Capitulo 1. ¿Qué te está pasando, Lucy?

Me estremecí entre las sábanas. Unas voces desvelaron el sueño del que ya no me acordaba. ¿Sigo soñando?

- Erza, deja de abrir los cajones, la vas a despertar. – dijo una voz conocida cerca de mi cama.

- ¿De verdad alguien puede ponerse esta ropa interior? – dijo Erza titubeante. Natsu resopló.

Me costó darme cuenta de la situación. Al principio pensaba que seguía soñando, hasta que un cuerpo pequeño cayó sobre mis piernas, tapadas por la fina sábana. Me enderecé estrepitosamente quedándome de rodillas sobre las sábanas, ahora revueltas. El cuerpo de Happy yacía en el suelo, después de haberme movido tan bruscamente.

- ¡Buenos días! – dijo Natsu con una sonrisa. Erza tenía en sus manos una parte de mi ropa interior. Bufé.

- ¡¿QUÉ HACÉIS AQUÍ?! – grité en un intento fallido de mantener la calma.

- Bueno – Natsu dirigió una de sus manos a la parte trasera de su pelo, revolviéndolo. – Hemos venido a darte los buenos días, y además, a traerte esto. – Natsu sacó un pequeño papel con una misión y una recompensa. Me froté mi ojo derecho y bostecé, medio dormida.

- ¡Pero eso no implica que tengáis que colaros en mi casa, sin permiso! – dije malhumorada mientras dejaba deslizarse el pequeño papel hasta el suelo. Me levanté de la cama esquivando el cuerpo de Happy, que seguía en el suelo, para no pisarle y cogiendo de las manos sorprendidas de Erza mi ropa interior. Me mordí el labio y lo dejé en su cajón. Natsu revoloteó los ojos y cogió la nota del suelo. Apoyé mi espalda sobre la pared.

- ¿No tienes que pagar la renta de este mes? – dijo cruzándose de brazos y arqueando una ceja.

- Si, pero… - miré al suelo e hice una mueca.

- ¿Qué? – dijo Natsu acercándose a mi rostro y poniendo una mano en mi hombro. Bajé la cabeza cubriendo mis ojos con el flequillo enredado. Me desprendí de su mano y me dirigí al armario, cogí la primera camisa y pantalón que encontré y salí de la habitación ignorando las preguntas de Natsu y Erza. De algunos saltitos rápidos llegué al lavabo y me encerré mientras dejaba la ropa en el suelo y me dirigía al espejo. Observé mi reflejo, mis ojos adormilados aún, mi pelo rubio desordenado rebeldemente, mis mejillas rojas. Toqué el hombro que hace unos segundos había tocado Natsu. Suspiré. ¿Qué me estaba pasando? Yo nunca había sido una chica insegura, y menos con Natsu. ¿Por qué me sentía así? Estaba confusa. Apoyé mi espalda en la puerta del lavabo y deslicé mi cuerpo hasta el suelo. Apoyé mi frente en las rodillas.

- Qué me estás haciendo Natsu… - dije en un susurro no intencionado. Noté algo pequeño tocando mi pierna.

- Te guggggsta…. – dijo una voz aguda. Levanté mi rostro de repente, e intenté agarrar a ese molesto gato azul que había emprendido su gracioso vuelo. Cuando por fin le pude alcanzar (utilizando la llave Virgo) me encerré de nuevo en el baño, después de echar a Happy y asegurarme de que estaba completamente sola. Me quité el pijama corto que llevaba y me puse unos pantalones bastante cortos y una camisa blanca abrochada. Me lavé la cara y me peiné cogiendo una parte de mi pelo en una coleta a un lado.

"Tranquilízate Lucy, son imaginaciones tuyas, no te pasa nada con Natsu, controla tu mente, controla tu mente…" me repetí para mis adentros mientras salía del cuarto de baño. Entré en el cuarto de nuevo y vi a Natsu sentado en la cama. Cuando me vio entrar sonrió. Rodeó sus tobillos con las manos.

- ¿Bueno vamos a hacer el trabajito o no? – dijo en una sonrisa tan amplia que dejaba ver sus colmillos afilados. Esa sonrisa me descolocó. "Control, control" me recordé.

- Claro – dije mientras me sentaba en la silla de mi escritorio. – Dime de que se trata.

- Tenemos que destruir una carta. – dijo el borrando su sonrisa.

- ¿Solo eso? ¿Por qué?

- En la hoja solo pone eso, y el por qué, la verdad… no nos interesa – suspiró. – Lo único que debemos hacer es destruir esa carta y estaremos listos – dijo guiñando un ojo. Algo subió y bajó por mi esófago varias veces, haciéndome cosquillas.

- Está bien. – dije cruzando las piernas. Natsu se levantó y se puso delante de mí.

- ¿Qué? – dije arqueando una ceja.

- Pues vamos hacia el gremio, Happy y Erza nos están esperando. – dijo con una sonrisa, agarrando mi muñeca. Ese cosquilleo de nuevo apareció, pero más expandido. Me arrastró hasta la puerta de casa, y ya en la calle, empezamos a correr. Rápido, muy rápido.

- ¡Eh! ¡No tan deprisa! Espera… ¡¿Ya dabais por hecho que iba a aceptar?! – Solo recibí unas carcajadas por respuesta, que me hicieron sonreír a mí también. Pero no era la misma sonrisa que yo tenía hace unos meses, algo había cambiado… Pero aun no sabía el qué.