¡Feliz día del nombre a la Reina Lucy! Protectora de los Siete Reinos y señora de los cupcakes.
Te presento estos sencillos regalos en tu honor. Espero te gusten, que los escribí con mucho cariño. Que los Siete te bendigan y colmen de libros, alegrías, cupcakes y cosas bonitas jaja :3
Jeyne Poole ya no era la misma. Estaba marchita, con su alma destrozada y el cuerpo lleno de cicatrices que traían consigo los peores recuerdos de toda su vida. Sansa lo sabía y lo entendía a la perfección.
Las dos habían sido víctimas de las crueldades de la vida, las tocaron con violencia las injusticias y mentiras que empapaban de tristeza sus corazones.
La joven temblaba de frío junto a la chimenea, envuelta en una manta que cubría sus ropas empapadas por la lluvia. Sansa se acercó a ella con un tazón de caldo caliente y una copa de un vino descolorido y poco apetitoso.
—Te traje esto— susurró con dulzura, colocando un mechón detrás de su oreja.
—Gracias—terció antes de soltarse a llorar, mientras devoraba el insulso caldo como si fuese un gran manjar.—No...no tendrías que hacer esto.
—Claro que sí, desde que vivíamos en Invernalia éramos las mejores amigas. Fuiste conmigo a Desembarco del Rey, aunque después te perdí, pero ¡Benditos sean los dioses! Porque te encontré de nuevo, Jeyne.
La muchacha sonrió, dejando a un lado el tazón y entrelazó tímidamente sus manos con las de la joven Stark. Se miraron fijamente a los ojos, sin decir palabra alguna, puesto que sus ojos hablaban por sí solos. Se transmitieron ese amor oculto y profundo que se profesaba una a la otra; se dijeron que habían sufrido, pero que su mutua compañía significaba el mejor de los consuelos. Esos ojos marrones decían "te amo" y aquellos azules como zafiros gritaban a los Siete Reinos que nunca jamás la volvería a dejar ir.
Un beso consumó su promesa silenciosa de amor, así como los amantes legendarios de los cuales sus almas seguirían juntas por toda la eternidad.
