Te acercas. Caminas con cuidado observando tu camino al principio pero, cada vez que estas más cerca comienzas a sentir un repentino miedo, temor de ser pillada ahí en ese pasillo que lleva a la recepción.
Alzas la mirada esperando no ver a nadie, o tal vez esperas que algún profesor te vea y te diga que vayas a clase pero, el pasillo esta vacio. Desierto.
Continuas avanzando manteniendo tu respiración baja, como si alguien estuviera esperando escucharte.
"¡Dios! ¿Por qué hago esto?" te preguntas entre pensamientos y recuerdas inconscientemente a esas chicas de tu salón que te aseguraron que no tenias las agallas de ir hasta la recepción y tomar una fotografía del lugar.
En cualquier otra situación las habrías ignorado, pero esas sonrisas de autosuficiencia en sus rostros te hicieron sacar tu pequeño orgullo y aceptar el reto.
Tragas en seco al llegar a la puerta indicada y vuelves a echar una mirada a tu alrededor. Sigue sin aparecer nadie. Abres la puerta con suavidad evitando hacer cualquier clase de ruido y te sorprende la oscuridad del lugar.
Observas con atención acostumbrándote a la oscuridad pero, no vez a nadie. Sigues estando absoluta e irrevocablemente sola. La curiosidad te pica, observas con cuidado el lugar y gravas en tu mente las sombras que se proyectan dentro de la estancia, la acomodación de las mesas y el sillón que se encuentra pegado a la pared de la entrada.
Sacas tu celular con cuidado y buscas la opción de la cámara, luego comienzas a tomar fotos todo lo rápido que puedes, no quieres que nadie te encuentre ahí, en especial el prefecto demonio.
"Toma una panorámica ¡tonta!" te dices a ti misma y buscas la opción, das dos pasos atrás hasta situarte en la entrada y comienzas a girar lentamente sobre tus talones haciendo una toma perfecta del lugar.
Entonces escuchas tu nombre y reconoces de inmediato la voz como la del Prefecto Demonio. No te sorprende que sepa tu nombre, formas parte de las mejores alumnos de la escuela, lo que te sorprende es su presencia, su cercanía. Te giras espantada y te encuentras cara a cara con él. Sus ojos fríos te observan con enfado y lo único que puedes hacer es estremecerte, intentas formular una respuesta, pero su mirada te intimida.
― ¿Qué haces aquí, Herbívora? ― te cuestiona y los nervios aumentan progresivamente "¿tiene que estar tan cerca?" te cuestionas en silencio y das un paso atrás intentando evadirlo, pero él te sigue con la mirada haciéndote sentir aun más pequeña de lo que eres.
Tragas en seco e intentas crear una excusa, pero su mirada se hace aun más severa en mitad de la explicación y entiendes de inmediato que debes callar, tal vez de esa manera el no te mate. Murmuras una disculpa y groseramente te suelta un "largo", que obedeces de inmediato. Entonces al pasar a su lado sientes un repentino ataque de valor o tal vez de estupidez.
― en todo caso sería Omnívora ― dices y el gira su mirada hacia ti con brusquedad, te toma del brazo con fuerza y te pone contra la pared de manera amenazante.
― repítelo ― te ordena y recuerdas esa frase que dice todo el tiempo "Te morderé hasta la muerte" ― o te morderé hasta la muerte― termina su amenaza y repites lo que acabas de decir, solo que el parece no entenderlo.
― Si fuera Vegetariana, seria Herbívora ― dices y él se enfada por el comentario o eso es lo que crees ver en sus ojos ― Pero me gusta la carne y los vegetales… por lo tanto soy Omnívora ― explicas y sientes su agresividad a flor de piel, demasiado cerca de ti, lo cual te provoca nervios.
― Largo ― repite y se aleja de ti, te sobas las muñecas y caminas hacia la puerta.
― Se dice "Vete, por favor" ― vueles a corregirlo con un valor que creías no tener, te giras durante una fracción de segundo y luego huyes, tienes unas fotos que borraran la sonrisa de los rostros de esas chicas.
