Los suaves pasos acercándose a la habitación no hizo mas que acrecentar su nerviosismo, a pesar de ser sutiles resonaban en las paredes haciendo eco por el pasillo. No ayudaba mucho el hecho de que estuviera atado y vendado en un mullido sillón.

Cuando la puerta se abrió un suave aroma a colonia le hizo sentirse extrañamente acalorado. Se maldijo a si mismo, no era momento para ponerse de esa manera. ¿Qué tal si era un viejo y por eso caminaba tan despacio? No. ¿Su mente estaba jugando con él? ¡Estaba secuestrado, carajo!

—Hablen —¡Oh!, que autoritario y varonil tono. ¿acaso era sadomasoquista? ¡Deja de pensar con otras partes de tu anatomía! Se reprimió mentalmente.

Pero es que era como una de esas películas en donde pronto entrara un héroe a rescatarle del hombre que le tenía cautivo. Sí solo faltaba que el fuera una despampánate rubia de grandes atributos.

Tenía miedo, pero su instinto de supervivencia le decía que encontrara la forma de golpear a cuanta persona se interpusiera en su camino. Pensándolo bien, su instinto lo quería muerto…

Sintió su cuerpo tensarse en cuanto alguien se acerco, sujetándolo de un brazo y haciendo fuerza para que se levantara.

—Señor, lo lamentamos. El joven se interpuso cuando intentábamos llevarnos a la otra. Sus guardaespaldas se dieron cuenta y acabamos con un tiroteo en la avenida, tuvimos que huir y llevárnoslo.

Escuche un suave suspiro, haciendo que su aliento chocara en mi cara. Después sus manos dejaron de oprimir fuerza en mi brazo y me soltó.

—Bien, llévenselo y déjenle cerca de su casa.

¿Que? ¿Así, sin más, sin tortura, intimidación o cosas de ese tipo?

Después de eso, sentí que alguien me desataba.

—Lamento el inconveniente joven, solo le quitaremos las cuerdas pero no se quite la venda si no quiere acabar noqueado en el piso.

Asentí. Estaba demasiado nervioso y shockeado como para responder algo, además no era la voz varonil de un momento y me hizo sentir ligeramente decepcionado. Cuando me guiaban a lo que creo era la salida sentí de nuevo ese aroma muy cerca y mas presencias. Supongo que después de todo el no era el de las pisadas lentas.

—El error será tratado —Escuche decir, su voz sonaba como de alguien mayor.

—Lo tendré en cuenta —Era la voz de hace un momento, al menos fue lo ultimo que escuche antes de salir y alguien cerrara la puerta.


—Y así fue como acabo mi historia de medio secuestro.

Mis amigos estuvieron todo el rato escuchándome, no creyendo lo que me acababa de pasar a escasos dos días de mi aburrida vida.

—Es lo más interesante que te he escuchado decir en 4 años que llevo de conocerte.

Fruncí ligeramente el ceño, ofendido.

—No, pequeño Eren, lo que te atrajo un hombre. Aunque haya sido en circunstancias un tanto, especiales… pero dejando eso de lado por fin alguien te hizo sentir hombrecito.

Todas soltaron la carcajada, yo en cambio trate de no darle un buen golpe.

A veces olvidaba lo mala persona que puede llegar a ser Jean.

—¿Me secuestran y es lo único que dices?

—Oh, por lo que cuentas fue un accidente y no te hicieron nada. No seas dramático, hasta tuviste un encuentro satisfactorio.

—Jodete, no te vuelvo a contar nada

—Yo creo que Eren tiene razón, deberíamos estar mas preocupados por ello. Menos mal que Mikasa no esta aquí se podría histérica —Me sentí incomodo de repente, ella siempre tan sobre protectora.

—¿Ves? Armin si se preocupa por mí.

—¡Oh, cállate! —Hablar de Mikasa siempre hace que guarde silencio, debería invitarla de ahora en adelante.

Después de comer, el resto de mis amigos se retiro y el único que quedo fue el que me molesto todo el día.

—Lo único que no contaste es porque te interpusiste entre la joven que iban a secuestrar los maleantes esos.

-Bueno, la vi forcejeando con alguien, no quería que esa persona se propasara y cuando menos acorde ya era llevado por ellos. ¡Solo intentaba ayudar!

—Pues a la otra no la hagas de súper héroe de la humanidad y deja que la policía haga su trabajo como es debido.

—No me puedes decir que deje de hacerlo, si veo a alguien siendo agredido no me quedare de brazos cruzados. ¡Las injusticias no las permitiré mientras sea parte de este mundo!

—Ahí vas de nuevo, como sea. Debo irme, en cuanto tenga de nuevo libre de trabajo te llamare para salir de nuevo.

—No te preocupes, estaré en casa de todas formas, con eso de que no encuentro ningún trabajo estable y mis padres se compadecieron de mí, llegare a fin de mes sano y salvo.

Me miro divertido como acordándose de un chiste.

—Ten cuidado entonces, no vaya a ser que te pongas duro de nuevo por un desconocido.

Tenia incredulidad reflejada por toda la cara, cuando fije mi vista a cualquier objeto para arrojarle ya se había ido carcajeándose de mi.

Bufe. Genial, ahora se burlara de mí por la eternidad. Ser mi amigo no le da derecho a mofarse de esa manera.


Eran las 3 de la mañana cuando mi puerta comenzó a ser prácticamente apaleada por alguien, espero no sea ningún vecino borracho de nuevo. No me levantare, dejare que se vaya. Estúpidos vecinos que no tienen consideración.

Cuando me volví a acurrucar para conciliar el sueño escuche que la puerta era tumbada, exaltado me levante y con el pijama que solo era un bóxer con una camisa casi echa jirones tome un zapato y me encamine a golpear a quien fuere que osaba interrumpir mi morada.

Eso… o salir corriendo (varonilmente) despavorido con el vecino.

Cuando llegue a la sala estaba la mujer a quien intentaron secuestrar. La vi inofensiva, pero nadie inofensivo tira una puerta de madera de un desgastado edificio departamental. Instintivamente retrocedí intimidado Ella se volvió hacia mi y me sonrió.

—Hola, mucho gusto. Nos vimos el otro día, ¿Qué tal si damos un paseo? No es necesario esa arma solo quiero charlar.

Ahogue un grito ¿venia a charlar? Y un cuerno, nadie viene a las 3 de la madrugada a tomar una tacita de té. Me fije que tenia una dentadura perfecta, tendrá unos 25 o más, la seguiría mirando divagando en su belleza y esas chorradas que no venían al caso pero ¡hija de puta, mi puerta!

—No creo que sea necesario, mañana con mas calma cuando no este en pijama y descansado.

"Y donde haya muchísima gente" pensé. Calmadamente trataba de procesar lo ocurrido, moviéndome discretamente hacia la puerta o una ventana.

—Estaba de paso. —deliberadamente me ignoro—, y pensé en hacerte una visita. Mira, salgamos de aquí, charlemos tranquilamente. Mañana estaré ocupada asi que ¿me das tu mano y salimos? No querrás que mis amigos usen la fuerza. No tardaremos.

Miro a su espalda, no los había visto! ¿Acaso me intimido más ella que los gorilas detrás? Vaya.

—Aunque vengas y me digas todo esto, no se si notaste que es madrugada, no te conozco, rompes mi puerta y usas tus tácticas de intimidación —Uno de los esos guardias que tenían la complexión de gorilas se movió hacia mi. ¡Hora de cambiar el plan!

—No pienso irme sin saber al menos tu nombre —Afortunadamente reaccione a tiempo.

—Zoe. Ahora vámonos.

—Bien, pero permíteme cambiarme (o escaparme, cualquiera de las dos es alternativa). ¡Mis pensamientos trabajan mucho hoy! ¿Dónde estaban cuando decidí venir con un zapato a la sala? ¡Si debí tirarme por la ventana!

—Buena respuesta, chico lindo. Pero no, no hay tiempo —Y me jalo, entramos a una camioneta que llamaba mucho la atención rumbo a un lugar alejado de la ciudad, con frondosos arboles espesos en hojas y un llamativo paisaje.


A pesar de que prácticamente volvía a ser secuestrado.- o medio, porque le pidieron "amablemente" ir, se sentía fuera de lugar. Como no tenia nada mejor que hacer se fijo en sus captores, ella una mujer de porte desinteresado y singular. Llevaba un vestido color negro ceñido a su figura, alta, bonitos ojos marrones y sonrisa de ensueño. Cautivante, fue la primera palabra descriptiva que se lo ocurrió. Su instinto le decía que no era mujer de este mundo y le susurraba la palabra peligro.

Ella le miraba fijamente sonriendo, ajena a que la estaban prácticamente comiendo, supongo que quería mostrarse amable y no grosera. Pero preferiría que no lo mirara.

Los demás gorilas iban con un perfecto y pulcro traje negro. ¿Y él? En un pijama poco llamativo y un sensual zapato en mano.

Cuando llegamos a una mansión rustica, de esas que parecen pequeños castillos medievales sentí que había jodido mi existencia topándome con gente como esta. Ya me estaba planteando la idea de no volver a ayudar a nadie en lo que me resta de vida. O sea, poca, considerando que probablemente me muera hoy.

Solo soy una chico cualquiera, con una vida cualquiera y quien quiere una vida normal. Pero bueno, el universo me tiene otros planes más problemáticos.

Un hombre bastante atractivo le ayudo a bajar tendiéndole la mano cual caballero, se quedo viéndole. Rubio, guapo, atractivo y alto, de seguro estaba en un universo alterno donde todos eran guapos y le traían a el para mofarse.

—Buenas noches Eren, lamento todo este inconveniente, pero en cuestión de poco tiempo todo quedara aclarado, ¿verdad? —sus ojos no me enfocaban, sino a la belleza que tenia al lado, su mirada era de advertencia y note algo de reproche. La señorita solo rio como si no la estuvieran recriminando.

—Claro, claro —Con un gesto despreocupado se encogió de hombros, caminando elegantemente rumbo a la mansión.

Sabían mi nombre, esto ya me da un poco de miedo con curiosidad claro, pero más miedo que curiosidad. Un vez más iba a divagar cuando una autoritaria voz me saco de mi letargo.

—Si me permites darte un consejo, no veas a nadie a los ojos —Me dijo con una sonrisa que no era reflejada en sus ojos. Le devolví la sonrisa, nervioso y tiritando de miedo.

Y así, el hombre que antes pareció la persona más normal del día, se convirtió en un instante en un aterrador depredador.