Iba caminando por la deliciosa playa de Cancún cuando vi una hermosa pareja de ancianos sentados en la arena esperando a que el vaivén de las olas llegara a tocar sus arrugados pies.
Es curioso encontrar 2 personas de esa edad tiradas en la playa simplemente disfrutando el uno del otro con la mirada fija en el mismo punto lejos en el horizonte. Me detuve, retiré los auriculares y me tumbé unos metros tras de ellos, que ni siquiera se percataron de mi presencia.
-¿Que vamos a hacer ahora Rick?- Preguntó ella sin mover la mirada.
-¿A qué te refieres?
-No lo sé... Ya lo hemos hecho todo.
-¿Eso crees?
-Sí, lo hago.- La señora giro la mirada hacia él que ya la miraba expectante.- ¿Qué no hemos hecho?
-Bueno, no hemos... ¿Salvado al mundo?
-Tal vez no al mundo, pero si varias vidas, entre ellas las nuestras.
-Cierto. Entonces, no hemos... ¡Oh, ahí está! No hemos nadado en el fondo del mar. - El anciano lucía como un niño pequeño al decir esto. Y su esposa (o la que parecía ser su esposa) soltó una carcajada.
-Tú no cambias, Castle. Por eso te amo tanto.-Le rodeó el cuello con los brazos y atrajo su boca hacia la suya; él envolvió su cintura con sus largos brazos y la atrajo hacia él.
Yo no podía creer estar presenciando esto. Nunca antes había visto un par de ancianos demostrándose amor de esa manera, ni de ninguna otra.
-No hemos visto hadas, sirenas y unicornios tampoco.-Dijo él con la misma expresión de niño que había hecho anteriormente.
-¡Basta Rick! Estoy hablando en serio, ¿Que vamos a hacer cuando regresemos a casa?
-Vamos a seguir con nuestras vidas, visitar a nuestros hijo, nuestros nietos, caminar todos los días por el Central Park tomados de la mano. Hay tantas cosas por hacer aún.
La mujer se quedó pensativa durante unos minutos y después habló:
-¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
-En avión, luego caminamos.-Ella le lanzó una mirada penetrante, la cual el parecía conocer a la perfección porque comenzó a reír.-Bueno, yo creo que hemos llegado aquí porque nos lo merecemos, porque después de todo lo vivido, te tantas vidas salvadas, y tanto peligro en el que hemos estado, merecemos todo lo que tenemos ahora: Hijos, nietos, viajes, comodidad y el uno al otro.
Ella sonrió apoyando su cabeza en el hombro de él.
-…Y porque esperaste cuatro años.-dijo la anciana volviéndose hacia él sonriendo pícaramente.
-Cuatro años no son nada para un amor eterno... Aparte, valieron la pena.
Él se puso de pie y ofreció su mano para que ella se pusiera de pie también. Se hubieran percatado de mi presencia si no hubieran estado tan perdidos en la mirada del otro.
Comenzaron a caminar en dirección al norte y decidí seguirlos.
-Y aquella vez que fui a trabajar a DC, ¿me vas a decir que no fue difícil?
-No, no lo fue. ¿Sabes por qué?-Ella negó con la cabeza.-Simple, un verbo conjugado en tres tiempos: Te amaba, te amo y te amaré.
Comenzó a llover repentinamente y tuve que correr a refugiarme mientras ellos 2, sin temor alguno a adquirir alguna enfermedad comenzaron a acelerar el paso hasta llegar a sentarse a un par de columpios en los que comenzaron a balancear mientras reían.
Aquello fue lo último que vi de ese par de tortolos enamorados. Nunca antes vi algo así y fue lo más lindo que pude presenciar. Todas las personas en el mundo desearíamos tener un amor eterno como ese. ¿O no?
