Flectar
Hay un parecido tremendamente doloroso entre la postura de Kathia a manos del monstruo, cuando decide Despertar pese a las súplicas de Jeanne, con la forma que adoptaba cuando hacían el amor entre las sábanas de una posada extraña o tendidas sobre la hierba suave y cubierta de rocío por la madrugada. Arqueando la espalda, bañada en sudor, con la cabellera enredada, los ojos cerrados y los músculos contraídos con algo que asemeja el altruismo de Cristo en la cruz. Y ahora que Clare, con las piernas cruzadas contra los pechos le pregunta en qué está pensando, con la vista perdida sobre su cuerpo, no se le ocurre qué decir, aparte de besar sus dedos y acostarse contra su espalda, cicatriz sobre cicatriz. Es demasiado triste.
