Lentamente, cepilló sus cabellos rojizos, con ciertos toques de naranja, cortesía de su mejor amiga (adicta a la moda). Pasó una y otra vez las púas del peine para dejar decente el peinado, tenía demasiado pelo y tardaba lo suyo en arreglarlo.

Aunque... solo a ella se le ocurría levantarse a las dos de la madrugada para adecentarse un poco. La verdad, era que, lejos de querer verse mejor, solo buscaba una distracción para no dormir. Llevaba horas dando vueltas en la cama, aun no entendía como no se había despertado su compañera de cuarto.

Dejó el utensilio sobre el tocador, deshaciendo la coleta de arriba con los dedos, prosiguió a repetir lo de antes. Solo necesitaba una excusa para no pensar en nada, no podía hacer otra cosa... estaba harta de soñar, cada noche, por su reino perdido.

¿No podía dejar de rondarla los fantasmas del pasado?

Sus labios se ciñeron en un suspiro, dándose cuenta de que así no llegaría a ninguna parte, comprendió que lo mejor sería volver al abrigo de las sábanas. Ya no quedaba nada para que amaneciera, ¿verdad? No sabía ni la hora que era, prefería ignorar esa información.

Con sumo silencio, se deslizó hasta el colchón, lugar donde estuvo toda la noche mirando al techo de su cuarto.

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-Buenos días Bloom, arriba dormilona...-la mencionada se revolcó en la cama.- Vamos a llegar tarde a clases, venga...

Quería a todas sus amigas, demostrando lo que era capaz de hacer por ellas, pero en la actualidad casi mataba a Flora, su compañera de cuarto. Para cuando consiguió dormirse, minutos más tarde, tenía a la joven zarandeándola para que se levantase.

-Déjame un ratito más por favor...

-Por mí no habría problema... Sin embargo, ya sabes que la señorita Griselda te ha dado un toque ya, si vuelves a faltar te castigará.

-Está bien, gracias Flora...

-No es nada, he preparado el desayuno, come lo que quieras.

-No era necesario...

-No pasa nada, no me importa cocinar.-se levantó del bordillo de la cama donde se encontraba sentada.- Acabaré de prepararme, ahora vuelvo.

-Cuando quieras...

La muchacha suspiró cansada viendo su reflejo en el espejo del tocador, tenía los ojos completamente cristalizados, había llorado de nuevo. Ni siquiera podía llegar a ver sus ojos celestes, las lágrimas se lo tapaban.

Frotó sus párpados tratando de alejar todo rastro de debilidad. Fue solo un sueño, no debía preocuparse mucho, pronto conseguiría recuperar la gloria que antaño poseía su reino. ¿Por qué no? Si peleaba por ello, lo conseguiría.

Salió de la cama con cuidado de no despertar a Kiko, su mascota conejo. Tomó el desayuno que preparó su compañera y se vistió con rapidez. Era irónico, que siendo un hada, ahora mismo no quisiera dar clases de magia, a pesar de que le encantaban.

-Sonríe Bloom, es un nuevo día.-los ánimos fueron en vano, ni ella se lo creía, aunque esas palabras acabasen de salir de sus labios.

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-¡Ya era hora!-la melena dorada de la chica ondeaba al viento, sus ojos marrones se clavaban con fuerza sobre el cuerpo menudo de ambas chicas.

-Lo sentimos Stella, se nos pasó la hora.-pasó su cabello castaño tras la oreja, nerviosa.

-Fue mi culpa, Flora intentó despertarme pero... no hubo manera.

-Bloom, sino puedes dormir, acuéstate antes.

Sonrió débilmente escuchando como su mente respondía lo que su boca jamás expresó. Lo hacía, a las nueve ya estaba en la cama... y a las dos de la mañana levantada. No conseguía conciliar el sueño.

-Chicas, luego hablaremos, llegamos tarde.-Musa, una muchacha atractiva, que poseía los ojos violáceos y un cabello tan largo como para llevarlo en dos coletas respectivamente, se impacientaba.- Pronto empezarán las clases...

-¡Sí! ¡Vámonos ya!

Las cuatro jóvenes emprendieron con velocidad el camino a sus clases en Alfea, el lugar donde estudiaba y vivían.

·········

-Por favor profesor Palladium, haga una excepción...

-Lo siento Tecna, Bloom está faltando demasiado, hoy ha llegado tarde así que no tendré más remedio que...

-¡Por favor!-suplicaron casi al mismo tiempo todas a la vez, sorprendiendo al hombre.

-Está bien, pero luego me gustaría hablar con usted, señorita.

-¡Sí! ¡Muchas gracias profesor!

-No ha sido nada, pasad ya antes de que me arrepienta.

La chica de ojos claros se sentó a esperar la clase del gentil varón, otro tal vez no la hubiera dejado pasar. Debía concentrarse en entender todas las pociones, aunque algunas ya se las supiese, le daba igual.

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El cielo parecía triste, pronto desplegaría su furia contra la tierra. Bloom alzó la vista para observar como su teoría se hacía realidad. Las primeras gotas ya salían a visitar el mundo.

-Que mala suerte... No podremos hacer nada...

-Déjalo Stella, con todos los deberes que tenemos, hoy no podríamos ni pensarlo.

-¡Pero yo quería ir de compras!

-Iremos otro día, descuida.

Las chicas siguieron hablando sin tener en cuenta la participación nula de una de las integrantes, se había quedado pensativa mirando la lluvia, cada vez se hacía más intensa. Esperaba que no durase mucho...

Su vista se pegó a unas motos que venían en la lejanía, ¿eran de Fuente Roja? Entonces debían ser los especialistas... Francamente, hoy no tenía cuerpo para hablar con nadie.

¿Por qué sentía esta opresión en el pecho al ver como se acercaban a cada minuto más rápido?