"THE DOG"

Capitulo 1: Solitario

Siguió caminando entre la nieve seguro de que esta vez encontraría el horrocruxe verdadero. Dos días enteros caminando entre montañas de hielo y nada, no es que se quejara, la ultima pista que siguió resultó ser falsa después de siete meses tratando de cazarla... por supuesto aquella jamás fue tan confiable como la que seguía en este momento, y aunque anteriormente había contado con la ayuda, nada despreciable, de Ron y Hermione, decidió que era momento de deshacerse de ellos y continuar solo.

Pasaban por Londres con la excusa de asegurarse que la familia Wesley estuviese a salvo y seguir la recuperación de Bill, eso fue lo que les dijo, jamás se acercaron lo suficiente como para entablar una conversación casual con la familia, así que, cual niños abandonados por una madre despreciable, Hermione y Ron fueron dejados atrás en la oscuridad de aquel cuarto, alquilado únicamente con ese propósito la misma noche en que llegaron. Noche en que rápida y silenciosamente descendió los escalones para ocultarse bajo la capa y salir de la localidad perdiéndose entre la niebla londinense mientras sus pisadas iban apagándose.

Supo de las infructuosas búsquedas que desató la familia de pelirrojos desde su huida, las fatídicas excusas que proclamaban para que saliera de donde fuera que estuviera. Supo también de las búsquedas paralelas de mortifagos sanguinarios, siguiendo siempre las huellas secas que dejaba la Orden a su paso. Sabía que ninguno de ellos lo encontraría, al menos no aún. ¿Qué esperaban que hiciera? ¿Que saliera a la menor provocación? ¿Que gritara aquí estoy, ¡atrápenme!?

Nunca había supuesto el valor de un cervatillo solitario hasta que él mismo huyó, dejando tras de si una estela de búsquedas y muertes que aseguraban querer tenerlo en su poder. A él, un huérfano insulso, un asesino despiadado, un demente, a él… que era solo un niño. De qué podía servirles un niño con el alma destrozada. Cuál era su función en esta guerra, qué querían de él. Sentía que era su trabajo destruir aquellas almas hermanas, porque si, sabía que él mismo poseía una de ellas en su interior, y deseaba acabar con todo, continuar hasta el final, corregir su estupidez, la estupidez de haber vivido, y acabar. ¿Por qué acabar con la vida que habían tratado de salvar a pesar de tantas muertes? estaba de más aquella pregunta.

Cual ciervo siguió corriendo cada vez más lejos, cada vez más recóndito, cada vez más fuera de su alcance, del alcance de todos, de su propio alcance.

Se precipitó hacia una soledad contundentemente inevitable. Durante los primeros meses, esas horas interminables de silencio, esas hojas que continuaban cayendo, el paso de las estaciones, la quietud, la proximidad a la locura, la inexistente capacidad de supervivencia, el nulo deseo de seguir, todo se juntó para colapsar en una inmutable frialdad que eclipsaría el rigor de su fuerza. Un espíritu mutilado. El mundo había cambiado a su alrededor. Ahora olía a miedo. Se vislumbraba el camino inquebrantable del miedo y la soledad insufrible.

-aguanta, Harry, aguanta, solo un poco mas, no puedes rendirte aún.- niño de manos temblorosas, de facciones lloriqueantes- estúpido niño resultaste ser- lagrimas. gritos. deseos exhumados.- valiente elegido…

Frustrante soledad.

Cuando por fin sus manos dejaron de temblar, cuando dejó extinguir al dolor ante la inmediatez de los próximos acontecimientos, entonces, y solo hasta ese momento, puedo ponerse en pie. Tambaleante tomó sus cosas, sacudió sus ropas de tierra y lodo acumulados, se limpió las vergonzosas lágrimas del rostro.

Y siguió.

Qué más podía hacer, era un fugitivo, miraría al caos de frente, lo aceptaría cual hermano de sangre, y entonces se preguntó si el caos sería capaz de aceptarle a él de igual manera.

Hubiese deseado no tener que abandonar la seguridad de la ingenua infancia, pero cómo abandonar algo que jamás poseíste… ingenuidad… infancia… términos poco asociados con los niños avejentados por la guerra. Los jóvenes más viejos que había visto la comunidad mágica, horas sin sueño, horas de preocupación, ojos devastados por la locura.

Su carga de conciencia era más de lo que podía soportar, ver morir gente por todos lados, aquellos amigos que murieron acribillados frente a él sólo para protegerlo, la insensata cordura de Hermione arrastrándolos fuera en vez de proteger lo que hubiera quedado, las pupilas temblorosas de Ron mirando lo que ya no podían salvar, huyendo de antemano fuera de las garras de la muerte; la cobardía de Ron, la insensatez de Hermione, todo se reunía en sus venas golpeando su cerebro, produciendo ruidos ensordecedores, provocando una demencia más allá de lo manejable.

-mírate, Harry-

-Luna, Neville… ellos no…

-lo siento, Harry-

-no… yo no… no sé qué hacer…-

-GINNNYYYY…

-dieron la vida por ti…

NO.

-¿Harry?-

No.

-¡HARRRYYYY!!

No. No fue manejable.

Desencadenó todo. La sangre derramada por sus amigos, de sus amigos, hizo que iniciara todo; la traición desembocada a su alrededor forjó en él al mezquino asesino que era ahora. La sangre seguía derramándose por montones, en el mejor de los casos un crucio hacia lo suyo cuando buscaba información, pero él era parte muggle gracias a su madre y gracias a ella podía hacer lo que hacía al torturar a quien se encontrara frente a él, a mano limpia.

Haría lo que fuera, mas de lo que estaba dispuesto a aceptar que haría o que ya había hecho, lo necesario para lograr su objetivo...

No toleraría más lágrimas...

No toleraría traición alguna...

¿Quién había hecho tanto como él sólo para morir cuando acabara todo? ¿Quién, cuando al final de las muertes, al final del sufrimiento, cuando acabara la guerra y se extendiera la paz desearía morir? ¿Quién no tendría ninguna alternativa sino la muerte?

- yo.