Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer, yo sólo me divierto con ellos e invento algunos para la historia. La historia es mía.
Desastre
No sabía qué cálculo hizo mal para llegar a ese momento. Ella había organizado su agenda con el fin de llegar a Forks, instalarse en su nueva casa, instalarse en su nueva oficina y ganarse la vida trabajando de lo que más amaba porque para eso había estudiado cinco años.
Pero no, desde que había llegado a Forks, nada, absolutamente nada, había salido como lo había planeado.
Ahora se encontraba en el civil esperando por su futuro esposo a quien detestaba y llevaba más de quince minutos de retraso.
No fue solo su decisión, él también había estado de acuerdo. De todas formas era la única manera que ambos encontraban para recuperar la custodia de Brooklynn.
Sólo había pasado un mes y medio de su duro reencuentro con Emmett y ya se estaba casando con él. Sería el sueño de cualquier mujer enamorada pero no era su caso. No sabía cómo iba a ser su vida a partir de ahora, lo único que sabía con certeza era que había llegado a Forks sin nada y ahora iba a tener un marido y una hija… si es que la justicia lo permitía.
Observó las parejas que llegaban, entraban a la pequeña oficina y salían felices, con una celebración por parte de sus invitados. Ellos no le habían comentado a nadie, sus padres se ofenderían, su hermano tendría ganas de matarla y ella… ella estaba dispuesta a soportar todo eso con tal de recuperar a su niña y hacerla feliz.
Capítulo 1: Sorpresa
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Un mes y medio antes…
El pueblo de Forks parecía ser un buen lugar para vivir lejos de los suburbios de la ciudad. Había escuchado varios comentarios, tantos negativos como positivos, Rosalie los ignoró todos esperando tener una propia impresión al llegar.
Alice la acompañaba en el asiento del copiloto mientras conducía por la carretera hacia su nueva casa. Le echó un vistazo a su amiga y sonrió, Alice dormía profundamente con la cabeza apoyada en la ventana. Habían vivido juntas desde un año después de haber terminado la secundaria. Ahora que Alice tenía a Jasper, le pareció un buen momento para mudarse.
El pequeño departamento de Seattle era bastante espacioso para ambas, pero Alice había empezado a llevar a su novio y futuro esposo mas seguido, haciendo que Rose se sintiera incómoda y decidiera pasar las noches en otro lado. Luego de varias insistencias de su madre y consejos de su amiga, viendo las ventajas de mudarse sola por completo, tomó la decisión. Además de que así, su ex novio acosador dejaría de esperarla en la puerta del edificio cada vez que salía o entraba, Royce era un dolor de cabeza constante.
—¿Es aquí?— preguntó Alice una vez que llegaron. Rosalie miró la dirección nuevamente y asintió, mientras le echaba un vistazo a la casa.
—Sip. Calle Russell número 42.
—Bueno… se ve bonita.— Rosalie rió y bajó del auto, un BMW convertible blanco.
—No mientas, Al
—Bueno… pero en serio, no se ve mal. Además te queda cerca de la oficina.— comentó su amiga bajando y sacando unas bolsas— ¿cuando te traen las cosas?
—Supongo que por la tarde llegarán, no es que Seattle esté tan lejos, ¿o si?
—Pues lo está.
Rosalie buscó las llaves y abrió la puerta. Probó el interruptor de luz y no funcionaba.
—Prueba con el interruptor general, debe estar afuera— sugirió Alice.
—O en la cocina, como el de nuestro… tu departamento— sonrió y prendió la linterna de su celular buscando el interruptor. Alice la siguió dejando la puerta abierta para que entrara algo de luz del exterior mientras tanto.
Alice esperó con Rosalie a que el camión de mudanza llegara y la ayudó a acomodar unas cosas, Jasper llegó un rato más tarde y también las ayudó. Por la tarde, para cuando comenzó a ponerse el sol, ambos se marcharon dejando a Rosalie finalmente sola.
Ella simplemente tomó una de las botellas de cerveza que había comprado y se sentó en el porche de su nueva casa, apreciando el atardecer.
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— Emmett… Emmett— Emmett sintió sacudidas y cómo lo llamaban. Suspiró y se estiró, escuchando un choque contra la puerta de su auto en el que estaba durmiendo— ¡Emmett!
—Agh… ¿qué quieres?— se talló los ojos tratando de despertarse y enfocar a su hermana.
—Has dormido todo el puto día. Tengo hambre.— se quejó ella cruzándose de brazos, apoyada contra la puerta donde él la había empujado.
—No digas groserías o te lavarás la boca con jabón.— enderezó su asiento y sacó su celular de la guantera fijándose la hora.— Apenas son las siete enana.
—Pero ya es tarde, está oscuro. Vayamos a casa— insistió abriendo la puerta y bajando del auto.
—Brook, espera…— Emmett se miró en el espejo retrovisor de su Jeep e intentó peinarse un poco. Bajó del auto sacando algo de dinero que tenía guardado y fue detrás de su hermana que no tenía intenciones de esperarlo— Brooklynn, no vayas a casa. Es una orden, en serio.
—¡No me digas qué hacer!— se quejó y caminó por el recorrido que ya tenía memorizado.
Se detuvo antes de llegar, colgándose de las maderas que separaban el jardín de la acera, era una de las casas ubicadas en una esquina. Brook miró a la chica sentada en el porche de su casa sorprendida. Se volteó a ver a Emmett que iba llegando sin podérselo creer. ¿Qué hacía esa desconocida en su casa?
—Bájate de ahí— Emmett la tomó en brazos haciendo que bajara al piso.
—¿Qué hace esa señora ahí?
—Se mudó, Brook.— comentó girando sobre sus pies para volver al Jeep.
—¿Se… mudó? Pero es nuestra casa, Emmett— Brook miró la cerca y luego a su hermano que ya le daba la espalda. Se apresuró hasta alcanzarlo.—¿Cómo que se mudó?
—Si, ya sabes… compró la casa. Tobías la vendió.
—¿Papá vendió la casa?
—¡Sí, Brooklynn, papá nos dejó en la calle!— gritó ya bastante encabronado. Brook se quedó helada por el grito pero no dijo nada, estaba acostumbrada a las explosiones de su hermano.
—¿Qué pasó con nuestras cosas? ¿Dónde vamos a dormir?— susurró acercándose y tomando su mano, Emmett la aceptó y caminaron juntos hasta el jeep. Ambos se quedaron de pie observando el enorme auto.— No vendas tu auto, Em— le pidió al ver cómo su hermano observaba el jeep.
—Rescaté lo más importante— señaló las cajas ubicadas en el baúl del auto— Podemos dormir en el auto hoy, ¿no Brook? — despeinó a su hermana y se acercó entrando al auto.
—Sigo teniendo hambre, Emmett.— se quejó ella, intentando arreglar su alborotado cabello.
—Bien, busca una chaqueta, iremos por una pizza.
—¿Puedo esperarte aquí?
Emmett miró a su hermana después de sacar la billetera de la guantera, ya era de noche y no estaba bastante seguro. Pensó en la seguridad que tenía el auto y en que la pizzería no quedaba tan lejos, no tardaría tanto.
—Por favorr— suplicó Brook juntando sus manos y haciendo puchero.
—Bien, pero no salgas del auto.
—¡Yupi!— chilló subiendo al auto con alegría.
—Ten...No tardaré, no bajes los vidrios ¿de acuerdo? y pon el seguro.— ordenó entregándole las llaves.
—Sí, señor.
Emmett dejó a su hermana y fue a comprar la pizza. Brook puso música en la radio y buscó una estación que sonara bien y con la música que ella quería escuchar, se aburrió a los pocos minutos. Suspiró ya aburrida y comenzó a dar vueltas dentro del vehículo, buscando con qué entretenerse.
Entre las cajas que Emmett había logrado meter al auto encontró una manta y la llevó con ella para cubrirse del frío, aunque el jeep tuviera calefacción pero no sabía cómo encenderla. No duró mucho con la radio y sentada envuelta en la manta. Volvió a revolver las cosas de las cajas encontrando un portaretrato de su mamá. Sonrió al recordarla, la extrañaba mucho, no estarían así si ella siguiera con vida, eran vagos los recuerdos que tenía de su madre, era muy pequeña y apenas podía recordarla.
Volvió a guardar el portarretrato donde estaba y volvió a su asiento. Ya habían pasado quince minutos y Emmett no regresaba.
—Debí haber ido con él, qué inteligente eres Brook.— puso los ojos en blanco. Abrió la puerta y salió con las llaves, poniéndole el seguro al auto al bajar.
Caminó hasta la que era su casa, ya tenía las luces encendidas e incluso el porche tenía luz, se preguntaba cómo había hecho la chica para que vez simplemente había pagado las cuentas, aunque recién se había mudado.
La observó desde la cerca, podía verla desde la ventana. La chica ya se había instalado y se encontraba acostada en el sofá. ¿Vivirá sola?
Comenzó a sentir mucho su peso sobre sus manos y tuvo que soltarse, cayó al suelo de cuclillas sin lastimarse y corrió de regreso, seguro Emmett ya había regresado y se enfadaría mucho si no la encontraba.
—Te saliste— la regañó aún con la caja de pizza en las manos— abre.— Brooklynn sonrió con picardía y destrabó las puertas.
Ambos comieron dentro con la calefacción encendida y la radio a volumen ambiente sintonizando un partido que a Emmett le interesaba.
—¿Me cantas para dormir?— pidió Brook, ya acurrucada en su asiento.
—¿Estás loca? ¿Quieres que rompa los vidrios? Me costaron una fortuna Brook.— la niña rió ante la respuesta.
—Por favor, Emm. No podré dormir si no me cantas…
—No digas estupideces y duérmete, no voy a cantar. Si quieres pongo música.— Brook le sacó la lengua y le dio la espalda demostrando su enfado.
—Mamá nunca se negaría.— habló bajito, Emmett la escuchó.
—Mamá no está aquí. Lidia con eso, Brooklynn.— Emmett resopló. No había día que no discutiera con su hermana, Brook tenía bastante mal genio para todo y él no sabía cómo cuidarla, pero no tenía de otra. Llevaban tres años siendo solo ellos dos, sus padres se habían separado poco después de que Brooklynn naciera, Emmett tenía dieciocho años entonces. No pasaba mucho en casa, iba a la universidad y trabajaba a medio tiempo en una disquería. Su madre cuidaba de su hermana y trabajaba.
Las cosas cambiaron cuando ella quedó gravemente enferma y un día simplemente murió. Brook estaba sola en casa y Emmett tuvo que ir con ella. La propiedad pasó a ser de su padre ya que el dinero que Emmett ganaba no alcanzaba para mantenerlo, y así fue hasta ese día, donde su padre había vendido la casa. Emmett había discutido con su padre semanas atrás, el hombre le dijo que iba a mudarse con su nueva familia y no podía hacerse más cargo, Emmett le pidió que no la vendiera, que simplemente cambiara el nombre del propietario, pero Tobías no lo escuchó y puso la casa en venta.
Por la mañana, Emmett fue el primero en despertar, observó a su hermana dormir pacíficamente y arrancó el motor. Debía cargar gasolina para ir al trabajo y aprovechar la estación de servicio para asearse un poco.
Despertó a Brook para que fuera al baño mientras él cargaba gasolina y luego la acercó a la escuela, dejándola a solo un par de calles de allí.
—Pasaré a buscarte y veré si consigo algo para que durmamos en un hotel.
—¿Un hotel?
—Ya sabes como es, Brook. ¿Quieres dormir en el auto de nuevo? Ve a la escuela, nos vemos a la tarde.
—Nos vemos, oso.— lo saludó y caminó por la vereda lo que faltaba hasta llegar a la escuela. Emmett partió a su trabajo.
Brook pensaba demasiado mientras caminaba, sus botas ya estaban bastante gastadas y sentía los dedos aplastados ya que el calzado comenzaba a quedarle pequeño. No podía pedirle a Emmett algo nuevo, no estaban en condiciones.
Su panza comenzó a hacer ruido y cayó en la cuenta de que no había desayunado. La maestra no debía enterarse, no sería la primera vez y ya habían llamado a Emmett anteriormente por el estado en el que ella iba a la escuela. Se echó un vistazo a sí misma y decidió que faltar un día más no causaría problemas, el segundo grado no le resultaba interesante, podría regresar en el horario de salida para que su hermano la recogiera y nadie se enteraría.
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Rosalie se despertó algo adolorida por haber dormido en el sofá, pero no logró llegar a la cama con todo lo que había bebido. Las dos botellas de cerveza no le hubieran pegado tanto si no hubiera comido algo antes. Se estiró un poco antes de levantarse y se peinó el cabello con las manos, desenredando un poco.
Corrió las cortinas que había puesto el día anterior y dejó que entrara el sol, caminó descalza a la cocina a prepararse el desayuno y pegó salto cuando encontró a alguien en su cocina.
—¡¿Quién eres tú?!— gritó. El niño se volteó al escucharla, cerró la heladera que estaba revisando y retrocedió— Te hice una pregunta.— Rosalie trató de calmarse, se trataba de un niño y no se veía como alguien que fuera a hacerle algo— ¿Quién eres y qué haces aquí?
—¿Quién eres tú?— preguntó el niño apoyándose contra la mesada. Rosalie se enderezó y se cruzó de brazos inspeccionándolo.
Cabello bastante revoltoso y corto, apenas le llegaba a los hombros, la cara manchada… la ropa que llevaba puesta también dejaba mucho que desear. Un sweater que le quedaba bastante grande, unas tres tallas más grandes se podría decir, y bastante dañado con algunas roturas en los brazos y manchas, unos jeans claros y también con roturas, bastante gastado y ni hablar de las botas que traía.
—R-Rosalie.— respondió finalmente. Tal vez no había cerrado bien la puerta y el chico sólo quería algo de comida, pero ¿por qué su casa?— ¿Tienes hambre?— lo vio asentir y se acercó a la heladera, sacó unos huevos y algo de tocino que había quedado del día anterior y se puso a cocinar.
—Siéntate. ¿Cómo te llamas?
—Brooklynn.— respondió. Rosalie le dio una mirada mientras cocinaba los huevos, el niño se había sentado y jugaba con sus manos sobre la mesa. Rose no pasó desapercibido el esmalte de uñas que llevaba en sus dedos. El "niño" resultó ser niña.
—Bonito nombre— le sonrió. Sirvió un plato para ella y se lo dio, sirvió otro y fue a sentarse. Si Alice se enteraba la mataría.— ¿Cómo entraste?— la observó comer de forma desesperada y esperaba que no se atragantara, le tendió una servilleta y Brooklynn la aceptó sin decir nada. La niña señaló la puerta de la cocina, que según Rose recordaba, estaba cerrada.
Iba a preguntar cómo pero Brooklynn se adelantó.
—Tengo la llave todavía.— respondió limpiándose con la servilleta.
—¿La llave?
—Yo vivía aquí.— eso hizo que Rose se pregunte miles de cosas, ¿habían desalojado a la familia de la niña?
—¿Y ahora donde vives?— quiso saber. Brooklynn levantó la mirada y la vio directo a los ojos. Rosalie era muy bonita para ser una señora.
—¿Vas a quedarte mucho tiempo? ¿Por qué te mudaste?— sonrió— cocinas muy rico.
—Muchas gracias— Rose le devolvió la sonrisa, observando los pequeños hoyuelos que se le formaban a la pequeña al sonreír— Aún no sé cuánto vaya a quedarme, Brooklynn. Quise mudarme sola y aprovechar a que conseguí un buen empleo aquí.
—¿Vienes de muy lejos?— siguió preguntando. Rose captó que la niña no iba a revelarle información así que siguió respondiendo ella, intentando no contar demasiado de su vida.
—Seattle.
—Mi mamá nació en Seattle.— sonrió.
—¿En serio? Vaya…— Rose vio el plato de la pequeña vació y decidió retirarlo para ponerlo a lavar.— Brooklynn, deberías volver a tu casa. Tu mamá debe preguntarse dónde estás.
—¿Puedo volver mañana?— preguntó la niña, levantándose. Rose la miró.
—¿No debes ir a la escuela?— frunció el ceño.
—¿Y tú no deberías ir a trabajar?— sonrió.
—Bien…— suspiró Rose, pensándolo.
—Puedo enseñarte el lugar, ¡conozco Forks como la palma de mi mano!— exclamó mostrándole los cinco dedos con una sonrisa— Y si quieres puedo ayudarte a desempacar.
—Sabes que está mal entrar en la casa de otra persona, ¿no?
—Bueno…— Brooklynn se ruborizó, intentando apartar el cabello que le caía en su cara. Rose observó el corte de la niña, bastante la hacía parecer un niño.— No te causaré problemas, Rosalie, por favor— le pidió juntando sus manos.
—Está bien.— suspiró Rose. ¿Qué demonios estaba haciendo?— Luego te alcanzo a tu casa.
—¡No será necesario!— se apresuró a decir Brooklynn— puedo tomar el autobús— mintió.
—Pues no será problema si me ayudas, Brooklynn.
—No necesitas decir mi nombre completo, Rosalie— le sonrió— puedes decirme Brook si quieres.
—Y tú no necesitas decirme Rosalie, niña— le devolvió la sonrisa— Rose está bien.
Brook ayudó a Rose con el piso de arriba, limpiando y sacando el polvo. Rose la mandó arriba así podría vigilarla, ella se encargó de la planta baja y luego ambas plantaron las plantas que Rose había traído desde Seattle.
—¿Te gustan?— preguntó Rose al ver cómo Brook trataba cuidadosamente las flores, entre la variedad que tenía había Rosas, Hortensias, Dalias y Lirios. A Brook parecía gustarle mucho los Lirios.
—Son muy bonitas.— le sonrió. Brook terminó de plantarlas y se levantó, sacudiendo los restos de tierra de su pantalón y haciendo una mueca al verlos sucios. A Rose le dio pena.
—¿Tienes hambre? Prepararé unos sándwiches así comemos, ¿qué te parece?— Brook pareció contenta con la idea, pero aflojó la sonrisa al mismo instante.
—Tengo que irme, Rose.
—De acuerdo, haré los sándwiches así te los llevas, puedes comer uno en el viaje. ¿Está bien?— Brook la miró y asintió, Rosalie aún quería llevarla a su casa y ella ni debería estar ahí.
Comió el sándwich que Rose le hizo ya que aún le quedaba tiempo y se guardó el otro para más tarde. Cuando Rose se preparó para llevarla, ella insistió en que no lo hiciera.
—¿Por qué no quieres que te alcance, Brook? ¿No te gusta tu casa?— Rose se acercó a la niña poniéndose a su altura.
—No debería estar aquí, Rose. No quiero que te vean conmigo.— Rose estudió la expresión de Brooklynn. Habían tenido un buen día, le gustó que la niña le acompañe a pesar de haberle causado un gran susto por la mañana. No quería espantarla sólo por insistir en llevarla.
—De acuerdo.— asintió— Espera aquí— Se puso nuevamente de pie, dejó a Brook sola un momento y buscó unas cosas en el living, regresando con ella después.— No sé bien qué talla eres, es obvio que esto va a quedarte grande pero seguro te quede mejor que lo que llevas pues...to— levantó la vista del sweater que llevaba en sus manos encontrando la cocina vacía— ¿Brook?— salió de la casa sin encontrar rastro alguno de ella. Suspiró apenada y regresó a la casa, dejando el sweater a mano para entregárselo si es que regresaba. Esperaba que regresara.
Su celular comenzó a sonar y lo buscó por toda la planta baja, llegando al piso de arriba donde lo escuchaba en su habitación, corrió a toda prisa evitando tropezar con algunas cajas y llegando a tiempo para responder.
—¿Hola?
—Rose… estoy yendo, ¿te parece que salgamos a tomar algo luego de que me muestres la casa?— Rosalie escuchó la voz de su hermano mientras arreglaba su cabello, que había caído sobre sus ojos a causa de la corrida por las escaleras.
—Edward, sí, está bien. ¿Bella viene contigo?
—No, ella sigue trabajando… llegaré en media hora.
—Te espero.— cortó la llamada, sentándose en el suelo y suspirando. Aún tenía mucho por desempacar, había estado tan entretenida con Brooklynn que olvidó por completo la visita de su hermano.
Apiló las cajas en un costado de la habitación, revisó la textura de las paredes considerando si pintarlas sería una buena idea. Buscó algo de ropa en el armario y fue a ducharse antes de que Edward llegara. Miró el sweater que había preparado para la niña y se obligó a guardarlo antes de que su hermano preguntara, aunque no encontraba un motivo para que Edward hiciera alguna pregunta al respecto.
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Hola nuevamente! Espero que les haya gustado el primer capítulo, aún no hay mucho que se sepa sobre la historia, ha sido una presentación de los personajes y algunas de las situaciones en las que se encuentran. Rosalie y Emmett aún no se han encontrado, pero lo harán en algún momento ya que la historia gira torno a ellos. En el próximo capítulo verán cómo es Edward con Rose ya que es su hermana y también conocerán a Bella. Muchas gracias por leer, hasta luegooo! (dejen un review, nunca viene mal, hasta un "actualiza pronto" es de gran ayuda :) )
