Disclaimers: Los personajes son propiedad intelectual de J.K. Rowling y son utilizados sin intención de lucro.
Nota: Este Drabble también fue publicado en el grupo de Facebook Drinny/Dranny: ¡El mejor amor prohibido! Pero en ningún otro lugar.
Sus rodillas se estrellaron contra el piso. Siempre quiso saberlo. Siempre deseó poder comprenderlo, pero ahora que lo hacía, algo dentro de ella se había perdido; todos lo decían, que era el chico que no tuvo opción y lo excusaban, pero en el fondo, nadie quería estar en sus zapatos, nadie quería conocer su obscuridad tanto como ella; así, tal vez, él dejaría de rehuir a su amor.
Levantó la vista y lo único que vio a través de las lágrimas fue su espalda, él veía a un costado, y el aire fresco de la noche alborotaba sus cabellos rubios.
Draco Malfoy estaba atado a un destino, y las palabras resonaron en su mente de nuevo, peores que un juramento inquebrantable, y todo ese tiempo pensando que no había nada peor que la muerte.
Ella sabía que era ser manipulado por Voldemort, claro que lo sabía, algunas veces seguía teniendo pesadillas al respecto, pero lo suyo era un paraíso comparado a lo que el chico frente a ella sufría día a día.
Nadie tiene idea de cómo luce la obscuridad, pensó, todo ese tiempo, siempre pensando que él era un cobarde, que sus padres siempre facilitaban todo a su paso, poniendo el mundo mágico a sus pies. Tenían que hacerlo, de esa forma creían recompensarle toda esa obscuridad en la que él había crecido, que tontos.
No sabía cómo lo había hecho, como le había mostrado esa parte de su alma, siempre había pensado que esa clase de destrucción era como ir cayendo, en un abismo inmenso sin que pudieses sujetarte de nada, eso también era incorrecto, la forma en la que ella se sentía, sin duda, no era para nada la clase de tortura que él vivía.
Un Laberinto. Pensó. Por supuesto que era como vivir en un laberinto, donde conoces el camino directo a la locura y a la redención, pero te quedas ahí, de pie, atado por tus propios demonios, intentó moverse, y por primera vez notó que no era ella la que estaba de pie, notó que estaba sintiendo todo aquello que él ocultaba en ese rostro tranquilo y despreocupado, tras ese arrastrar de palabras, que secretamente; era su pedido de auxilio. Que tonta había sido.
"Estaba pensando saltar al vacío" recordó sus palabras, pero es tan poderoso mi lazo, es como si tuviese su sombra atada a mis tobillos con una cadena imposible de romper; y su risa rompió el silencio sepulcral en la torre de astronomía.
"Tengo que admitir que la melancolía es algo que me he obligado a padecer" murmuró el con una leve sonrisa, "Es como querer moverte y avanzar, y el odio, la rabia, te abracen bien, y aun así, tienes que quedarte, observar todo desde un punto, donde pienses que eres el espectador, que no estás ahí, y aun así, sintiéndote como lo haces, en el silencio tendrás que esperar y mantener el control, o te perderás realmente a ti mismo".
—Tal vez yo podría ser tu nuevo laberinto –sugirió.
