Y entonces todo se volvió blanco y resplandeciente, un calor abrasador abrazó su cuerpo como cual madre preocupada, cubriendo cada superficie de su piel.

Y no recordaba cuán doloroso era el saber de haber perdido a una persona que amas.

Viendo como su amada era atravesada con el fin de proteger a su esposo, y convirtiéndose en una explosión de azules cristales virtuales.

Y es que, no se acordó de ningún momento en su vida en el cual haya sufrido más.

Y después de haber revivido como cual Fénix por unos instantes, pudo ver su rostro sonriente, susurrándole que estaba orgullosa de él, y que le amaba.

Sólo entonces, se permitió descansar su cuerpo, con el único arrepentimiento de no haber besado a Asuna en el final.

Aunque, la muerte nunca llegó, si no una plataforma casi transparente, rodeada de nubes esponjosas y realistas, y un cielo atardeciendo.

Miró hacia abajo, y pudo visualizar como Aincrad se rompía y desvanecía a sus pies.

-¿Kirito-kun...?- Una voz femenina y suave llegó a sus oídos, y pudo jurar que fue el momento en el que su corazón volvió a latir.

-Asuna...- Subió la mirada y observó como la figura femenina se acercaba lentamente a él, con una ligera sonrisa, las mejillas coloreadas en rojo y unas pequeñas lágrimas deslizándose por ellas.

Lo único que pudo hacer fue correr hacia ella y abrazarla con todas sus fuerzas, como si tuviese miedo de perderla otra vez.

-Lo siento, al final morí también.- Una voz surcó su cabeza con miles de murmullos llenando su mente, aunque su único pensamiento en ese instante era Asuna.

-Torpe...- Asuna rió con tristeza.

Los dos se miraron a los ojos y rozaron sus labios con miedo, pero con alegría de volver a estar juntos.

Cuando ese toque terminó, miraron a sus espaldas, tomados de la mano.

-¿Qué es este lugar...?- Asuna señaló el castillo flotante, que ahora se caía a pedazos en el aire.

-Jamás en la vida verías algo así.- Una voz grave sonó detrás suyo, y la pareja se dio la vuelta con confusión y sorpresa.

A su lado había un hombre alto, de cabello castaño y vestido con una simple bata blanca.

-Kayaba Akihiko...- Murmuró Kirito sorprendido.

-El servidor central de SAO se encuentra en el quinto piso, donde está ubicada la oficina principal de mi equipo.-

Pero todo estaba destrozado.

Después de oír las felicitaciones de Kayaba por haber completado el juego, este desapareció como polvo entre las nubes.

Y entonces Kirito se limitó a abrazar a Asuna hasta el final, cuando la abrasadora luz le abrazó con ternura, aunque no podía notarlo dado que tenía a su esposa, con lágrimas por las mejillas, agazapada entre sus brazos.

Y antes de que su vida en Aincrad se acabase tan rápido como los momentos que compartió con la pelirroja, toco los labios de su pareja con desesperación, a sabiendas de que tardaría en hacerlo de nuevo, pero cuando lo hiciese, sería con sus verdaderas pieles acariciándose y amándose en el mundo real.

-Te prometo...-

Y Asuna también lo sabía, que él haría lo que fuese necesario para encontrarla y tomar su mano con su timidez peculiar, y ese sonrojo por el leve contacto que ambos compartían.

-Nunca te dejaré.-

Y todo terminó.


Como ven, este pequeño relato está inspirado en el final de la primera temporada "Aincrad".

Amo el KiriAsu, y debo darle las gracias a LeFleurNoir debido a que gracias a ella me atreví a escribir este relato, y más que haré.

Intenté plasmar los sentimientos de ambos en la despedida, pero tuve que cambiar algunas cosas u.u lo siento.

Espero lo hayan disfrutado.

Bai.