Sr. Disclaimer: Naruto no es, no fue, ni será propiedad de la señorita Pame-Chan xP, ella solo usa los personajes para fantasear un rato y escribirlo, espera que la comprendan y disfruten de sus magnificas, e increíblemente extrañas e incoherentes, ocurrencias…
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Prólogo
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La noche era cálida y despejada, la luna brillaba con su típico resplandor plateado y las estrellas le hacían compañía.
Fuera de una casa, cuya fachada estaba pintada en tonos pasteles, se hallaban dos elegantes carruajes, uno era café y el otro blanco. Dentro del carruaje más claro se encontraba el matrimonio Yamanaka, preguntando el porqué su hija tardaba tanto en hacer que su amiga saliese ya. Mientras que en el otro carruaje, el matrimonio Haruno esperaba impaciente a su única hija.
En la vivienda Haruno, más específicamente, dentro del cuarto de la hija del matrimonio, se hallaban dos jovencitas de diecisiete años. Una de ellas estaba sentada tranquilamente sobre la rosada cama de su amiga. Mientras la otra caminaba de un lado a otro, presionando un pañuelo contra su mano derecha.
La habitación era bastante sencilla; las paredes estaban pintadas de un suave color crema y la alfombra era blanca. Había una cama con dosel y fundas rosas, dos mesitas de noche, un reloj de péndulo, un tocador blanco con todo lo necesario para la "hora de belleza", un enorme ropero y un baúl a los pies de la cama.
—Deja de preocuparte tanto, frentona —dijo la chica que se encontraba sentada en la cama. Tenía el cabello rubio claro, el cual llevaba atado en una elegante y elaborada coleta alta que dejaba un mechón de pelo tapando uno de sus celestes ojos. Su piel blanquecina estaba levemente maquillada.
—Pero, Ino… —replicó la otra. Tenía el cabello extrañamente rosado, el cual llevaba atado en un moño alto, dejando algunos mechones sueltos. Sus ojos eran verdes como el jade. Caminaba de un lado a otro, buscando algo.
—Vamos, Sakura, ¿Alguien ha muerto por tener la mano herida? —Preguntó Ino, y sin esperar la respuesta de su amiga, agregó —No, nadie —se respondió a sí misma —.¡Oh, Ino! Eres tan sabia e inteligente…
—¡Ino-cerda! —le reprendió Sakura. Se detuvo frente a la mesita de noche que estaba al lado izquierdo de su cama y abrió el cajón de esta, sacando un par de guantes blancos y un rollo de venda —Necesito vendarme la herida, sólo me tomara un minuto —se sentó en la cama, junto a su rubia amiga.
Retiró el ensangrentado pañuelo de su mano, metiéndolo momentáneamente a su pequeño bolso azul. Enrolló la venda alrededor de su mano, cubriendo la herida que ya no sangraba. Se puso los guantes blancos, para que el vendaje no se notara.
—¿Ves? Apenas si me tomo tiempo —Miró el reloj y soltó un gritito. Era bastante tarde y si no se apuraba, no llegaría a la fiesta de los Hyuuga —.¡Cerda, vamos, llegaremos tarde!
—¡Te lo dije, frentona!
Ambas se levantaron de la cama, dejando ver con claridad sus vestidos; el de Sakura era pomposo y de color azul, tenía detalles en blanco. El de Ino era aun más grande que el de su amiga de ojos verdes, y era de distintas tonalidades de morado. Ambas se veían muy bellas.
Apuraron el paso, aunque no mucho, ya que la pomposidad de los trajes y la altura de los tacones no les permitían moverse con mucha libertad.
Cuando llegaron a los carruajes, cada una se subió al que le correspondía. En el de los Yamanaka, madre e hija hablaban sobre que vestido era más apropiado para bailar sin tropezar. Con los Haruno discutían sobre la tardanza de su hija:
—¿Por qué tardaste tanto, hija? — preguntó la señora Haruno, una mujer de cabello rosa y ojos cafés. Llevaba un vestido anaranjado.
—Yo… —"Piensa, piensa" —no encontraba los guantes, madre —se excusó nerviosamente, no podía decirle que se había cortado la mano, si lo hacía, su madre la obligaría a ir con el doctor.
Y pensar en eso la hizo recordar que aún tenía el pañuelo en su bolso, si sus padres lo veían pensarían que ella tenía una grave enfermedad o que había tratado de suicidarse. Eso si que no lo permitiría, pero… ¿Cómo podría deshacerse del pañuelo sin que se dieran cuenta? Podría dejarlo en su bolso y votarlo en la fiesta… No, alguien lo encontraría, preguntarían y su madre reconocería el pañuelo. ¿Entonces, que podía hacer?
Un foco se encendió sobre su cabeza cuando la idea llegó a ella.
—Madre, ¿Podría abrir un momento la ventana? —Su madre la miró con duda —Es que necesito aire fresco, estoy nerviosa por lo que pueda pasar hoy.
—¡Si es por eso, claro que puedes! ¡Respira todo el aire que quieras! —Exclamó la señora Haruno, ganándose la mirada extrañada de su esposo —Después de todo, no todos los días esta la posibilidad de que un buen hombre pida tu mano.
Recordar eso no le hizo mucha gracia, pero no podía hacer nada al respecto. Abrió la ventanilla y se dio cuenta de que estaban pasando cerca del bosque. Perfecto, así jamás encontrarían el pañuelo y se salvaría del drama de su madre. Sacó disimuladamente el pañuelo de su bolso y lo arrojó por la ventana.
El recorrido continuó como si nada.
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Iba a paso tranquilo a través del bosque. Cualquier persona normal no circularía por esos lugares a tales horas de la noche. A él no le importaba. Ningún animal podría siquiera tocarlo, sentiría el peligro antes y huiría.
La caza del mes, se alegraba de que ya hubiese llegado el día. Estaba cansado de sólo alimentarse de animales. No es que fuese tan terrible, pero… no era lo mismo.
Un curioso y conocido olor para él le impactó repentinamente. La tentación fue más grande y sintió la necesidad de correr a la fuente del aroma. Sus cabellos negros se mecían con el viento que chocaba contra él al correr, alborotándolos aún más.
Se detuvo en donde el olor se sentía más fuerte. No vio a nadie. ¿Cómo podía ser eso?
Entonces posó su oscura mirada al suelo. Allí estaba la fuente; un pañuelo rojizo. Lo tomó entre sus pálidas manos y lo acercó a su nariz. Sintió como sus colmillos crecían con tan sólo sentir la fragancia de sangre humana.
No era la más apetitosa que hubiese sentido, incluso, distaba bastante de serlo. Tenía un aroma demasiado dulzón. Pero él quería esa sangre. Tenía que encontrarla. Él quería ese dulce elixir. ¿En dónde lo encontraría?
Debía pensar… ¿De dónde había salido ese pañuelo? La sangre se olía fresca. La presa no podía estar muy lejos.
"Piensa, piensa" ¿En dónde…? "Hyuuga"
Estaba relativamente cerca de la mansión, lo más probable era que su presa estuviese ahí. No sería muy inteligente ir a buscar comida a un lugar en donde… él no sería bienvenido. Pero lo necesitaba. Podría ir a cazar a otro lugar y quizás encontrara algo mucho más apetitoso y no tan dulce. Pero no quería.
Lo decidió, iría, buscaría a la persona que tuviese tan particular aroma, la llevaría a un lugar alejado, se alimentaría y luego se marcharía. Era rápido y sencillo. ¿Qué podía salir mal?
Partió rumbo a la mansión del clan Hyuuga.
Sabía que un Uchiha no sería bienvenido ahí, pero… ¿Qué importaba? Era imposible que alguno de los actuales miembros del clan lo conociese. Y el motivo era que la ultima vez que se topó con uno de ellos, había sido hace ochenta años, cuando habían tratado de cazarlo.
Como si alguno de ellos hubiese tenido el poder suficiente para enfrentarse a él. Claro que no, después de todo, Uchiha Sasuke era un vampiro fuerte e inteligente. Aunque, debía admitirlo, gracias a esos idiotas tenía el eso.
Pero los miembros actuales jamás sospecharían de él, que con su elegante ropa pasaba por un distinguido caballero.
Siguió con su camino, confiado de que no corría ningún peligro.
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Hace bastante tiempo que tenía la idea, pero no me animaba a hacerla, aunque ahora la he hecho (H)
Me gustan los vampiros, así que tengo mi propio fic con trama vampiresca. Y no, nada de copias de Crepúsculo aquí xD
1000 gracias a mi sensei gramatical, Usa-sensei.
We are cool ~
¿Qué me dan? Pueden ser flores, peticiones de matrimonio, joyas, patadas voladoras, platanazos, surikanzasos… Etc…
-. Pame Chan xP Fuera .-
