Disclaimer: Las series de Naruto no me pertenecen, sino a Masashi Kishimoto.

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Hinata. Hyûga Hinata. Ese era su nombre.

Hinata significaba "lugar soleado" y Hyûga "hacia el sol".

Así era ella, como un sol. Cálida, radiante e inalcanzable.

Pero su apariencia no daba alusión a ello.

Su cabello era como el manto negro de la noche, azul oscuro y brillante, sus ojos eran como la luna misma, blanco con una sombra violácea, su piel pálida como la fría nieve y su bello rostro hecho de porcelana. Su cuerpo parecía haber sido creado entre las llamas del infierno y esculpido por el mismísimo diablo. Era una belleza tentadora y silenciosa.

Ella era como una moneda de dos caras.

Por un lado estaba la frialdad de sus ojos claros y por el otro la calidez de su sonrisa. Dos perlas bañadas en tristeza y una pequeña hilera de dientes blancos y relucientes.

Así era su personalidad. Tranquila, serena y silenciosa. Como la luna. Expresiva, luminosa y acogedora. Como el sol.

Hinata era como el sol pero también como la luna.

Eran uno mismo en ella y se eclipsaban. Oscureciendola, ocultándola y volviéndola invisible. Como un eclipse lunar, dentro de ella todo moría silenciosamente, el dolor se ocultaba detrás de sus sonrisas y la impotencia se difuminaba en la inexpresividad de sus ojos.

Ella podía ser brillante y a la vez oscura. Y eso la hacía hermosa. Única.

No era una chica normal, ni mucho menos. Era un diamante en bruto. Una perla que no necesitaba ser pulida pero si encontrada. Aunque el mar que la envolvía impedía que fuera visible a los ojos del mundo.

Ella era una Hyûga y había nacido enjaulada en una jaula de oro. Dentro de las paredes de la mansión Hyûga sólo había silencios, miradas desdeñosas, acciones desconfiadas y sonrisas forzadas. Todo se sumía en el odio y el rencor que se acumulaba con el paso de los años y seguía camuflado con falsa cortesía.

Esa era la historia del clan Hyûga.

Era una niña triste, restringida y marginada. Era por ello que su belleza no podía ser apreciada como debería. Nadie se daba cuenta de ello. Y nadie lo haría.

Ella moriría refugiada en la calidez de sus brazos y la frialdad de su sufrimiento.

Hinata Hyûga. La personificación de la luna y el sol. La triste representación de un eclipse.