiendo, y nos movemos al punto de encuentro.


Naruto y Sai están impresionados de que he llegado a tiempo por una vez, y lo atribuyen a la influencia de Sakura en mí. No puedo protestar, porque es verdad. Todavía estaría intentando cepillarme los dientes con café en este momento si ella no hubiera estado ahí para jalarme fuera de la puerta.

Comenzamos la misión, y sé que si es exitosa, Sakura tendrá suficiente dinero como para hacer el depósito de su nuevo apartamento y se irá del mío. ¿Debería estar feliz o triste? No lo sé. ¿Debería sabotear o no la misión? No lo he decidido todavía.

Una chica ha sido secuestrada. Sus captores la cambiarán por un rescate el día de hoy en un aislado bosque adentro de los salvajes valles de la Frontera oriental. Nuestro objetivo es simple: recuperar a la chica sin daño alguno y atrapar a los secuestradores. No hay necesidad de llevar el rescate. Sólo tenemos que encargarnos de regresar.

Antes de que los secuestradores lleguen a la locación, Naruto, el más hábil de nosotros con el Henge no Jutsu, se transforma en el lingote de oro que se supone que intercambiaremos por la chica. Sai, Sakura y yo esperamos, aunque ellos están entreteniéndose de lo lindo arrojándose el gran peso de Naruto entre ellos como si de verdad fuera un lingote. Observo como Sai intenta coquetear con Sakura usando consejos sociales que probablemente ha aprendido de un libro y veo a Sakura regresarle el coqueteo. Pero no amablemente. Le está atormentando más que tentándolo. Él no tiene oportunidad y ella lo sabe, pero es como un gato con un ratón que no pretende comer, sólo juega con él.

Me pregunto si está haciendo lo mismo conmigo.


Los secuestradores llegan y el plan va como la seda. Tomo la barra de oro y me muevo a través del campo y me detengo entre mi grupo y su grupo. Uno de los secuestradores trae a la chica y entonces intercambiamos nuestros cargamentos. Yo tomo a la chica y la llevo a nuestro lado del campo, y ellos sin saberlo toman a Naruto.

Apresuro a la chica para moverla a una locación segura detrás de los árboles y con un sonoro crujido escucho el jutsu de Naruto romperse detrás de mí; cuando miro por encima de mi hombro, veo que hay docenas de Narutos por todo el bosque. Ni siquiera necesita un equipo cuando tiene tantos clones eficientes, pero Sakura y Sai se han unido a él, y la batalla comienza.

Me muevo y protejo a la chica. Uno, y entonces dos renegados se separan del grupo e intentan reclamarla, pero hago que retrocedan con poco esfuerzo mientras la chica grita, cobardes como ella esperan que yo termine muerto.

Un dolor atraviesa mi cadera y me doblo por ello. Sangre caliente está corriendo por mi pierna y puedo ver algo afilado –un kunai o una espada- me ha dado y cortado a profundidad. Ha sido arrojado pero no puedo ver al culpable de ello. Aunque no importa. En segundos la pelea se ha terminado y Naruto ha derrotado a la mayoría de los ninjas secuestradores.

Sakura ve mi sangre y corre. Cae de rodillas frente a mí y me dice que me quede quieto mientras presiona con una mano la herida. El dolor se desvanece y la sangre para, pero no tenemos el tiempo que perder para sanarla perfectamente. Atamos a los secuestradores, algunos son ninjas renegados con enormes precios sobre sus cabezas, y los arrastramos a ellos y a la chica a Konoha.


La misión es un éxito, pero eso era de esperarse. La Hokage nos despide y nos dice que podemos recoger nuestros cheques de pago el día siguiente. Sakura brilla complacida. Su nuevo apartamento es un hecho.

Celebramos en Ichiraku –por idea de Naruto- y por destino o coincidencia, me encuentro sentado junto a Sakura. Ella se ríe y bromea con Naruto, se burla de Sai sin compasión alguna y les golpea cuando hablan sobre la forma en que ella derrotó a un par de secuestradores, comparándola con un 'oso rabioso'.

—Todos tuvimos nuestra tanda de chicos malos hoy. —Dice magnánima.

—Excepto por Kakashi-sensei. —Naruto se ríe. —Quien se quedó atrás con la niñita.

Está bromeando y yo sonrío. Sakura normalmente se uniría a cualquier oportunidad para burlarse de mí, pero por primera vez me sorprende y en lugar de eso sale a mi defensa. —Estaba ocupado salvando a la damisela en desgracia. —Dice, sonriéndome. —Creo que es muy noble y caballeroso.

Bajo la barra su mano se posa en mi rodilla, apretándola. Lo dejo pasar y continuo leyendo mi libro como si no me diera cuenta. Esas cositas que me hace y que no debería… han dejado de sorprenderme. Conozco su juego. Sé que si reacciono sólo la animaré a seguir. Pero si no, ella aumentará sus jugarretas hasta que reaccione.


Voy a casa yo solo, dejando a Sakura con Sai y Naruto. Mi cadera herida está comenzando a doler y estoy cojeando porque el arreglo de emergencia de Sakura no fue suficiente como para curarme. Una vez en mi departamento me cambio y me pongo unos pijamas limpios y paso el resto de la tarde viendo televisión, otro habito que estoy tomando de ella. Mi cadera pulsa recordándome el dolor que tiene, presiono la mano en la herida distraídamente. Tendré que ir al hospital mañana para que lo revise un médico antes de que algo drástico suceda –como que se me caiga la pierna.

Sakura entra a las nueve en punto cuando está oscurecido lo suficiente como para que las farolas en la calle se enciendan. Está ligeramente risueña, riéndose mientras cruza la puerta, haciéndome pensar que tal vez está algo borracha.

—Buenas noches. —Me dice, sonriéndome ampliamente. —Espero que te des cuenta de que estás en mi cama. Algunas chicas quizás lo tomarían como una invitación.

—No será tu cama por mucho más tiempo. —Le recuerdo. —¿No te vas a ir pronto?

—Mm. —Su sonrisa se hace más grande.

—¿Cuándo? —Le pregunto.

—Oh, ¿Quién sabe? —Me dice, sonando distante. —¿Mañana? ¿El día siguiente? ¿Tal vez nunca? Probablemente ahora esté aquí contigo para siempre.

No estoy seguro de si podré sobrevivir al estrés de eso.

—¿Estás pensando en cuánto extrañarás mi cocina? ¿O tener a alguien más que haga la colada? —Se mueve dentro de la cocina para tomar algo de agua. —Supongo que es como adquirir una esposa gratis, ¿No? ¿Me aprecias?

—Te aprecio. —Le dijo con cierta pesadez.

Ella se termina el vaso de agua y lo deja en la barra con un resuello. —Creo que quiero dormirme ya. —Declara. —La misión me agotó.

Siento lo mismo, así que me levanto. —Te dejaré entonces. —Le digo, y camino hacia mi dormitorio.

Ella detecta mi cojera instantáneamente. —¿Qué pasa? —Me dice, la preocupación repentina hace que su voz se escuche sobria. —¿Eso es sangre?

Miro a mi cadera y como ha dicho, hay una mancha roja sobre el algodón gris de los pantalones del pijama, parpadeo estúpidamente y todo lo que puedo decir es: —Oh. Sí.

Sakura se precipita hacia mí. Mueve la mano hacia la cintura de mis pantalones, y puedo ver que intenta jalarla para ver la herida, pero la detengo. No estoy usando ropa interior. —Esto necesita ser revisado por un médico. —Me dice con seriedad. No parece tan borracha ahora.

—Verá a uno en la mañana. —Digo.

—¿Por qué? Puedo hacerlo yo.

Cambio de posición de mala gana.

—¿De verdad prefieres sufrir una noche entera de dolor y sangrar en tu cama para que mañana te revisen en el hospital, cuando puedes tener a uno de los mejores médicos de la aldea sanándote ahora mismo?

Bueno, cuando lo pone así, por supuesto que suena tonto. Normalmente no protestaría pero la herida está en un lugar muy privado –demasiado cerca de mi entrepierna como para que sea cómodo.

—Vamos. —Me dice, tomando mi mano. —Acuéstate en la cama y lo arreglaré.

No tengo oportunidad. Si protesto sólo intentaría convencerme o molestaría para dejarla hacer lo que quiere, así que en silencio dejo que me lleve hasta el dormitorio donde ella jala las mantas y me hace acostarme. Me levanta la camiseta hasta el ombligo y entonces se detiene. Ha visto las marcas.

—Ese es un sospechoso patrón de cicatrización. —Comenta en silencio, trazando con los dedos una de las cuatro cicatrices que corren de mi ombligo hacía cuatro diferentes direcciones.

¿Qué puedo decirle? Son cicatrices de tortura. Apenas era más viejo que ella cuando me capturó el enemigo y un cuchillo enterrado en mi vientre fue arrastrado de izquierda a derecha, luego de arriba hacia abajo. Suficientemente profundo como para hacerme sangrar como un cerdo y que mi ombligo se convirtiera en un tintero que utilizaron para hundir un pincel y escribir los sellos del jutsu de tortura por todo mi cuerpo. Seguramente apenas era una bebita por esos días.

Pero su toque en las sensibles marcas hace que mi estómago se apriete y mis músculos se pongan rígidos. Sólo está interesada en la reacción, no en la historia.

Lentamente desliza los pantalones lo suficiente como para exponer la herida que me hice hoy. Está en mi costado izquierdo, una pulgada lejos de mi cadera y sólo unos centímetros más lejos de donde el vello púbico comienza. Es en el lado más lejano a ella, y descansa un brazo contra mi abdomen mientras cubre la herida con su mano. Usa la otra para mantener los pantalones lejos del camino. Entonces el proceso de sanación comienza.

Instantáneamente el dolor se desvanece y mi cadera se siente dormida mientras comienza. Por el ceño en su rostro, está concentrándose mucho en su tarea y remotamente interesada en el hecho de que su pulgar está rozando el áspero vello blanco de mi parte inferior.

Sanar siempre se siente bien una vez que el dolor se ha ido. Es como si un rayo de pura energía estuviera concentrado en tu cuerpo, calmando y relajándote en el mejor masaje que el dinero pudiera comprar. Pero esta vez no se siente bien. Se siente grandioso. Se siente fantástico.

Su chakra está dentro de mí, extendiéndose más de lo que inicialmente creía, haciendo cosquillear mis nervios y excitándome. Puedo sentir mi pecho haciéndose pesado y mi respiración viniendo en cortos jadeos. La habitación está haciéndose caliente y el techo está girando, y mi cabeza se mueve de lado a lado como si olas de algo –no completamente placentero pero igualmente satisfactorio- recorrieran mi cuerpo.

Me estoy excitando. Se da cuenta de ello pronto porque ha cambiado de manos y su mano ahora está encima de mi entrepierna, su desnudo brazo rozando el delgado material que está sobre mi pene.

—Sakura. —Digo. Estoy intentando advertirla, porque sin importar la gravedad de la herida, esto no lo vale.

Ella sólo dice: —No he terminado. —Y continúa de cualquier forma. Su brazo acaricia mi creciente erección. Ella puede sentirlo. Debe sentirlo. Sería una tonta ingenua si no supiera del efecto que está teniendo sobre mí, y en estos días estoy más que segura que Sakura puede ser cualquier cosa menos una tonta ingenua. Sabe lo que me está haciendo. Creo que incluso quiere hacerlo. Su chakra continúa extendiéndose, calentando mi sangre y dejándome absolutamente desesperado por un respiro o algo de alivio. La urgencia de tomar su mano y presionarla contra esa caliente y doliente parte mía que ella ha excitado es una casi irresistible.

Entonces, de la nada, ella dice. —Ya está. —Y el brillo de su chakra se desvanece mientras talla el lugar en mi cadera donde estaba la herida. Ahora está completamente cerrada y como nueva. —¿Te sientes bien ahora?

Apenas puedo hablar. No quiero que deje de tocarme y simplemente no puedo confiar en mí.

Pero así no es como se supone que va el juego.

Ella me sonríe, y tal vez no se ha dado cuenta de que tengo la verga tan dura como una piedra y apretada bajo los confines de mis pijamas. Ella no está viendo ahí, está mirando mi cara. —¿Estás bien, Sensei? —Me pregunta.

Tomo la manta y la jalo sobre mí, girándome de costado para ponerme en posición fetal por la vergüenza. —Gracias, Sakura. —Le digo, mi voz está vacía. Me siento detestable y pervertido y no quiero verla ahora porque estoy preocupado y seguro de que veré un brillo de malicia en sus ojos y tal vez la sonrisa de una problemática. De la zorra que ha acorralado al zorro. O peor –la de la gata que está jugando con su ratón.

—Me voy a la cama. —Susurra en mi oreja. —¿Me gané un beso de buenas noches?

Cierro los ojos con fuerza, intentando retomar mi control. Está tan cerca que puedo sentir su aliento en mi cuello, bajo mi oreja. Me tardo demasiado en responder y ella se inclina sobre mí, presionando sus cálidos y suaves labios contra mi ceja. Ella deja algo de humedad en ese punto y me está quemando.

Incluso cuando sale del dormitorio, no puedo relajarme. Mientras ella esté en el departamento, no estoy seguro. Sé que si me duermo, ella sólo me perseguirá en mis sueños, asechando en mis más básicos pensamientos y deseos subconscientes.

Tiene que irse. Por el bien de ambos.

Pero temo que sea demasiado tarde de cualquier forma.


N/A: Continuará…


Notas de la traductora:

Estoy buscando trabajo, así que con toda probabilidad mis proyectos se retrasarán y seguro me tomaré de 15 a 21 días para las actualizaciones. Así que, más o menos espero tener la segunda parte de Ninfa para finales de enero.

Sobre Better Man (que inicialmente se publicaría en enero) De nuevo Kakashisgf me dejó colgada y le envié hasta donde tengo (capítulo 10) y no me ha mandado correcciones. En la semana planeo enviarle un nuevo correo para avisarle mis intenciones de publicar en febrero. Crucen los dedos, porque no me ha dicho si quiere que traduzcamos todo antes de subirlo.

Si bien Better Man tiene capítulos bastante cortitos al principio, no podré subirlos de golpe porque si consigo algo, no me quedará mucho tiempo para sentarme y escribir. Ojalá puedan entenderme. Pero en serio, en serio, pueden contar con que tendrán esas traducciones.

Espero que puedan tenerme paciencia para la actualización de la historia y muchas gracias por leer.

PD Estoy trabajando en las respuestas que les debo a varios, ¡Espero terminar mañana!

Saludos :3