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"Aléjate de mí"
Capítulo I
-Do you remember?-
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Disclaimer: Todo personaje aparecido y por aparecer son propiedad intelectual de Naoko Takeuchi, la historia y trama son propiedad reservada de la autora aquí presente.
Dedicada a LESVAL y Rouge Passion, por sus ánimos a subir esta historia.
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Sus piernas hicieron el esfuerzo de moverse lo más rápido posible. El aire se adentró en sus pulmones y secó su garganta a su paso. Pero no importaba, tenía que llegar.
Cruzó las calles esquivando los charcos que en el pavimento se formaron por el vendaval que apenas una hora atrás, cayera por toda la ciudad. Se adentró al páramo que rodeaba el templo ancestral, subió las escaleras y se adentró a la casa, buscándola.
Todo allí estuvo vacío, en silencio.
Llevó sus pasos a las habitaciones. Nada. Sólo el rastro de una huida improvisada. Sus ojos verdes se entornaron a cada rincón, buscando alguna señal. Nada.
Tragó saliva, sintiendo un dolor invadir su laringe. Una desesperación abrasadora comenzó a crecer en sus entrañas siendo consciente del hecho.
Ella se había ido.
Se sentó en el borde de la duela como tantas veces hizo con ella, en esas tardes de conversación interminable, y las que él extrañamente pedía, se alargaran infinitamente. Lo más probable es que desde la vez primera en que se fijó en ella –que no en que la vió-, quedó hechizado.
Se levantó y miró adentro distraídamente. Algo debajo del escritorio llamó su atención. Entró a ver qué era. Hojas sueltas. Probablemente olvidadas con las prisas que debió tener en aquel instante. Traspapelada, una de las hojas tenía con tinta, trazos garigoleados. ¿Una nota? ¿Una carta?
Su mirada esmeralda enfocó lo escrito. No fue nada de lo que imaginó. Para su grata sorpresa, esa era otra de sus composiciones, la última quizá, impregnada con ese estilo suyo tan lleno de sentimiento y belleza.
—¿Alejarme de ti? Tonta, es demasiado tarde para eso…
Tenía que recuperarla, aferrarse a ella. Tenía que amarla. Aunque le llevase el tiempo que le llevase, la encontraría. Por primera vez podía él decir que estaba enamorado de una mujer con tanta intensidad, que no estaba en sus planes renunciar a ella.
Estaba más que decidido.
Todo comenzó una tarde de primavera. Yaten se encontró en la mesa de una pequeña cafetería del centro de la ciudad. Un block de hojas blancas, un latte y un lapicero fueron sus únicos acompañantes.
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"Como una hoja que arrastra el viento, fuiste a cruzarte en mi camino.
Todo pareció indicar, que encontrarte era mi destino…"
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Pasó dos líneas por lo antes escrito, en una muestra de rechazo contundente.
"Qué asco acabo de darme, esto es tan cursi…"
Suspiró hondamente, perdiendo sus ojos por el cristal de las enormes ventanas que enmarcaban el local, buscando algún rastro de inspiración, cualquier cosa. Y es que en peor momento de productividad creativa, Seiya no lo pudo encontrar, pues fue él quien expresamente le colgó la responsabilidad de componer una melodía. Y no cualquier melodía, ésta tenía que ser el próximo sencillo de lanzamiento para su nuevo álbum.
—¿Estás loco? Componer una melodía no es cualquier cosa, Seiya. No es cuestión de un mes, ni siquiera tres. Es letra, musicalización y arreglos. No me jodas. –había dicho Yaten en aquella ocasión.
Su hermano enarcó una ceja y le miró sin inmutarse.
—No me interesa, Taiki la quiere en tres meses a más tardar. A mí me tocó el sencillo anterior, a ti te toca este. –habló Seiya, enrollando la toalla que traía en las manos.
—Eso es trampa, Seiya. Search for you love estaba ya musicalizada y con arreglos. Esto es injusto.
—Si no te parece, háblalo con Taiki, pero mejor te aconsejo que te pongas a trabajar porque no creo que vaya a cambiar de opinión. Ok, pues buena suerte con eso. –concluyó como un decreto, yéndose a la ducha, dejando en el aire el tarareo del famoso éxito que los había llevado cinco años atrás al estrellato.
Otro largo suspiro salió de sus labios, recordando el laberinto sin salida en que ya se encontraba para ese punto. Tomó el vaso y bebió de su ya frío café. Alzó la hoja, y releyó lo antes escrito. Bufó. Desvió la mirada de nuevo a la ventana, esperando que algún rayo le regalara un poquito de creatividad.
La campanilla de la entrada sonó y captó la atención de Yaten -en realidad cualquier cosa hubiese servido para captar su atención-, y se encontró con un rostro bastante familiar. Ojos oscuros, cabellos largos y negros, porte esbelto. Esa niña… ¿cuál era su nombre? ¡Lita! No, esa era la cocinera… ¡Amy! No, esa era la de los cabellos cortos… La sacerdotisa, era la sacerdotisa. ¿Cómo, cómo se llamaba ella?
"Rei", recordó por fin, acompañándose de una sonrisa victoriosa. Y no es que le alegrara el saberlo, de hecho, no encontraba el sentido de memorizar datos innecesarios como los nombres de personas con las que apenas y cruzaras una veintena de palabras en toda tu vida. Más bien su regocijo estaba orientado a demostrarse a sí mismo que podía recordarlo.
Desde su lugar, la observó pedir una orden. Jeans grises, botines y bufanda a juego, junto a una chaqueta de piel negra, era lo que constituían su atuendo. Yaten debió haber estado demasiado aburrido en ese instante como para poner atención en ese tipo de detalles inútiles.
La miró tomar su café y un muffin de la barra después de dejar al encargado un "Gracias", y con el esmeralda de sus ojos la siguió en su trayecto a una mesa que para su fortuna, se halló en extremo apuesto donde estaba la suya. Obviamente lo que menos quería en ese momento era el entramar una charla superficial y sin sentido con alguien con quien apenas y cruzaba un ¡Hola! Y a veces un ¡Adiós!
El desnivel en la estructura de la cafetería le permitió a Yaten mirar hacia donde ella estaba sin que desde allá, fuese posible verle a él. Tan fastidiado estaba de intentar crear algo, un mísero párrafo, que su atención difusa fue a parar donde la simple sacerdotisa.
La divisó deshacerse de la chaqueta negra y ponerla en el respaldo de la silla contigua, al igual que su bolso y bufanda. Sobre la mesa colocó su café, su muffin y un block de notas. Ella tomó lugar en su mesa y abrió la libreta, comenzando a garabatear cosas con un bolígrafo, algo que él debería estar haciendo. Aunque a diferencia de ella, él debía crear una canción, ella quizá solo estudiaba, realizaba algún trabajo o algo así.
Yaten tomó su lapicero y lo deslizó sobre una hoja nueva de su block, intentando una vez más crear algo.
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"Si cierro mis ojos apareces, en mis sueños estás siempre presente.
En la intimidad de mis sueños, puedo verte. Está bien si me hieres, si sólo eres tú…"
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Pasó sus ojos por las líneas escritas y su rostro enmarcó una mueca de inconformidad.
"No es un asco, pero no es suficiente. Esto no sirve."
Y diciendo esto, rayó nuevamente la hoja.
Dirigió de nuevo su mirada a la mesa del otro extremo, donde hasta ese momento la interesantísima sacerdotisa –producto de su frustración y aburrimiento, claro está-, seguía ocupada en su actividad. Yaten frunció el entrecejo al notarla en un acto extraño. Ella tenía los ojos cerrados mientras recargaba su cuerpo en el respaldo de su asiento. Sus manos, trazaban suaves movimientos en el aire, mientras que varios gestos se plasmaron por su rostro, como cuando alguien está haciendo pruebas de sonido. Sus labios parecían murmurar algunas cosas, casi como estuviera… ¿cantando?
Yaten buscó algún auricular o reproductor de música, quizá ella tarareara alguna canción, más no encontró nada. Ella parecía estar cantando o algo así, y después escribía en su block.
"Extraña definitivamente", se dijo el platinado, terminando por fín su café.
Sus ojos la vieron levantarse de su mesa después de un rato, colocándose la chaqueta y bufanda, y recogiendo sus cosas de la mesa. La siguió de nuevo hasta que despareció tras la puerta del establecimiento. Maquinalmente, su mirada volvió al lugar que antes ella abandonase, y dióse cuenta que no era lo único que hubo abandonado.
Debajo de la mesa, una hoja blanca de las que ella tenía en su block se halló tirada, seguramente se le cayó cuando recogió sus cosas. ¿Se habría dado cuenta? ¿Sería importante? ¿Y si lo era?
—Qué problemático…
Estaba pensando demasiado, y eso era algo raro en él. Generalmente ignoraría el hecho y continuaría con su labor creativa fracasada, supuso que eso, sumado a las estúpidas preguntas formuladas anteriormente le llevó a tomar su block e ir a recoger la hoja que bajo la mesa, ella olvidó.
La leyó en automático, no pudo evitarlo. ¿Qué tal si era una hoja en blanco? Sería imbécil ir tras ella para devolverle una hoja totalmente vacía y sin importancia. No fue así.
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"Mirando fijamente tus ojos, ¿Me atraparás?
Al igual que la noche se anteponen al día, nuestras manos nunca se tocarán.
Los labios y cuerpo que son mortal veneno… no me importará morir.
Deseando el futuro incierto, la eternidad de tu sonrisa…
Yo sólo te recordaré…"
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Yaten enarcó una ceja ante lo leído. ¿Qué era eso? Evidentemente no eran notas de estudio. ¿Una carta de amor? No, no era lo suficientemente cursi para serlo. ¿Un poema? No, aunque la estructura fuese parecida, el estilo no era el del género de la poesía. De pronto recordó cómo ella trazaba líneas en el aire y musitaba con sus labios.
—¿Una canción? –preguntóse en un susurro.
¿Sería que ella era compositora? Podría ser. Y para ser sinceros, si eso era una canción, no era para nada mala, de hecho, era una muy buena, mezcla exacta entre poesía y sentimiento, justo lo que él buscaba crear en una canción.
Sin perder tiempo, Yaten salió tras ella.
Miró a ambas aceras, buscándola entre la gente. La divisó justo antes de que ella doblara en la esquina. Corrió para alcanzarla. A un par de metros de distancia le llamó.
—¡Hey, tú!
Su llamado no dio resultado, ella lo ignoró. En cambio, otras personas voltearon. Creyendo ser las solicitadas por él. Yaten bufó.
—¡Rei! –llamó Yaten por fín, pronunciando su nombre.
Esta vez, ella atendió el llamado.
—¿Yaten? –dijo ella sorprendida. En primer lugar de encontrarle, y en segundo de que le dirigiera la palabra.
—Hola. –saludó Yaten con una sonrisa forzada, de esas que le adornaban cuando se veía obligado a mantener una charla con alguien en contra de su grata voluntad.
—Hola. –respondió Rei, casi con igual gesto, sólo que ella lo atribuía a lo extraño del suceso. Ellos apenas y cruzaban unas cuantas palabras.
—Umm, te vi salir de la cafetería y noté que se te olvidó esto.
El platinado extendió la hoja y Rei fijó sus ojos en ella. Reconociendo su contenido, diestramente se la arrebató de las manos, guardándola en el block que abrazaba contra su pecho. Él se extrañó por su compulsiva reacción.
—Umm, gracias. ¿Estabas en la cafetería? No te vi.
—Bueno, yo tampoco te había visto hasta que saliste y olvidaste eso. ¿Tú lo escribiste? –preguntó él, no aguantando la curiosidad.
—¿Esto? –respondió la pelinegra refiriéndose a la canción-. Sí, bueno… no es nada. Podríamos decir que sólo es un hobby.
Yaten continuó mirándola con sus verdes ojos, y parecía que iba a decir algo más, cuando Rei esbozó una sonrisa y apremió la palabra.
—Bueno, Yaten, me dio mucho gusto encontrarte por aquí. Tengo clase en media hora y debo irme ya. Nos vemos luego.
Y sin más, Rei prácticamente huyó, dejando a un Yaten confuso e incómodo.
—¿Qué le pasa a esta chica? –murmuró Yaten para sí, siguiendo con sus ojos el trayecto por el que ella se alejó.
Rei se apresuró. No era mentira que tenía clase en media hora, pero diez minutos de charla con el platinado no le iban a perjudicar en lo más mínimo, sin embargo, el hecho inverosímil del retrato pintado de Rei Hino y Yaten Kou charlando era inimaginable, y hasta cierto punto perturbador.
Era cierto que en algún momento del pasado, cuando él debutara con sus hermanos como el grupo "Three Lights", ella se sintiese atraída a alguno de sus miembros como una fan, y ese miembro fue Yaten. No obstante, ocurridos los sucesos con Galaxia, y al descubrir que ellos eran guerreros también, todo ese escenario ordinario se rompió, trayéndola a la realidad.
De aquel entonces hasta su presente habían transcurrido ya seis años, en los que ella y sus amigas conocieron a esos chicos, en los que lucharon juntos y en los que se separaron. Porque Yaten, Seiya y Taiki volvieron a su planeta natal, sin embargo, para la extrañeza de todos, ellos volvieron a la tierra con la idea de quedarse permanentemente. Según ellos, ese había sido el regalo de su princesa.
Como era de esperarse, todas se alegraron con la noticia, en especial Serena y Amy, en quienes Rei pudo leer la felicidad plasmada en sus rostros. De inmediato ella vaticinó lo que vendría después: Serena rompía con Darien, dejando de lado las promesas del Tokio de Cristal que como sermón de iglesia, Setsuna, Haruka y Michiru se encargaran de parlotear cada que podían. Rei odiaba que hicieran eso con Serena, en especial conociendo el carácter frágil de ésta para tomar sus propias decisiones. Por ello, cuando la noticia fue comunicada por su propia y temblorosa boca, Rei fue la primera en alegrarse y manifestar su abierto apoyo. Haruka y Setsuna casi se le fueron encima.
Vinieron de nuevo los sermones. Que si Rini, que si el rey Endimion, que si la borda con el futuro que todas conocían. Argumentos inútiles, argumentos egoístas. Rei no entendía el afán que ellas tenían en imponerle a Serena un futuro, un destino, una vida que probablemente ella ni deseara con todas sus ganas. ¡Si vivir la vida significa hacer lo que quieres, esforzarte por alcanzar tus sueños y metas! No en hacer lo que los demás desean sin siquiera tomarte en cuenta. Ese panorama siempre le entristeció, pero se calló la boca obedeciendo a su lealtad como guerrera, como protectora del universo. No obstante, en alguna parte del camino ella se replanteó esa misma lealtad, el deber como una guerrera y el deber como una amiga. Se inclinó por la segunda.
Ya no eran más unas niñas adolescentes, todas andaban por sus veintidós años, lo suficiente como para determinar lo que querían hacer de su vida, y el cómo deseaban hacerlo. Por eso, con la vuelta de esos jóvenes muchas cosas se trastocaron. Al final, pese al enojo que manifestaron Haruka, Setsuna y Michiru –en ese mismo orden y grados de ira-, terminaron aceptando la situación. A los pocos meses, Seiya y Serena comenzaron a salir de manera oficial y ordinaria.
Darien no mostró mayor duelo. Rei entendía que no era el hecho de que fuese un miserable insensible, era simplemente que, al igual que ella, él ya lo venía venir. La pelinegra supuso que del mismo modo que Serena, Darien tenía sus propios planes de futuro y de vida mucho más importantes que el tan anhelado Tokio de Cristal.
De eso ya hacía dos años, a estas alturas, Seiya y Serena mantenían una relación bastante sólida, incluso Rei lo que vaticinaba acercarse era un pronto compromiso con miras a una boda. Y ella de alegraba por ello.
Hilarante fue el caso de Amy, quien con su suprema inteligencia para las disciplinas del conocimiento pero poca para el amor, gastó los mismos años en tímidos coqueteos con otro genio igual de torpe en similar aspecto. Taiki Kou finalmente se decidió a confesarse justo apenas un par de meses atrás algo que ya todos daban por sentado, y que ya era hora de que ese par se diera cuenta. Amy y Taiki también salían como una pareja.
Y como cualquiera pudiese pensar, Yaten que detestaba complicarse la vida con cuestiones de dinero, mujeres y amigos, era el único que podía mantenerse soltero entre los tres hermanos. No obstante, aquello no era del todo cierto. Nunca fue enamoradizo, eso era una verdad indudable, pero tampoco es que no fuera de carne y hueso.
Minako Aino, caracterizada por su singular persistencia y determinación fue la que logró mantenerse al lado suyo. No había títulos, eso era cierto. Yaten jamás reconoció en sus propias palabras que ella fuera su novia, su pareja, ni siquiera su amiga. Mina tampoco lo dijo. Sin embargo, de un buen tiempo a la fecha, ella siempre estaba donde él como alguien que se ha vuelto cercano. Y Yaten no se oponía, quizá porque después de tanto hacerlo y ver que no funcionaba, terminó aceptando su presencia de alguna forma, llegando incluso a acostumbrarse a ella. Así que no era que ellos fueran una pareja, novios o algo así, sin embargo los demás reconocían una especie de relación parecida a ello. Y nadie lo cuestionaba.
Por esos, y otros motivos forjados por el pasado, Seiya, Taiki y Yaten mantenían una relación de amistad con esas cinco chicas que conocieron a su llegada a la tierra, y con cada una, un grado distinto de confianza y cercanía. Yaten y Rei eran del tipo de vínculo escaso, en el que se ubicaban físicamente, decían un Hola, y en ocasiones un Adiós. De ahí la extrañeza de ambos por lo ocurrido aquella mañana.
Lo que no sabían, ni podrían vaticinar, era que ese había sido tan sólo, el inicio de todo.
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¡Chán!
Seee, merezco piedrazos y debería darme vergüenza subir una historia en estas circunstancias, pero dicen que la vida es corta y la carne débil jajajaja, así que me rendí a mi capricho, créanme que hice lo posible por aguantarme. Obvio, no pude más y aquí está esto. Pareja Crack, o eso dicen, a mi no me lo parece, por la sencilla razón de que ambos tienen cosas en común como dispares, que ambos hacen surgir una quimica en todos los ambitos: sexual, sentimental, dramatica, de pensamiento. Por ello, estoy extasiada de probar con ellos. Quiza no sea la cosa mas maravillosa del mundo, pero quiero aportar algo sobre una pareja de la que no hay, aunque debería. Si por casualidad algun fan de los Mina&Yaten se pasa por aquí, no es que este escribiendo algo contranatura ni nada por el estilo, creo que debemos abrir la mente y ser tolerantes, al fin, cada quien tiene sus gustos, y en ese sentido, siempre queda la opcion de no leer.
Okas, pues les dejo el primer capitulo esperando sus opiniones, de verdad que estoy emocionadisima con este proyecto, que creo que sera el que actualizare mas seguido, aunque mis otras historias no las dejo para nada. Okas, pues ojala hayan disfrutado.
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¡Annyeong!
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*Sol*
