Los 3 legendarios

La puerta se abrió y Tsunade avanzó por el pasillo. Se dirigió al ascensor, y esperó a que éste descendiera.

- Al despacho del Hokage –ordenó cuando se abrieron las puertas.

- Subiendo –dijo el ascensorista.

Tsunade sacó, otra vez, aquella carta que había recibido hacía unos días. Era una invitación a una reunión de antiguos alumnos.

- Segunda planta -dijo el ascensorista-, archivos y sala de papeleo.

Tsunade había decidido no ir. Pero al poco de recibir la invitación, un gato negro se le cruzó por la calle. Aquello era un indicio.

- Tercera planta, -dijo el ascensorista-, hogar, electrodomésticos y artículos de deportes.

En el casino, el numero trece la hizo rica, pero no a ella, que perdió todo el dinero. Eso era otro indicio.

- Cuarta planta -dijo el ascensorista-, un cactus en flor.

Y finalmente, el tercer indicio: en el almuerzo, la galleta de la suerte le había dicho: "VE"

- Quinta planta -dijo el ascensorista-, cine X, y despacho del Hokage.

Tsunade salió y torció por el pasillo que llevaba al despacho del gran líder de la Villa Oculta de la Hoja. Mientras avanzaba tuvo la sensación que alguien la vigilaba. Oyó un "clic". Se dio la vuelta pero no vio a nadie, excepto a un cactus con ojos. Siguió caminando. "Clic". Se giró. Nadie, excepto el cactus. Tsunade, entonces tuvo una revelación, y decidió descubrirlo.

- Uff –dijo-, qué calor…

Y se abrió el escote.

Jiraiya cayó del techo.

- ¡Cerdo! Me estabas haciendo fotos.

- ¿Lo dices por la cámara con teleobjetivo? No mujer, estaba vigilando ese cactus con ojos.

- ¿Desde el techo?

- Los techos están más limpios que los suelos. ¿Vas a ver al Viejo?

Tsunade frunció el entrecejo.

- El Hokage, no "el viejo", muestra un poco de respeto.

Jiraiya se metió el dedo en la nariz.

- Claro, claro. También yo he recibido la invitación, pero se la he cambiado a un tipo por unos calzoncillos nuevos. ¿Quieres verlos?

Al torcer la esquina, junto a la parada de frutas, estaba el despacho del Hokage. Éste, permanecía fuertemente vigilado por dos anbu de incógnito, disfrazados respectivamente de papelera y de perchero. Entraron.

- ¡Hola viejo! –dijo Jiraiya saludando al Hokage, sentado al otro lado de su mesa.

- Hoka… -Tsunade se detuvo, en el despacho ya había alguien. Orochimaru estaba en el suelo, relamiendo su entrepierna.- ¿Qué haces, guarro?

- Estaba aseándome –dijo con sibilina voz-, últimamente se me caen los brazos. Si te preguntas como he entrado –dijo sonriendo-, le he cambiado a Jiraiya sus invitación por unos calzoncillos sucios.

Jiraiya se desabrochó los pantalones.

- ¡Quieto!

- Ehem… –hizo el Hokage.

- Ssshh…

- Os he mandado llamar –dijo el Hokage poniéndose en pie, y corriendo las cortinas-, porque se acerca el otoño. Ya sé que estáis muy ocupados…

Los miró a cada uno y dijo:

- Planeando mi muerte –Orochimaru, en el mueble bar, se servía una copa.

- Escribiendo pornografía –Jiraiya se metía una llave en la oreja y hurgaba con ella.

- O dilapidando el dinero que le presté –Tsunade enrojeció levemente.

- Pero como sabéis -siguió el Hokage, dando una calada a su pipa-, el otoño es la estación más peligrosa para la villa. Caen las hojas, y nuestra villa oculta, deja de estar oculta.

Expulsó el humo, y el despacho se impregnó del olor a marihuana.

- Tengo una importante misión, una misión que me obliga a recurrir a los tres legendarios.

- Iremos a buscarlos –dijo Jiraiya.

- Somos nosotros, idiota –Tsunade le dio una colleja.

Orochimaru levantó la lengua.

- ¿Sí? –preguntó el Hokage.

- Yo… yo es que tengo otras cosas que hacer…

- ¿Entonces por qué has venido? –preguntó Jiraiya con indiferencia.

- He pensado que, ya que venía, podría secuestrar algún chico de la villa y abusar de él. Y también tenía que pasar por el súper, a comprar bicarbonato.

- Vosotros tres –el Hokage les dio la espalda, y miró hacia las cortinas, con la mirada perdida-, sois uno hijos de…

- ¡Eh, eh!

-… de la Hoja. En ella crecisteis, y ella os enseñó todo lo que sabéis.

- Yo lo aprendí en un curso por correspondencia –dijo Orochimaru.

- Está decidido –dijo el Hokage-. Se lo debéis a la Hoja.

- ¿Y qué hay que hacer? –quiso saber Tsunade.

- Debéis viajar hasta el País de la Tela, y comprar unas lonas para ocultar la villa.

- ¿Y eso es todo? –preguntó Jiraiya bostezando.

- No es una lona cualquiera, está embrujada, y el viaje es largo y lleno de peligros. El País de la Tela está rodeando por el Valle de la OscuridadAterradora, las Montañas del NoVolverás, y la llanura desértica del TeMueresDeCalor.

- Que yuyu me está entrando –dijo Orochimaru desde detrás del sofá.

- Cada uno de vosotros escogerá a tres chicos de la villa, y viajará por uno de los tres caminos hasta el País de la Tela. Confío que alguno de los grupos… -su voz se volvió grave-, vuelva.

- Si es tan peligroso –dijo Tsunade-, ¿por qué debemos llevarnos a los chicos?

- Bueno, ellos transportarán la lona. Si mueren no será una gran perdida para la Villa… andamos algo escasos de asnos para el transporte. Y nuestros jounin están en la convención anual de macetas decorativas.

Orochimaru se iba yendo, discretamente, hacia la puerta. Le vieron.

- Yo, yo es que creo que me he dejado el gas abierto, y como vivo en un sitio sin ventilación… y eso…

Jiraiya se interpuso entre él y la puerta.

- Quieto, lagartija.

- Esta es la misión –sentenció el Hokage-. ¿La aceptáis o debo llamaros cobardes?

¿Aceptaran la misión los tres legendarios?

¿Qué sentido tendrá este fanfic si no la aceptan?

¿Habrá dejado abierto el gas Orochimaru?

Estás y otras dudas, no serán resueltas en el siguiente capítulo: LOS ELEGIDOS. Dentro de una semana, en este mismo Narutolugar, a la misma Narutohora.