Yo -.- Mientras trato de recuperar mis archivos… Comenzaré mis nuevos fics, espero que tengan paciencia y comprendan mi situación, hago lo posible u,u

Muy bien, el summary lo dice todo, no sé si esta historia les agradara porque es fuertemente un triángulo amoroso. Y… Es… Decisión de ustedes el final e_e

Capítulo 1: Esmeralda.

—… Yugi…— El pequeño se giró a ver a su castaña amiga.

— ¿Qué pasa, Anzu?

—… Yo… Huh… Estoy feliz de que hayas vuelto… Muy feliz. — Lo abrazó. El pequeño se sorprendió, quizá había hecho mucha falta, lo presentía. —… Si no hubieras vuelto… Quizá el faraón…

Yugi comprendió a qué se veía, así que sonrió mientras se apartaba de la castaña.

— Pero tú fuiste la luz de su camino, Anzu. Tú lo guiaste, tuviste paciencia, esperando a que él se recuperara. Incluso… Me contó que cuando lucho con Haga, te gritó de una manera muy grosera.

Anzu se tensó.

-F-l-a-s-h—B-a-c-k-

¡Faraón, por favor, detente! — Corrió hacia él. Al alcanzarlo, frenó su muñeca, para evitar seguir lastimando al chico que ya había perdido su alma.

Cuando vio sus ojos, no pudo evitar sentir miedo, esos no eran los ojos violetas que ella conocía, que ella anhelaba. Eran crueles, nublados de resentimiento y dolor… Mucho dolor.

¡SUÉLTAME!

Nuevamente su corazón se encogió, él nunca la había tratado así… Pero ella tenía que comprender, que no tenía la culpa… No la tenía nadie, así que tenía que ser paciente y sanarlo de a poco… Solo así… Él comprendería.

-F-l-a-s-h—B-a-c-k—E-n-d-s-

Ella forzó una sonrisa.

—… Todo está bien.

— No lo está, Anzu.

Anzu miró a Yugi con lágrimas en los ojos y comenzó a llorar. Lo que no contaba, es que el faraón podía ver perfectamente la situación, y le dolía ver a la castaña de esa manera, quería disculparse con ella, quien lo ayudó en su recuperación mental y emocional. Ella había sido la primera en perdonarlo de su error, ella comprendió, aunque seguía culpándose… Estaba agradecido, pero a cambio le había enterrado una daga en el corazón.

— Tuve… Mucho miedo. — Susurró.

. . .

Yugi sintió una presión dolorosa en el pecho, y no era por él, era a lo que Yami estaba sintiendo, sabía que él estaba mirando todo… Y necesitaba un poco de explicación, antes de que el pobre se hiciera pedazos él mismo.

—… ¿Tuviste miedo de él? — Preguntó la inquietud del faraón, quien temía la respuesta, porque si era así… Entre él y Anzu… Las cosas no serían las mismas.

—… No… Es que… Tenía miedo de perderlo. — Se secó las lágrimas en vano. — Porque cuando lo vi… Cuando nos enteramos que te habíamos perdido… Él parecía tan confundido, tan dolido consigo mismo… Su desprecio a sí mismo me dolía tanto o más que a él…

—… Anzu…

— Empeoró cuando nos fuimos, las lágrimas de Rebecca lo pusieron mucho… Mucho peor. — Sollozó. — Traté… Traté de que me mirara, de que me dijese algo… Pero él ni siquiera me miró… Y pensé que era mejor darle su espacio… Aun así… Quise verlo y apoyarlo… Pero temía que quería que me fuera de su lado… Es por eso que no hice nada… Sentí rabia… ¡Mucha rabia! Fui cobarde cuando más me necesito…— A Yugi se le llenaron los ojos de lágrimas, nunca había visto llorar a la castaña de esa manera. — Admito… Que por un segundo temí de su mirada, porque se veía tan… Cruel… Que creí que a mí también me lastimaría, pero luego pensé… Que no era así. Solo necesitaba darse cuenta de que no fue su culpa.

Yugi dejó escapar un par de lágrimas… Definitivamente… Estaba impresionado, Anzu lloraba por sus amigos, velaba por ellos… Sin embargo, esta situación era diferente, esa forma tan desgarradora de llorar no era común en ella. Sabía qué se debía, los sentimientos que ella sentía hacia el faraón, lo que nunca imaginó, es que serían tan fuertes.

Y Yami también sabía que el corazón de la castaña le pertenecía a él, pero no lo quería aceptar, no porque no le correspondiera. Aun no aclaraba lo que sentía por la ojiazul, pero sabía que eso sería sumamente imposible. Primero, Rebecca quería mucho a Yugi, demasiado, y que él estuviese con la castaña aun en su cuerpo, sería abusivo… Y segundo… Él no pertenecía a este mundo, lo tenía claro. Si le hacía falsas ilusiones a Anzu… La destrozaría más de la cuenta. Y eso… No se lo podía permitir.

—… Perdona, Yugi…— Se secó las lágrimas y se rió. — No quise preocuparte, pero de verdad necesitaba desahogarme con alguien. — Suspiró con una sonrisa. Yugi se tensó, pues podía sentir las emociones de su otro yo…— Nos vemos, Yugi…— Susurró para volver con Rebecca y los demás. Kaiba pronto vendría a llevarlos a Domino, y lo mejor era alejarse lo más rápido posible de esos recuerdos.

. . .

Yugi miró con tristeza a su amiga, le dolía verla así. Repentinamente, sin poder evitarlo, un resplandor salió del rompecabezas, haciendo que el faraón tomara su lugar en su cuerpo.

"¿Faraón…?"

— "Lo siento, Yugi". — Pensó al tener por completo el control del cuerpo de su descendiente.

"¿Qué vas a hacer?"

— "Lo que debí hacer desde que esto había acabado". — Comenzó a correr rápidamente tras la castaña. —… ¡Anzu…!

. . .

Anzu se detuvo al oír esa voz, y sobre todo… Que sonara de esa manera tan… No sabía cómo describirlo. No se giró a verlo, la última vez que lo había visto… Fue cuando se habían enfrentado a Dartz. Estaba preocupada, pues Yugi le había dicho que había salido herido… Y también le comentó que le estaba ocultando algo. Cerró los ojos, tratando de ordenar sus ideas, y decir algo coherente.

—… Yugi me dijo… Que fuiste lastimado… ¿Estás bien? — Preguntó entrelazando sus manos lentamente.

El faraón sin nombre apretó los puños, preso del sufrimiento, sabía que se sentía incómoda mirarle. Pero aun así… Necesitaba ver sus ojos.

—… Estoy bien… Gracias. — Miró el suelo, tenso.

— Me alegro. — Sonrió girándose a verle.

Gran error. Se sorprendió de ver aun sus ojos violetas nublados de dolor… Y también culpa, pero Yugi ya lo había perdonado, ¿no?

—… ¿Qué pasa? Yugi, yo, y todos te perdonaron, no tienes que seguir culpándote porque principalmente no fue tu culpa todo eso. — Trató de animarle, pero él negó con la cabeza.

—… No es eso.

— ¿Entonces qué es? Pero si no quieres decirlo, claro, yo entenderé, pero sabes que tienes mi apoyo incondicional. — Tomó su mano y la estrechó con cariño.

Eso solo hizo sentir peor al pobre, quitó su mano con suavidad y le dio la espalda, no quería que lo viera de esa forma tan… herida.

—… ¿Faraón?

—… Anzu, yo… Lo lamento…

—… ¿Por qué me pides disculpas?

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Finalmente habían vuelto, pero él seguía sin cederle el cuerpo a Yugi, necesitaba caminar, sentir el aire… Sentir algo, ya sentía un poco de paz en su interior, pero había algo… Que definitivamente no lo dejaba en paz.

-F-l-a-s-h—B-a-c-k-

Una voz se coló en la mente del faraón antes de abandonar el lugar donde derrotó al lado oscuro de Dartz por completo.

"Siempre correrá odio por tus venas, faraón. Todo a causa de tu mujer".

Con solo esa frase sintió algo extraño herir su pecho, sintió por unos segundos odio, ya la vez dolor… Pero también un sentimiento que no pudo describir, uno fuerte, muy especial, cálido… Pero seguía sin saber qué nombre denominarle…

-F-l-a-s-h—B-a-c-k—E-n-d-s-

-Al día siguiente-

Anzu corría toda velocidad, había estado tan sumida en sus pensamientos la noche anterior sobre lo sucedido antes de que volvieran, que había olvidado que tenía escuela. Giró a la derecha y chocó con alguien, haciéndola caer.

— ¡Lo siento mucho! — Miró a la joven tirada en el suelo. Parecía tener su edad… Entonces la miró bien.

Se sonrojó levemente, le daba vergüenza estar cerca de esa joven tan… Bellísima. Esa era una de las muchas palabras que describían lo hermosa que era, se puso de pie elegantemente sacudiéndose el polvo de su falda cuadriculada de color rojo, su chaqueta de escuela era negra, y dejaba ver un poco la blusa blanca. Su cabello era negro como la noche, brillante, largo… Pero tenía unos cuantos mechones de cabello rojizos, aunque no se notaban casi nada, solo el brillo del sol lograba hacerlos notar, pues eran bastante oscuros. Finalmente abrió los ojos y se asustó un poco, sus ojos eran color sangre, fríos, calculadores. Simplemente, la muchacha era atractiva, pero había algo en su mirada que expresaba más de lo que aparentaba.

— No te preocupes, estoy bien. — Le sonrió cálidamente a la castaña.

—…

— ¿Te encuentras bien?

— Sí, sí… Es que… Dios… Nunca había visto a alguien como tú… Tan bella.

La muchacha de cabellos azabaches sonrió con tristeza.

—… Gracias, pero cada beneficio es una maldición. — Anzu le miró sin entender. — No me hagas mucho caso, soy una persona con malas memorias… Del pasado. — Su sonrisa se tornó un poco funesta. — ¿Cuál es tu nombre?

— Soy… Anzu… Mazaki Anzu. — Le extendió la mano.

—…— Correspondió su gesto y la analizó a los ojos unos segundos. Anzu se tensó. —… No entiendo por qué me alabas tanto, Mazaki… Tú eres muy linda, sin contar que tus ojos son preciosos. — La castaña se sonrojó aún más. —…Vine recién a la ciudad.

— ¿De qué instituto eres? Nunca había visto uno de esto uniformes.

— No te preocupes, yo ya no voy al instituto, soy un genio. — La ojiazul abrió la boca demostrando su sorpresa. — Me gradué a los 10 años.

—… ¿Qué edad tienes? ¿Y en qué trabajas?

— Tengo 16 años. Me baso en investigación egipcia. — Miró detenidamente a Anzu, esperando su reacción, que fue suma sorpresa. — ¿Acaso es muy aburrido?

—… No, no… Yo cumpliré 17…— Se rió nerviosamente. —… Y no, no es aburrido… Es que… Lo único que nos rodea a mis amigos y a mí… Es Egipto y su historia. — Sonrió con cierta tristeza.

—… ¿Por qué no te saltas las clases y vas conmigo y tus amigos al museo? — Ofreció. — Visitaré a unos amigos, son Ishizu y Marik Ishtar.

—… ¿Cómo?

— ¿Los conoces? — Ella asintió. —… Entonces es cierto…

—… ¿Qué cosa?

—… No te preocupes… Lo sabrás cuando llegues. — Comenzó a irse. — Ve al museo, estará cerrado, así que estaremos solo tú, yo… Y tus amigos. — Anzu le miró sin saber qué decir. —… Estoy segura de que vendrán… Han descubierto gran parte del pasado del faraón sin nombre… Bueno… Era desconocido su nombre… Pero yo sé todo sobre él…

.

.

.

—… ¡¿Cómo…?! ¡Oye, espera…! ¡No sé tu nombre…!

Quedó muda al ver como la pelinegra iniciaba un gran salto y se fue saltando casa por casa, una pregunta surgió en su cabeza.

—… "¿Es un enemigo? No lo sé… Lo parece, pero… Esa forma de mirar… Obviamente ella no es normal…"

— ¡Anzu!

Se giró a ver a sus tres amigos. Se fijó enseguida en el rompecabezas de Yugi.

—… Eh… Ah… Chicos, yo…

—… ¿Qué pasa, Anzu? — Se acercó el menor.

—… Tienen que venir conmigo. Me encontré con alguien que… Sabe algo.

— ¿De qué, Anzu? — Preguntó el rubio frunciendo el ceño, pero Yugi comprendió el mensaje.

— Sabe… Sobre la existencia del faraón, o eso me dio a entender… Sabe mucho sobre la historia de Egipto… Y sabe cuál es su verdadero nombre…

Nada más escucharon eso, los cuatro salieron corriendo en dirección al museo. Apenas entraron, notaron lo tenso que estaba el lugar, Yugi fue quien más lo notó, pudo percibir una gran cantidad de oscuridad… Que no provenía de él mismo… Eso no… Era alguien más.

—… Viniste… Anzu. Bienvenida.

Todos miraron a la muchacha, que miraba a Anzu con una sonrisa. Los chicos se sonrojaron, definitivamente la muchacha era preciosa, pero había algo en su mirada que les inspiraba cierta desconfianza, solo Anzu creía en ella.

—… Hola… Huh… No tuve tiempo de preguntarte tu nombre…

—… Mi nombre, ¿eh? — Miró a Yugi.

Este sintió una extraña palpitación tanto de su corazón como de su rompecabezas… El faraón también estaba inquieto, aunque aún no veía a la chica. Solo sentía su oscura presencia.

La sonrisa de la extraña se tornó siniestra y a su alrededor un aura verdosa comenzó a rodearla… Algo muy familiar. Sacó entre su blusa un collar que tenía de dije una forma de estrella que parecía ser…

. . .

—… No puede ser…— Susurraron al unísono. La azabache soltó una carcajada.

—… Si puede ser.

Yugi se llevó una mano al pecho, su corazón… O tal vez el de Yami, no estaba seguro, palpitaba dolorosamente, inseguro, preso de miedo.

—… Querido sello que te maldecí, te pido que vengas a mí… Rompe con mi nombre la maldición que al faraón le dí. — Recitó, haciendo que el lugar se volviese más oscuro y el brillo que emanaba de la joven de ojos carmesí aumentara y destellara con más fuerza.

—… Mi nombre… es Esmeralda.

.

.

.

Última palpitación del rompecabezas, para luego desprenderse una gran luz por el lugar, Yugi sintió como arrancaban un pedazo de él, lejos de él, pues sintió el rompecabezas desvanecerse… Cayó al suelo, estaba débil… ¿Qué había sido eso?

Levantó la vista y contuvo el aliento… En frente de él… Estaba el faraón, mirándolo con el mismo shock. Él portaba el rompecabezas. Se veía mucho más alto que él… bueno, no le sorprendía. Ambos se pusieron de pie y miraron a… Esmeralda.

Ella sonreía, su perversidad seguía grabada en su expresión, mirando expectante al faraón, quien comenzó a reaccionar cuando el nombre de esta resonó en su cabeza.

—… Esmeralda…— Susurró dolorosamente el faraón.

Todos lo miraron sin entender… ¿Esos dos se conocían? La sonrisa de Esmeralda de volvió aun más sádica.

—… Cuánto tiempo… Siglos… Sin vernos…

—…

Atem.

Ese fue el último golpe en su pecho… Ese dolor con solo verla… Le era muy familiar.

-F-l-a-s-h—B-a-c-k-

Esta mujer hay que sacrificarla, tiene poderes que ni usted… Faraón… Puede manejar. — insistió el sacerdote.

—… No, Seth… Déjenla a mi cuidado. — Ordenó mirando a la pelinegra con severas heridas en el cuerpo.

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—… Esmeralda, por favor… Quédate conmigo.

Ella lo miró con frialdad.

—… Eres patético, sabes muy bien que resulto un peligro para ti y este reino, aun así quieres que me quede, ¿qué clase de miserable eres tú?

Eso no significa nada para mí.

Ella sonrió de forma burlesca. Se acercó lentamente a él hasta quedar a escasos centímetros de su rostro.

—… Eres un infeliz.

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Cásate conmigo. — La azabache le miró con lágrimas en los ojos, pero había furia en sus orbes carmesí.

—… Debes estar bromeando, ¿verdad?

No estoy bromeando, ¿crees que sí?

Sí, porque todos ustedes, malditos bastardos miserables… son iguales. Me querrás en tu cama y luego me mandarás a matar para buscarte a otra, como lo hizo mi padre con mi madre.

—… Esmeralda…

No pudo continuar, la muchacha ya había abandonado la habitación.

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¡Suéltenla! — Todos la soltaron con brusquedad, haciéndola caer al suelo. —… Yo me ocuparé de ella.

Todos los guardias abandonaron la prisión, la azabache se rió.

Vaya, Atem… Hiciste lo que querías, me golpearon y casi me mataron después de que me metiera en tu cama… Muy bien hecho…-

Fue interrumpida cuando el estampó su mano con la mejilla de ella, haciéndola tambalearse, por un segundo, se mostró sorprendida, pero volvió a reírse.

—… Vaya, vaya, vaya… Ya casi… Te vuelves un animal como los que tienes como guardias.

Eres tan despreciable…— Susurró con resentimiento. — ¿Qué me hiciste? Incluso yo he notado mi cambio, ¡¿qué me hiciste?! — La agarró de los hombros, pero Esmeralda se zafó enseguida.

Quita tus sucias manos de mí, hipócrita. Dejaste que me quedara por inspirar lástima… Luego me quisiste como tu mujer… Y ahora me reclamas, te advertí que me parecía patético retenerme, y me aburriste, tanto así, que preferí irme con otro bastardo.

—…

¿Estás celoso de que me tenga y tú no? — Se acercó lentamente a él, quien comenzó a retroceder por su cercanía. —… Eso lo comprueba, tienes miedo de admitirlo, porque por más resentido que estés conmigo…— Se volvió a reír con cinismo. — Tú me amas… Es increíble… No puedo creerlo…

¡Yo no te amo! — La empujó. — ¡Yo solo quiero verte muerta!

—… Así que muerta…— Subió las faldas de su vestido maltratado y sacó una navaja, se la entregó al faraón, que le miró confundida. Lo obligó a ponerla en su cuello. — Apostemos algo, hazlo, mátame, desgraciado. ¡MÁTAME, SI TANTO ME ODIAS!

—…— Estaba en shock, su mano temblaba, y Esmeralda lo sabía, ella misma sujetaba su muñeca para terminar con eso.

¡SÉ UN HOMBRE, COBARDE! Acaba conmigo… Con esta cualquiera que tanto odias…— No supo por qué, pero él pudo sentir un deje de dolor en sus palabras. No hizo absolutamente nada, no podía negarlo, él aun…— Qué decepción, Atem… Creí que en verdad me odiabas. — Dejó de hacer presión en él y guardó su navaja. Le dio la espalda y en la celda encontró una fusta para maltratar a los prisioneros, acarició el cuero del arma con cuidado. —… Perdiste tu oportunidad…— Susurró antes de que ejerciera su energía maligna y hacer que el cuerpo del faraón se paralizara.

¡¿PERO QUÉ HACES…-?!

—… Fuiste… ERES… Y siempre serás… Un infeliz.

¡Esmeralda…-!

Con el poder que lo inmovilizaba, no pudo evitar el fuetazo que le dio la azabache, sorprendiéndolo, ella nunca… Le había hecho algo como eso…

¡ESTE ES POR EL GOLPE QUE ME DISTE! — Segundo fuetazo. — ¡ESTE POR POCO HOMBRE! — Tercer fuetazo. — ¡ESTE POR PATÉTICO! ¡Y ESTE POR…-!

Seth había llegado y le había disparado una flecha en el estómago, frenando la. Esmeralda cayó al suelo desprevenida… Se llevó las manos al vientre sorprendida… Entonces Atem comprendió por que hizo eso...

—… Vaya, Seth… Vaya que estupidez cometiste…— Susurró la joven. — Mataste…— Llevó su mano a la flecha. — Al futuro faraón de Egipto…— Arrancó el arma con fuerza, haciendo que sangrara más.

Deshizo el hechizo inmovilizador del faraón, haciéndolo caer al suelo, su rostro estaba manchado de sangre por los maltratos de la joven.

—… ¿Estabas…?

Sí. Estaba embarazada, y sí, aun así, me acosté con otro hombre, aun así, dejé que tus salvajaes me golpearan, aun así, dejé que TÚ me golpearas, aun así… Deje que Seth matara al bastardo que esperaba, porque era lo único que me seguía atando a ti… Pero ya no hay nada… Todos me desprecian… No tengo NADA… Que hacer aquí… Infelices. — Susurró antes de desaparecer con su poder.

-F-l-a-s-h—B-a-c-k—E-n-d-s-

Los ojos violetas del faraón cambiaron a un brillante color escarlata, junto con una sola expresión: odio. Esa mujer… No supo del todo, pero le había hecho un gran daño... El sólo escuchar su nombre lo llenaba de odio. De su rompecabezas se desprendió una oscura energía que golpeó violentamente a Esmeralda, haciéndola chochar contra la pared. Anzu soltó un grito de horror, sin poder creerse que el faraón fue capaz de hacer algo como eso... Y en contra una chica.

Todos, excepto Esmeralda y el faraón, notaron a los hermanos Ishtar aproximarse.

— ¿Esmeralda? — Vieron la escena perplejos. — ¡¿Qué significa esto?!

La joven de ojos rojos miró al faraón que su mirada se había tornado del mismo color que ella.

— No has cambiado nada…— Con su mano lo señaló y unas descargas recorrieron el cuerpo del faraón, haciéndolo soltar un alarido de dolor. — Parece que tendré que matarte antes de lo esperado…-

— ¡NO! — Intervino una voz.— ¡No, por favor! ¡Esmeralda… Ya basta!

Esmeralda, que estaba apunto de darle su fin, vio a Anzu interponerse entre ella y el Faraón malherido.

— Yo sé que no quieres hacer esto... Si no quieres...— Comenzó a llorar.— No lo hagas... Yo sé que eres una buena persona.

Esmeralda suavizó su mirada con la ojiazul.

Continuará…

YISUS! O_O Okay, muy fuerte, y seguro no entenderán nada, principalmente, pero de eso se trata, que despierte la curiosidad y vean por qué la personalidad de este OC es tan peculiar, el triángulo amoroso está por comenzar…

Rossana's Mind cambio y fuera!

Reviews?

PD: No he logrado recuperar nada, por lo cual comencé este fic para ya darles algo de entretenimiento u,u espero que les guste!