Querida MalaFe:
Espero que este segundo regalo te guste. Es un Two Shot, porque me dí cuenta pasado un tiempo que un OS de casi 12.000 palabras iba a ser demasiado tedioso de leer de una sola vez (lol), así que lo dividí. Nunca antes he leído o escrito un Drarry, y nunca me llamó demasiado la atención., pero cuando leí tu opción difícil quise cumplir tu deseo, porque me gustan los retos y este ha sido uno bastante grande para mí, pero lo he disfrutado a full.
He de decir que me he inspirado mucho de todos los post Drarry de Tumblr (GRACIAS, TUMBLR, Y GENTE DE TUMBLR, SRSLY) porque soy una torpe y ha habido momentos que no he sabido muy bien cómo continuar. Sólo espero cumplir tus expectativas, y que lo disfrutes al menos la mitad de lo que yo he disfrutado escribiendolo.
Con todo mi amor y mi cariño, Miss Mantequilla.
Disclaimer: Todo lo aquí mencionado ha salido de la imaginación de Jotaká, en cambio la historia me pertenece.
Este fic ha sido creado para el "Amigo Invisible 2014" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".
He aquí la petición sobre la que he decidido escribir para mi AI: Difícil: Post-guerra, sin respertar el epilogo claro. Desde el punto de vista de Harry, en el que vea a los Malfoy y comience a sentirse un poco comprensible por sus acciones. No es necesario un lemmon, pero si un beso, y más que nada que existan los sentimientos entre ellos. Un Harry observando a Malfoy en un plan casi sicopata como en sexto curso, pero que en vez de acusación haya curiosidad. Y que en algún punto del fic Draco diga la frase "no me pierdas de vista".
Las diez fases.
(1. Las cinco primeras.)
Despertar.
Harry se removió incómodo en su asiento - de no muy cómoda madera - y se mordió los labios mientras fruncía el ceño. A su lado Hermione y Ron estaban discutiendo, nuevamente, sobre algo que el pelirojo había dicho y que había molestado a la chica.
-Ronald, no puedes ir por ahí hablando de esa forma, ya quedamos en que haríamos esto, y no quiero volver a hablar sobre el tema.
-Pero Hermione, no entiendo por qué yo también tengo que...
-Silencio, Ronald, si no quieres que me juzguen a mí por asesinarte en pleno Wizengamot.
Ronald se enfurruñó y sus orejas se pusieron de color rojo mientras farfullaba a media voz. Hermione se giró hacia Harry y le sonrió levemente.
-¿Cómo te encuentras? ¿Has dormido bien esta noche? Ayer parecías nervioso.
-Bueno, sí - dijo Harry no muy seguro de lo que debía contestar - Supongo que es normal estar así de nervioso por algo así. Es un juicio después de todo y bueno...
-Nada, no pienses en ello. Vamos a contar la verdad. Después de todo se lo debemos tanto a él como a su madre.
-¿Y su padre qué? También le debemos algo?
-Cállate, Ron - espetó la castaña secamente señalándolo con el dedo índice amenazadoramente.
Harry volvió a ignorarlos y se concentró en las tres sillas de maderas en el centro de la sala circular en la que se encontraban. El Trío Dorado había acudido a uno de los juicios más mediáticos del momento: el de la familia Malfoy. Hermione había insistido mucho en que debían acudir para testificar a favor de Draco Malfoy y su madre, la señora Narcissa. Al principio Harry había estado reticente, pero con el tiempo tuvo que admitir que era lo mejor. Draco no los delató en la Mansión y Narcissa confirmó su muerte, hecho decisivo en la victoria. Así que al final Hermione y Harry había arrastrado a Ron al Wizengamot, dispuestos a hacer lo que Hermione había llamado "Un acto de justicia y clemencia".
Harry no estaba muy seguro de que un acto clemente fuese lo mejor dado lo orgullosos que eran los Malfoy, pero prefirió no comentarle nada a su mejor amiga, ella ya tenía bastante regañando a su novio constantemente.
Novios. Eso eran ahora sus dos mejores amigos. Con el tiempo había pensado que después de acabar con Voldemort volvería retomar su relación con Ginny, pero por alguna extraña razón ella había dicho que quizás necesitaban un tiempo. Un tiempo. ¿Más tiempo del que habían tenido antes de la batalla? Hermione, en su sabiduría femenina, le había aconsejado que no presionara a la Weasley. Ron, lleno de estupidez bañada en testoterona, había dicho "Lígate a otra".
-¡En pie!
El recién nombrado Ministro de Magia, Kinglsey Shacklebolt subió al estrado, acompañado de un señor con túnica negra y aspecto muy serio.
-Ese es el Juez Supremo del Wizengamot. Dicen que es implacable con todo este asunto de los crímenes de guerra - susurró Hermione en su oído mientras se ponían de pie.
Harry fijó su vista hacia el ministro cuyo semblante estaba muy serio. Asintió a un par de aurores que custodiaban una puerta que abrieron de forma muy solemne. Un grupo de aurores con túnicas muy negras y muy elegantes entraron, acompañados de los Malfoy. Desde hacía tiempo todo se había vuelto muy negro y muy solemne.
Draco Malfoy caminaba con la mirada baja, aunque muy erguido. Narcissa estaba más delgada, pero seguía igual de elegante. Su constante expresión de estar oliendo algo desagradable había desaparecido tiempo atrás. Ahora sus labios estaban rígidos, nerviosos. Lucius Malfoy fue el último en entrar en la sala, estaba muy derecho y miraba al frente como si nada de aquello tuviese relación con él. Cada miembro de la familia se situó delante de una silla, y cuando los miembros del jurado se sentaron ellos los imitaron.
Así pues comenzó el juicio. Quince larguísimos y tediosos minutos en los que se enumeraron cada uno de los crímenes de guerra de cada uno de los acusados. Harry se sintió incómodo cuando se enumeraron los que Draco había cometido.
-Pertenecer a un grupo revolucionario ilegal. Atentar contra la seguridad de magos, brujas y muggles. Permitir el acceso de miembros altamente peligrosos del grupo anteriormente mencionado al interior de la Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería a través de un armario evanescente. Intento de asesinato hacia Albus Dumbledor con sus consecuencias: la señorita Katie Bell fue víctima de una maldición y el señor Ronald Weasley fue otra víctima a causa de una botella de hidromiel que el acusado pretendía hacer llegar a Dumbledor, sin éxito. Torturas al alumnado de origen mestizo, muggle o cualquier persona que se opusiera a sus ideales. ¿Cómo se declara el acusado de todos los cargos?
-Mi cliente se declara culpable de tan sólo algunos de esos cargos.
Todo el mundo miró fijamente al abogado de la familia, cuya túnica negra se balanceó suavemente al ritmo de sus pasos.
-¿Tan sólo algunos? El propio señor Malfoy declaró que hizo todas esas cosas.
-Sí, pero fue obligado.
-Obligado - repitió con el ceño fruncido el juez - ¿Y puede demostrarlo?
-Puedo. Tengo entendido que los tres héroes de guerra se encuentran en ésta sala y se me ha comunicado su intención de declarar en favor de los acusados.
Un montón de murmullos fueron elevandose por las paredes hasta la bóveda, resonando así cientos de voces dentro de los oídos de Harry. Él no entendía nada de lo que decían esas personas, y tampoco escuchó la alta voz de Kingsley pidiendo orden y silencio. Él sólo podía ver los ojos grises de Draco, que lo miraban fijamente. Desde su lugar en la zona reservada a los testigos que esperaban para declarar, Harry tenía una vista perfecta de los acusados, pero sus ojos se habían enganchado a la presencia del más joven de ellos desde el primer instante. Había escuchado algunos comentarios de Hermione sobre su estado físico, pero no había hecho demasiado caso.
Cuando el silencio volvió a la sala Hermione fue llamada a declarar. Juró con la mano derecha levantada que diría la verdad y nada más que la verdad - al más puro estilo americano - y se sentó muy erguida en la tribuna de testigos para declarar.
-Señorita Granger, usted conoce a cada uno de los acusados aquí presentes, ¿verdad?
-Sí - contestó ella muy serena - He cursado con el hijo del matrimonio Malfoy, Draco, aquí presente y me he encontrado en contadas ocasiones con sus padres.
-Y dígame, ¿su relación con el joven Malfoy ha sido cordial?
-No - dijo ella alzando una ceja - Mi estatus de sangre me convirtió en un ser inferior a ojos del señor Malfoy.
-¿Estatus de sangre?
-Soy una nacida de muggles. Una sangresucia.
-¿Eso supuso un problema para su relación?
-Sí. Pero no he venido aquí para hablar de tontas peleas entre críos, he venido aquí a testificar a favor de ese joven.
El abogado de Mafloy sonrió de lado y Harry escuchó como algunos ancianos llamaban a Hermione "joven impertinente", pero nadie se atrevió a corregir a la heroína de guerra.
-Bien, señorita Granger, cuentele a éste tribunal lo que tiene que decir, por favor.
Fue así como Hermione habló de que Draco no los delató cuando los carroñeros los capturaron a pesar de que sólo Harry tenía la cara desfigurada. Dijo que Draco estaba claramente incómodo con la situación, poco participativo con el asunto de llamar a su señor y que además no había hecho más que desviar los hechizos cuando se vieron obligados a luchar en la Sala de los Menesteres, en Hogwarts.
Cuando Ron terminó de declarar, justo después de Hermione, un poco a regañadientes y sin mucho que aportar, fue el turno de Harry. Cuando lo llamaron para testificar hubo un gran y pesado silencio. No quería mirar, pero lo hizo. Draco lo seguía con los ojos grises clavados en su persona. Estaba sentado en su asiento, encadenado a los posabrazos, muy erguido, muy quieto y muy serio. Cuando sus ojos se encontraron Draco alzó una ceja inquisitiva y Harry se puso a sudar.
Contó todo lo que Hermione y Ron ya habían dicho y además habló de lo que Narcissa Malfoy había hecho por él, poniendo en riesgo su propia vida para darle la oportunidad de ganar la batalla final y librar al mundo del mago más peligroso que habían tenido la desgracia de conocer. Cuando terminó nadie dijo nada, y muchas personas se removieron incómodas. Narcissa Malfoy tenía los ojos muy aguados y a Harry le pareció que estaban pintados con acuarela azul. Draco apretaba la mano de su madre con fuerza. Lucius parecía del todo indiferente a la situación.
El jurado agradeció los testimonios de Harry, Hermione y Ron y dieron el juicio por finalizado. Al día siguiente se desvelaría la sentencia y el futuro de los Malfoy.
Aquella noche Harry volvió a no dormir. Dio vueltas y vueltas en su cama pensando una y otra vez en Draco Malfoy. Éste había perdido peso, pero ni un ápice de orgullo y elegancia a pesar de su situación. El cabello rubio estaba algo más largo y por primera vez lo había visto con un atuendo no tan perfecto como cuando gozaba de un estatus de niño modelo. Todos esos pensamientos lo desvelaron pero aún así se obligó a permanecer en la cama. Contó snitchs, ovejas, calabazas e incluso trató de hacer memoria para recordar algún temario de Historia de la Magia particularmente aburrido para que le entrase sueño.
Cuando la lechuza que le traía el periódico cada día dio un par de golpecitos en la ventana Harry tenía unas profundas y azules ojeras bajo los ojos. Abrió la ventana, le dió una golosina y dos knuts a la lechuza, y cogió el periódico enrollado que ésta le ofreció. Antes de desenrrollarlo cogió mucho aire y lo soltó suavemente.
Draco Malfoy y Narcissa Malfoy liberados de todos los cargos.
Después de un juicio lleno de controversias Draco Malfoy y su madre, Narcissa Black, han sido declarados inocentes y se han librado de todos los cargos. Gracias a las declaraciones del Trío de Oro se pudieron esclarecer muchos aspectos desconocidos de las acciones de ambos acusados. Se ha decidido que Draco Malfoy vuelva al colegio el curso que viene y supere sus T.I.M.O.
"Narcissa Malfoy y su hijo son dos víctimas más de la guerra. Sus decisiones no fueron más que producto de las constantes amenazas de muerte que pesaban sobre ellos. Hay que destacar que Draco no es más que un niño de diecisiete años que ha lidiado con la situación todo lo bien que ha podido, sin tener elección. Su madre lo ha hecho todo con el fin de protegerlo, además de que tomó la decisión más peligrosa de todas: mentir a El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado a fin de que Harry Potter pudiese vencer" ha declarado Carl Meltz, joven abogado de ambos Malfoy.
Lucius Malfoy, en cambio, no ha sufrido la misma suerte: nadie declaró en su favor a pesar de que también sobre él pesaban duras amenazas y él no fue más que un peón desechable en los planes de Ustedes-Saben-Quien, aún así se le ha condenado a tres años en la cárcel de Azkaban y se ha requisado la mitad de su fortuna, así como diversas propiedades en todo el país, una valiosa colección de arte y se ha ordenado que su mansión sea revisada por fuerzas del orden a fin de eliminar cualquier cosa relacionada con magia oscura.
Pero, ¿qué opinará la sociedad mágica de todo esto? Es evidente que Draco es joven y merece una segunda oportunidad para finalizar su educación mágica y ser un hombre de provecho que pueda ayudar en el renacimiento de su mundo después de tan trágico momento histórico como el que hemos vivido. Sin duda muchos de sus compañeros de clase estarán en contra de ello.
"No me importa lo que Wizengamot crea, podría haber aceptado la ayuda de Dumbledor cuando éste se la ofreció, tal y como declaró Harry Potter en el juicio, pero no lo hizo y prefirió seguir sus sucios ideales. Para mí es tan culpable como cualquiera de los otros mortífagos condenados y ejecutados" declaró Julia Minsky, fiscal en éste y muchos otros casos de mortífagos, al salir del tribunal muy enfadada.
Personalmente, ésta humilde periodista, quien estuvo presente en el juicio, cree que quizás el joven Draco si debería haber sufrido algún tipo de castigo. No podemos perdonar acciones tan graves simplemente porque "sea un niño" o "no supiese lo que hacía" como han declarado algunos de los miembros de Wizengamot, más clementes y suaves con él por el hecho de a penas haber cumplido la mayoría de edad mágica. ¿Será capaz el joven Draco de seguir adelante con su vida? Su aspecto triste, taciturno y herido durante el juicio me dio la impresión de que ha madurado demasiado deprisa, pero que sobre todo no está preparado para enfrentarse a la opinión pública y mucho menos tener que hacerse cargo de la situación ahora que se ha decidido que su padre se quedará en la cárcel por un tiempo. Sin duda a Draco le quedan tiempos difíciles por vivir, sin amigos que lo apoyen.
Rita Skeeter en primicia para El Profeta.
Harry convirtió el periódico en una bola, lleno de una exraña furia después de leer la última parte del artículo.
Al menos es libre, dijo una extraña voz dentro de sí mismo. Cerró los ojos y relajó los hombros. Deshizo el estropicio y alisó el papel sobre la mesa del comedor. En la foto que acompañaba el artículo se podía apreciar a una feliz Narcissa abrazar a su hijo con fuerza. A Harry le pareció un abrazo de alivio y felicidad, lleno de pena pero con la clara intención de consolar a su hijo, quien, a pesar de ser mucho más alto que su madre, le recordó a un niño perdido que acaba de volver a casa sano y salvo.
Fue así, mirando el abrazo que se repetía una y otra vez sobre el papel, que Harry decidió que él también quería regresar al colegio el curso siguiente a pesar de que le habían ofrecido un puesto en el departamento de Aurores. Hermione estaría exultante por ello. ¿Cómo se sentiría el propio Draco?
Gris.
El castillo había sido restaurado y estaba en perfectas condiciones cuando Harry pisó el vestíbulo, dirigiéndose hacia el Gran Comedor. Se dio cuenta, con un extraño sentimiento, de que cosas muy pequeñas habían cambiado a pesar de todo. El suelo de mármol había sido remplazado, había algunas zonas todavía deterioradas y una gran cantidad de armaduras ya no vigilaban los pasillos, quietas y disciplinadas, como antes. Se preguntó si llegaría a acostumbrarse a las caras nuevas, pero supo que nunca se haría a la idea de que a algunas personas no las volvería a ver nunca más.
Cuando entró en el comedor con Hermione y se sentó en la mesa de Griffindor muchas personas comenzaron a aplaudir y otros tantos lo llamaron "héroe" y le dieron las gracias efusivamente. Vio a una chica de Ravenclaw secarse un par de lágrimas. Más tarde se enteraría de que era nacida de muggles y que sus padres habían sido asesinados durante la guerra cuando la estaban buscando. Harry no se sentía en absoluto como un héroe, porque un héroe de verdad salva a todo el mundo, cueste lo que cueste. Antes de derrotar a Voldemort muchas muertes habían precedido a la victoria, aún así esa joven Ravenclaw le estaba agradecida por haber parado al mago oscuro.
No entendía nada.
Lo vítores pasaron, él dio las gracias torpemente y se puso de pie por la insistencia de Hermione, que le decía airadamente aunque no muy alto que debía decir algunas palabras.
-Yo, am, he venido aquí un año más porque creo que es importante no olvidar lo que ha sucedido aquí. Quiero que... Intentéis disfrutar de éste año tanto si es el primero como el último o el cuarto o el que sea. Haced amigos y, um...
Sus ojos se encontraron de repente con la cara seria de Malfoy. Lo miraba fijamente desde la puerta del comedor, como si fuese la primera vez que se viesen. Harry se sintió cohibido y se puso nervioso. Dio las gracias torpemente y se volvió a dejar caer en su asiento sin atreverse a mirar al frente.
¿Qué mierda me pasa?
Hermione habló poco durante aquella noche, como se había hecho habitual en ella. Más callada y pequeña de lo que había sido antes, su compañía se convirtió en un verdadero bálsamo para Harry. Ya no necesitaban hablar para entenderse. Estar juntos, vivos, era más que suficiente. Se preguntó si Malfoy tenía a alguien así para él.
Pensandolo bien Harry sentía que en el fondo él habría hecho lo mismo si hubiese estado en la misma situación que Malfoy. Él había perdido a sus padres cuando era muy pequeño, algo que le había causado un dolor inmenso, así que no quería imaginarse lo horrible que tuvo que ser para Draco el pensar que podía perderlos habiendo estado toda su vida con ellos, conociendolos. Teniendo una familia.
Yo también habría hecho cualquier cosa con tal de protegerlos si hubiese podido.
En todo caso fue ahí cuando comenzó a darse cuenta, de forma progresiva, que el mundo a su al rededor había tomado una tonalidad grisácea y triste. Las piedras del castillo se habían oscurecido, las rostros de sus conocidos estaban triste y serios la mayoría del tiempo. El ambiente en los jardines de Hogwarts parecía estar siempre cubierto de una espesa neblina gris que le daba un aire más dramático al mundo. Harry se preguntaba a veces si a él también le rodeaba esa extraña neblina, si también él tenía un aspecto gris, triste y apagado. Incluso Hermione, en su seguridad y valentía parecía más triste, aunque sin duda lo llevaba con mucha dignidad y no dejaba que sus sentimientos la controlaran. Hermione era una luchadora. Aún así se lo preguntó.
-¿Gris? Yo no te veo gris, Harry. Más bien estás... Aliviado. Sí. Aliviado es la palabra.
A Harry no le parecía que él estuviera aliviado porque algo dentro de él se retorcía cada vez que veía la cosa más gris de todo el catillo: Draco Malfoy. Siempre sentado al final del aula. Siempre solo. Siempre a oscuras, de repente se convirtió en su foco de atención. A veces se cruzaban por el pasillo y el Slytherin simplemente le saludaba con la cabeza. Pero sus ojos siempre le miraban, a todas horas, Harry podía jurar que esas pupilas intentaban decirle algo.
-Quizás sólo trate de agradecertelo. A mí también me ha mirado un par de veces así. No está acostumbrado a deberle la vida a gente a la que ha tratado fatal durante años. Entiendelo. Simplemente ignóralo - había dicho Hermione.
Pero Harry no podía pasar de ese asunto. Sabía que Draco le daba las gracias a su manera pero no podía evitar pensar que había algo más, mucho más, dentro de aquella mirada acerada. Y necesitaba saber de qué se trataba, por su salud mental.
Insufrible.
-Deberías estar encerrado con tu padre, asqueroso mortífago.
Harry levantó la mirada y la fijó en lo que ocurría en medio del pasillo. Un chico de segundo año insultaba a Malfoy sin que éste hiciese nada para defenderse. Un grupo de alumnos había hecho un corrillo al rededor de ellos y coreaban y apoyaban al más joven de ellos. En su túnica destacaba el amarillo de la insignia de los tejones. Harry se acercó sin ser visto.
-Por tu culpa muchas cosas sucedieron y las podrías haber evitado. ¿No te avergüenza estar aquí? Entre las paredes que te vieron torturar a tantos. El Wizengamot piensa que fuiste obligado, pero yo no te creo. Eres un cobarde y un asesino.
Malfoy torció la boca ligeramente y algo relampagueó en sus ojos. Harry quiso decir algo, pero se dio cuenta de que no tenía la suficiente relación con Malfoy como para saber si iba a tomarselo bien. Cuando aún cavilaba sobre lo que era correcto el propio Malfoy le interpeló.
-¿Y tú, Potter, qué opinas?
Todos se dieron la vuelta para mirarlo. Harry tragó saliva y miró a Draco. Éste lo miraba sin ninguna expresión en la cara, pero sus ojos eran ardientes y punzantes. Le obligaban a contestar, a hablar, y él sólo quería salir corriendo. Los labios de Draco se torcieron ligeramente, pálidos y finos y se apartó un mechón rubio de la cara con un movimiento de cabeza. Harry se dio cuenta entonces de cuán alto era el Slytherin y cuán masculina le resultaba su mandíbula. Quiso morirse al ver la nuez de Malfoy.
-Ya dije lo que tenía que decir durante el juicio - dijo con todo el aplomo que pudo.
-Este joven Hufflepuff no tiene muy claro lo que opinas, ¿podrías recordarselo?
Harry frunció el ceño.
-Eres inocente, Malfoy, pero no te aproveches de mí para defenderte siempre que tengas un problema.
El corro de alumnos se fue deshaciendo y se quedaron solos en el pasillo, en silencio.
-Últimamente me miras mucho, Potter.
-Podría decir lo mismo de ti. ¿Hay algo que quieras decirme?
Draco se encogió de hombros suavemente, como si nada de aquello le afectara y se dio la vuelta sin más. Cuando Harry se disponía a dar la vuelta y caminar hacia algún lugar alejado de Malfoy éste habló nuevamente.
-No me pierdas de vista.
Harry observó la espalda de Draco alejarse. Su elegante forma de caminar, el balanceo de la túnica, las largas y distinguidas piernas. Se preguntó por qué no debería perderle de vista, pero se dio cuenta, aquella misma noche, de que nunca había tenido la intención de dejar de observarle. Así que lo observó.
Quería saber a dónde iba, qué hacía y con quién a todas horas. Curiosamente le parecía que Malfoy sentía su presencia pero tampoco le importaba. Él sólo quería estar cerca del rubio en cualquier momento del día.
-¿Dónde has estado toda la tarde? - le preguntó Hermione una noche durante la cena cuando él regresó de los jardines después de pasar toda la tarde observando a Malfoy leer quien sabe qué.
-Por ahí.
Hermione rodó los ojos y volvió a hundir su nariz en sus apuntes mientras sorbía un poco de zumo de calabaza. Harry se alegró de que Hermione no fuese una cotilla y lo dejase resolver sus asuntos como un niño mayor. Aunque, evidentemente, había un asunto que no era capaz de resolver y ese era el asunto que se traía entre manos.
Tres meses. Tres meses siguiéndole, tres meses detrás de él. No habían vuelto a hablar, no coincidían de casualidad casi nunca, pero aún así las cosas se sentían extrañamente natural. En una ocasión Harry había pasado delante de los baños de Myrtle La Llorona, allí donde había atacado a Draco con un sectumsempra y se preguntó qué habría pasado si al joven no se le hubiese podido salvar de ese hechizo. Se preguntó cómo se habría sentido él al respecto. En aquel momento Draco formaba parte de su vida como una obsesión innsana. Pero ahora era simplemente una obsesión. A secas.
Fue poco antes de las vacaciones de Navidad que todo cambió. Hermione estaba exultante dado que iba a ver a Ron después del largo primer trimestre y un poco de luz había vuelto a sus ojos, aún así Harry no sabía si iba a pasar las navidades en el colegio o en Londres, con sus amigos. Estaba pensandolo cuando de repente Draco Malfoy se cruzó en su camino, agarró su túnica y lo metió en un aula vacía.
-Gracias - dijo el Slytherin a bocajarro, sin a penas tomar aire - Por defenderme.
No sabía si se refería al juicio del verano anterior o si se trataba de aquella vez en el pasillo con el chico Hufflepuff, pero simplemente asintió, no muy seguro de si debía decir alguna cosa.
Draco y él se miraron mucho rato, sin decir nada. Cuando la situación no pudo ser más incómoda Draco la convirtió en la cosa más extraña del mundo al tenderle la mano. Harry observó su mano, blanca, larga, fina y elegante, coronada con un anillo de plata y se preguntó si cogerla sería la señal que necesitaba el universo para joderle de nuevo. Aún así la estrechó.
A pesar de lo frío y distante del apretón la mano de Malfoy era cálida y apretaba la suya con una suavidad tierna que hizo sudar a Harry. Cuando terminó, Harry se arrepintió de muchas cosas, pero no supo exactamente de qué.
-¿Pasarás las navidades aquí?
Malfoy se giró para mirarle, dado que había caminado hacia la puerta, y negó.
-Voy a pasarlas con mi madre en la mansión. Ahora está muy sola y lo mejor es que pase todo el tiempo posible con ella.
Harry bajó la mirada. Había pensado, en un momento de extraña confusión, en ofrecerle pasar algún día juntos. Tomar algo o quién sabe qué. Si Malfoy iba a pasar las fiestas en su casa para estar con su madre no quería quitarle tiempo, dado que en el momento en el que el rubio dijo que no iba a estar en el colegio durante las vacaciones decidió que él tampoco lo haría.
-Aún así estaré encantado de que me invites a una cerveza de mantequilla en Hogsmead cuando regrese.
Durante las dos semanas que siguieron aquel encuentro sólo dos cosas ocuparon la mente de Harry hasta el inicio de las vacaciones: los ojos de Draco y la promesa de poder quedar, ellos solos. Para aclarar las cosas, aunque no sabía muy bien qué cosas.
No dejaron de mirarse ningún día de aquellas dos semanas. Al bajar del tren se habían mirado nuevamente y en los labios de Draco encontró una sonrisa ladeada que le hizo sonrojar levemente.
Enfermedad.
A pesar de todo aquello el regreso al colegio no fue para nada lo que Harry había esperado. Después de un encuentro tan cordial con Malfoy había esperado que esa promesa de salir a tomar algo en la siguiente salida a Hogsmead fuese cumplida, pero se encontró con que Malfoy le ignoraba completamente. Confundido, había tratado de hablar con él, pero curiosamente no había encontrado a Malfoy solo en ningún momento. Siempre trataba de estar pegado a un grupo de Slytherins, que lo ignoraban totalmente, y del que no se separaba en ningún momento.
Fue entonces cuando la actitud de Malfoy le pareció extraña de nuevo, como en sexto curso. Así que se empapó de curiosidad y volvió a empezar a seguirlo. Sala común, comedor, clase, comedor, biblioteca, paseo de media hora junto al lago, comedor y sala común. En eso se resumían los días de Draco Malfoy. Siempre cerca de un grupo Slytherin y con un libro entre las manos.
¿Qué era ese libro? Y sobre todo, ¿por qué Malfoy lo llevaba a todas partes? Harry soñaba con ese libro, pensaba en él y en su dueño y no llenaba su cabeza con nada más.
-¿Has hablado con Ginny ultimamente?
Hermione mordisqueaba una galleta salada distraídamente. Era evidente su molestia. No era típico de ella meterse en los asuntos de los demás, así que Harry dedujo que la pelirroja le había pedido a su amiga que le hiciera esa pregunta.
-Ya sabes cómo estan las cosas desde el verano pasado. Ella dijo que quería un tiempo para pensárselo más. Yo se lo he dado. Cuando crea que ha pensado lo suficiente puede acercarse a hablar conmigo para decirme lo que quiera.
Fue en ese momento que se dio cuenta de que no había pensado en Ginny desde hacía bastante tiempo. Quizás quería hablarle para decirle que era mejor que se olvidasen de retomar su relación. Cosa que no removió nada en él. O quizás quería pedirle una nueva oportunidad. Cosa que le provocó una extraña angustia.
-¿Y qué te gustaría que te dijera? Porque a lo mejor no lo has pensado demasiado y... ¿Me estás escuchando? ¿Harry? Harry. ¿Ya estás otra vez mirando a Malfoy?
Al escuchar su apellido Harry se fijó en su mejor amiga de nuevo. Hermione estaba pálida, el cabello recogido en un moño le daba un aspecto más mayor y sus ojos lo escudriñaban analíticamente.
-¿Puedes explicarme lo que te ocurre? Últimamente desapareces durante horas, no hablas, a penas comes y... ¡Oh! ¿Acaso estás saliendo con otra chica? - dijo ella, sonrojada y con un extraño brillo en los ojos.
Harry se sonrojó violentamente con sólo pensar en eso y negó efusivamente con la cabeza. Hermione entrecerró los ojos, sospechosa y soltó un ligero "hmmm" que incomodó más al ojiverde.
-No estoy saliendo con nadie, Mione. Simplemente necesito tiempo para mí. Ya sabes. Recordar cosas, personas y eso.
-No es bueno vagabundear por el pasado, Harry. Hay que seguir adelante.
-Lo hago.
No volvieron a tocar el tema, pero, para su gran incomodidad, Ginny había decidido volver a tener conciencia de su existencia. Ya no sólo lo saludaba tímidamente, sino que se tomaba la libertad de sentarse a su lado en algunas clases o a la hora de comer y a veces le preguntaba por su día a la hora de cenar. Ginny no era tonta, y eso él lo sabía. No iba a poder engañarla y mucho menos mentirle. Pero tampoco iba a desmentir nada hasta que ella se animase a hablar con él seriamente.
Pero la conversación con Ginny no era algo que le molestase tanto, tenía otras cosas en las que pensar, como por ejemplo, el próximo partido de Quidditch contra Slytherin, o, simplemente, el buscador del equipo verde.
Había asistido a los entrenamientos del equipo de Slytherin, como buen capitán del suyo propio, bajo la excusa de "analizar sus tácticas de juego, y así poder formar una buena estrategia". Era también la excusa que había dicho para asistir a los otros partidos de Slytherin. Hermione lo tomaba como algo normal, la responsabilidad de Harry con respecto a su casa, cosa que ella respetaba a pesar de no gustarle demasiado el deporte mágico.
Aún así, cuando llegó el día de explicarle al equipo en qué iba a consistir la táctica que iban a entrenar antes del gran partido, se dio cuenta de que no tenía ni idea de lo que debía hacer. Sólo recordaba que Malfoy se subía en su escoba, ignorando a los demás, y se situaba en la parte más alta para buscar la snitch, entrenando a su aire, solo. Había calculado cuanto tiempo solía tardar el rubio en localizar la pelotita dorada; una media de seis a diez minutos, aunque la perdía de vista tres de cada siete veces que la perseguía. Y no sólo sus estadísticas eran muy buenas, sino que su velocidad y maestría en la escoba era excepcionales. Un maestro del vuelo. Era lo único en lo que se había fijado en sus observaciones.
-Um, bueno. Creo que lo mejor que podemos hacer es seguir jugando como lo hemos estado haciendo hasta ahora.
-Pero Harry - le interrumpió el nuevo guardián, Miles Kutcher, de tercer año - El ataque de Slytherin ha mejorado considerablemente y nosotros no tenemos una defensa muy buena, empleamos un juego similar al de ellos, atacante y nos concentramos en burlar las defensas elevadas, que en este equipo son flojas.
-Claro, flojas - dijo Harry, cohibido e inseguro - Por eso vamos a atacar. Como siempre.
-Quiero decir - continuó Miles, más suavemente, como si su capitán fuese estúpido - Si ellos no tienen tantas defensas, atacarán como nosotros y será un partido sin ventajas. ¿Entiendes lo que te quiero decir?
Todos los integrantes miraron a Harry muy serios, como si de repente el moreno hubiese dicho que debían dejar ganar al equipo de las serpientes. Harry suspiró y les dijo solemnemente:
-Confío en que sabremos amoldarnos a su forma de jugar. Considero que debemos mantener nuestro estilo, con el que siempre nos ha ido bien, y cuando estemos allí, ya veremos.
Todos agrandaron sus ojos, como si él se hubiese vuelto loco. Harry dio la reunión por finalizada y salieron al campo de juego a entrenar, como siempre. Desde lo alto de su escoba se dedicó a buscar la pelotita dorada con el fin de distraerse, pero algo más dorado que cualquier snitch llamó su atención. Malfoy lo miraba desde las gradas, enfundado en su largo abrigo negro, con la cabeza bien enterrada en su gorro de piel de conejo.
-¡Harry, cuidado!
El moreno desvió la mirada y logró esquivar una bludger que se dirigía a toda velocidad hacia su cabeza. Todos acudieron a él para comprobar su estado pero él sólo podía mirar a Malfoy, que se había levantado, dispuesto a marcharse. "¿Nervioso, Potter?" vio que articulaba con sus blancos labios antes de girarse y desaparecer en las escaleras.
-¡Harry, ¿en qué estabas pensando?!
Harry sacudió la cabeza y dio por finalizado el entrenamiento, aplazandolo para el día siguiente por la mañana. Todos se miraron entre ellos, pero no dijeron nada más.
Al llegar al hall Harry suspiró, sujetando fuertemente su escoba, sintiendo sus dedos crujir. ¿Qué mierda le pasaba? ¿Acaso no tuvo suficiente de Malfoy en sexto curso? Algo lo hizo trastabillar al chocar con él. Miró al frente sólo para ver la elegante capa de Malfoy ondear detrás de sus tranquilos pasos.
Gilipollas...
Sin saber muy bien qué hacía, salió detrás del Slytherin hacia las mazmorras, pero lo perdió de vista en seguida, como si el chico se hubiese esfumado en el aire. Miró de un lado a otro, frustrado, y gruñó, dispuesto a marcharse hacia la torre de Griffindor cuando algo lo echó hacia atrás.
-¿Qué tal ese entrenamiento, Potter?
Los ojos grises de Malfoy refulgían con un extraño brillo y sus finos labios blancos estaban retorcidos en una extraña sonrisa de satisfacción, petulancia y ¿seducción?
¿En qué mierda estoy pensando? ¡No, no le mires el cuello! ¡Oh joder, esa nuez me está matando, lo juro! ¿Desde cuando Malfoy es tan... hombre? ¿Y desde cuando yo me fijo en esas cosas?
-Me he dado cuenta de que últimamente pareces muy alterado. Y vuelves a las andadas de sexto curso. ¿Vamos a tener una nueva pelea en el baño? Saca tu varita, entonces...
¿Eso era una jodida proposición? ¿Sexual?
-Uh, acabo de darme cuenta de que esa frase puede... malinterpretarse.
-Eres muy elocuente, Malfoy.
-Y tú muy fácil de ruborizar, Potter.
Harry rodó los ojos y apartó al rubio. Se sintió extraño, quizás porque la mano del Slytherin ya no estaba sobre su hombro.
-¿Por qué me has seguido?
-¿Por qué me has empujado en el pasillo?
-¿Por qué me contestas con una pregunta?
-¿Por qué viniste al entrenamiento?
-Tú viniste a los nuestros. Varias veces.
Se estableció un extraño silencio y Harry decidió que ya había tenido suficiente de tanta chorrada.
-Me voy, paso de ti.
Un agarre férreo en su brazo lo detuvo cuando a penas llevaba andados un par de pasos y una siseante voz se coló en su canal auditivo.
-Tú. No pasas. De mí. Jamás. ¿He de recordartelo, Harry? - Se acercó al oído del Griffindor y susurró las siguientes palabras - Te lo repetiré de nuevo. No. Me pierdas. De vista...
El agarre desapareció, Malfoy también y Harry se quedó plantado en las mazmorras, sin saber qué hacer o cómo controlar los enormes deseos que tenía de seguir a Malfoy y... hacer algo.
-Hola - dijo la suave voz femenina aquella tarde de Enero, fría y blanca - ¿Podemos hablar?
Y sin esperar respuesta Ginny se sentó en el césped húmedo junto a Harry. Éste reajustó su bufanda de Griffindor al rededor de su cuello y hundió su nariz en la lana, en un mudo asentimiento. Ella suspiró y una nube blanca subió despacio desde sus labios cortados hasta disolverse en el aire.
-He estado pensando, Harry.
Él se preguntó si ella iba a tardar mucho en decirle lo que fuera que quería decirle. Malfoy estaba junto al lago, leyendo nuevamente ese extraño libro. ¿Qué era ese libro? ¿Y por qué le parecía tan familiar? Ginny no paraba de hablar y hablar, moviendo las manos y soltando algún "¿Me entiendes?" de vez en cuando que él contestaba con un seco asentimiento. Pero sus palabras no podían importarle menos, sólo quería saber por qué tenía la sensación de ya haber visto ese libro en alguna ocasión. Y Ginny hablaba, y hablaba y no paraba de hablar. Ginny no dejaba de interrumpir sus cavilaciones sobre el libro. Ginny y el libro. Libro que se asemejaba mucho a un cuaderno. Cuaderno... Ginny hablando... Ginny con el cuaderno... ¿Cuaderno...?
-¡Es el diario de Tom!
-¿Perdona?
Y sin molestarse en despedirse de ella, Harry se levantó y caminó hacia un árbol más cercano a Draco. Si no recordaba mal aquel era el diario de Riddle. Pero, ¿por qué lo tenía Malfoy? Acaso... ¿Acaso estaba tramando algo? ¿Algo oscuro? Esa idea le pareció horrible y le trajo un sabor amargo en la boca. No le apetecía en absoluto tener que desenmascarar a Malfoy un año más.
¿No quieres que él sea malo o no quieres que sea malo para tí?
Harry sacudió la cabeza y se acercó aún más a Draco, que ya se levantaba y se disponía a volver al castillo. Así fue como sus miradas volvieron a cruzarse, como tantas otras veces.
-Potter - dijo Malfoy con una leve sonrisa ladeada que hizo que Harry frunciera el ceño.
-Malfoy.
-Me parece que últimamente has pillado el gusto a eso de perseguirme por todas partes.
-Tú me dijiste que no te perdiera de vista. Dos veces.
-¿Y desde cuando el Héroe de guerra se dedica a hacerle caso a un mortífago?
Harry se envaró levemente y apartó la mirada, centrandola en el cuaderno que sujetaba el Slytherin, confirmando así sus sospechas.
-¿Por qué tienes el diario de Riddle?
Draco bajó la mirada al cuaderno y alzó una ceja.
-No es el diario de Riddle, Potter. ¿Y qué más te da lo que yo lea? Te dije que no me perdieras de vista, no que me acosaras por todas partes.
-Es culpa tuya por no esclarecerlo.
Draco sonrió y se acercó aún más a Harry, quien casi podía sentir las vibraciones del suelo causadas por el choque de la mandíbula de Ginny al chocar contra el suelo. Sí, sin duda debían de dar una imagen bastante perturbadora.
-Creo que a tu novia comadreja no le agrada nuestra cercanía, aunque quizás podamos solucionarlo en el partido de mañana. Suerte, Potter.
Y sin decir nada más, se marchó, golpeando suavemente su hombro con el del ojiverde.
-No es mi novia - logró decir antes de que Malfoy se alejara más.
Le pareció estúpido el querer esclarecer su relación con Ginny, pero ya no podía echarse atrás.
-Mejor - contestó el rubio con una sonrisa - Nos veremos mañana, Potter.
La llamada.
Podía escuchar los comentarios de Luna, con su voz adormilada, explicando las estadísticas de cada equipo y su gorro con forma de cabeza de león rugiendo demasiado cerca del micrófono. El sonido del público gritando. Incluso el de las briznas de hierba doblandose bajo el paso de una suave brisa. Estaba tan inmerso en sí mismo, concentrandose en el partido, haciendose a la idea de que no debía distraerse que no se percató de la presencia de Ginny detrás de él.
-Harry, creo que deberíamos hablar. Seriamente.
-Ahora no, Ginny.
-Sé que ahora no, te lo digo para que hablemos después del partido.
Harry se dio la vuelta y miró a la pelirroja fijamente. ¿En qué momento había dejado de esperar que su relación volviese al punto en el que lo habían dejado? ¿Acaso había perdido las ganas, la motivación, la ilusión?
-Como quieras.
-Esta vez haremos las cosas bien - sentenció la Weasley cruzandose de brazos - Lejos de Malfoy.
-¿Qué importa Malfoy?
-No sé. Dímelo tú.
-¿Vamos? - interrumpió otro de los integrantes del equipo, matando así el incómodo choque de miradas serias entre ambos - Ya es hora de salir.
Harry asintió firmemente apartando la vista de los ojos marrones de Ginny y se subió a la escoba, encabezando a todos los demás.
-Escuchadme bien, chicos. No dudéis. Id a por todas, no dejéis que su juego sucio os desmotive, usadlo como una buena forma de motivaros - sintió como todo su equipo sonreía de lado con él, llenos de seguridad - Vamos a aplastar a esos gusanitos...
Como balas. Salieron como balas del vestuario de Griffindor, formando un arco en el cielo mientras los gritos los ensordecían. Harry pudo divisar a Hermione gritando muy animada, cosa rara en ella, desde las gradas. El equipo se situó en el campo y Harry se adelantó hasta la señora Hooch.
-Bien, chavales, ya sabéis cómo me gustan los partidos. Limpios, sin trampas y sin problemas, ¿Entendido, señor Malfoy?
El susodicho Malfoy sonrió de lado, pretendiendo una inocencia que nunca tuvo y asintió sin perder de vista a Harry. Extendió su mano para apretar la de su rival.
-Qué suerte, Potter, ahora no tienes que inventar excusas para estar pegado a mi culo.
-O tú al mío.
-Eso no sería algo tan terrible como quieres hacerlo ver.
Y, ante los muy abiertos ojos de Harry, Malfoy se pasó los dedos por el cabello y relamió su labio superior.
Dios mío, qué calor hace...
El sonido del silbato se extendió por todo el campo y las pelotas fueron soltadas. Harry salió disparado hacia arriba, dispuesto a olvidar la acalorante imagen que había presenciado y distraerse. No podía permitir que Slytherin ganase, su equipo estaba perdiendo la fe en su capacidad de liderazgo y no le apetecía tener que enfrentarse a más problemas además de los que ya tenía, Ginny y sus charlas y Malfoy y su sexualidad.
¿Sexualidad? Joder, esto ya empieza a ser un problema.
Sacudió la cabeza con fuerza y se decidió a seguir el partido. Por suerte Griffindor ya había marcado veinticinco puntos, pero Slytherin estaba a punto de remontar.
-¡Cinco puntos más para Slytherin! - anunció Luna desde su grada - Parece que Harry Potter tiene problemas para concentrarse, quizás no ha tenido bastante cuidado con los Sushlus, que últimamente están muy revueltos a causa de los nervios de todo el colegio por este partido. Recordemos que los Sushlus son criaturas muy pequeñas que...
-¡Señorita Lovegood, haga el favor de centrarse en el partido, por favor!
-Profesora McGonagall, ¿acaso no tiene usted cuidado con los nargles desde que le advertí?
-¡Por favor! ¡Sea responsable con su trabajo!
Harry se decidió a ignorar la conversación entre la profesora y su amiga, retransmitida en todo el estadio gracias al micrófono mágico cuya sensibilidad parecía haber sido amplificada para poder captar bien la voz baja de Luna. Así como casi todo lo que ocurría a su al rededor.
-¿Admirando las vistas, Potter?
Harry se giró para enfrentarse a Malfoy, risueñamente sentado sobre su escoba.
-Hago lo que tú no estás haciendo, buscar la snitch.
Malfoy sonrió de lado y se acercó a Harry.
-Parece que ambos capitanes mantienen una conversación interesante, Draco debería tener cuidado con los Sushlus, Harry podría pegarselos.
-¡Harry! - escuchó que alguien bramaba su nombre - ¡Haz el favor de concentrarte!
Pero Harry no podía reaccionar a los gritos de sus compañeros, ni si quiera ante la urgencia de escapar del escrutinio de plata al que estaba siendo sometido.
-¿Quieres la snitch, Potter...?
Harry abrió la boca y bajo la cabeza, siendo incapaz de terminar su asentimiento. Ese chico lo estaba matando... ¿Desde cuando era tan vanoril, tan...?
-Sensual...
Algo demente brilló en los ojos grises del rubio y su sonrisa se hizo perversa.
-Admira mi sensual trasero, Harry, mientras le pego una paliza a tu equipo.
Y así fue como salió a toda velocidad. Harry lo siguió mecánicamente a penas un segundo después, descubriendo horrorizado que el Slytherin estaba a pocos metros de la incauta pelotita dorada. Necesitaba que ocurriese un jodido milagro.
Aumentó la velocidad y sintió cómo el estadio vibraba en el momento en que se dieron cuenta de que ambos buscadores peleaban por la victoria.
-¡Vamos, Harry! ¡Vamos, vamos! - escuchó.
Una bludger fue detenida a tiempo, pero ninguno de los dos supo gracias a quien. Volaron a toda velocidad hasta que Harry fue capaz de ponerse a la misma altura que su rival. Draco giró levemente la cabeza y abrió la boca para hacer algo, pero nunca se sabrá el qué. Porque Harry, en un arrebato inimaginable, supo que Draco iba a tratar de distraerlo de forma vergonzosa, y decidió adelantarse a sus acciones. Fue así cómo Harry lamió su labio inferior y luego lo mordió mirando de reojo a Malfoy, causandole tal impresión al otro buscador que éste puso una expresión de total estupor que le distrajo, consiguiendo que bajara el brazo a penas dos milímetros.
-¡Victoria para Griffindor!
Harry alzó el vuelo, con el brazo en alto, escuchando las ovaciones que le llegaban desde las gradas de Griffindor. Hermione estaba allí, abrazando a Neville. Suavemente, aún mostrando la snitch que trataba de liberarse, descenció y dejó sus pies en el suelo. Todo el equipo acudió a él, gritando.
-¡Harry, lo hiciste! - gritó Ginny mientras soltaba su pelo de la coleta alta - ¡Lo hiciste...!
Y sin previo aviso, delante de toda la escuela y de Malfoy, se acercó a él, lo abrazó por el cuello y le estampó un beso en los labios, toda sonriente. Harry, estático, no devolvió el beso, pero a nadie le pareció importar, todos aplaudían felices porque la pareja más sonada había vuelto.
Al separarse Ginny lo miró con los ojos brillantes y luego suspiró, extasiada.
-Veo que vuelves con la chica Weasley.
Harry se enfrentó a la voz siseante y tranquila. Malfoy, en toda su sensualidad masculina de jugador de quidditch, los observaba fijamente, casi sin pestañear.
-Felicidades. Por la victoria. Y el regreso de tu novia, supongo.
Ginny dijo un escueto pero feliz "gracias", pero Harry fue incapaz de contestar. Aún no había asimilado que todo el mundo pensaba que habían vuelto porque ella le había besado. ¿Es que nadie se había dado cuenta de que había tratado de separarla de él? ¿Y por qué coño no tenía el valor de negarlo todo? Tenía que negarlo todo. Ellos no habían vuelto. Él no quería volver con Ginny, él...
Él no sabía qué diablos le pasaba. Había olvidado y superado a Ginny. Y hasta le sorprendía haber podido sentir algo hacia ella. Malfoy había captado y destruido su cerebro.
Ya no podía hacer nada sin pensar en él.
