He aquí el primer one-shot de esta pequeña idea que me surgió un día en clase de neuroanatomía (eran 4 horas seguidas, no me culpen!). Quería hacer una historia para el día de San Valentín, pero me llegaron tres ideas, así que decidí publicarlas todas en esto que llamé el Especial de San Valentín.
Dedicado a ti, que estás detrás de mi felicidad.
¡Disfrútenlo!
Todo lo que no reconozcan es mío, lo demás (la mayoría) es de la maravillosa J.K. Rowling!
Parque.
Rose caminaba por entre los árboles de su parque muggle favorito. En cierta forma eso le ayudaba a liberar la frustración que la causaba no tener una cita para el día siguiente, el tan mencionado San Valentín que todas las chicas enamoradas esperaban con ansia y en el que las solteras, como ella, estaban solas en sus apartamentos sin nadie con quien compartir porque todos sus amigos y amigas estaban ocupados con sus novias o novios.
Para colmo de males, ella era la encargada de escribir el artículo del 14 de febrero para El Profeta, anunciando todas las maravillas del amor que ella creía eran una idiotez. Bufó con desagrado y dejó que el aire frío y húmedo se llevara toda su irritación. Lo que le gustaba de caminar a esa hora era que no había mucha gente, pues estaba casi oscuro y cerrarían pronto.
Mientras caminaba, le pareció escuchar a alguien gritando, pero no le dio importancia y siguió con su camino, observando el amplio cielo, cubierto de nubes grises que amenazaban que llovería pronto, al parecer el clima estaba acorde con su humor.
Cuando sintió un par de gotas de lluvia caer sobre su rostro, soltó un suspiro de desenfado y tomó un paraguas que había cargado por si acaso, pues ese día cuando dejó su apartamento, estaba igual de nublado y no quería que todos sus pergaminos con notas se estropearan.
Estaba a punto de irse cuando escuchó algo moviéndose entre los arbustos. Frunció el entrecejo y sacó su varita lista para enfrentarse a cualquiera que se le interpusiera en el camino. Para su sorpresa, sólo era un perro un poco grande, uno muy lindo, si podía añadir, con un abundante pelaje castaño. El animal sólo la observaba moviendo la cola con alegría.
-Hola, amigo ¿estás perdido?- dijo Rose sonriente, intentando ver la placa que llevaba en el cuello.
-¡Max!- escuchó que gritaron cerca de allí. El perro se fue corriendo en dirección del sonido y regresó segundos después cuando Rose ya había comenzado a caminar con tranquilidad, bajo la copiosa lluvia.
-Max ¿por qué te desapareces de repente?- preguntó una voz agitada de hombre tras ella.
Cuando Rose volteó no pudo evitar sonreír al ver a Max, el perro, siendo acariciado por su dueño, un chico rubio con un paraguas que se le hacía extrañamente familiar…
-¿Scorpius Malfoy?- preguntó sorprendida, atrayendo la atención de él.
-¿Rose?- preguntó Scorpius extrañado alzando la vista con una gran sonrisa.
-¿Qué haces aquí?- preguntaron los dos al unísono, riendo por la coincidencia.
-Tú primero- dijo Scorpius sin dejar de sonreír.
-Vivo cerca- contestó ella tomando un poco más fuerte el paraguas, pues la lluvia había arreciado de repente-. ¿y tú?
-Vine a pasear a mi perro, llevaba una hora buscándolo- explicó- parece que más bien me vino a pasear a mí- comentó burlándose de sí mismo.
Rose no podía creer la extraña casualidad. Ellos dos habían sido novios en su quinto año en Hogwarts, pero habían cortado por situaciones que Rose ya no lograba recordar. Aún así, habían seguido siendo amigos hasta salir del colegio, cuando de repente habían simplemente perdido el contacto.
-¿Cómo has estado?- preguntó el rubio con gran interés, algo que Rose notó y la hizo sonrojar.
-Bien, podría decirse- contestó con una sonrisa forzada, recordando todas sus desgracias de San Valentín.
-Me parece que hay una gran historia detrás de esa respuesta- dijo Scorpius acariciándose la barbilla, algo que Rose sabía era muy característico de él, siempre tan intuitivo.
-¿Tú cómo has estado?- preguntó Rose para evitar el tema, aunque sorprendiéndose a sí misma de tener una gran curiosidad en cuanto a él se refería, estaba en cierto punto dolida por que él nunca había contestado a las dos cartas que le había enviado después de que se graduaron, aunque eso había sido cinco años atrás.
-Bien, supongo- contestó él del mismo modo.
Se observaron durante unos instantes, que a Rose le parecieron eternos, él en definitiva estaba muy cambiado, ya no tenía la pinta de ese adolescente que ella recordaba.
-¿Te parece bien si te invito un café?- preguntó él mirándola directo a los ojos-. Creo que me estoy congelando.
Rose sonrió auténticamente esta vez y asintió, siguiéndolo hasta la salida del encharcado parque y caminando en silencio dos cuadras más hasta llegar a un acogedor café muggle que estaba casi vacío. Dejaron a Max afuera (tuvieron que hacerlo) y entraron.
Scorpius le retiró la silla para que se sentara. Rose no había olvidado lo caballeroso que era. Algunas veces, cuando estaba completamente sola en su habitación, sin nadie con quien charlar, lo recordaba, así como lo mucho que había estado enamorada de él. Cuando se sentó frente a ella pudo verlo realmente, llevaba una barba rala de varios días, unas ojeras prominentes, el cabello más corto que la última vez que lo había visto, había crecido algunos centímetros más desde la graduación, pero también estaba más delgado. Lo único que no había cambiado mucho era su mirada, tan profunda y llena de brillo.
Rose se sonrojó al notar que él también la observaba.
Antes de que alguno de los dos dijera algo, la mesera llegó a tomarles la orden, ambos pidieron lo mismo y después se hizo un silencio incómodo.
-¿Y… qué es lo que haces ahora?- preguntó Rose, harta del silencio y de las miradas escrutadoras.
-Soy sanador en San Mungo, en el Departamento de Daños Provocados por Hechizos- contestó Scorpius con una sonrisa de medio lado que Rose no supo cómo interpretar, era casi como si le estuviera ocultando algo-. Tú trabajas para El Profeta ¿cierto?
-¿Cómo sabes eso?- ¿acaso él era un acosador que se había obsesionado con ella y por eso lo había encontrado en el parque, todo parte de un perfecto plan?
-He leído tus artículos, salen en primero plana- rió él. Rose se sonrojo. Estaba paranoica, se regañó mentalmente.
-Sí- carraspeó-. Supuse que era por eso- para aliviar un poco la vergüenza, bebió un sorbo de su café, estaba realmente bueno.
-¿Qué tal está tu familia?- preguntó él con interés, algo que Rose notó de nuevo-. Supe que tu primo James estuvo en San Mungo hace un mes, aunque no supe si estaba bien, realmente.
¿De verdad estaba interesado en su vida? Porque súbitamente ella tuvo una necesidad de saber todo de él y de que él supiera todo de ella, tal como era antes…
-Sí, él… se lastimó en el trabajo, ya sabes, algo clasificado, supongo que por eso no te informaron- dijo Rose sin poder evitar que sus ojos reflejaran cierta tristeza-. Todos hemos estado bien, gracias- dijo, sintiendo que no necesitaba dar más información, o al menos eso le decía la opresión que sentía en el pecho, contra el corazón- ¿y tu familia? Supe que tu madre hizo una fundación para apoyar los Derechos de las Criaturas Mágicas en Extinción.
-Sí, ella… la fundó hace un año, más o menos, a papá no le hizo gracia, ya sabes… su historia con el hipogrifo…- sonrió Scorpius, notando el cambio repentino de Rose, quien no había podido evitar sonreír ante el recuerdo de cuando el rubio le contó sobre la historia de Buckbeack desde el punto de vista de los Malfoy.
-¿lista para mañana?- preguntó Scorpius intentando cambiar de tema.
-¿Qué hay mañana?- preguntó Rose frunciendo el entrecejo, confundida.
-Es San Valentín- recordó Scorpius sorprendido-. Ya sabes, la razón de que en San Mungo haya miles de casos de indigestión por tanta azúcar y de que haya un alto índice de nacimientos a mediados de octubre…
Rose no pudo evitar reír, al menos algo no había cambiado, él seguía siendo gracioso.
-Yo no festejo ese día, al menos ya no- esperó que Scorpius no notara el tono de nostalgia en su voz-. Para mí significa el día de más trabajo, tengo que escribir un artículo completo sobre el amor y todas esas cursilerías…
-Así que asumo que no estás saliendo con nadie- comentó el rubio observándola con fijeza, algo que la hizo sonrojar, como si la hubieran atrapado haciendo algo indebido.
-No desde hace un año, más o menos- respondió ella desviando la mirada-. Salía con Andrew Thomas, ¿lo recuerdas?
-¿El chico que se rompió la mitad de los huesos en un partido de quidditch?- se sorprendió Scorpius. Rose no pudo evitar reír ante su mirada, era bastante gracioso.
-Sí, él mismo. De cualquier manera eso se acabó.
-¿Lo amabas?- preguntó Scorpius, Rose hubiera preferido que no lo hiciera.
-No sé si en realidad haya estado enamorada de alguien alguna vez, en realidad- las palabras salieron de su boca antes de que pudiera detenerlas. Notó cómo la sonrisa del rubio se tensaba, y él desvió la mirada como por reflejo. Rose se sintió mal por eso, seguramente él lo había interpretado mal, ella se había referido a después de salir con él.
-¿Por eso…?- Scorpius carraspeó, como dando su último respiro ante una última oportunidad donde ya no tenía nada que perder- ¿por eso nunca contestaste mis cartas?- preguntó.
Rose lo miró extrañada, genuinamente confundida.
-¿Cartas? Nunca recibí una carta tuya- respondió intentado encontrar respuestas más allá de sus ojos-. Yo fui la que te escribió y tú no respondiste- dijo con la voz más sentida de lo que pretendía.
-Pero…- Scorpius estaba más confundido que ella- yo te escribí, varias veces, y nunca me llegó ni una sola carta tuya.
Ambos se quedaron en silencio, asimilándolo todo.
-¿De verdad me escribiste?- preguntó Rose, sólo para estar segura.
-En la graduación te prometí que lo haría- recordó Scorpius dolido-, y yo nunca falto a mi palabra- y eso fue suficiente, después de tanto tiempo, Rose seguía creyendo en él, pues de alguna manera u otra, seguía siendo su amigo, aquel con el que iba a juegos de quidditch y compartía golosinas de Honeyduckes.
-¿Qué fue lo que sucedió, entonces?- preguntó Rose pensativa- las cartas no pudieron simplemente perderse, tu lechuza me conoce y la mía te conoce a ti.
-Quizás…- dijo Scorpius luego de mucho tiempo, poniéndose pálido- quizás alguien las interceptó.
-¿Por qué alguien haría eso?- preguntó Rose, sin poderlo creer, pero tomándolo como una posibilidad. De alguna manera u otra, la presión en su pecho se había hecho más ligera al saber parte de la verdad.
-No sé… ¿celos?- cuando Rose vio que las manos se Scorpius temblaban, supo que algo sucedía.
-¿Qué es lo que sucede? ¿Qué no me estás diciendo?- exigió saber.
Scorpius soltó un bufido de rabia e indignación.
-¿Recuerdas ese chico con el que salías en el séptimo año? ¿Matt algo?
Rose asintió.
-Pues me escuchó decirte que te escribiría en el verano, que nos mantendríamos en contacto- Rose recordó esa vez como la última en que había abrazado a Scorpius ¿por qué pensaba en eso ahora? Tampoco era que le siguiera gustando…-. Después de eso él me dijo que no te escribiera, que él estaba contigo y no sé qué más. Me lo tomé como una estupidez, aunque me sonó más como un intento de amenaza.
Rose se puso completamente roja de rabia ¿así que Matt, el que la había engañado dos meses después acostándose con su secretaria, era el responsable del final de su amistad con Scorpius?
-Scorpius…- comenzó Rose-. Lo siento tanto… de verdad, yo…
-No fue tu culpa- cortó el rubio soltando un respingo-. Al menos lo aclaramos, ¿no es cierto?- sonrió, pero Rose vio cierto ápice de tristeza en sus ojos.
-Aún así lo lamento- siguió Rose con sinceridad, tomando su mano por encima de la mesa, sin poderlo evitar-. Lamento haberme perdido cinco años de tu vida.
Scorpius el devolvió el apretón cariñosamente.
-Créeme que yo también lo lamento.
Rose le sonrió con calidez. No se había dado cuenta de lo mucho que lo había extrañado hasta ese momento. Sin embargo, había pasado tanto tiempo que sabía que ya no eran las mismas personas, habían cambiado seguramente en muchos aspectos, ahora lo que quedaba era empezar de cero, pero ¿empezar qué? ¿retomar su amistad? Rose no estaba segura de poder con eso, no cuando lo único que quería hacer era acercarse un poco más y besarlo, era un deseo que no había sentido por nadie antes, el sentir miles de sensaciones en su estómago y las manos, un sentimiento de querer saber todo de él, sentir que era El chico, el único, ¿era posible sentir eso con tan sólo haber pasado una hora juntos después de tanto tiempo?
-Ya debo irme- dijo Scorpius con calma-. Tengo turno en una hora, así que…
-Claro, seguro- afirmó Rose, sin saber qué hacer, quería gritarle en la cara que le seguía gustando, pero no podía ¿o sí?-. Yo debería ir a escribir el artículo, de todos modos.
Scorpius le ayudó a ponerse su abrigo color vino, pagó la cuenta bajo las protestas de una Rose que quería paga su parte (algo en lo que no se salió con la suya) y al fin salieron a la calle. Había dejado de llover, pero las calles estaban llenas de charcos y el cielo aún estaba nublado. Max ladró desde el otro lado de la calle cuando los vio dejar el café, yendo hacia ellos de inmediato, alejándose del refugio que le ofrecía el parteaguas de la casa de enfrente.
-¿Y en dónde vives?- preguntó Scorpius.
-En la siguiente cuadra- contestó Rose con las manos en los bolsillos, en un intento de que él no notara sus temblores por la cercanía. Cuando vio que él la acompañaría hasta su apartamento, dijo-. No es necesario que me acompañes, en serio…
-Sólo será hasta la puerta- rió él-. No puedo dejar que una chica tan linda como tú camine sola por allí.
Rose se sonrojó con la mención, él solía decirle eso aún después de que habían terminado. Caminaron la cuadra restante en silencio, sólo roto por el sonido de sus pasos y sus respiraciones agitadas. Cuando llegaron a la puerta del edificio, Rose se volvió hacia él.
-Espero verte pronto- dijo mordiéndose el labio.
-Yo también- coincidió él, ahora con una sonrisa sincera adornando su rostro-. Nos vemos- dijo, después se volvió y camino unos cuantos pasos, seguido de Max.
Rose se quedó plantada en la puerta.
-¡Scorpius!- exclamó y fue hacia él, quien volteó extrañado.
Rose le echó los brazos al cuello en un largo abrazo. Él posó una de sus manos en su cintura y la otra en su espalda, acercándola más a él. Rose posó su cabeza en el hueco entre su cuello, aspirando su masculina colonia, con miles de mariposas revolucionarias haciendo estragos en cada fibra de su ser.
-Te extrañé- le dijo en un susurro.
-Y yo a ti, Rosie- respondió Scorpius del mismo modo.
-Creí que no querías saber nada de mí- dijo Rose con tristeza-. Me dolió muchísimo, eras mi mejor amigo y ahora que sabemos qué sucedió…
Scorpius se separó un poco de ella para verla a los ojos. Rose pudo ver determinación en ellos y entonces sucedió: la besó. A Rose le tomó una milésima de segundo darse cuenta de lo que sucedía, darse cuenta de esos labios, ahora tan extrañamente familiares, los mismo que le habían dado su primero beso, posados sobre los suyos de nuevo, con un sentimiento más profundo que antes.
Rose cerró los ojos y simplemente se dejó llevar, abrazándolo cada vez más, moviendo sus labios en sincronía con los suyos, tan cálidos y suaves a comparación con el frío del ambiente…
Cuando se separaron, Scorpius la miró con tal intensidad que Rose se sintió desnuda.
-No quiero volver a ser tu amigo, Rose- dijo él con firmeza, como diciéndoselo a él mismo, Rose sintió una punzada de dolor en el corazón, otra vez-. No me malentiendas, yo… quiero ser más que eso. Sé que es la primera vez que nos vemos en años, pero… creo que podría funcionar esta vez.
Rose se mordió el labio, ansiosa.
-Volvamos a empezar, entonces- dijo con una tímida sonrisa, que le fue respondida por él-. No estás saliendo con nadie ahora, ¿cierto?- preguntó, cayendo en la cuenta de que no sabía si él estaba soltero.
-No desde hace mucho- rió él negando con la cabeza, sin dejar de abrazarla por la cintura. Rose se sentía tan bien con su contacto, tan protegida, tan… en perfección-. Salgamos mañana ¿quieres?- pidió él.
-No habrá un solo lugar disponible, es San Valentín ¿recuerdas?
-Cierto…en ese caso, podemos vernos en el parque de nuevo ¿qué te parece?
-Nos vemos a las cuatro allí mismo- dijo Rose. Scorpius asintió y la besó en la mejilla con suavidad una última vez antes de Desaparecer junto con Max.
Cuando Rose llegó a su apartamento, la euforia que sentía salió a manera de un grito ahogado, así que, aprovechando toda la adrenalina que sentía, tomó pluma y pergamino y se puso a escribir.
El amor, una simple palabra que es tan complicada en la práctica. Seguro a más de uno de ustedes les ha sucedido algún desastre amoroso que en realidad después sólo les puede servir para mejorar en este juego que a mí antes me parecía sin sentido. Todos los tropiezos nos ayudan a mejorar, a madurar para cuando el día en que nuestra alma gemela llegue, estemos listos para recibirla sin reparos.
La cuestión de las almas gemelas ha estado de moda desde hace mucho tiempo, y yo siempre me había preguntado si era verdad, pues si les soy sincera aún no lo sé a ciencia cierta, pero es distinto cuando veo a ese chico a los ojos, al indicado, devolverme la mirada con nada más que amor reflejándose en sus ojos.
Todos estamos hechos para amar, no creo que haya un solo ser humano, mago o muggle, que nunca haya sentido lo que es, no necesariamente el amor a una pareja como siempre nos hacen creer, sino el amor por un amigo, por un familiar, incluso por una mascota. El amor tiene muchas manifestaciones diferentes, sólo hay que saber distinguirlas y estar listos para recibirlas con los brazos abiertos.
Desde hace tiempo yo ya no creía en el amor sincero, pero hoy, este día, algo simplemente cambió, algo que me hizo creer de nuevo, y quisiera compartirles esto: no importa que tan solo o sola te sientas, siempre hay alguien, en algún lugar, esperando por ti así como tú por él. Porque el amor no tiene fronteras, ni límites, y nadie puede detenerlo nunca.
El pequeño escrito de Rose salió publicado a la mañana siguiente, a la editora simplemente le había fascinado. Satisfecha con su trabajo, Rose se tomó la mañana libre, sin dejar atrás las ansias que sentía por saber que en unas cuantas horas se vería con Scorpius nuevamente.
Su habitación estaba hecha un desastre, con ropa por todos lados. Le había tomado al menos dos horas decidir qué se iba a poner. Quería que ese día fuera perfecto, aunque por desgracia había amanecido igual de nublado y no había muchas señales de que el sol fuera a salir pronto. Al fin se decidió por unos jeans oscuros, una blusa de pequeñas flores, un abrigo púrpura y unos zapatos cerrados por si llovía. Trenzó su cabello pelirrojo para evitar que se esponjara y cuando notó, faltaban veinte minutos para las cuatro de la tarde.
Tomó aire varias veces para tranquilizarse, se aseguró de que todo estuviera en su lugar, y salió del apartamento simulando tranquilidad. Caminó hasta el lugar en el que se habían encontrado el día anterior y se sentó en una banca a esperar por Scorpius, quien llegó puntual.
-Leí tu artículo en la mañana- dijo sonriendo a manera de saludo. Rose se sonrojó un poco-. ¡Fue estupendo!
-Gracias- dijo Rose alegremente y lo invitó a sentarse junto a ella.
Se quedaron un momento en silencio, observando a la gente que pasaba frente a ellos. Rose sintió cómo Scorpius la tomaba de la mano, ella entrelazó sus dedos con los suyos, sintiendo cómo encajaban.
-No parece que haya pasado tanto tiempo ¿sabes?- dijo Rose viéndolo a los ojos-. Siento que aún te conozco.
-Y sin embargo no somos los mismos- rió Scorpius-. Cuéntame un poco de ti, aparte de tu trabajo, ya sabes que he leído todo lo que has escrito los últimos años.
-¿Todo?
-Todos los días busco alguna noticia tuya, es como una costumbre- admitió ruborizado, sin saber que había hecho que el corazón de Rose palpitara con mayor rapidez-. Así que… cuéntame.
-Pues no hay mucho qué decir, en realidad- Rose apenas se daba cuenta de eso-. Como te dije ayer, no he salido con nadie en un año, la verdad es que me he estado refugiando en mi trabajo. Mi familia me apoya, claro, los veo cada semana. He vivido en el mismo apartamento desde la graduación, a pesar de que mis padres no querían. Aún amo el helado de chocolate, la lluvia y sentarme junto al fuego a leer un buen libro. He desarrollado una fuerte adicción a las novelas de amor y la música de Colbie Caillat (es muggle, bastante vieja). Aún me gusta nadar en los días de mucho sol y jugar quidditch con mis primos, aunque algunos de ellos ya están casados.
Scorpius la escuchó sin hacer ninguna interrupción, como si intentara memorizar cada una de las palabras dichas por ella.
-¿Qué me dices de ti?
-Pues como te dije ayer, trabajo en San Mungo, estuve tres años adicionales estudiando para ser sanador, pero es básicamente lo único que he hecho desde entonces. Me mudé de casa de mis padres después de graduarnos de Hogwarts, encontré a Max dos años después, llegó a mi casa siendo un cachorro. Aún mantengo contacto con mis amigos del colegio y mis días libres a veces salgo con ellos, si no me la paso durmiendo, no tengo nada más qué hacer. He salido con algunas mujeres, lo admito, pero no ha sido nada serio, nunca llegan a entender por completo mi trabajo, pero es lo que amo y no pienso dejarlo. Algunas veces cuando voy a casa de mis padres de visita me la paso horas volando, eso no ha cambiado. Aún mi bebida favorita es la cerveza de mantequilla y secretamente me da miedo la oscuridad.
Rose sonrió con eso último. Se acordaba de cada detalle como si no hubiera transcurrido el tiempo. Quizás, sólo quizás, no había cambiado tanto como ella creía. Ambos se miraron con una sonrisa tranquila.
-Si te soy sincera- comenzó Rose tiempo después- no puedo ni siquiera recordar por qué fue que cortamos en primer lugar.
Scorpius desvió un poco la mirada y luego dijo:
-Porque fui un total y completo cobarde- admitió. Rose frunció el entrecejo, pero lo dejó continuar-. Sabíamos en qué nos estábamos metiendo cuando comenzamos a ser amigos, pero ser algo más… crearía un gran conflicto familiar y decidimos dejarlo, argumentamos que no estábamos listos para algo así.
Rose entonces comenzó a recordar. Lo que él decía era cierto, ambos habían tenido miedo de lo que su relación podría acarrear, razón por la que nadie, ni siquiera la mejor amiga de Rose, supo de su noviazgo.
-Claro que me arrepentí dos minutos después cuando te vi irte- confesó Scorpius, como si fuera su secreto mejor guardado, algo que no se había admitido ni siquiera a él mismo en todo ese tiempo.
Los ojos de Rose se aguaron y desvió la vista para que él no lo notara, pero lo hizo. Scorpius la rodeó delicadamente con sus brazos y Rose apoyó la cabeza en su hombro, preguntándose si de verdad habían sido así de estúpidos. Tiempo después, Rose lo miró directo a los ojos y sonrió con amargura.
-Llevo siete años arrepintiéndome el no haber seguido con lo nuestro, no hagas que pase más tiempo.
Scorpius le dirigió una sonrisa de felicidad y enseguida la besó, un beso más calmado que el del día anterior, pero en él ya no había tristeza, sino una enorme alegría de poder luchar por su amor esta vez, sin importarles nadie más que sólo ellos.
Seis meses después, Scorpius se mudó al departamento de Rose, iban al parque a diario después del trabajo.
Un año más tarde se casaron.
Sus familias, después de saber toda la historia, no pusieron objeciones.
Bien, este es el final del primer one-shot. Espero que haya sido de su agrado y me dejen un lindo review (¿sabían que así actualizo más rápido? xD) con sus comentarios, recomendaciones, etc. todo es bien recibido.
Las tres se desarrollarán en días lluviosos, creo, culpen al clima de México estos últimos días jiji
Para todos ustedes un gran y fuerte abrazo!
Nos leemos pronto!
