Hola.
Se que tengo muchas historias sin terminar pero simplemente no puedo evitarlo, las ganas de escribir cosas nuevas me supera y...así es como termino por posponer el continuar con las historias más largas :'). Además este tío con mala leche parece que es querido por el público siendo el que más votos tiene en la poll.
KHR! pertenece a Akira Amano.
El ambiente cargado de pomposidad y frivolidades no era plato de buen gusto para el líder de los Varia quien se veía rodeado de maquiavélicos aliados en esa fiesta sin sentido. Aislado del mundanal ruido de las conversaciones cargadas de futilidad se encontraba apoyado en el balcón de la mansión de su anfitrión tratando de vaciar su mente, o centrarla en cosas más productivas como que comería el día siguiente.
Dando otro largo trago de su Whisky terminó su bebida dejando caer el vaso al patio inferior viendo como el cristal se fragmentaba en diminutos trozos delante de una señorita de aspecto ligeramente familiar. Sin darle importancia regreso al bullicioso interior en busca de su exquisito elixir de color ambarino.
Todo continuaba tal y como lo había dejado antes de retirarse, los músicos tocaban sus instrumentos con gran maestría, algunos invitados disfrutaban del baile por parejas mientras otros más desagradables se molestaban en seguir desperdiciando el aire conversando bajo una máscara de amabilidad. El moreno no lograba decantarse hacia el motivo que más le desagradaba de esta situación. Si por él fuera ese lugar hubiera empezado a estallar y a desmoronarse en el mismo instante en el que se vio obligado a poner un pie en el.
Llevando sus rojos ojos de un lado a otro de la gran sala llena de gente que disfrutaría matando por el hecho de estar allí vislumbro a la dama a la cual casi rompe el cráneo dejando caer el vaso. Su cabello castaño estaba recogido en un moño estudiadamente desorganizado, llevaba vestido más negro que la noche, un antifaz ricamente decorado del mismo color que su ropaje y rasgados ojos de un azul helado que despertaban algo en la mente del hombre que no lograba ubicar, haciendo que sus niveles de irritación se elevaran peligrosamente.
En un intento de mantener su ira bajo control se centró en su objetivo inicial, ir a por otro vaso de Whisky. Dando largos pasos se dirigió a la mesa de bebidas apartando con un aura de peligrosidad a todo aquel que se interpusiera en su camino. Una vez allí recogió uno de los vasos y lo llenó de su bebida predilecta ignorante de la presencia de la mujer que se acercaba con un paso elegante y decidido hacia él hasta que un aroma familiar llegó a sus fosas nasales girándose hacia ella por instinto. La señorita le dedicó una sonrisa antes de alcanzar el recipiente de cristal de las manos de Xanxus e irse con un seductor bamboleo de caderas.
Sorprendido y disgustado por el hurto de la dama salió tras ella en cuanto superó su desconcierto pero una multitud de molestos individuos se interponía en su camino perdiéndola de vista en la muchedumbre. Dispuesto a hacerle pagar por tal desfachatez recorrió la sala con ojo avizor esperando encontrarla y aprovechar para descargar su frustración con ella.
Por el rabillo del ojo vislumbro una solitaria figura oscura subiendo las grandes escaleras que llevaban al piso superior y sin perder un instante la siguió. Y como si se tratara de un sueño sentía esa desesperante sensación de que por mucho que acelerara el paso no sería capaz de alcanzarla.
Una vez llegó a las escaleras ya no pudo ver a nadie en ellas pero continuó su camino sin perder de vista su meta, dar su merecido a esa mujer. Si se hubiera tratado de otro momento en otro lugar le habría bastado con llevar las manos a la parte trasera de sus pantalones y vaciar en su delicado cuerpo un cargador de mortíferas balas pero se recordaba a si mismo que no debía causar un alboroto. Viéndose obligado a utilizar métodos más discretos continuó con su persecución en la segunda planta advirtiendo una sombra en la esquina del pasillo del ala este dirigiéndose hacia allá.
El corredor parecía estar vacío pero una puerta abierta en la lejanía captó de inmediato su atención. Una vez Xanxus estuvo en el centro de la habitación la dama de ropajes negros cerró la puerta tras él ganando la atención del hombre.
— ¿Qué coño crees que estás haciendo?
La señorita no se molestó en responder la grosera pregunta de su perseguidor dándole únicamente una sonrisa de medio lado ante el comentario, cosa que enfureció más a este.
—Muy bien basura, tienes exactamente tres segundos para darme el puto vaso y tener una muerte rápida.
En un acto de provocación la mujer sacudió ligeramente el vaso haciendo que su contenido se balanceara de un lado a otro.
—Tú mejor que nadie deberías saber que no debes cabrearme, escoria.
—Vaya, y yo que creía que no me habías reconocido. ¿Por qué ha sido?
—Eres la única mujer lo bastante loca para robarme que apesta a pólvora—respondió el hombre de la forma más desagradable que tenía para describir el olor de la dama.
—Te puedo asegurar que me doy un buen baño después de terminar mi trabajo.
—Si no dejas de decir gilipolleces te arrancaré la lengua, ¿qué estás haciendo aquí?
—Disfrutar de una maravillosa fiesta por supuesto.
El caballero entrecerró los ojos peligrosamente dedicándole una mirada de las que podrían matar.
—Vamos no seas así, esta no es forma de celebrar un reencuentro. Te he traído una bebida y todo—dijo la señorita tendiéndole el vaso con una sonrisa burlesca.
— ¿Dónde has estado?—preguntó Xanxus a la vez que arrebataba el recipiente de cristal de las manos de la mujer de ojos azules.
—Trabajando.
—Por qué coño te fuiste cuando dijiste que te quedarías.
—Casi pareces una mujer despechada, en ningún momento dije eso—se burló la señorita caminando hacia las translúcidas puertas del balcón—. Sigo estando de tu lado pero no puedo ofrecerle mi lealtad a Vongola y tu lealtad a esa familia es indiscutible. Ya deberías saberlo a estas alturas, mi cabeza tiene un precio y bastante alto.
—Esa es la excusa más estúpida que he oído.
—Teniendo en cuenta que disparas antes de que te las den no me extraña. Lo que me extraña es que no me hayas vuelto a disparar.
—No te daré una muerte tan rápida si eso es lo que esperas.
— ¿Te enfadaste cuando me fui?—preguntó la dama abriendo las puertas del balcón disfrutando de la brisa nocturna—. Está claro que si, olvida esa pregunta y respóndeme a esta, ¿cuánto te enfadaste?
Harto de las mofas de la mujer sacó una de sus pistolas dejando olvidada su promesa de una muerte lenta y dolorosa. Por su parte la insolente señorita retiró con cuidado la peluca y la red que llevaba para impedir que su larga cabellera azul fuera descubierta lanzándolas descuidadamente a un rincón de la habitación. Pasó una mano por sus cabellos en un intento de hacerlos mínimamente decentes mientras dirigía la mirada al caballero de aspecto irritado.
—Si lo haces no tardarán en descubrir la escena del crimen, ¿estás seguro de querer eso?
—No recordaba que fueras tan previsora—respondió con un deje de desprecio—. Ahora resulta que la mujer que me secuestró y me provoco para que le pegara un tiro me viene con que dispararle es una mala idea, hay que joderse.
—Hablas como si me conocieras pero en el fondo no sabes una puta mierda sobre mi—dejó caer la dama de forma mordaz.
—No creo que te molestara eso mientras estábamos en la cama.
—Y no me molesta ahora, solo remarco que no puedes juzgarme.
El hombre de ojos rojos se termino de un trago el líquido ambarino dejando un rastro cálido por su garganta a su paso soltando el vaso sobre el escritorio.
—Tu rabia y tu fuerza me atrajeron de una forma cegadora haciendo que perdiera de vista todo lo demás—comenzó la señorita de cabellos azules apoyándose en la barandilla de mármol blanco del balcón—. Te he odiado durante aproximadamente ocho años de mi vida soñando casi cada noche como te mataba lentamente y me regocijaba en tus gritos de dolor. Me precipité con mis planes pero lo único que deseaba era cerrar esa etapa de mi vida y comenzar de nuevo. Pero lo que pasó... está claro que cometí un error obsesionándome con asesinarte hasta tal punto. Eres el error más grande que he cometido, he acabado con la vida de todos y cada uno de mis objetivos sin embargo tú sigues pululando por ahí como si nada. Y lo peor es que ni tan siquiera me apetece verte morir ya.
Con un paso firme y decidido el caballero repleto de cicatrices se dirigió al balcón quedándose a unos pocos pasos de su interlocutora.
— ¿Por qué estás aquí?
—Te lo dije aquel día, estoy donde quiero estar.
— ¿Es una forma ridícula de decir que quieres estar conmigo?—se burló él clavando su mirada en la zona de su espalda por donde debía estar su corazón.
—No, yo nunca diría algo tan ridículo como eso. Lo que quise decir aquel día es que iba a hacer lo que me diera la gana, ni más ni menos. ¿O esperabas que te calentara la cama para siempre?
El hombre resopló enfadado antes de agarrarla bruscamente por el hombro y obligarla a darse la vuelta. Entonces alzó su mano derecha abofeteándola con la fuerza suficiente como para dejar una marca roja en su mejilla. La dama le miró con fiereza tras el golpe, encajando su puño en la mandíbula del caballero al cual se le encendieron los ojos de rabia. La mujer de cabellos azules jamás lo reconocería en voz alta pero ese era el estado en el que él le gustaba. Rabioso, dispuesto a arrancarle el corazón con sus propias manos.
Le agarró por camisa obligándole a bajar su cabeza hasta que sus labios quedaron a la altura de los de ella estrellándose en un beso furioso. Bruscamente se separaron jadeando ligeramente mientras seguían con su juego de miradas antes de volver a sellar sus labios. Xanxus la arrastro hasta el interior donde prácticamente le arrancó el vestido dejándola únicamente con la ropa interior de color azul noche. Viendo su posición dominante perdida le empujó a la cama subiéndose a caballo en sus caderas para tirar del nudo de la corbata lentamente.
—Voy a empezar a pasarte las facturas de la ropa—susurró con molestia mientras arrojaba la corbata al suelo de la habitación—. Siempre me haces lo mismo.
El caballero gruñó en respuesta pasando sus ásperas manos por su espalda, deteniéndose unos momentos en una cicatriz circular antes de desabrocharle el sujetador y dejarlo caer.
Agarró su largo cabello azul obligándola a dejar su cuello descubierto llenándolo de besos descuidados, bajando por la clavícula hasta llegar a sus tersos pechos mordiendo y succionando la delicada piel.
Apretando las manos en los hombros de Xanxus soltó un reprimido gemido antes de obligarlo a acostarse en la cama lanzándose a besar su garganta mientras desabrochaba los botones de la camisa. Dejando un delicado toque en sus músculos arañándolos ligeramente hasta llegar a los pantalones y desabrocharlos aliviando presión en su dura virilidad.
Mordiéndole el cuello como si deseara devorarla dejaba marcas que después calmaba con la lengua excitando cada vez más a Aoi quien se agarraba al moreno, su único enlace con la realidad. Su mente hacía rato que se hallaba nublada entre placer y dolor y no lo deseaba de otra manera. Su tacto, su olor, su sabor, todo la atraía a él en esos momentos.
Deshaciéndose del resto de la molesta ropa se dejaron llevar en un frenesí de deseo y lujuria. La fricción de sus cuerpos caldeaba el ambiente de la habitación mientras que la potencia de las embestidas hacía repiquetear el cabecero de madera con violencia contra la pared.
Cada vez más descontrolados retozaban en la cama en busca de nuevas sensaciones tratando de sentir a su compañero tan cerca como les fuera posible. Los gemidos y respiraciones se hacían más cortos e intensos conforme pasaban los minutos.
Agarrándose con fuerza a la espalda de su amante la mujer de cabellos azules mordió el hombro de Xanxus en un intento de sofocar el grito de placer que era incapaz de seguir conteniendo. El moreno gruño antes de hacerse a un lado cayendo al lado de la dama.
La nube de placer que había inundado su mente se convirtió en somnolencia y junto al agradable calor que desprendía su compañera no pudo resistir el abrazo del sueño.
Aoi miró al hombre que yacía dormido a su lado mientras se levantaba y lo cubría con las sabanas. Su encuentro había sido corto pero tras drogar su Whiskey realmente tenía que admitir que ese hombre tenía el aguante de una fiera salvaje.
Unos insistentes golpes en la puerta despertaron al dormido caballero de su placentero sueño. Respondiendo a estos con una fuerte e insultante amenaza se frotó la frente recordando los acontecimientos de la noche pasada y observando las marcas de su cuerpo en el espejo pudo comprobar que no se había tratado de un sueño. Sin embargo la mujer se había vuelto a ir sin dejar más rastro tras de si que unas sabanas arrugadas y la chaqueta del traje del caballero desaparecida.
—Maldita seas—murmuró el moreno mientras se vestía.
Cerrando la puerta de un portazo el líder de los Varia ignoro a su subordinado el cual esperaba pacientemente fuera y se dirigió presto a la limusina que le esperaba en la puerta de la mansión.
— ¿Una buena noche?—preguntó Squalo quien estaba sentado en el interior del vehículo alzando las cejas al ver las marcas que la ropa no cubría.
—Ella ha estado aquí—se limitó a responder el moreno con apatía apoyando la cabeza en la mano mientras miraba por la ventana.
Entendiendo lo que su superior pretendía hacerle entender el ruidoso mafioso no volvió a abrir la boca en el resto del viaje.
Entrando en su habitación en el castillo, Xanxus, miró en el bolsillo de su pantalón encontrando la cartera que se había encontrado con anterioridad en la chaqueta que la de cabellos azules le había robado. Mirando en el interior encontró que la mayoría de su dinero en metálico había desaparecido pero en su lugar se encontraba una nota. Tras leerla el moreno la arrugó y la lanzó con rabia a la pared antes de estallar en un violento ataque de risa.
La próxima vez que la viera no estaba seguro de si la mataría o la ataría a su cama pero tenía claro que no la dejaría volver a escapar.
Gracias por haber leído la historia, críticas y comentarios son bien recibidos.
Hasta otra~.
