Disclaimer: Gintama y sus personajes le pertenecen a Hideaki Sorachi. No lucro con este fic.
Advertencias: Ninguna.
Beta: Jenny Flint.
Prompt: 01. Inicio - Tabla básica. [30 Vicios].
Nota: Bueno, esto es más bien un prólogo, lo bueno viene en el cap. siguiente xD.
[EDITADO]
Por algunas correcciones que me hizo Jenny he cambiado algunas cosas, como el título del cap., por ejemplo.
Frágil como una espada de cristal
Capítulo 1: ¿A dos pasos de la amputación?
Cuando Gintoki se levantó esa tarde nublada y gris, después de haber dormido una prolongada siesta, jamás se imaginó que tendría que recibir en su "oficina" a una Kagura con el tobillo lesionado.
—¿Me puedes decir qué demonios te pasó? —preguntó él, sentado en su sillón negro, con los pies encima de su escritorio y las manos detrás de la nuca.
—Me gustaría que me ayudaras, si no es mucho pedir.
Kagura, quien es considerada como la adolescente más fuerte de todo el distrito Kabuki, había llegado dando brincos con un solo pie y rogando para que el dueño de la casa se encontrara allí. Afortunadamente —o para su desgracia—, el señor en cuestión estaba presente.
—¿Y bien? ¿Vas a ayudarme o no, viejo?
—¡¿Qué?! ¡¿A quién le dices viejo, niña extraterrestre?! —gritó Gintoki, ofendido.
—Pues a ti. ¿A quién más ves por aquí? —La chica, en cambio, se mostraba serena, marcando lo que para ella era una obviedad.
—Yo no soy ningún anciano. Soy muy joven aún, tengo toda una vida por delante…
—Sí, sí. No quiero que me cuentes la historia de tu vida, abuelo. ¿Tienes algún trapo viejo para que pueda vendarme el tobillo?
Fue entonces cuando el samurái reparó en la gravedad del asunto al ponerse de pie y asomarse un poco encima del escritorio.
—¿Y cómo te has hecho eso? —preguntó con interés, pero sin sorpresa aparente en su rostro.
—Bueno, yo estaba jugando en la plaza y…
—¿Y?
—Y me caí.
—¿Así como así?
—Bueno, más bien "alguien" me hizo caer; pero eso no es lo importante ahora, sólo quiero limpiarme toda esta sangre —expresó Kagura; al mirarse cómo de la herida brotaba un líquido rojo que ya le llegaba hasta los dedos del pie.
—Mmm… eso no se ve nada bien —opinó el hombre, acercándose un poco hacia ella con una mano en el mentón—. Esto es más grave de lo que parece. Sí, muy grave.
Dio unas pocas vueltas a su alrededor; se agachó un poco, examinando la cortada horizontal que le rasgaba la piel, y luego vio cómo las facciones de la joven se ensombrecían con lentitud para finalmente convertirse en una expresión de angustia y tristeza.
—¿Qu-qué quieres decir? ¿Acaso van a tener que apuntármela? —preguntó Kagura con horror.
—Tonta, no se dice "apuntar".
—¿Y entonces cómo es?
—Amputar.
En ese mismo instante, Kagura estalló en llanto al imaginarse a sí misma, en un futuro cercano, sin un pie y llevando un bastón por el resto de su vida.
—¡No! ¡No quiero!¡Me lo van a cortar! Gin-chan,Gin-chan, no quiero que lo hagan.
—Ya, ya. No es para tanto, quizás te dejen un poco, o quizás solo te corten una partecita.
—¡No, no! ¡No quiero! —exclamó desesperada, mientras comenzaba a brincar para alejarse de él.
Sentía pánico de tan solo pensar en que le arrebataran una de las extremidades de su cuerpo.
—Pero no queda otra opción más que llevarte al hospital.
Y, con esas últimas palabras, la chica pensó que sus minutos con sus pequeños dedos acortados y su talón repleto de tierra por haber jugado descalza, estaban contados.
—¡Nooooo! ¡Yo no iré a ningún lado a que me "apunten" nada!
—Oh, vamos. No será tan doloroso. Ya verás que pronto volverás a ser la misma de antes. Sin un pie, claro, pero podemos conseguirte una prótesis; una bonita.
—¡No! —gritó de nuevo con desesperación mientras saltaba de un lado a otro por toda la sala.
—¡Ven acá, niña demonio! ¿A dónde vas?
Pronto, lo que comenzó como una pequeña e inocente broma por parte del samurái de cabellos plateados, terminó en una auténtica persecución que incluyó habitaciones, escaleras y hasta baños. ¡Y es que la chica sí que sabía correr, aún con un solo pie!
Tanta fue la conmoción causada que, para cuando Shinpachi apareció en la casa (después de haber dejado los calzados en la entrada), se encontró con un Gintoki clamándole a una puerta y, tras ella, una voz femenina muy conocida, que le respondía enérgicamente.
—¡Ya, Kagura, no te van a hacer nada! ¡Sal de ahí de una vez!
—¡Ni de broma! ¡Jamás dejaré este sitio! ¡Ve tú, si tanto quieres ir a un cuarto esterilizado!
—¡Ya sal del baño, que tengo que hacer!
—¡Pues ve a la casa de la vieja, entonces!
—¡No, sería capaz de cobrarme un peaje por usar su baño! ¡Me quedaré sin dinero si voy para allá!
—¡Entonces ve a la casa del cuatrojos!
—¡Está muy lejos! ¡No sé si pueda aguantar para cuando llegue allí!
—¡Entonces hazlo en una cubeta, luego lo avientas por la ventana!
—¡Sí, esa parece una buena idea!
—¡¿Se puede saber de qué demonios hablan ustedes dos?! —reclamó Shinpachi cuando llegó hasta donde estaba el jefe de la Yorozuya—. Y además, ¡dejen de gritar como un par de locos! Se los puede escuchar hasta la calle.
—Shhh. Baja la voz, patsuan —trató Gintoki de silenciarlo mientras se lo llevaba hasta la cocina—. Kagura se encerró en el baño y estoy tratando de que salga.
—Pero, ¿por qué se metió allí?
—Se lastimó el tobillo y cree que si la llevo a un hospital se lo cortarán.
—¿Acaso la herida es muy grave?
—No, no. Una gran cortada pero nada de qué preocuparse. No es para que se lo tengan que amputar.
—¿Y entonces? ¿Cómo se le metió esa idea en la cabeza?
—Ah, no sé. Quizás algunos niños de la plaza se lo dijeron. Ya sabes cómo son ahora, hablan pestes del servicio de medicina —comentó el hombre, deshaciéndose de toda responsabilidad por la conducta de la chica.
—Bueno, bueno. Eso no importa ahora, si es fea la cosa, tenemos que llevarla a un centro médico para que la venden.
—Ese es el problema, ella no quiere ir por ningún motivo. Ve tú, quizás a ti te escuche.
Uno tras otro, intentaron por todos los medios posibles hacer que la chica saliera del pequeño cuartito en el que se había aprisionado, sin conseguir éxito alguno. Habían probado con decirle que ya no la llevarían al hospital, ni a una enfermería, ni nada que se le pareciera. Trataron también, de exigirle que saliera para que ellos la pudieran curar e incluso, intentaron forzar la cerradura para que la puerta cediera. Nada resultaba.
Los minutos pasaron inexorables mientras corroboraban el poco éxito de sus muchos esfuerzos. Hasta que a Gintoki se le ocurrió la idea de dejar comida cerca de la puerta, con la esperanza de que eso atrajera su atención.
—¡Está bien, Kagura! Si no quieres ir, no te obligaremos. En vez de eso nos sentaremos aquí, ¡a comer una rica sopa de huevo!
—Y porque —agregó Shinpachi en voz baja, sentado a la mesa— fue lo único que pudimos preparar en razón de veinte minutos. ¿Es que no compras nada que sea comestible? Déjame adivinar, solo te gastas el dinero en esas revistas de la Jump, ¿no? ¿Por eso es que no tienen nada decente qué comer, eh?
—Baja la voz, anteojitos, ella podría escucharnos.
—¿Tú crees que funcionará?
Gintoki apartó su vista de la entrada del baño para luego voltear hacia el adolescente y dedicarle una amplia y luminosa sonrisa, cargada de completa seguridad.
—Cuando me miras así, no sé si estar animado por tu confianza en tu plan o salir huyendo espantado. Das miedo con esa sonrisa, ¡bórrala!
—Ah, ¿pero qué cosas dices? Si las fans se mueren cuando hago esto. Es mi mejor perfil.
Volvió a sonreír de igual manera, dirigiéndose hacia algún lugar de la habitación.
—Ey, tú. ¿A quién le apuntas?
—¿Qué, no oíste al narrador? Éste dijo, "hacia algún lugar de la habitación", ¿no?
—Sí, pero no fue muy específico. No dijo hacia dónde exactamente.
—Por eso puso "hacia algún lugar".
—¿Y dónde queda eso?
—Ah, no sé. Pregúntaselo tú, yo no tengo idea.
—¡Pero si tú fuiste el que ejecutó la acción!
—¿Cuál partición? ¿De qué me hablas?
—No, no. Yo dije "acción", no "partición". Además, tú también ¿por qué no le prestas más atención a lo que se está contando?
—No, no. Te estás equivocando, yo soy el protagonista de esta serie, no necesito leer nada. Lo mío es innato; talento puro, muchacho.
—Oigan ustedes dos, ¿van a seguir discutiendo más tiempo? —comentó Kagura desde el otro lado de la mesa, con una cuchara metida en la olla—. No pienso dejarles nada si siguen parloteando de esa manera. Parecen unos… unos buitres con alas de colores y… y un sombrero. Tú tienes uno muy gracioso, Gin-chan —dijo, comenzando a desvariar por el fuerte sedante que habían puesto a la sopa—. Y tú también Shinnnpanshi. El humano que tienes puesto, parece que lleva un… —Y con un golpe sonoro, cayó dormida encima de la olla, provocando que se derramara todo su contenido.
—Vaya, funcionó. Pensé que no alcanzaría con las dos botellas que le pusimos —comentó el adolescente con espasmódica sorpresa.
—Yo también, de hecho. Pero sí lo logre, ¿eh? ¿Ves? Te dije que mi idea no podía fallar.
—No me vengas con eso, que hace un momento hasta tú dudaste del plan.
—Bueno, eso ya no importa, ahora tenemos que ocuparnos de trasladarla hasta el hospital. ¿Crees que se despertará mientras la llevamos?
—Mmmm no sé, pero por si acaso, démosle otra dosis más para asegurarnos.
—Sí, tienes razón. Entonces tres cucharadas más.
—No, no. Que sean cinco, por si acaso —se apresuró el chico Shimura a concretar.
—No, no. Mejor diez, con eso tendrá para la noche.
—¿Y si se despierta y sale corriendo?
—¿Y si empieza a romper todo lo que encuentra?
—Nos obligarían a pagar por los daños, bueno, en realidad solo tú tendrías que hacerte cargo.
—¿Yo? ¿Y por qué a mí solamente?
—Porque eres su tutor.
—"Yo no soy el padre de ese monstruo", eso es lo que diré si llega a pasar. Como último recurso, podría decir que tú eres su hermano.
—No, no. Yo no tengo hermanos. Tengo papeles, señor, papeles.
—¿Ah, sí? A ver, ¿qué clase de "papeles" tienes en tu poder?
—Uno en el que se especifica que nuestros padres solo tuvieron dos hijos, nada más.
—Mientes, no tienes nada de eso.
—Ah, no. Sí los tengo. No hay forma de engañar a los escritos.
Ambos se cruzaron de brazos y miraron el cuerpo desplomado sobre la mesa, pensando en alguna alternativa para escapar de aquella posible situación. Se miraron el uno al otro y luego volvieron a dirigir sus miradas hacia la silueta adormecida.
—Le daremos una botella entera —aseveraron los dos al unísono mientras asentían con determinación.
Entonces Shinpachi caminó hasta la alacena y tomó una de las cinco botellas que aún quedaban (las habían comprado para dormir a la chica, por si las circunstancias lo ameritaban). En poco tiempo volvió presuroso sobre sus pasos con el famoso líquido entre sus manos.
—Bien, aquí tienes —dijo cuando finalmente llegó.
—¿Ah? Hazlo tú.
—¿Qué? ¿Y por qué yo?
—Tú… eres el más valiente de los dos.
—Ah no, pero si ese título te queda mejor a ti. Eres el protagonista, ¿no es cierto?
—¿En serio? ¿Yo?—se desentendió el hombre de la permanente.
—Sí, sí. ¿Acaso lo olvidaste?
—Mmmm… ¡Ah, sí! Es verdad. Pero los anteojos con el chico siempre fueron los favoritos de las fans, por eso tienes que ser tú el que le dé el sedante.
—¡¿Qué has dicho?! ¡Dejen de refererirse a mí como sólo unos anteojos! ¡Soy una persona!
—Gin-chan, baja el volumen de la tele —balbuceó Kagura entre sueños.
Aquel movimiento casi inconsciente, fue el empujón suficiente que necesitó Gintoki para ofrecerse a darle el somnífero a la chica.
—No, no. No andes mintiendo, narrador. Yo no he dicho nada ni tampoco he tomado tal decisión.
—Shh. ¿Qué haces? No se discute con el narrador, haz lo que dice.
—¡¿Qué?! No, ni de broma. Sería capaz de quedarme sin hijos, si es que se despierta.
—Por eso mismo le darás el sedante, ¿o no?
—Escucha, narrador: te daré diez mil yenes si anuncias que el cuatrojos es el que se va a sacrificar.
Y entonces, con valor y mucha determinación, el joven Shimura tomó la iniciativa de ir por la botella que estaba sobre la mesa.
—¡Ey! No lo escuches, narrador. T-te daré más dinero. Sí, eso es. ¿Cuánto quieres?
Por inercia, y llevado por sus deseos de ayudar a su amiga, Shinpachi se acercó al pequeño mueble que habían dejado cerca del baño…
—¿Qué demonios me sucede? No puedo controlar mis movimientos. ¡Gin-san!
Tomó la botella con sus manos…
—No, Gin, ¡Ayúdame!
Y se bebió dos sorbos del contenido transparente y diluido.
En poco menos de un minuto quedó completamente dormido en el piso.
—Mmm… creo que eso resultó mejor, ¿no, narrador? El trato está hecho, ¿no?
Gintoki, al ver a su amigo realizar tal acción para escapar de las absurdas negociaciones que hacía su jefe, asió la botella que había quedado en el suelo y camino hacia la amanto, que parpadeaba constantemente y trataba inútilmente de sentarse.
—¡¿Qué?! ¡¿En qué momento sucedió eso?! ¿No crees que te has olvidado de algo, narrador?
Se agachó lo suficiente para verter en su garganta todo lo que quedaba de aquella sustancia tan poderosa pero que, en el metabolismo de la chica, hacía tan poco efecto.
—¡¿Acaso me estás ignorando?!
Luego se sentó a un lado en silencio, a esperar a que la droga hiciera su magia. Kagura se tardó un poco en volver a sumirse en ese estado de sueño profundo; pero aún así, siguió moviéndose de un lado a otro, aleteando sus manos como si quisiera espantar una mosca.
—¿Ya te dormiste, niña? —preguntó con sumo aburrimiento.
Como respuesta, recibió algunos leves gruñidos y varias palabras que no supo distinguir con exactitud, pero sí le daban la certeza de que ya no se despertaría por un buen rato. Con eso en mente, fue rápidamente a buscar una funda vieja que ya no usaba y se la puso alrededor del tobillo, a modo de venda improvisada.
Pero sin dudas, lo que más le costó hacer, fue colocar a la chica en el asiento trasero de su motocicleta para trasladarla hacia el hospital. Probó primero con sólo sentarla, pero se movía tanto por los sucesos violentos que estaba soñando, que no tuvo otra alternativa más que atarla para que se mantuviera quieta durante el viaje.
Para fortuna del samurái, que ya tenía toda la espalda empapada en saliva y varios golpes en los brazos, la travesía no duró más que unos cuantos minutos. Y al llegar, lo único que le dijo a la recepcionista fue:
—¡Internen a esta chica, por favor!
Notas finales:
1-El título de se lo debo a un capítulo en el cual Okita sale volando de una montaña rusa y le pide ayuda a Hijikata. Les estaba leyendo el cap. a mis hermanas y se acordaron de eso. Entonces vimos esa partecita de la que me hablaron y nos empezaron a reír como tontas jaja. Por eso decidí llamarlo así, además de que me gustó como título porque... bueno, ya lo verán en el siguiente.
2- Lamentablemente, me he metido a una comunidad de retos y voy a poblar Fanfiction con 30 historias de Okita y Kagura. (Oh, sí. Estoy realmente loca por aceptar ese reto xD). Haré algunos one-shots y otros con capítulos. A como venga la cosa xD.
Éste es mi segundo fic sin AU (universo alternativo) ni Ooc. Aquí está todo legal y como lo veo yo en el animé/manga.
Me costó bastante porque es mi primer Omnisciente y… cuesta mucho, muchísimo. Al menos a mí es difícil, por eso me voy a enfatizar en ello en los próximos escritos.
Sin nada más que decir, me despido.
¡Saludos!
